miércoles, 11 de diciembre de 2013

La educación y el reverso tenebroso (¿y VIII?). Pentacidad.


La pentacidad es un modelo coeducativo que ve en  cada persona un ser capaz de descubrir sus propias potencialidades, convirtiéndose éstas en sus apoyos y aliados a la hora de crear y recrear su historia personal y compartirla con el grupo. De esta manera, surge una nueva unidad colectiva en la cual  siente que es partícipe y corresponsable.  Su nombre quiere expresar que potencia el crecimiento integral de la persona en cinco ámbitos: identidad, Ámbito Emocional, Cuerpo, Mente y Ámbito Social, en perfecta conexión con su esencia que le lleva a ejecutar su propio proyecto de vida, a ser soberana y a ejercer su autoridad. Crea procesos de autoconocimiento que permiten a cada persona construir la propia Identidad, establecer relaciones de Igualdad y de Equidad, desarrollar la Inteligencia Global, el Poder Personal y ejercer la Autoridad para conseguir coherencia y autenticidad.

Desde el punto de vista filosófico, el paradigma de la “Identidad Personal”, aporta un nuevo marco de análisis,”. Cada persona nace con una identidad sexual, es una mujer o es un hombre, lo que le configurará unas características fisiológicas, un cuerpo determinado, mediante el cual se desarrollará su vida. También nace con una identidad esencial, donde se albergan todas sus potencialidades y cuyos atributos principales son: amor, poder y equilibrio, su yo esencial, le convierte en un ser único e irrepetible con una existencia humana propia, soberana y legitimada. Desde este reconocimiento planteamos el principio de igualdad y declaramos que todas y cada una de las personas nacen con este potencial, por lo tanto les asisten los mismos derechos y la misma dignidad."

Tenía previsto compartir en este cuaderno mis impresiones sobre la pentacidad, un proyecto educativo que ya está implantado (como lo leen) en varios institutos cuyo nombre prefiero no citar. Incluso había pensado incluir un vídeo de una de las sesiones de-formación relativas a este delirio), pero he decidido dar por finalizada, al menos de momento, esta serie dedicada al reverso tenebroso de la educación, no porque haya tratado ya todas las manifestaciones del maligno (“mi nombre es Legión, pues somos muchos”, dice el Evangelio según San Marcos) sino porque creo que es momento de comenzar un proceso de desintoxicación antes de descubrirme elaborando cariñogramas.*  Hasta entonces, cuidado con la luna…


* Cariñograma: Dícese del ejercicio que se realiza con el fin de facilitar la expresión emocional de aquellos sentimientos y deseos positivos que tenemos hacia los demás. Es un gran generador de emociones agradables en los miembros de una comunidad, refuerza la autoestima de sus miembros, normaliza la comunicación emocional y lo mejor genera un clima agradable para la convivencia. Debes escribir una nota positiva a cada uno de los miembros de la comunidad. Esta nota puede incluir un mensaje de ánimo, sus cualidades positivas, un agradecimiento, etc…Escóndelas en lugares que irán encontrando estas personas a lo largo del día. Y dedícate a disfrutarlo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

La educación y el reverso tenebroso (VII): Las comunidades de aprendizaje. Ya están aquí…


De momento, ya han llegado a la Educación Primaria, así que más vale que los profesores de Secundaria de Navarra (me parece que los andaluces ya lo están experimentando) nos preparemos para una nueva manifestación del reverso tenebroso en la enseñanza. Porque las llamadas "comunidades de aprendizaje" no pueden ser otra cosa que la penúltima expresión del lado oscuro. ¿Quién no sentiría un profundo yuyu pedagógico al leer que varios colegios públicos de la comunidad foral han implantado en sus aulas “un proyecto educativo que involucra al entorno social de los alumnos en la escuela”? La sensación de desasosiego no se alivia sino que se acrecienta al conocer el nombre de la cosa: “comunidades de aprendizaje”. Cuando, además, la noticia explica que el proyecto “parte de la idea de que la enseñanza no es responsabilidad exclusiva de los profesores, sino de toda la comunidad”, que “se caracteriza por implicar en la enseñanza a todas las personas que, de forma directa o indirecta, influyen en el aprendizaje y desarrollo de los alumnos, tanto al profesorado como a las familias, amigos, vecinos del barrio/municipio, miembros de asociaciones y organizaciones vecinales/locales y personas voluntarias, que apoyan en el aula al docente”, que, “frente al método tradicional, según el cual el profesor se encarga de transmitir los conocimientos y el alumno de asimilarlos” (¡¡¡¿¿cómo es posible que algún profesor, a estas alturas de la vida, aún pretenda transmitir conocimientos a los alumnos para que estos los asimilen???!!!), se emplea una metodología denominada “aprendizaje dialógico”, con la que “el conocimiento se construye a partir del diálogo entre todos los participantes, a través de tertulias que pueden ser literarias, científicas, etc.”, el desasosiego desemboca en angustia. De la angustia al terror hay solo un paso. Y este llega con la afirmación de que estas “metodologías” están “contrastadas por la comunidad científica internacional”.

