jueves, 30 de marzo de 2017

Puesta de largo de La sociedad gaseosa en Barcelona


Ayer por la tarde tuvo lugar la puesta de largo de La sociedad gaseosa, en Casa del Libro de Passeig de Gràcia de Barcelona. Como en anteriores ocasiones, ha sido una visita provechosa. Me acompañaron Jordi Nadal, director de Plataforma, y Antoni Dalmases, a quien no conocía personalmente. Antoni, además de ser un tipo muy agradable, hizo una presentación irónica, profunda y divertida al mismo tiempo. Hubo tiempo para la charla, que continuó después durante la cena con algunos de los muchos amigos contraeducativos que tuvieron el detalle de asistir a esta presentación. Dejo a continuación algunas instantáneas más de un día estupendo.

 Con Antoni y Jordi, en los primeros momentos de la presentación

Antoni Dalmases buscando en el móvil un Whatsapp "sospechoso"

 Empezando a hablar sobre La sociedad gaseosa

Jordi Nadal explicando por qué necesitamos buenos libros y buenos maestros

Con Gregorio Luri, Jordi y David

¡Dios mío! ¡Resulta que la lengua es un medio de comunicación! ¡La conversación no es sólo un intercambio de disparos en el que uno pega tiros y los recibe, donde hay que escamotearse para salvar la vida y, de paso, afinar la puntería! ¡Las palabras no son sólo bombas y balas! ¡Qué va! ¡Son regalos llenos de sentido!, dijo Philip Roth. En la imagen, el placer de la conversación inteligente con Anna, Marta, Gerard, David, Ramón, Jorge, Xavier y Francesc. Un lujo (gracias, amigos).

Una de las conclusiones de la noche: Gaudí... es gaseoso

Revisando mis apuntes en el viaje de ida

Una sabia frase, a la que me referí durante mi intervención de un grande: el especialista en música antigua Hopkinson Smith (la reflexión completa, en el capítulo 10 de La sociedad gaseosa):

Para terminar, el vídeo de mi intervención, gentileza de Gerard Romo:

martes, 28 de marzo de 2017

Presentación de La sociedad gaseosa en Barcelona

Mañana por la tarde, poco más de un año después de haber presentado en esta misma ciudad Contra la nueva educación, presentaremos La sociedad gaseosa en Barcelona. Estarán conmigo Jordi Nadal y Antoni Dalmases. Será la puesta oficial de largo del libro. Como siempre, quedan todos invitados.

sábado, 25 de marzo de 2017

De regreso de Elche

Regreso de Elche cansado pero contento y reconfortado.

La librería Ali i Truc llevó ejemplares de "Contra la nueva educación" y "La sociedad gaseosa".

La Torre de la Calahorra, a la salida.

En el tren de ida, revisando el texto de la conferencia.

La sala masónica, donde tuvo lugar la ponencia y la presentación.

La escalera, desde la balaustrada. Foto de Javier Esteve.

El precioso hotel donde me alojé: Hotel Huerto del cura, en el Palmeral.

Hablamos sobre tradición y posmodernidad, presentamos La sociedad gaseosa y pude saludar a Nayeli, Arielle, Miguel Ángel y Cristina, África y Borja... Y conversar después con algunos de ellos, y también con Eduardo, Ángel, Pedro, Antonio. Me trataron tan bien que amenazo con volver.

domingo, 19 de marzo de 2017

Mañana, La sociedad gaseosa estará en las librerías




En la magistral Infiltrados de Martin Scorsese, Frank Costello le preguntaba a un todavía niño Collin Sullivan: "¿Te va bien en el cole?", a lo que este asentía. "Eso es bueno", respondía Costello, "como a mí: eso se llama paradoja". 

