Uno se esfuerza por creer en la política. En primer lugar, porque
está convencido de que un ciudadano debe preocuparse por los asuntos públicos
en lugar de delegar (o eludir toda responsabilidad) en quienes nos representan,
al menos oficialmente. En segundo, porque todavía confío en que nuestros
actuales líderes políticos no son "lo mejor de cada casa" sino los
que mejor han sabido hacerse un hueco y promocionar (o en el mejor de los casos los que estaban en el momento preciso y en el lugar preciso), luego debe haberlos
mejores que los que vemos, leemos y escuchamos. Pero no lo ponen fácil, esa es
la verdad.
El nuevo Consejero de Educación de Navarra compareció el
otro día en el Parlamento foral para trazar las "líneas
maestras" de su departamento para la presente legislatura. Los dos
principales periódicos de la comunidad han publicado algunas de sus reflexiones
y las reacciones del resto de partidos del arco parlamentario. La conclusión
que saco del análisis de las diferentes intervenciones es que, cambie o no
cambie el Gobierno, mejore o no mejore la gestión (tiempo habrá para
valorarlo), las ideas, los posicionamientos y las argumentaciones de todos los
partidos (sin excepción) siguen siendo decepcionantemente pobres y condicionadas
por lo que sus respectivas clientelas esperan de ellos.
El Consejero, perteneciente (lo aclaro para los lectores foráneos)
a un Gobierno conformado por Geroa Bai, EH-Bildu, Izquierda-Ezquerra y Podemos,
nos está dando, en cuanto a manifestaciones públicas, una de cal y una de
arena. En mi opinión, se ha mostrado sensato al abordar la polémica de los
programas bilingües, sobre los que ha asegurado no haber encontrado"ni un sólo informe que muestre
la validez de estos programas para la consecución de sus objetivos
pedagógicos" y acerca de los cuales ha denunciado que "se está
experimentando" con los alumnos "sin los controles necesarios ni
evaluaciones, sin una previsión de futuro, sin una estrategia ni un plan que
prevea posibles efectos curriculares o pedagógicos"[1].
Tampoco se pueda objetar nada a su intención (habrá que esperar para comprobar
si pasa de ahí) de volver a una jornada lectiva y ratio más razonables o a conceder
el cobro del verano para los docentes interinos. Pero estos asuntos no dejan de
ser de puro sentido común. Lo sé, lo sé, bastante es. Lo que ocurre es que
cuando llega un nuevo Gobierno y promete cambio y regeneración, uno, aunque no haya sido capaz de votar a nadie, no puede evitar venirse un poco arriba y
exigir algo más: una mayor ambición, profundidad en los planteamientos, propósito real
de reforma... Y de esto, más bien poco. Los políticos educativos siguen siendo
más políticos que educativos. El Consejero, un docente, ya está ejerciendo a
imagen y semejanza de sus colegas (de sus colegas políticos, quiero decir),
nadando y guardando la ropa, alardeando de defender lo público perocreando
al mismo tiempo una mesa de trabajo con la Federación Navarra de Ikastolas(todas privadas)
para establecer "un sistema de colaboración en la
enseñanza en euskera de las dos redes, pública y privada", por poner un
ejemplo. Otro ejemplo es la prioridad establecida (publicada ya en el BON, qué
rápida es cuando quiere la administración) para otorgar ayudas de transporte a
familias que quieren escolarizar a sus hijos en centros de modelo D (euskera)
de otras localidades. En definitiva, al Consejero se le nota demasiado, no sé
si su ideología, pero sí la del Gobierno que lo ha nombrado. Y eso no es bueno.
Sin embargo, mucho más alarmante es examinar las
reacciones de los grupos parlamentarios tras la comparecencia de Consejero. Es
en estas reacciones en las que encuentro mayores motivos de inquietud, pues
comprobamos que los políticos se deben a su público y a su partido y no a la
misión que se les ha encomendado. Veamos.
Desde UPN se pidió que se apostara por implantar "Magisterio
en inglés" (¡cómo no!), se acusó al Consejero de
"intervencionista" y se defendió con pasión la red concertada.
El portavoz del PSN afirmó que "los movimientos educativos
más progresistas ya le han dicho" al Consejero "lo que está mal del
PAI" y exigió la no paralización de los programas bilingües y su
evaluación mientras estos continúan desarrollándose (algo complicado a mi
entender).
Geroa Bai alabó al Gobierno (o sea, a su partido) porque por fin
se "va a poder elegir en qué lengua se quiere estudiar".
Para el PPN, la sagrada "libertad de elección de centro
de los padres" está en peligro.
I-E reclamó "dar la vuelta a todo el sistema educativo
navarro en lo organizativo" (¡!).
Y dejo para el final a Podemos, que puso la nota folclórica, como
ya empieza a ser habitual, pidiendo "educar en valores" (frescura
pedagógica la de Podemos), recuperar "el plan para la igualdad y
prevención de violencia de género", la relación de "informes de
impacto de género, para que los chicos y chicas no hagan cosas diferentes a la
hora de tomar decisiones" y una "comisión de coeducación" y
"corresponsalías de igualdad en todos los centros”.