Superado el momento de pánico, llega el de la reflexión pausada. Uno toma aire, se tranquiliza y trata de pensar que alguien ha debido encontrar algo interesante en tal majadería, que quizás son los propios prejuicios los que impiden ver la potencial eficacia de las “comunidades de aprendizaje”, que algo que pretende lograr el éxito educativo no ha podido ser fruto de la improvisación, que por mucho yuyo que dé (porque mira que da) seguro que la intención es noble…

El problema (y de nuevo la inquietud) llega cuando uno, aparcados los prejuicios, intenta profundizar en la idea para comprenderla y lee que el gran objetivo es “la obtención de unos resultados académicos que posibiliten la inclusión con éxito a todas las personas en los ámbitos sociales y laborales”. Y no dejan de resonar en la mente dos palabras, de forma insistente, machacona, casi hipnótica: “a todas”, “a todas”, “a todas”… ¿A todas? No se puede negar la bondad de semejante aspiración, pero ¿realmente es razonable ambicionar el éxito de todos? ¿Hasta de los que no quieren tener éxito? Es imposible no acordarse de aquel mítico plan estratégico de 2011 presentado por el partido que gobierna en Navarra desde ya-no-recuerdo-cuándo (UPN) y titulado “Talento para todos”. En aquel documento indescriptible encontramos ya el germen de las comunidades de aprendizaje. Prueba de ello es el siguiente párrafo, que no me resisto a transcribir, cuya interpretación dejo para los expertos pedagogos al reconocerme incapaz de desentrañar su significado:

“En primer lugar (la existencia de un plan estratégico), proporciona un enfoque proactivo a la planificación del Departamento de Educación, lo que permite transitar desde una estrategia reactiva ante los problemas y situaciones que se plantean hacia un enfoque preventivo, conscientes de que no siempre es posible anticiparse a los problemas”.

Pues bien, volviendo a las comunidades de aprendizaje, con un lenguaje no muy distinto al utilizado por nuestros expertos locales, sus ideólogos hablan de las “prioridades acordadas por toda la comunidad” y de la creación de “una comisión mixta de trabajo (compuesta por familiares, profesorado, voluntariado, alumnado, representantes de las entidades y asociaciones del barrio, etc.) que se encargará de tirar adelante con la transformación a la que hace referencia”. De este modo, aseguran, “se da una gran delegación de responsabilidades que ayuda a dinamizar todo el proceso”. Justifican los disparates (aunque dicha justificación sería más bien un agravante) con el supuesto favorecimiento de “la comunicación igualitaria hacia la acción coordinada para lograr una utopía compartida" a través de la cual (saquen sus pañuelos) “se crea y comparte ilusión.”

No me negarán que, tras este tinte buenista, tiene que ocultarse el mismísmo demonio. Para mí es más que evidente que en todo este asunto hay acumulada más maldad que en el anuncio de la lotería de Navidad. Aquí dejo el enlace a la página (no se pierdan tampoco su título) oficial de las “comunidades de aprendizaje”. Vale la pena estar informado de los objetivos del adversario. Hagámoslo por prevención y por anhelo intelectual pues, como dijo, Aristófanes, “los hombres sabios aprenden mucho de sus enemigos”.


Mandela


Tanto si cambias las sábanas como si suturas heridas, preparas la comida o dispensas medicamentos, está en tus manos ayudar a construir un servicio público digno de todos aquellos que dan sus vidas por el sueño de la democracia (Nelson Mandela).


D.E.P.

jueves, 5 de diciembre de 2013

El Señor Lobo, PISA y la excelencia navarra.

 

Ahondando en la noticia de la semana (el Informe PISA) y partiendo de que dicho Informe es solo un indicador, uno más, a tener en cuenta si queremos valorar el nivel de formación de nuestros alumnos (el indicador más fiable es lo que el profesor constata durante la práctica docente), no podemos negar que Navarra es una de las comunidades con mejores resultados, algo, de entrada, positivo.

Ahora bien, lo primero que hay que tener en cuenta es que esta es una prueba que se lleva a cabo cada tres años y que, en tan corto plazo y sin que se hayan producido cambios significativos en el sistema, sería razonable tomar los resultados de los alumnos navarros con cautela, en su contexto y sin triunfalismos.  