También es una paradoja que mañana, 20 de marzo, salga a la venta La sociedad gaseosa, y coincida con el Día Internacional... de la felicidad. Podía ocurrir, porque hoy existe un día para casi todo. Tenemos incluso el día del inodoro (el 19 de diciembre). Y mañana es el de la felicidad. Quizás sea apropiado, después de todo, una "feliz coincidencia". Hay pocas ideas más gaseosas que la idea de felicidad. En cualquier caso, La sociedad gaseosa echa mañana a andar. Veremos hacia dónde, con qué paso y si llega a donde a uno le gustaría. 


viernes, 17 de marzo de 2017

"Celebración de un libro: Contra la nueva educación"



Mi colega Carlos Rodríguez Estacio ha tenido a bien glosar Contra la nueva educación. Y lo ha hecho de forma muy generosa. Yo se lo agradezco y transcribo aquí su amable reseña.
Celebración de un libro: Contra la nueva educación.
Uno de los mayores dramas de este país es la ausencia de un verdadero debate educativo. ¿Qué entiendo por verdadero debate? Pues aquel en el que cada parte pueda exponer razonablemente sus puntos de vista y, de este modo, hacer que el mejor argumento disponga de las mayores probabilidades de triunfar. En España no existe tal cosa. En gran medida, por una constelación de fuerzas que impone una determinada visión aneja a sus intereses. En efecto, entre los sectores con capacidad de influir en la opinión pública (especialmente los medios de comunicación) existe un acuerdo bastante generalizado, salvo en cuestiones menores (y, sí, daba la magnitud de la debacle, la religión ha pasado a ser una cuestión menor), acerca de los dioses pedagógicos a los que rendir tributo. No es extraño, pues, que estos dioses se hayan cronificado (en el doble sentido de hacerse crónicos y de derrocar al Saber, que, forzando la metáfora, sería el Padre que debiera dar sentido a todos los dioses de la pedagogía).
El profesorado, salvo alguna reacción aislada o poco significativa, no ha presentado apenas resistencia. Sencillamente rindió la plaza y se refugió en el ámbito privado, incluyendo en esta categoría la docencia. Desde cierta perspectiva, podríamos hablar de `traición´, muy en línea con la que Julian Benda denunció respecto de los intelectuales (en La trahison des clercs), sin que sirva de excusa la poderosa aleación de intereses mencionada arriba, o la existencia de una deriva semejante en otros países, o que, en definitiva, esa traición se haya producido principalmente por omisión. Como era de prever, esta actitud `silenciosa´ favoreció el avance de la barbarie y, a día de hoy, es frecuente incluso encontrar entre el profesorado una suerte de síndrome de Estocolmo, por el que interiorizan y hacen suyo el discurso que ha destruido su profesión.
Y, entonces, fue Alberto Royo. En primer lugar, ha escrito un libro luminoso, ágil de leer, por momentos hilarante, vigoroso, en el que toma partido con entusiasmo pero sin enredarse nunca en trifulcas estériles. Lo más valioso del libro es, sin duda, que arma el sentido común educativo y lo expresa en un lenguaje asequible a todos. Probablemente no exista, en este ámbito, ninguna tarea más urgente. Pero, además, y sobre todo, se ha atrevido a comparecer en “territorio comanche”, es decir, en los medios, aún en los más mediatizados, medrosos y mediocres.
Estoy seguro de que el coraje cívico que demuestra al intentar hacer mediática su defensa del conocimiento y de la enseñanza en un país tan dado al exabrupto, a la simplificación y a la etiqueta (no precisamente de gala) no es sino el material del que se hacen las grandes transformaciones sociales. Tampoco me cabe duda de los múltiples inconvenientes que ha tenido que padecer por ello. No es fácil en este país disentir de la línea buenista, tontigualitaria, demagógica y anti-intelectualista dominante. Pero él afronta estos asuntos a la manera de su admirado Atticus Fich, sin empeñar el hígado, con alegre determinación, convencido de que es lo que hay que hacer; y siempre, siempre señalando la luna, nunca el dedo. Él mismo advierte en las primeras páginas que la negatividad del título (Contra la nueva educación) no debe llamar a engaño, pues no se trata de “un libro de carácter agresivo” sino de “un acto de resistencia. De legítima defensa”. Y qué falta hace esa résistance como respuesta a la enseñanza `ocupada´.
Una excelente muestra de la ejemplaridad de su actitud es la aparición de personas dispuestas a seguir su legado. Ricardo Moreno Castillo tiene algunos años más que él, y el Panfleto antipedagógico es bastante anterior a su libro. Sin embargo, sólo ahora Ricardo parece haberse convencido de que es necesario exponerse a la intemperie mediática (o, después de todo, quizás sean los propios medios los que hayan cambiado de opinión y empezado a buscar docentes audaces para sus programas atroces). El tercer tenor –o mejor, mosquetero– que se ha unido recientemente a esta “profusión de riesgo” es Javier Orrico que, de la mano de su La tarima vacía, parece dispuesto a subirse a cualquier plató, escenario o ring, cuyos límites en este tema no siempre quedan claros (si no incluyo en esta terna al excelente Gregorio Luri, es debido a que considero su perfil más de carácter académico que estrictamente polemista).
Es de justicia celebrar la novedad: ¡aparecen profesores en debates educativos!, ¡se escuchan palabras sensatas sobre educación en la tele! Se ha instalado una pica en el corazón mismo del sistema. Por ello es necesario también felicitar a esta avanzadilla ilustrada e impenitente, que batalla contra la ignorancia, la creencia irracional y los dogmas (o sea, contra la nueva educación).
En consecuencia, no sólo los profesores de verdad sino la sociedad en su conjunto deberían agradecer a Alberto Royo, escritor, profesor, músico y joven –excelentes atributos donde los haya–, que se haya tomado la molestia. Savater decía –y yo lo comparto– que su epitafio favorito era el de Willie Brandt: “Se tomó la molestia”. Ojalá muchos otros nos tomemos también la molestia y empecemos a ver la luz al final de un túnel con más de 25 años-sombra de extensión.

