sábado, 14 de mayo de 2016

Fernando Savater habla de Contra la nueva educación en El País



Es un honor que alguien de la talla de Fernando Savater haya leído y valorado Contra la nueva educación. Hoy, en su columna de El País, habla de educación con la lucidez a la que nos tiene acostumbrados. Aunque puede accederse al texto desde aquí, dejo sus palabras a continuación:
Escuela
¿Qué es lo que hay que aprender? Pues aprender a aprender, a ser críticos con lo que pretenden enseñarnos

Siempre oí repetir que la enseñanza debe ser “crítica”. Nada de memoria, nada de llenar la cabeza de datos (¡se encuentran en Internet!), nada de que el maestro hable desde la tarima y los demás callen tomando apuntes, nada de asignaturas sin relación con la vida cotidiana (¿como las matemáticas, la historia o la gramática?) y nada de dar por hecho que uno sabe y los demás no. ¡Crítica ante todo! ¡El aprendizaje debe ser crítico, si me apuran más crítico que aprendizaje! ¿Qué es lo que hay que aprender? Pues aprender a aprender, a ser críticos con lo que pretenden enseñarnos. Cuando el maestro anticuado profiere como irrefutable cualquier tópico viejuno, v. gr. “París es la capital de Francia”, el alumno debe propinarle un certero “¡Eso lo dirás tú!”. Seguro que le desconcierta…

Abracé dócilmente esta rebeldía, hasta darme cuenta de que los críticos más contundentes son quienes mejor han aprendido aquello de lo que se habla: por plácido que sea su talante, los que saben aritmética no aguantan a los que dicen que dos y dos son cinco. Y tienen sus razones. Son precisamente esas razones las que deben enseñarse en la escuela, porque con ellas vendrá por añadidura el espíritu crítico, que no es simple afán de contradicción. Dos libros recientes, La conjura de los ignorantes(ed. Pasos Perdidos), de Ricardo Moreno Castillo, y Contra la nueva educación (ed. Plataforma Actual), de Alberto Royo, defienden esta asombrosa doctrina, la de siempre, y con ella el esfuerzo estudioso, el orden en el aula y el magisterio de los profesores, que no deben ser meros colegas lúdicos ni animadores emocionales de la comuna escolar. Y lo hacen de modo muy divertido: quien mañana ocupe la cartera de Educación hará bien en leerles.

21 comentarios:

  1. Enhorabuena, Alberto: otro maestro indiscutible que se pone de vuestro (nuestro) lado, si bien es verdad que a Savater lo hemos tenido siempre con nosotros, ahí está "El valor de educar" para quien no me crea. Termina su columna con una maldad muy suya, esa de recomendar al próximo ministro de educación que os lea a ti y a Ricardo; yo añadiría a esos deberes (y más, si el nuevo ministro resulta ser de Ciudadanos) que se lea el libro de Savater. ¡Pagaría por verlo!

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    1. Un respaldo importante a lo que defendemos,Pablo. Maldades aparte... Un abrazo.

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  2. Pues más allá de su nombre, pocos argumentos expone don Fernando. Se ve que la edad hace mella, y hasta los cerebros más lúcidos sucumben al paso del tiempo.

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  3. Gracias, Alfredo, por darme la razón una vez más: como siempre haceis los paridarios de la Secta Pedagógica, has utilizado contra Savater el arguento ad hominem, haciendo juicios de valor sobre su persona y no rebatiendo sus argumentos, pues por pocos que sean (en una columna no caben muchos) siempre se podrían refutar con razones si tuvieras razones. Como careces de ellas, le atacas haciendo alusión a su edad, lo cual, además de no demostrar nada, es una grosería. El recurso de todos los tontos del mundo, vamos.

    Atentamente

    Ricardo Moreno Castillo

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    1. A esto se le llama devolverla por pasiva, has estado "sembrao", Ricardo. El señor Oliva ha venido por lana y se va trasquilado, pero quiero insistir en algo: ya que parece estar muy interesado en los argumentos de Savater para recomendar tu libro y el de Alberto, los encontrará muy buenos y sobrados en "El valor de educar". Saludos para todos.

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  4. Una grosería que no he de eliminar de este blog. Aquí queda a la vista de todos.Y que cada cual saque libremente sus conclusiones. Ricardo, un abrazo.

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  5. Perdón por adelantado, pero a mí el artículo de Savater me parece toda una caricatura sin argumentos.
    Vayamos al grano: toda esta historia va de que el aula y claro la sociedad han cambiado. Es cierto que el esfuerzo y la exigencia deben guiar la educación. Bravo por perogrullo. Pero también es verdad que nuestros chicos llegan a clase con necesidades que antes ni se nos ocurrían, porque nadie nos las pidió nunca: necesidad de expresión, de iniciativa, de creatividad... y eso no lo da la clase magistral. Hace falta un cambio educativo, porque la sociedad ha cambiado.
    Además, nuestros chicos son más guerreros. En sus casas, en esta sociedad, se les permite mucho más que antes. Y claro, en clase las cosas se ponen feas. La nueva educación es, de manera genérica, un intento de respuesta a la nueva realidad del aula y de la sociedad. No somos Corea, ni podemos serlo. Tampoco podemos parar el tiempo en un pasado idílico porque, mientras, hay que sacar esto adelante. En fin, que hay que evolucionar y en eso estamos unos cuantos.

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    1. Menos mal que son los demás los que caricaturizan...

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    2. Qué daño hace el mal uso de las palabras. No entiendo por qué se identifica la clase magistral con ausencia de comunicación, creatividad... En fin.

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    3. Porque interesa, Isabel. Porque interesa.