Ahora imaginen que no les he dicho quién dijo qué. Estoy
seguro de que no habrían andado desencaminados a la hora de acertar qué
partidos defendieron a la concertada, cuál se erigió en representante (único)
del progreso, quién se vanaglorió de gestión lingüísticamente plural, para
quién el problema de la educación es "organizativo" y qué
organización reivindicó la igualdad de género y demandó "corresponsalías
de igualdad".Con estos
mimbres, ¿qué podemos construir? Vuelvo al comienzo: sobran eslóganes. Y faltan
ideas y convicciones.
[1]Me parece interesante la afirmación
del Consejero sobre la ausencia de informes que justifiquen la puesta en marcha
de los programas bilingües. Y me lo parece porque pienso que este debería ser
siempre el punto de partida para cualquier nuevo programa, para toda innovación
pedagógica que se quisiera instaurar (también para su Gobierno, que tiene entre
sus acuerdos de programa "fomentar el plurilingüismo partiendo del
conocimiento de las dos lenguas propias de Navarra" y apostar "por la
inmersión lingüística y la extensión de la enseñanza en euskera"):
primero, un análisis de la situación y detección de problemas y necesidades;
segundo, una propuesta de mejora concreta y elaborada con el aval de sus resultados en otros centros o situaciones; tercero, un razonamiento sobre los
objetivos y procedimientos; cuarto, un análisis de las posibilidades de ensayo,
en función de las circunstancias y capacitación del profesorado y previsiones
de éxito; quinto: implantación del programa.
La
noticia saltó hace pocos días cuando la ministra de Educación Najat
Vallaud-Belkacem explicó en Le Monde la reforma de los programas
educativos que entrará en vigor el próximo curso 2016-2017, algunos de cuyos
puntos han generado controversia en el país vecino. Ha dicho la ministra que su "interés fundamental
es que el aprendizaje sea sólido" y que pretende "verificar que los
alumnos repiten y memorizan para dominar los saberes fundamentales", lo que pasa
por "el entrenamiento cotidiano desde la escuela primaria". Para Vallaud-Belcacem,
en el actual sistema educativo los conocimientos se construyen "sobre
arena".
Antes de proseguir con las reacciones que se están
produciendo en la France, quiero adelantar mi postura absolutamente favorable
al empleo del dictado y el cálculo mental en la enseñanza, infantil, Primaria y
Secundaria. Y también quiero aplaudir las declaraciones de la Sra Vallaud-Belkacem.
Que una ministra de educación aspire a un aprendizaje "sólido" (frente
a los pedagogos que buscan el aprendizaje etéreo), ya de entrada reconforta. Que
hable de "repetir y memorizar" y de una "pedagogía de
entrenamiento cotidiano y repeticiónpara
consolidar los saberes más simples antes de desarrollar los más complejos", resulta casi estremecedor.
Por otra parte, cuando habla de conocimientos que se construyen "sobre
arena" no podemos evitar pensar en el mainstream pedagógico patrio y
volvernos un poco Trueba (solo un poco). Vaya, que una ministra así querría para
"aquí" o si no un traslado a París para mí (a Wert se lo han concedido). Con
este tipo de planteamientos, uno abrazaría la fe pedagógica de inmediato. "Entrenamiento cotidiano y repetición para consolidar los saberes más simples antes de desarrollar
los más complejos". No es extraño que tal discurso haya provocado una conmoción
en el Parlamento. No quiero pensar lo que habría ocurrido aquí. Seguramente un cataclismo.
Siguiendo con la polémica, no puedo sino compartir, frente a la posición de los conservadores, la del Primer Ministro Manuel
Valls, quien se preguntaba en una tribuna en el diario "Libération",
recordando que los últimos informes
de la OCDE tachan la educación francesa como una de las más desiguales de
Europa: "¿cómo aceptar que un niño en una familia modesta tiene
menos posibilidades de triunfar que un niño criado en una clase social más
aventajada?". En la respuesta a esta pregunta, en el rechazo de esta
posibilidad está, tal y como yo la entiendo, la razón de ser de una educación pública excelente.
La derecha francesa,
mientras, tilda la reforma de
"mediocre" y de buscar una "igualdad a la baja" que no
parece corresponderse con lo expresado por la ministra de Educación. Así, Bruno Le Maire, también en "Libération",
acusaba a la izquierda de querer llevar a todo el mundo al 'Baccalauréat'
[Bachillerato], cuando, según él, lo importante no es que lleguen sino "que
consigan empleo". La "tasa de empleo" es lo primordial, para Le Maire.
No puedo rebatir la necesidad de fomentar el empleo ni lo absurdo de que los
alumnos lleguen a Bachillerato por llegar (¡qué nos van a contar a nosotros, el
país de la promoción automática!), la importancia de que los jóvenes accedan al
mercado laboral. Pero entiendo que deben acceder bien formados y que esta
formación no puede estar únicamente orientada a lo técnico-profesional. Es
decir: no es incompatible (o no debería serlo) el dominio de los saberes fundamentales
con la inserción laboral.
Vayamos ahora con las principales
novedades de la"refundación de la escuela" a la que aspira Madame Vallaud-Belkacem. Se basa en: el dictado,losejercicios de cálculo mentaly laslecturas obligatorias,a diario, en la Escuela Elemental, que corresponde a
la Educación Primaria en España (de 6 a 12 años).