Siempre nos quedará la lectura


Gerard Romo ha vuelto a tener la gentileza de mencionarme en su blog (ya lo hizo aquí), junto al estupendo trabajo de Javier Orrico. No lo traigo solo para agradecerle la mención y recomendar la lectura de su texto, titulado Vuelve el taparrabos, en el que da todo un repaso a la modernidad gaseosa que padecemos. Quiero, sobre todo, darle las gracias por introducir algo de optimismo en estos tiempos aciagos. Dice Gerard:

No dejan de aparecer voces autorizadas denunciando este atentado contra la cultura. Este mes de marzo se presenta interesante en novedades editoriales para todos aquellos preocupados en el proceso de degradación educativa que nos ha tocado vivir: Además del libro de Javier Orrico, aparecerá a finales de mes el nuevo libro de Alberto Royo, “La sociedad Gaseosa”. Siempre nos quedará la lectura. Siempre, por mal que vayan las cosas, podremos leer, aprender. Que es justo lo que estamos robando a las futuras generaciones, y por lo que algún día seremos juzgados.

El artículo completo (leánlo, insisto), aquí.

lunes, 13 de marzo de 2017

La sociedad gaseosa, en Elche



La semana que viene estará por fin en las librerías mi segundo libro: La sociedad gaseosa. Esa misma semana, el viernes 24, tendré el placer de presentarlo en Elche, en un lugar ciertamente atractivo como es la Torre de la Calahorra, una fortaleza almohade de fines del siglo XII y principios del XIII que servía para defender la entrada más importante de la ciudad, aquella que la comunicaba con Alicante, que se encuentra ubicada en la plaza de Santa Isabel, la que fuera lugar de encuentro de la medina islámica. Me acompañará Antonio Javier Abellán Cano.


Antes de la presentación de este ensayo, impartiré una conferencia titulada Tradición y posmodernidad. La nueva pedagogía o el efecto placebo, dentro del Curso que organiza la Sociedad de Filosofía de la Provincia de Alicante cuyo hilo es la figura de G.K. Chesterton. Por supuesto, quedan todos invitados.

