Hace
poco más de un mes despedía
la sección “La educación y el reverso tenebroso”, por riesgo de contagio más
que nada, dado el elevado nivel expositivo al lado oscuro. Y aunque no tenía, lo
prometo, intención de escribir un nuevo capítulo tan pronto, las manifestaciones
del mal se suceden a velocidad tan vertiginosa que, como al cura de Belle Époque que
frecuentaba el burdel del pueblo (aquel magnífico y ya desaparecido Agustín
González), mi conciencia me dicta que es “precisamente aquí donde debo estar:
donde hay pecado”. Pues eso, que aquí estoy otra vez para comentar la más reciente ocurrencia de nuestro departamento educativo foral para reforzar la ya de por
sí excelente, asombrosa y ejemplar educación navarra. Porque, no sé si lo
saben, en el resto de España los resultados de PISA han sido malos, pero aquí,
en Navarra, la cosa “va bien”, que diría Mr Ansar. Qué digo “bien”, ¡si estamos
en la excelencia! Y como no hay nada que mejorar porque hemos tocado techo,
podemos dedicarnos a ayudar a nuestros jóvenes y jóvenas a conocerse y confiar en sí mismos y mismas,
comprender a los y las demás, reconocer y expresar emociones e ideas,
desarrollar el autocontrol, aprender a tomar decisiones responsables, valorar y
cuidar su salud, mejorar sus habilidades sociales, resolver problemas y evitar conflictos.
Unos objetivos tan bondadosos solo podían
surgir de Don Emilio Botín, ese hombre altruista y solidario cuya preocupación
por la educación pública es tan considerable como su cuenta corriente. La Fundación Botín
proclama su intención de “proporcionar a los docentes conocimientos y
herramientas para el desarrollo de la inteligencia emocional y social, y la
creatividad en las aulas”. Generosísima y desinteresada, la Fundación Botín
titula el programa “Educación responsable” (supongo que para diferenciarla de
la educación irresponsable que debe ser la otra, la que algunos profes plebeyos intentamos proporcionar
a nuestros alumnos) y la oferta a través de un convenio con el Departamento
navarro (con
foto y todo -lástima que el Consejero no pudiera posar con Botín sino con
algún subalterno enviado por el magnate para la firma porque aquello habría sido
mucho más entrañable). Seis son los centros agraciados, aunque Gobierno y Fundación
amenazan con extender (diría más bien propagar) la experiencia a otros centros.
Para ayudar a los profesores, el equipo de psicólogos del Teléfono de la Esperanza de Pamplona colaborará en la aplicación del programa.
A ver si me explico sin hacerme acreedor de
más de diez o doce improperios. No es que yo esté en contra de que los chicos
se conozcan a sí mismos o mejoren sus habilidades sociales, no. Lo que me
empalaga, me molesta y me preocupa es la desorientación de nuestros dirigentes,
de muchos directores, de los responsables de la gestión educativa y de un
número no lo suficientemente pequeño de docentes que han tirado la toalla de la
exigencia académica trasmutándola en exigencia emocional. Decía recientemente
Gregorio Luri: “(…) como nos gusta evaluarnos por la altura de nuestras buenas
intenciones, ignoramos la mediocridad de nuestros resultados. Eso sí, a los
niños que condenamos al paro y a no entender a nuestros clásicos les ofrecemos
la compensación de la inteligencia emocional.” Seguro que conocen el recurso
chapliniano del “cambiazo”, ese que tanto usó Ibáñez. Recuerdo un cambiazo de Mortadelo especialmente memorable: en una
viñeta, alguien conducía un coche. En la siguiente viñeta, el conductor aparecía
sentado con las piernas dentro de una alcantarilla, la tapa asida como si fuera
un volante y el rabo de un gato como palanca de cambios. Pues esto está
ocurriendo con la educación. Como suele decirse, nos están dando gato por
liebre (y, más que a nosotros, a nuestros alumnos -a nuestros hijos-). Ya no
importa que no sepan. Lo que importa es que se encuentren cómodos, a gusto,
emocionalmente estables, confortables en la apacible ignorancia. Hemos
sustituido el conocimiento por la felicidad. Veremos hacia dónde nos conduce.
NOTA 1: Compruebo apesadumbrado que la innovación de la “Educación
responsable” no es made-in-Navarra sino que antes ha sido experimentada (me
figuro que con gran éxito de crítica y público) en Madrid, Cantabria y La Rioja. Bueno , seguro que, como
en PISA, en seguida les superamos y nuestro Consejero podrá felicitarnos
mientras nos aumenta la ratio para que disfrutemos con mayor fruición de la victoria..
NOTA 2: Sugiero al Ilustrísimo Sr Botín y a sus súbditos Consejeros de las cuatro comunidades que le han comprado la idea (con nuestro dinero, sobra decirlo) una modificación en el título del programa. Poca
cosa, una simple coma entre “Educación y responsable”. “Educación,
responsable”. De tanto disparate.