Respecto al
cálculo mental, no debería ser necesario defender el aprendizaje de los números
y el cálculo numérico como algo de vital importancia durante la formación y también en
la vida cotidiana. Se suele objetar, en relación con este asunto, que un alumno
no necesita aprender la tabla de multiplicar porque puede usar la calculadora,
despreciando así la importancia de ejercitar la memoria, la concentración o la atención,
conceptos estos también hostiles para el pedagogo posmoderno. Y no se trata
tanto de hasta dónde puede llegar un alumno mediante el cálculo mental, no
hablamos de competitividad o de prepararlos para un concurso televisivo sino
precisamente de los beneficios que proporciona su práctica, del provecho que se
obtiene de toda aquella actividad que estimula y favorece el ejercicio
intelectual.
En cuanto al
dictado, ¿de veras puede alguien repudiar el empleo de esta gran herramienta
con un mínimo de seriedad y con argumentos consistentes? Tan obsesionados estamos con facilitarlo todo,
con apostar por el aprendizaje divertido (como si todo pudiera aprenderse de
forma placentera, como si el esfuerzo solo pudiera desarrollarse previa
motivación, como si el hecho de aprender algo que uno no sabe no fuera
suficiente incentivo), tan interesados en confundir de manera intencionada la
ejercitación de hábitos indispensables con la manida frase "la letra con
sangre entra", tan innovadores queremos ser... que terminamos desechando
lo que la tradición tiene de positivo.
- Es que el dictado no es un método innovador.
- Pero, ¿funciona?
- Pero es que no es divertido.
- Entonces, ¿qué queremos, que nuestros alumnos
aprendan o que se diviertan?
Practicar dictados,
copiar las faltas de ortografía en un cuaderno para fijarlas en la memoria
(¡¡la memoria!!) y no cometer más los mismos errores es fundamental. Se está
pidiendo al docente que innove, que empatice, que entretenga, que motive... cuando
lo que se le debe exigir es que sepa expresarse, transmitir, dictar, entonar
para que esta entonación se refleje en la puntuación y los alumnos aprendan a
usarla correctamente... Cuando un alumno copia un dictado y lo corrige en clase,
casi sin querer ha leído el texto tres veces; no solo ha trabajado la
ortografía sino que también ha comprendido el significado de las palabras, ha
favorecido la caligrafía (¡¡caligrafía!!). El dictado puede dar pie después a
una redacción que el propio alumno puede continuar para practicar la coherencia
en la escritura. Etcétera.
Escribía Antonio
Gramsci, en una carta sobre la ortografía[1]:
Queridísimo Carlo, [...] Besa mucho a
Edmea de mi parte y [...] dale las gracias por sus expresiones muy gentiles y
muy bien dichas. Pero me parece que, aunque compone bastante bien y sabe poner
en frases espontáneas y vivas sus sentimientos, comete un número de penosas
faltas de ortografía demasiado grande incluso para
una escolar que está apenas en tercero. Debe de ser poco atenta y siempre con
mucha prisa: pienso que, incluso, al hablar parecerá algunas veces un
torbellino y se comerá la mitad de las palabras, tragándose la erre con
particular gusto. Es necesario estar atentos para obligarla a hacer los deberes
con diligencia y con mucha disciplina. En las escuelas sardas de aldea sucede
que una niña, o un niño, que en casa ha sido acostumbrado a hablar el italiano
(aunque poco y mal), por este mero hecho se encuentra que es superior a sus
condiscípulos, que conocen sólo el sardo y, por consiguiente, aprenden a leer y
a escribir, a hablar, a componer en una lengua completamente nueva. Los
primeros parece que sean más inteligentes y despiertos, aunque a veces no es
así, y por eso en la familia y en la escuela se desatiende el habituarlos al
trabajo metódico y disciplinado, pensando que con su “inteligencia” superarán
todas las dificultades, etc. Ahora bien, la ortografía es precisamente el
puente de asno de esa inteligencia. Si Mea no estudia bien y no se corrige de
esta deficiencia, ¿qué se podrá pensar de ella? Se pensará que se trata de una
de esas niñas que llevan lazos en el pelo, los vestiditos bien planchados,
etc., y luego llevan las braguitas sucias. Díselo con cierto tacto, para no
causarle demasiado disgusto. Su figurita no me gusta en absoluto: no hay ni
pizca de espontaneidad ni de gusto. Sin embargo, estaría muy bien que
aprendiera un poco de dibujo. [...].
[1]["La educación de Edmea y sus problemas con la
ortografía". Elogio de la diligencia y del trabajo metódico y
disciplinado. Carta nº 135. 31 diciembre 1928. La traducción es de Salustiano
Martín, a quien agradezco la difusión de esta carta.]
Todo el
mundo conoce el dicho "Obras son amores y no buenas razones", un
refrán popular que sirvió de título a Lope de Vega para una de sus comedias y
que trata de exponer algo así como que, en materia amorosa, mejor dar pruebas a
la persona amada del amor que se le profesa que repetirlo sin demostrarlo. La
frase se emplea también cuando alguien habla mucho pero no cumple después con lo
declarado. Así que encaja de maravilla con las bienintencionadas manifestaciones de nuestros gestores educativos.
