jueves, 19 de septiembre de 2024

Arqueología educativa

 

Hay muchas palabras que sería necesario rescatar para la educación. Hoy me acuerdo de dos, que a veces se confunden, pero tienen distintos matices: empeño y esmero. El empeño tiene que ver con el deseo vehemente de hacer algo (aprender, por ejemplo), con tesón y constancia. En su Tesoro de la Lengua castellana y española, de 1611, Covarrubias se refería al "desempeño de la palabra dada", dando al término "desempeño" una connotación que va más allá del pago de una deuda y alcanza una nobleza mayor, siendo entonces el empeño una suerte de compromiso personal (con el aprendizaje, por ejemplo).

La segunda palabra, esmero, podemos entenderla como el cuidado, incluso el mimo con el que hacemos las cosas (y esto sirve para alumnos como para maestros). Esmerar es pulir, depurar, refinar (¡cuántas veces he insisto en que nuestro propósito ha de ser el de refinar a nuestros alumnos, confiando en sus posibilidades, insuflándoles confianza y coraje intelectual y respetando su derecho a perfeccionarse!).

Pienso que haríamos bien en recuperar estas dos ideas, en lugar de repetir insistentemente otras tan superficiales, hueras y gaseosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario