viernes, 11 de diciembre de 2015

El Libro Blanco te enseña, el Libro Blanco entretiene, y yo te digo contento "hasta la semana que viene" (II)



"Decíamos ayer" que eso del Consejo Pedagógico de Estado que evaluará, según las propuestas marianas,  “las innovaciones educativas internacionales más eficaces”, suena ligeramente amenazante y turbador. Porque, si se piensan evaluar las "innovaciones educativas" (¿¿¡¡internacionales!!??) "más eficaces", entiendo que también se querrán examinar aquellas que se consideren menos eficaces y desde luego las acciones sospechosamente tradicionales, no sabemos si mediante procedimientos pedagógico-judiciales sumarísmos (¡¿dio usted una clase magistral?!) o por medio de algún Tribunal del Sagrado Pedagogismo. La cosa es que aquel que ose despreciar a la Santa Innovación puede echarse a temblar. Pero dejemos esto para un desarrollo posterior y retomemos las propuestas generales de José Antonio, en concreto las cinco siguientes a las que ya comentamos en la entrada anterior.

7ª. Mejorar la formación y selección. Creación de un MIR educativo conjugado con un sistema de formación continua. 9. Formación continua. Crear Centros Superiores de Formación del profesorado y que estos reciban clases anuales obligatorias.

¿Quién se opondría a mejorar la formación del docente? Nadie que estuviera dispuesto a formarse continuamente y a apostar por los más capacitados para el ejercicio de la enseñanza. Ahora bien, el truco del almendruco nos lo sabemos: donde dice "formación" debe decir "formación en el pedagogismo" (me niego a llamarlo formación pedagógica) y donde dice "selección" debe decir "elección", pues se trata (esta película, insisto, la hemos visto antes) de escoger el tipo de docente que queremos para cada situación, ese que acostumbra a tener nombre y apellidos y casualmente es amigo, cuñado o sobrino de "alguien"; o ese que está dispuesto a asumir aquello que se le ordene sin rechistar; o ese cuyo único objetivo es medrar (sí, medrar; promocionar, prosperar o progresar son cosas distintas). Me remito, respecto a todo esto de la formación, a la entrada titulada "Cuando despertó, Marina todavía estaba allí". Y en relación con el tampoco (o tan poco) novedoso MIR educativo, debo decir, primero, que para formar mejor al maestro sobra didáctica y faltan conocimientos y práctica docente y que lo que debe hacerse para conseguir buenos profesionales de la enseñanza no es enseñarles mal durante más tiempo sino enseñarles mejor (ocurre parecido con los alumnos: algunos piensan que alargar la escolarización, por el mero hecho de hacerlo, redundará en un mejor nivel académico, una tesis realmente estrafalaria y que la realidad ha negado reiteradamente, pues la ampliación a los dieciséis años ha supuesto la extensión en número, no de los alumnos excelentes, sino de los mediocres. No quiero pensar si se aumentara la edad a los dieciocho). Pero es que además no son comparables la medicina y la enseñanza. No acceden los mejores a las Facultades de Magisterio, por ejemplo. No pasan los maestros el exigente examen que sí afrontan los médicos antes de iniciar sus prácticas. Se discute la autoridad del maestro pero pocas veces la del médico. Se cuestiona su propósito (¿enseñar? ¿aportar felicidad?) pero no el del médico (¡curar!). Hay tanta disparidad entre una y otra situación que resultaría cómica, si tuviera gracia, la sugerencia. Por cierto, ¿qué tal un MIR para asesores y expertos educativos?

8. Mantener a los docentes de FP vinculados a la empresa. Para mantenerse al día en cuanto a técnicas e impulsar el prestigio de estas enseñanzas.

En principio, aunque no negaré que me preocupa, estoy de acuerdo con este punto.

10. Evaluación. Del progreso de sus alumnos, del centro y fomentar que los mejores vayan a los centros con más dificultades.

No es una ida muy revolucionaria la de evaluar el progreso de los alumnos, pero no está en mi ánimo discutirla. En efecto, si algo debe hacerse para comprobar que un alumno aprende es evaluar qué sabe. Ahora bien, como en lo relativo al docente, sería conveniente aclarar qué debe saber el alumno. Casi diría que sería conveniente aclarar si pensamos que el alumno (además de ser feliz, empático y creativo) debe saber algo. Nada que objetar a la evaluación del centro y algo más, aunque en otra ocasión, a la idea de que los mejores (los mejores ¿en qué aspecto?) vayan a los centros con más dificultades (como recompensa, entiendo...).

11. Formación y selección de directores. Entre docentes con experiencia.

Añadiría dos cosas: primera, "y por decisión del claustro"; segunda, aplíquese también en la selección del profesorado de las Facultades de Maguisterio, de los asesores y de los expertos-inexpertos educativos.


Tubicontinued.

6 comentarios:

  1. "¿Dio usted una clase magistral?".
    Ahí me has matado, Alberto.

    De las aportaciones que comentas, la de la creación de un MIR educativo es, de todas, la más disparatada. Con toda seguridad, la que es iniciativa propia. Sabido es el ánimo fusilero de Marina.

    Me estoy llevando una tremenda decepción con todo este asunto.

    PD - ¿Por qué blanco?

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  2. No creas,se la he escuchado antes a PSOE, UPyD y Ciudadanos.

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  3. Como planteamiento teórico, el itinerario que propone Marina tiene tantos filtros que no puede negarse que representaría una dura selección, fijaos: cuatro años de grado - un examen nacional con "numerus clausus" para acceder al máster - un año de máster - dos años de prácticas. Superado ese proceso de siete años, se obtendría el diploma para presentarse a una oposición o estar acreditado para que te contratasen en un privado: siete años, repito, y con filtros. Es muy duro, tan selectivo que debería por lógica, con esas expectativas, tener como horizonte un trabajo mejor pagado de lo que está la enseñanza hoy: ¿responde el plan de Marina o cualquier otro parecido a esta observación? Creo que no. Otro tanto ocurre con eso de las clases anuales obligatorias; aparte de parecerme una obligación exagerada, absurda e inviable (otro guiño hacia una galería en cuyo inconsciente el problema es que los docentes somos una reata de asnos perezosos), el sobreesfuerzo que supone debería en justicia estar compensado: ¿más "cash"? A ese paso, los docentes acabarían ganando más que Messi y Ronaldo juntos, no lo veo. Por último, la objeción más natural: ¿con qué formación se accedería al MIR docente? La del MIR médico ha de ser exclusivamente técnica y sobre conocimientos médicos reales, aparte de durísima, en este artículo mío hay enlaces que llevan a un examen suyo:
    http://papabloblog.blogspot.com.es/2011/06/estupor-y-temblores.html
    Todos nos tememos que lo que se daría en la educación no sería eso, sino un énfasis sobre el adoctrinamiento pedagogista puesto en manos de los de siempre, o los Von Siempre, como decían Martes y Trece.

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    1. Vamos de mal en peor. Resulta difícil no perder la esperanza, la verdad.

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    2. Para ser filósofo-rey había que pasar menos filtros. Todo esto me parece platonismo, pero del malo. O sea, el consuetudinario arbitrismo hispano, esa hidalguía de ideas con las que nos comemos el mundo mundial. En vez de hacer reformas tiramos la casa abajo.

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    3. Bueno,si tiramos abajo el sistema, lo mismo habría servido de algo el Sr Marina.

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