En la enseñanza, oficio en el que el
profesor de secundaria no tiene carrera profesional ni visos de promoción
(mientras no se digne la administración a convocar cátedras, que es casi lo
único a lo que podemos aspirar), es habitual escuchar y leer apoyos políticos (testimoniales)
al docente que casi nunca van acompañados de decisiones que demuestren que de
verdad se nos valora. Y no me refiero a la restitución de la mensualidad que "voló",
al aumento de carga lectiva sin incremento salarial (o sea, a la baja de
sueldo) o a la eliminación de jefaturas de departamento, que también, sino a la
estimación de los méritos que un profesor va acumulando a lo largo de su
trayectoria laboral.
Como cada año antes de que se publique la
convocatoria de concurso de traslados, escribo el artículo de rigor, lamentándome de un baremo hecho a medida, no del profesor, sino del cargo
directivo o del administrativo, un baremo que, para colmo, está muy lejos de
ser transparente. Su modificación, por más que haya quien lo niegue, es
perfectamente posible (y más este año que el concurso es autonómico), pues el
Real Decreto 1364/2010 establece solo los topes generales en la valoración de
cada apartado, mas no la distribución de las puntuaciones máximas dentro de
estos apartados. Tampoco dice nada sobre cómo deben acreditarse los méritos
para su reconocimiento, quedando esto, también, a expensas de su concreción por
la de las comunidades autónomas. Revisarlo o no es, por lo tanto, una decisión
política.
Pues
bien, este año escribo mi tradicional queja un mes antes de que se convoquen traslados,
confiando en que el nuevo Consejero de Educación tras el cambio de Gobierno sea,
por fin, receptivo (risas). Estoy seguro de que alguien que ha cursado Magisterio, dos
licenciaturas (en Ciencias Eclesiásticas y Filología Hispánica) y estudios de
Doctorado (En Geografía e Historia), y que incluso participó en el programa de TVE "Saber y ganar", donde
consiguió convertirse en uno de los seis"magníficos" de ese año,
estará de acuerdo conmigo en que esta reivindicación es razonable y justa. Trataré
de resumirla en solo tres puntos:
1º. El
baremo desprecia los méritos académicos y docentes y sobreestima los que tienen
que ver con el desempeño de cargos directivos o administrativos en el
Departamento. Así, un profesor podría permanecer diez
años ocupando un cargo de libre designación y alcanzar la puntuación máxima sin
necesidad de acreditar ni un sólo mérito académico o docente.
2º.- No existe ningún control de la
"calidad" y seriedad de los cursos que se justifican como formación. Por si esto fuera poco, los criterios de las
comisiones de valoración no son públicos, luego son desconocidos por los
concursantes, que presentan la documentación con las mismas posibilidades de
acertar con la puntuación que quien echa la quiniela.
3º.-
Para evidenciar cómo entiende la Administración el concepto "mérito",
lean: se conceden 15 puntos por servicios prestados en jefaturas, asesorías o
Inspección, mientras se limita a 8 los que se pueden obtener por publicaciones;
se asignan otros 15 puntos por servicios
prestados en jefaturas, asesorías o Inspección, cuando son solo 2,5 los que se
pueden lograr por premios de ámbito autonómico, nacional o internacional, por premios
en exposiciones, concursos o certámenes de ámbito autonómico, nacional o
internacional, composiciones o coreografías estrenadas como autor, grabaciones
con depósito legal, conciertos, exposiciones individuales o colectivas… en fin,
una desproporción sonrojante a la que hay que sumar exigencias tan absurdas
como la necesidad de presentar físicamente todas las publicaciones, junto con un
certificado de la editorial (debería bastar con este pedir solo una de las dos cosas)
o la negativa a establecer unos criterios
de valoración transparentes, definidos y públicos.
Un funcionario adquiere su condición en
base a los principios de transparencia, mérito y capacidad, los cuales deben
regir todo procedimiento relativo a la función pública. Y estos baremos son
absolutamente contrarios. Pero no solo deben reformarse por respeto a estos
principios sino, por encima de todo, por respeto a quien ha decidido dedicar su
esfuerzo, conocimientos y capacidad a una profesión volcada a la sociedad y
que, como todo trabajador, necesita sentirse reconocido, respaldado y estimulado.
Hala. Ya lo he dicho. Otra vez.
¡Arriba, profesores! ¡Hoy es el día de la marmota! Preparaos porque vuestros méritos no valen para nada mientras sean académicos o profesionales. ¿Dónde creíais que estábais, en una sociedad meritocrática?
Sé que no es un buen día para decirlo,
pero alguien debe hacerlo. España (perdón, la selección estatal -no está en mi
ánimo ofender a nadie-) no debería jugar la final del Eurobasket. Y no la
debería jugar por una simple cuestión de equidad, inclusividad y algunas otras
razones que esgrimiré a continuación para defender que no es justo que
Francia, con ese himno tan bonito que hasta salía en Casablanca, se pierda la
final.
Primero: ¿Acaso (uy, uy, uy) Francia no
merece el mismo reconocimiento que España? Alguno me dirá: “pero España ganó”.