En la sociedad gaseosa...


La ¿respuesta? del publicista Risto Mejide (aquí) tras el muletazo de la Milá (aquí) es una muestra evidente de que la sociedad líquida quedó atrás. Aquí dejo un breve reflexión:

En La Sociedad Gaseosa, se equipara al que insulta con el insultado.
En la sociedad gaseosa, el moderador no es neutral ni secundario, sino parcial y protagonista.
En la sociedad gaseosa, se presume de combatir el acoso escolar mientras se permite que a un invitado se le llame "gordo".
En la sociedad gaseosa, quienes deberían disculparse por una actitud bochornosa, por acción u omisión, arremeten contra la persona que ha sido vejada, convirtiendo a la víctima en victimario.
En la sociedad gaseosa, la solución que se propone para evitar que vuelva a producirse una escena lamentable en televisión es sugerir un nuevo programa para que se repita, si es posible con mayor virulencia.
En la sociedad gaseosa, se da oxígeno a la pseudociencia, colocándola al nivel de la ciencia y otorgando el mismo peso a la opinión del ignorante que a la del sabio.
En la sociedad gaseosa se confunde el debate con la bronca y se manipula a la opinión pública haciéndole creer que es discutible lo que la ciencia ha demostrado que no lo es.

jueves, 9 de marzo de 2017

Reportaje en la Cadena SER. Argumentos a favor y en contra de las pedagogías alternativas que triunfan


Hace no mucho, una periodista me pidió mi opinión sobre las "pedagogías alternativas". Las incluyó en un reportaje para la Cadena Ser (que puede leerse aquí), junto con la postura de Almudena García, autora de un libro titulado "Otra educación ya es posible". 

Encuentro en los planteamientos de mi "contendiente" la habitual confusión entre desmotivación y esfuerzo, entre deberes y sufrimiento infantil (lean este estudio que demuestra que los deberes benefician el rendimiento y evitan acentuar las diferencias entre alumnos en la Secundaria). Pero mejor que cada uno saque sus propias conclusiones.

martes, 7 de marzo de 2017

Ya está impresa La sociedad gaseosa



Pues aquí está, recién salida de la imprenta. En menos de dos semanas (a partir del 20 de marzo), en las librerías.

lunes, 6 de marzo de 2017

Milá y la Yihad


No pensaba escribir nada sobre este asunto porque ya se ha opinado mucho, pero sobre todo porque estoy seguro de que el rato que pasó José Miguel Mulet en el "pograma" de Risto Mejide emitido el domingo en Cuatro, ese en el que el presentador reía las gracietas (entiéndase por gracietas los bochornosos insultos) de la otrora periodista Mercedes Milá, no fue agradable. Preferí comentar brevemente en su muro de Facebook para mostrarle mi reconocimiento por su asombrosamente civilizada reacción a la injustificable actitud de la Sra Milá, así como por la didáctica explicación que intentó aportar Mulet desde el punto de vista de un experto, en unos momentos en los que el auténtico experto se ve más bien como un personaje folclórico, mientras se reserva el papel de técnico en la materia al embaucador de turno.