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    4. Algunas puntualizaciones, amigo (y todo indica que colega) Isaac:
      -Es de perogrullo que la educación precisa esfuerzo y exigencia, pero esa perogrullada la están negando multitud de esos innovadores educativos a los que rebatimos Alberto, Moreno Castillo y otros muchos. Y, por cierto, esa negación del esfuerzo la venden como una de las excelencias de su (poco creíble en general) propuesta educativa.
      -La necesidad de expresión, iniciativa y creatividad no es de los chicos de ahora, es de siempre, pues son esas cosas rasgos que alcanzan a todos los seres humanos, no parece necesario demostrar esto. Y, desde luego, ni la clase magistral ni ninguna otra están ahí para dar esas cosas, sino para enriquecer el conocimiento de los educandos, pero yo le digo a usted que he tenido muchos profesores que daban clases magistrales y no por ello cercenaban esas virtudes, que tuvieron personas como Newton o Lope de Vega, supuestas víctimas de la clase magistral. También es inexacto y simplificador pretender que todo aquel que es crítico con la innovación educativa (no con toda, sino con esa vana y fraudulenta que abunda hoy en día) dé clases magistrales: muchos profesores que no creemos para nada en la legión de abogados de secano que se presentan hoy como innovadores educativos tenemos una práctica docente alejada de la clase magistral. De todos modos, la buena docencia, a mi entender, es flexible y múltiple, o sea, que aplica diversos métodos según las necesidades y no desprecia a priori ninguno que sea de verdad un método didáctico y no una colección de sandeces; si la clase magistral o la realización de un proyecto se adaptan a los contenidos y objetivos programados, bienvenidos sean.
      -Es más que discutible que el cambio social haga inexcusable el cambio educativo: la educación tiene derecho a circular por sus raíles, y en cuanto al cambio social, no lo magnifique usted, porque seguimos teniendo ricos y pobres, gobernantes y gobernados, justicia e injusticia, decencia y corrupción, ascenso social, descenso y estancamiento, buenos gobernantes y gentuza desastrosa en el poder...: como hace 50, 100, 1000 o 2000 años. Existen textos de la antigua Roma o de Grecia en los que se habla de problemas educativos idénticos a los de hoy.
      -En evolucionar estamos todos, por pura ley de vida, no unos cuantos que se creen seres tocados por la mano de Dios.
      -Lo de parar el tiempo en un pasado idílico me figuro que lo dirá usted por la calumnia esa que se suelta el pedagogismo acusando de nostálgico a todo aquel que no se traga sus ruedas de molino. Esa gente dice muchas bobadas, muchas mentiras y muchas maldades, como demuestran, entre otros, Alberto y Ricardo, lea sus libros y lo comprobará. (Continúo)

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    5. -Y ahora me va a perdonar que le diga esto: si alaba usted algo que llama "la nueva educación" y me dice que es un intento de adaptarse a una sociedad en la que a los niños se les permite mucho más que antes, es que esta usted muy equivocado y se decanta por un método erróneo y un tanto perverso: ¿nos está diciendo que, como ahora a los niños se les permite todo, las aulas tienen que transformarse en espacios en los que también se les permita todo? No me lo puedo creer: ¿qué clase de aulas son esas? ¿Qué educación, es decir, qué mejora van a aportar a los alumnos? Cuando hay algo que está mal, como, por ejemplo, el comportamiento cerril o caprichoso de muchos alumnos de hoy, el maestro verdaderamente comprometido no se pliega a una adaptación hipócrita y oportunista, sino que hace lo que debe hacer un educador: hacer frente a ese mal para corregirlo. Yo, cuando me encuentro un niño que viene grosero de casa (o sin desasnar, como quiera usted), lo cojo y, con ese apolillado recurso que se llama autoridad, le enseño lo que son el respeto y los modales: esto es educar, amigo mío, no se esconda usted en intentos de dar respuesta a la nueva realidad del aula y de la sociedad y excusas así: si deja usted que un macarrilla de 13 o 15 años le robe el liderazgo de la clase y la convierta en una feria, no está usted siendo un buen profesor, ni antiguo ni moderno: eso de adaptarse a lo que hay, no solo no lo justifica todo, sino que además puede llevarnos a respuestas inadmisibles. Por cierto, de esto habla Savater en "El valor de educar".
      Saludos para todos y perdón por el rollo.

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    6. Al contrario, Pablo. Una exposición impecable. Diría magistral, pero mejor no provocar.

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  6. Qué bien sienta leer estos comentarios al final de la semana. Gracias

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  7. ¡Y ya si fuera en un lunes...! De nada; Isabel.

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  8. Hola Alberto,

    estoy terminando tu libro, al tiempo que finalizo mi trabajo fin de grado en Pedagogía...sí pedagoga...

    Mi trabajo fin de grado quiere hablar de esta nueva educación, centrándome en la expansión del homeschooling y de los gurús que circulan por la red, pedagogías blancas y etéreas, donde la emoción y el propio talento innato de los niños lo pueden todo...
    Me ha alegrado encontrar tu libro, tus palabras...mi formación viene desde la danza, donde si no hay disciplina y esfuerzo no se consigue nada...al menos desde un punto de vista profesional. Disciplina y esfuerzo no tienen que ver con aburrimiento o desmotivación, aunque se pase por momentos difíciles y por los que es necesario transitar para poder crecer.

    Gracias!!!

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    1. Pues muchas gracias, estimada Anónima. Bienvenida a este blog y hasta cuando quieras. Alberto.

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  9. Volviendo al tema de las clases magistrales ¿qué mal hay en recibir conocimientos de labios de alguien que sabe sobre un tema, más que uno mismo? Yo tengo recuerdos muy agradables de las clases magistrales impartidas por mis profesores. Era como descubrir un territorio desconocido y apasionante, al mismo tiempo. En fin, será que no soy crítica....

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