Ya, ¿y solo por eso deja a Francia sin su final? Yo apuesto por un Eurobasquet
inclusivo y no segregador en el que nadie destaque
y, por supuesto, nadie quede atrás. La equidad, amigos, es nuestra Utopía.
Segundo: ¿No será una mala influencia para
nuestros jóvenes el exceso de competitividad de Gasol y compañía? ¿Qué opinaría
al respecto un psicobaloncescista? Nada bueno, seguro. Tanta ambición no puede
ser positiva para nadie.
Tercero: Estoy convencido de que los
franceses, que conocen sin duda a Paulo Coelho (sus libros han sido
traducidos a más de setenta idiomas, así que al francés, con toda seguridad),
habrán deseado con todas sus fuerzas ganar el partido de ayer, incluso lo
habrán visualizado. ¿¿Qué ha podido ocurrir?? Descartando que Coelho pueda
estar equivocado, alguna culpa de ello tendrá nuestra selección, digo yo. ¡Malditos arrogantes faltos de empatía! ¿Se fijaron en cómo, de forma insultante, defendían cada ataque del contrario, cómo iban, como la insolente hormiguita, anotando punto a punto, tiro libre a tiro libre, acortando distancias, perseverantes? (¡Perseverantes!) Y aún se permitió Gasol decir que iban
"a por el Oro". ¡¡¡Elitismo!!!
Cuarto: ¿Y qué ha fallado en Francia? Diría
que ha sido un conjunto de factores, como:
a.- Un posible exceso de autoritarismo
de su míster. Quizás, en lugar de establecer el sistema de entrenamiento
mediante una tertulia dialógica o una democrática asamblea con sus jugadores
para adaptar los entrenamientos a la diversidad de intereses y capacidades,
impuso de forma tiránica lo que debía hacerse. Y ya se sabe que esto no
funciona. Y además está muy feo.
b.- Puede ser también que el entrenador
no haya sido capaz de motivar a los jugadores franceses y que estos olvidaran durante
el último cuarto y la prórroga los consejos de Coelho. En este caso, quedan
disculpados y la Federación francesa tendría que destituir de inmediato al
entrenador, que no debería ejercer nunca más.
c.- Se me ocurre también que el míster
galo quizás se haya quedado anclado en el baloncesto tradicional, ese que los
carcas dicen que tiene como fin encestar. Sugiero que desde ¡¡YA!! se plantee
adaptarse al siglo XXI y comience a fomentar en sus chicos otros valores más
acordes con los tiempos, a trabajar las inteligencias múltiples, a innovar, a dejarse de
tanto tirito y tanto bloqueo y apueste de una vez por las nuevas tecnologías. Y de paso,
que olvide las aburridas charlas en el vestuario. ¿Qué les va a enseñar a sus
jugadores en una época en la que todo se encuentra en internet? ¿Es que Parker no tiene un smartphone en el que instalar una aplicación de pizarra táctica?
Aquí quedan estos consejos de experto.
Tómenlos en cuenta. Soy músico y no he jugado al baloncesto más que con los amigos y hace años, pero he visto muchos partidos de baloncesto y les aseguro que sé
de lo que hablo.
¿Recuerdan el chiste de los dos vascos que salen al
monte a por setas, aquel en el que uno le dice al otro que ha encontrado un
rólex y este le pregunta, molesto, si han ido "a setas o a rolex"? Es
posible que Patxi tuviera parte de razón en que uno debe tener claro el
objetivo cuando se embarca en algo. No era para tomárselo a la tremenda, es
verdad, pero en estos tiempos en los que la seriedad solo tiene connotaciones
negativas, uno casi se identifica con Patxi. ¿A qué vamos, a setas o a rolex?
¿a cómics o a política? O sea, ¿a qué estamos jugando? O mejor dicho, ¿es la política un juego?
Viene esto a colación de la penúltima polémica
(¡cómo nos entretenemos con estas cosicas!) suscitada en el panorama político
foral. Ocurrió durante el desfile del Privilegio de la Unión, el pasado 8 de
septiembre, un acto tradicional que evoca el documento firmado en
1423 por Carlos III el Noble mediante el que quedaban unificados los tres
burgos que por entonces existían en la ciudad de Pamplona: San Nicolás,
Navarrería y San Cernin. Es, por lo tanto, la conmemoración de un hecho histórico
que todos los pamploneses celebran sin atender a la ideología del vecino.
Como todo ayuntamiento "moderno" que se
precie (y el de EH BILDU, claro, también lo es), el primer paso para
"innovar" es modificar las tradiciones porque, como bien saben todos,
las tradiciones son todas malííísimas (como si una comparsa de gigantes fuera
comparable al Toro de la Vega de Tordesillas), así que, de entrada, se eliminó
la misa porque, faltaría más, hay que dar al evento un "carácter
civil". Imagino que la entrada de algunos a la Catedral de Pamplona para
visitar el sarcófago de Carlos III estaría acompañada de todas las medidas de
seguridad posibles por si alguno sufría un desmayo ante la presencia de
elementos religiosos (que de todo se puede encontrar uno en una iglesia) y pudiera ser
atendido con toda inmediatez.
