martes, 19 de mayo de 2015

Pedagogía y moda (VI). El método poligonero


Desde el momento en que leo o escucho la coletilla “para los alumnos del siglo XXI” (similar a otra: “el perfil del docente del futuro”), estoy seguro de haber encontrado material de primera para esta serie dedicada a las últimas tendencias en Pedagogía. Me dispongo a leer, lo reconozco, con no demasiadas expectativas de hallar algo realmente novedoso y atractivo que aplaque mis ansias por sumergirme en las procelosas aguas del reverso tenebroso y coquetear con las tinieblas pedagógicas y compruebo que parece tratarse de una recopilación más de greatest hits psicopedagógicos. Por ejemplo:

1º.- La tópica imagen tétrica en blanco y negro de un aula con un profesor autoritario, déspota y mala persona, que sugiere sin pudor la metodología, YA EN DESUSO, del laletraconsangreentra.

2º.- El topos de que “la revolución tecnológica hace que no se pueda seguir enseñando a los alumnos de la misma forma que antes” (¿“antes” respecto a la imagen de marras, “antes” respecto al siglo XX, "antes" respecto al mes pasado…?).

3º.- La declaración de intenciones habitual: “comentar con sus amigos cualquier noticia por WhatsApp, Facebook o Twitter es lo más natural para ellos" (nuestros alumnos, es decir, "los chicos"). Les resulta "más cómodo que llamar por teléfono. Están acostumbrados a tener al alcance un sinfín de aplicaciones y contenidos en todo momento”. Ya ven: “lo más natural”, “lo más cómodo”, a lo que están “acostumbrados”. Que nadie ose hablar de lo provechoso, lo eficaz o lo valioso. Incluso se nos dice que, "pese a todo, todavía hay centros que no permiten" (maldita obsesión por prohibirlo todo) que la tecnología “entre en sus clases” (como el testigo de Jehová que se niega a una transfusión que le podría salvar la vida).

A punto de arrojar la toalla, me encuentro una auténtica perla, un hallazgo de guión que me hace pensar que ha valido la pena la lectura del texto. Pero primero les cuento que Ricardo Oficialdegui y Álvaro González, profesores en el Colegio Irabia-Izaga de Pamplona, “han aunado esfuerzos y conocimientos para crear un sistema de enseñanza y aprendizaje basado en tecnologías digitales y en metodologías innovadoras surgidas de Harvard”. Hombre, eso de Harvard, así de entrada, suena bien; no es como decir que la metodología innovadora ha surgido en Bollullos del Condado, así que continúo. El éxito de esta metodología “ha sido tal” (no sabemos exactamente cómo se ha constatado “tal” éxito, pero parece que, por lo menos, ha debido ser un "éxito de crítica y público”, o quizás "un éxito sin precedentes") que “ya ha sido probado con éxito en las aulas de varios colegios españoles” (¡bien por el método científico! Este es el camino: comprobar la validez de un método y reducir la subjetividad. Viva Harvard, viva Ricardo Oficialdegui, viva Álvaro González y viva Collullos del Condado). La “máxima”, de estos dos maestros innovadores, es “que la tecnología nunca debe ser el fin” (incontestable, oigan). Es posible que estén teniendo un déja vù y preguntándose dónde está la originalidad de esta nueva metodología. Yo se lo digo: en el nombre. Atención: Polygon System. Vayan, vayan a su página y lean: “Bienvenido a la nueva educación. Un lugar done el alumno es el centro del aprendizaje”. Polygon System, se nos cuenta, “está creado por y para profesionales del mundo de la educación. A través de la continua investigación y experiencia en las aulas, hemos conseguido desarrollar un sistema de enseñanza-aprendizaje que integra los contenidos curriculares con las metodologías más innovadoras y la tecnología (dispositivos móviles). Queremos ayudar para que el cambio en la educación sea posible. La realidad ha cambiado, debemos preparar a los alumnos de una forma distinta para un futuro real. El proceso de aprendizaje tiene que evolucionar enfocando al alumno en el centro del mismo. Nuestra misión consiste en aportar soluciones educativas a los centros escolares de primaria y secundaria que estén inmersos en procesos de mejora continua, que pretendan evolucionar hacia la educación del futuro". Porque, según Oficialdegui & González, "la neurociencia ha demostrado" (no se pierdan esta entrada del siempre recomendable blog de Gregorio Luri) que "no todos aprendemos de la misma forma", a lo que me gustaría objetar, aunque sea por molestar un poco y meter el dedo en el ojo que, si bien no todos tenemos la misma capacidad ni mostramos la misma disposición ni las mismas ganas de esforzarnos, básicamente la forma de aprender es la misma, diga lo que diga "la neurociencia" (la apelación a la neurociencia me recuerda siempre a la apelación a "la ciudadanía" de los partidos políticos. Políticos y pedagogos parecen conocer la opinión de todos los neurocientíficos y de todos los ciudadanos). ¿Y cómo piensa el tándem O & G conseguir ese "cambio en la educación? Acertaron: "formando a los profesores" porque "nadie" (excepto el alumno, parece) "nace aprendido".  

Y ya son siete los centros que en España han apostado por el método poligonero. Espléndido. Cada vez serán más frecuentes hermosas escenas como la siguiente:


8 comentarios:

  1. "... un aula con un profesor autoritario, déspota y mala persona, que sugiere sin pudor la metodología, YA EN DESUSO, del laletraconsangreentra." Qúe miedo, por dios, ya solo falta que diga que es un expolicía y del Atlético de Madrid. Menos mal que existen las buenas prácticas innovadoras.

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  2. Si es que somos unos contumaces que nos negamos a ver la luz.

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  3. Podrías añadir en la lista de atrocidades del profesor decimonónico el exigir “la lista de los Reyes Godos” y aprender de memoria “la Tabla Periódica”. Lo suelen mencionar mucho los pedagogos progresistas, innovadores, etc.

    Cuando uno ve como se apunta casi todo el profesorado a estas tendencias comprende como un dictador puede ganar unas elecciones y ya sabemos a qué país me refiero. La falta de reflexión y espíritu crítico dan escalofríos.

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    1. Sí, lo de la lista de los Reyes Godos es recurrente. En música lo llamaríamos un obstinato. En fin...

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  4. Recuerdo uno de estos cursos luminosos e ilusionantes del Cep en que el experto de pro, por lo demás un contumaz empeñado en no decir ningún dato a derechas, nos aleccionó a los ignaros con la manera innovadora de explicar la ecuación de segundo grado. Criaturas! Ellos tan esforzados en proporcionarnos el saber y la mayoría de nosotros tan renegados y refractarios a recibir las flores de la recta doctrina. Por fortuna algunos ya se van convirtiendo a la buena senda. En fin, saludos cordiales.

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