martes, 11 de junio de 2024

John Dowland


Hay quienes se extrañan o no entienden (incluso quienes se rasgan las vestiduras) cuando incluyo en el repertorio del concierto de final de curso una canción del viejo John Dowland. Pero tengo motivos que justifican de sobra mi decisión.

1. Es muy probable que ninguno de mis alumnos llegara a conocer al gran compositor de la melancolía inglesa renacentista si yo no se lo im-pongo (y digo im-pongo para referirme al origen latino de la palabra inmponere, procedente de in-ponere, esto es, poner dentro).
2. No es nada lejano a un adolescente del 2024 el dolor provocado por la ausencia de la persona amada, que es lo que Dowland expresa en su "Now o Now I Needs Must Part". Como dijo Publio Terencio, "Homo sum, humani nihil a me alienum puto".
3. La música de Dowland es deliciosa. Y, oh sorpresa, no parece disgustar, pues cada día que pasa y la practicamos, aparece una alumna más que se ofrece a cantar la melodía y ensayar en el recreo). Lo que iba a ser una versión puramente instrumental va a terminar siendo para voces e instrumentos.
Alimentar la sed de belleza de nuestros alumnos es uno de los cometidos más nobles que podemos asumir los profesores.

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