Pues bien, una vez suprimida la subversiva misa
para no ofender a los ciudadanos laicos (de todos es sabido que Pamplona es una
ciudad poco religiosa y que las fiestas de San Fermín no tienen nada que ver
con un misionero cristiano que, según la tradición, debió vivir hacia mediados
del siglo III y ser el primer obispo de Pamplona. Hasta es muy probable que algún
cura malvado quisiera imponer un cariz religioso a la fiesta que seguramente en
sus orígenes no se llamara de esta manera tan ultrajante sino, quién sabe,
"Fiestas del peluquín", del "botiquín", del
"parlanchín" o del "monopatín")... decía, disculpen, que
una vez suprimida la subversiva misa, y después de valorar, me figuro, con mucho detenimiento si se podía salvar de la quema la tradición de la Comparsa (finalmente se
decidió que sí; al fin y al cabo, aunque reyes, los gigantes son de diferentes
razas y este toque multicultural siempre es moderno, y además "kilki"
y "zaldiko" son palabras en euskera), tocaba juzgar la indumentaria. Vayamos
pues con el tema de la vestimenta.
Los corporativos desfilan hasta la Catedral con
traje de gala, no porque el reglamento obligue, sino porque es la tradición,
una tradición que el propio alcalde siguió, pero que no siguieron otros como la concejala de I-E Edurne Eguino, quien
vistió de calle. Puesto que la normativa no impone, parece, el traje
tradicional, nadie podría recriminar a la concejala su indumentaria. Y de
hecho, su atuendo no generó la controversia que sí provocó (y elijo la palabra
"provocó" con intención) el concejal de Aranzadi (Podemos) Armando
Cuenca (concejal-delegado de Ecología Urbana y Movilidad), quien se presentó en
el desfile con una bonita camiseta de su héroe favorito, que no es Aitor
sino..."el asombroso Spiderman". Tal como lo leen. El propio Armando
es hoy portada con su bici en Diario de Noticias (¿posado o robado?) y lo
explica con argumentos sólidos en una extensa entrevista que concede a este
periódico que demuestra que lo último que quería era buscar protagonismo. Dice
Armando Cuenca/Peter Parker que le gusta Spiderman, no por ser americano, que nadie se alarme, sino porque es un tipo que "lo pasa mal y no llega a fin de mes" y, sin embargo, "ayuda a sus conciudadanos". ¿Cómo? ¿Qué no les parece convincente? Pues no sé
qué quieren, la verdad...un muchacho que va en bici y asume la concejalía de
movilidad urbana, que está "por el cambio político y social" y
prefiere una camiseta de Spiderman a un traje del siglo XIX (¡del XIX! Pues no hace años ni nada...) y que, además,
refleja mediante su cuidada estética arácnida la lucha que libra día a día por los derechos de los más
débiles. Pedimos coherencia a nuestros políticos pero luego...
Pongámonos otra vez
serios y retomemos las diferentes connotaciones que la RAE otorga a esta
palabra tan maltratada en estos tiempos: "seriedad". No creo que un político (o alguien que
como Armando, da el salto a la política) tenga que comportarse de forma
"grave", mostrarse con "semblante severo" o sentirse
demasiado "importante", pero sí pienso que un servidor público, un
representante de los ciudadanos, debe ser "real, verdadero y sincero, sin
engaño o burla, dobles o disimulo". Esta es la connotación que a mí me gusta. Y es en este sentido en el que me
parece criticable la gracieta del "hombre araña". No es lo mismo ser serio que ponerse serio o que tomarse las cosas con seriedad. La seriedad en un
político ha de ser entendida como prudencia, respeto, formalidad, compromiso. El político debe tener también la capacidad de
asumir una equivocación y de entender que de estas se aprende más que de los
aciertos. No es esto lo que está haciendo el concejal Cuenca, pues en la
entrevista mencionada, aunque se disculpaba si había ofendido a alguien, aseguraba
que lo ocurrido había servido para mostrar dos extremos que, según él, son: la
camiseta de Spiderman y el traje tradicional. Volvemos, como siempre, a la
confrontación artificial entre frivolidad y tradición. Se debe respetar la
tradición cuando esta merezca ser respetada y, cuando no (recordemos nuevamente
la tradicional barbarie de Tordesillas), entonces sí, eliminémosla. Pero el concejal de
Aranzadi, que perfectamente pudo dejar de asistir al desfile, optó por el cachondeo y por tomarse a guasa un desfile que para otros (no para mí, por cierto)
es algo emotivo y representativo de su ciudad. En definitiva, prefirió ir a
cómics cuando tocaba ir a política. No voy a rasgarme las vestiduras como hizo
UPN abandonando el desfile. No creo que la ocurrencia deba tener mayor
trascendencia. Lo que me preocupa es que lo considero un síntoma de algo que
está ocurriendo en la política con la llegada de nuevos partidos y nuevos
políticos, jóvenes políticos que confunden renovación y reforma con mudanza. Como en la
educación, innovar puede ser positivo o estúpido, depende de si mejora lo que
había. Y la política, como la enseñanza, es una cosa seria.
