En el retrato que Alberto hace de su cotidiano quehacer, no solo da cuenta de los obstáculos, sino que también presta atención a lo bueno: a lo que va enseñando y sus alumnos con más o menos dificultades van aprendiendo, a la superación paulatina, al interés que sus enseñanzas despiertan en algunos desde el principio o van despertando progresivamente en otros, al surgimiento casi inesperado de los primeros brotes verdes y a su posterior e imparable progresión... Porque la enseñanza no es fácil, pero sus frutos, sea cual sea la generosidad de la cosecha, son siempre gloriosos.
Pablo López Gómez ha tenido la amabilidad de reseñar Cuaderno de un profesor en su blog. Puede leerse aquí.
El libro me ha gustado mucho, Alberto. Ha sido un gran placer leerlo y hacerle la reseña. Ojalá tenga mucho éxito.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pablo. Un abrazo.
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