He decidido reflexionar sobre lo sucedido porque hace tiempo que vengo dándole vueltas a algo: no tengo claro que Mulet acertara acudiendo al programa de Risto Mejide y aceptando el ¿desafío? de intentar "convenZer" a Mercedes Milá (que ya se había escandalizado, junto a la monja sor Lucía Caram, en su programa "cultural", de mi pobre valoración de Punset) de que la leche no es mala o de que no existen las "enZimas MILAgrosas". Y no lo tengo claro precisamente porque yo mismo, desde que se publicó mi libro Contra la nueva educación, he venido admitiendo prácticamente todas las invitaciones que he recibido para hablar de mi libro y, por extensión, de mi modelo de enseñanza. No hace mucho que comencé a rechazar algunas ofertas que antes habría aceptado de inmediato, después de haber participado en el programa de Ana Rosa Quintana, de igual forma que me han entrevistado en Radio Nacional de España o he charlado con Carlos Alsina en Onda Cero. He hablado con Iker Jiménez en Cuarto Milenio y me ha reseñado Luis Alberto de Cuenca en el Cultural de ABC. He salido en la revista Mía, pero también en El Mundo, El País o La Vanguardia. No he hecho, hasta hace bien poco, distinciones de ningún tipo porque creía que debía hacer lo posible por defender mi posicionamiento a favor de una enseñanza pública basada en el conocimiento y en la evidencia en toda circunstancia, aprovechando que los medios de comunicación me daban voz para tratar de compensar la desproporcionada presencia en los mismos de charlatanes y estafadores educativos. Pero no estoy seguro de que sea buena idea acudir a un programa en el que la "adversaria" es una señora que defiende la pseudociencia y que, estaba cantado, a la primera de cambio montaría un numerito digno de Crónicas Marcianas. Dudo que debamos meternos en la boca del lobo asistiendo a eventos en los que nuestra opinión no se va a escuchar. O se va a tergiversar. O se va a trivializar. Tengo ya algunas experiencias desagradables al respecto. Recuerdo el programa de Jesús Cintora, por ejemplo. Eso sí, he tenido la suerte de haber sido insultado muchas veces, pero nunca en televisión. Sí me he visto debatiendo con personas con las que jamás se me habría ocurrido debatir, en discusiones que de ninguna manera (¡cómo no lo vi!) iban a enseñarme nada ni suponer ningún tipo de beneficio para nadie. No se trata de que uno solo esté dispuesto a discutir con profesionales acreditados, ni de renunciar a hablar en medios pequeños o con menor repercusión, sino de entender que no podemos exponernos a la frivolización de materias tan relevantes como al educación, la salud, la ciencia... Intentar divulgar nuestra opinión para que cale, hacer lo posible por ejercer cierta influencia, puesto que pensamos que nuestras ideas no son descabelladas, no nos puede llevar a inmolarnos públicamente, no por la inmolación en sí, que total, uno ya está hecho a todo, sino porque hablar en un lugar en el que no se nos va a escuchar, quizás sea contraproducente. Estos días, parece que la inmensa mayoría de la gente está indignada con Mercedes Milá por llamar "gordo" a un científico que, como todo el mundo sabe, es algo con una influencia determinante en su capacidad como científico. Mi pregunta es: ¿Para qué? ¿Ha dado un paso atrás la pseudociencia? ¿Algún incauto ha dejado de creer en supercherías? ¿Se valora más el conocimiento que antes de la participación de José Miguel Mulet en el programa?
Estas preguntas me hago desde el respeto y admiración a José Miguel Mulet por su decisión valiente de acudir a un programa, el de Risto Mejide, al que yo no quise ir porque, como digo, sigo firme en mis convicciones, pero dudo de la conveniencia de hacer de ellas una suerte de Yihad. Y he verificado que quienes defendemos la racionalidad nos manejamos mal en un ambiente irracional. Dicho en otras palabras: no me importa que me sacudan. Pero, al menos, que sirva para algo.

viernes, 3 de marzo de 2017

Profesores contra pedagogos


Hace un tiempo contactó conmigo el periodista Andreu Asensio, jefe de redacción de la revista La Torre de Barcelona, para pedirme una valoración sobre las pedagogías "innovadoras". En relación con el reportaje publicado, que se titula "Profesores contra pedagogos", me gustaría matizar algunas cuestiones, entre otras, que no me considero un profesor "clásico", que no atribuyo a las nuevas modas los malos resultados (pues el problema es mucho más profundo, a mi entender), o que no creo que toda la culpa sea "de los pedagogos" (pues tan pedagogo es Fernández Enguita como Inger Enkvist, por poner dos ejemplos conocidos y antitéticos).

Por lo demás, es un placer haber compartido espacio con José Manuel Lacasa, siempre atinado.

Para leer la noticia, aquí.