Acercarla al ciudadano no significa ser un notas o hacer el ganso. Para hacer
esto en lugar de proponer, convencer, gestionar y mejorar la situación de
todos, mejor sería dedicarse a otros menesteres. Como dijo un trabajador a
Artur Mas el otro día, cuando este acudía a dar un mítin: "menos tonterías
y más ocuparse de los problemas de la gente". Eso dice que quiere hacer Podemos.
Pues nada, ahora a ver si Queremos. Y si Sabemos.
El "cambio político y social" (así lo llaman)
vivido en estas tierras forales no parece haber modificado en exceso el debate
educativo. Seguimos con las mismas polémicas de siempre: euskera,
público-privado, recortes...
Sobre esto último, repetiré lo que he dicho en otras
ocasiones: ni los recortes son, como algunos (muchos) aseguran, LA CAUSA del
declive educativo ni, como otros intentan defender, son inocuos y/o inexistentes.
Digamos que debilitan al paciente y agravan sus síntomas, pero no han provocado
la enfermedad. Y, por otra parte, estos recortes son uno más de los sensibles
gestos de una clase política que solo de boquilla tiene en cuenta a los
docentes. Y solo para que le sirvamos de carnaza de cara a la contienda
electoral.
En relación con la controversia entre red pública y red privada,
no voy a entrar a valorar si los centros que segregan en función del sexo
consiguen mejores resultados académicos que los que no, pues desconozco los
datos. Tampoco me preguntaré si cuando se habla de "libre elección de centro" no se querrá decir "libre y subvencionada elección de centro". Ni siquiera
diré si me parece bien o mal que se subvencione a los centros del Opus Dei (bueno,
sobre esto prefiero que no haya dudas: me parece mal). Lo cierto es que, equivocado
o no, defiendo los servicios públicos por pura convicción y considero que la red pública debe ser el eje
del sistema. Si la concertada debe ser subvencionada o no y de qué forma o
mediante el cumplimiento de qué requisitos, es algo sobre lo que quizás en otro momento me
extienda. Lo que ahora quiero denunciar es, una vez más, el uso político de la educación, reflejado en continuas contradicciones y ambigüedades,
en brindis al sol y rasgamientos de vestiduras, en aparentes (pero solo aparentes) desacuerdos ideológicos. Veamos.
El gobierno anterior, oliéndose el fin de su mandato, renovó
los conciertos a los dos centros privados mencionados para la siguiente
legislatura, durante la que, presumiblemente, no iba a seguir gobernando, es
decir, hasta el curso 2020-2021 (según etapas educativas). El 25 de marzo, dos
meses antes de las elecciones que, en efecto, se saldaron con un cambio de
gobierno, UPN, partido que entonces gestionaba la comunidad foral, aprobaba un
gasto de 459 millones de euros para renovar los conciertos de los 65 centros
que forman la red privada-concertada en Navarra, a los que hay que sumar los
107,5 millones que ya había destinado el curso pasado para financiar les
Infantil y Bachillerato.
Por su parte, los partidos que han constituido el nuevo ejecutivo
(Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra) aprobaron en su Acuerdo
de Gobierno su "posición política clara de aplicar la Ley Foral 17/2012"
que impide la concertación a los centros que segregan por sexo. Pero, puesto
que la LOMCE blinda los conciertos a este tipo de centros (que en Navarra son
Miravalles-El Redín e Irabia-Izaga, ambos pertenecientes al Opus Dei), ¿qué
capacidad puede tener la Ley Foral 17/2012, aprobada en esta comunidad por
parte de los partidos de la oposición y que impide concertar centros que
segregan por sexo, para cambiar esta situación?
Aquí dejo algunas preguntas más:
¿Desconocían los integrantes del nuevo gobierno que
existe una nueva ley educativa que "blinda" los conciertos a este
tipo de centros? ¿sabían cuando afirmaban ser contrarios a la segregación y defender "lo público" que el anterior gobierno había renovado los
convenios para los siguientes cuatro años? ¿eran conscientes de que una ley orgánica (la
LOMCE) tiene mayor rango legal que una ley foral (la 17/2012) y que la primera, en su artículo 84.3, señala que “no constituye discriminación la
admisión de alumnos y alumnas o la organización de la enseñanza diferenciadas
por sexos” y añade que esta elección en ningún caso podrá implicar “un trato
menos favorable, ni una desventaja, a la hora de suscribir conciertos con las
Administraciones"? ¿Cuál es entonces el motivo de manifestar una "posición política clara" para la aplicación de algo tan difícil de aplicar? La propia presidenta, Uxue Barkos, reconocía ayer mismo que
no sabe si se podrá poner acudir a la ley foral mientras esté vigente la
LOMCE. Una última pregunta, no directamente relacionada con la segregación
pero sí con la educación privada: la "inequívoca apuesta por lo
público" de este gobierno, ¿cómo se concilia con la subvención y
"trato especial" (Presidenta Barkos dixit) a las ikastolas (todas
ellas privadas)? ¿No deberíamos hablar más bien de "moderada apuesta por
lo público" o de "selectiva apuesta por lo público"?
En cuanto a la ya derrocada Unión del Pueblo Navarro, que no se despistó un
segundo para no dejar sin conciertos (por lo que pudiera pasar) a los centros concertados
tras las elecciones, mis preguntas son: ¿es legítimo renovar esos conciertos
a un mes de las elecciones? No hablo de legal, sino de legítimo, de
ético. Y una pregunta más, para todos ellos, gobierno y oposición: ¿se han planteado unos y otros qué deben hacer como
representantes públicos respecto a la convivencia (o no) de estas dos redes y a su gestión,
sin tener en cuenta cómo valorarían sus votantes, afiliados y simpatizantes su postura (sin que la condicionen) sino lo que es mejor y más justo?
¿Serán capaces de tomar una decisión valiente y razonada al respecto? No
lo creo. Seguiremos alimentando la polémica para, mientras nos entretenemos con
esto, no pensar en otras cosas. Y así ellos tendrán motivos para enzarzarse en
el Parlamento y en los medios. The show must go on.
Ya tenemos fecha, al menos aproximada. La publicación de mi libro está prevista para febrero de 2016. En este momento, el texto está a
punto, a punto de ser el definitivo. Dos
matices por encontrar para que el libro plasme de la forma más fiel posible lo
que pienso (de eso se trata: de que, se esté de acuerdo o no conmigo, sea en
todo caso reflejo de mi manera de ver la educación), tres o cuatro frases que
no terminan de quedar claras...y la búsqueda de un título final que encaje
bien con lo que quiero contar después.
Y para terminar, una reflexión sobre la larga y provechosa
conversación de hoy con mi editora. ¿Por qué las personas somos a veces tan reacias
a compartir con los demás nuestro entusiasmo? ¡Qué gusto que alguien te diga que le
hace mucha ilusión publicar lo que has escrito! No más ilusión que a mí, desde
luego. Con todas las incertidumbres sobre la valoración que se le dé después,
que son, creo, las lógicas, solo puedo decir que estoy entusiasmado y feliz de
haberme embarcado en una aventura desconocida que de momento ya me ha deparado
nuevas experiencias y me ha servido para aprender mucho.
¡Qué
verdad es esa de que nunca debe perder uno la fe en la humanidad! Tanto
pesimismo, tanta desconfianza... que si los políticos, que si los pedagogós,
que si los charlatanes, que si las pseudociencias, que si Bustamante y Melendi, Coelho y Punset... y, sin embargo, siempre podremos contar con mentes lúcidas capaces
de cambiar el curso de la historia. Hoy he sido conocedor de dos de estos
acontecimientos extraordinarios.
El primero
es el hallazgo de vasos linfáticos en el cerebro, algo que podría cambiar la forma en que entendemos
la relación entre el sistema nervioso y el sistema inmunitario y también
modificar lo que creíamos saber sobre el envejecimiento y sobre enfermedades
como el alzheimer. Debemos agradecérselo a un neurólogo llamado Antoine Louveau, neurólogo de la Universidad de Virginia.
La segunda gran revelación debería conmocionar el mundo de la
pedagogía en mayor medida, si cabe, que las croquetas pedagógicas de la sin par
Mary Happens: la UniversidadFrancisco
Vitoria ha encontrado, ¡por fin!, el secreto del éxito académico, que estaba más escondido que los vasos linfáticos
en las meninges hasta que llegó el Doctor Louveau. Han sido muchos años de intensa
búsqueda de los motivos por los que no llegábamos nunca a alcanzar esa noble
aspiración de la educación inclusiva de todos y todas los alumnos y alumnas,
ese sueño de que todo el alumnado llegue al mismo punto en su formación sin que
nadie quede atrás en una utopía de equidad y magnanimidad happyflower y
trending toppic, de buenas intenciones y mejores deseos... Atiendan y no busquen más:
Según un estudiorealizado entre 2.100 alumnos
de toda España con un expediente de 9,2 de media, un 43,3%
de los andaluces consultados afirmó (ojo,
sin complejos y casi con orgullo) que dedica más de diez horas de estudio cada semana después de clase,
sin contar lo que aprenden durante el horario lectivo. Además, el 26,7% aseguró estudiar
entre 5 y 10 horas semanales, y el 25,9%, entre 2 y 5. Sí, damas y caballeros, la clave de los
bachilleres más brillantes resulta que no es la Motivación. Tampoco la Empatía, la Orientación Psicopedagógica o el Coaching. La clave es que son más aplicados que el resto y estudian más de diez horas a la semana.
Dicho queda para la posteridad: los alumnos
brillantes... se esfuerzan más.
Una imagen ha dado la vuelta al mundo: un niño sirio
(tres años tenía) aparecía muerto en la orilla de una playa turca al huir de la
guerra.
Mucho se ha hablado y escrito al respecto. Personas que se avergüenzan de ser europeas,
incluso de ser personas. Gentes "moralmente intachables" indignadas y
gentes "moralmente intachables" indignadas ante la "sospechosa", insinúan, indignación de los otros.
A mí no se me ocurre mucho que decir. Solo puedo
compartir la pena. Y hacerlo de manera egoísta: cuando vi la imagen, en lo primero que pensé fue en ir a abrazar a mi hijo mayor, que tiene un año más que el niño sirio y hace bien
poco miraba así hacia la playa, confiado, seguro y feliz.