Los datos son estos: en matemáticas, Navarra estaba en 2009 a 30 puntos de distancia con el país europeo con mejor resultado (Finlandia) y en 2012 la diferencia es de 14 puntos (con Suiza), 16 menos. En lectura, se ha pasado de 39 puntos a 15 de diferencia (referencia Finlandia), 24 menos. Y en ciencias, de 45 a 31, 14 menos (también con Finlandia). La mejoría es tan evidente como el hecho de que Navarra sigue estando lejos de esos países. Afirmar, como ha hecho el Consejero, que el Informe PISA ha puesto de manifiesto la “excelencia” del sistema educativo navarro no solo es una insensatez sino que muestra con qué poco se conforma el principal responsable de la enseñanza en nuestra comunidad. Porque, seamos, claros: las preguntas del Informe son muy elementales. Obtener un mal resultado en PISA puede ser desmoralizador, pero que este sea bueno tampoco nos puede llevar a pensar que estamos instalados en la excelencia, cuando nuestro sistema adolece de una falta de exigencia más que evidente. Por otro lado, hay algo que no resiste apenas discusión y es que el nivel cultural del ciudadano medio no es como para echar cohetes. Ante esto, podemos adoptar dos posturas. Podemos resignarnos y pensar que, mientras los resultados de PISA sean más o menos dignos (al menos, en Navarra, este año lo son) y sigamos ganando mundiales y eurocopas (en nuestro caso sería que Osasuna siguiera en primera), todo está bien. Pero también podemos ser ambiciosos y aspirar a construir una sociedad mejor, más justa, meritocrática, con ciudadanos formados y con criterio. Es cierto que un buen sistema educativo, por sí mismo, no bastaría para alcanzar una meta tan noble, pero una enseñanza pública exigente y rigurosa seguro que en algo ayudaría.

En cuanto al Informe, me gustaría destacar dos cuestiones:

1ª.- La variabilidad de resultados no se da tanto entre centros como dentro de un mismo centro y no se explica tanto a nivel sociocultural sino más bien teniendo en cuenta factores propios de cada alumno como el grado de interés, la motivación o sus capacidades. Este dato es importante, pues pone el foco de atención (y falta que hace) en el esfuerzo y la perseverancia del alumno como factor fundamental en el rendimiento académico. Que un alumno decida seguir adelante pese a las dificultades, la frustración o incluso el aburrimiento, es algo que sin duda redunda en su propio beneficio y en el éxito escolar. En cualquier caso, en Navarra se da una variabilidad de un 7,1% entre los diferentes centros y este, desde luego, es también un dato positivo.

2ª. La irrelevancia de la educación en centro público o privado para la obtención de los resultados. Así lo constata el Catedrático de Análisis Económico Antonio Villar quien, junto a este hecho, destaca la diferente participación en la educación privada de los hijos de familias con diferente estatus socioeconómico y cultural. De ambos elementos puede deducirse que la financiación del estado a la educación privada favorece principalmente a los grupos sociales con mayores recursos. Antonio Villar también resalta que el esfuerzo es una variable importante en la explicación de los resultados.  Por su parte, Andreas Schleicher, subdirector de la OCDE para temas educativos, concluía en un artículo publicado ayer en el País lo siguiente: “El hecho de que los estudiantes de algunos países piensen que los logros educativos son, en su mayor parte, producto del trabajo y el esfuerzo, más que de una capacidad intelectual heredada, sugiere que la educación, dentro de su contexto social, puede suponer un hecho diferencial, puesto que inculca los valores que promueven el éxito educativo”. 

Schelicher afirmaba en ese mismo artículo: “España ha logrado una distribución razonablemente equitativa en lo que afecta a oportunidades de aprendizaje, pero está pagando un alto precio por la falta de excelencia en el sistema educativo”. Y una última consideración del subdirector de la OCDE: “En los sistemas educativos más burocráticos, se abandona a los docentes a su suerte y se les sobrecarga de normas y reglamentos sobre cómo enseñar. Los sistemas educativos de alto rendimiento establecen objetivos ambiciosos, tienen claro lo que los estudiantes son capaces de realizar y permiten a los centros y a los docentes hacerse una idea de lo que necesitan enseñar”.

En definitiva, más valdría dejarnos de celebraciones (oyendo al Consejero no deja uno de acordarse de la célebre frase del Señor Lobo en Pulp Fiction cuando acude en auxilio de Vincent, Jules y Jimmie para ayudarles a deshacerse de un cadáver -no transcribo la frase, que los tarantinianos seguro recordarán-)  y ejercer la reflexión. Nos jugamos mucho. Y parece que hay quien no se da cuenta.



miércoles, 4 de diciembre de 2013

Iribas en el país de los ciegos o de cómo el Consejero y los sindicatos se reencontraron.



Érase una vez un Consejero aseado, impecable, correcto en las formas pero etéreo y vaporoso en el contenido, cuyas decisiones a menudo contradecían sus propias manifestaciones. Iribas parecía siempre (o casi) imperturbable, pese a las críticas y las protestas. Estaba seguro de que en Navarra las cosas eran diferentes y no había de qué preocuparse. Dice la jota: “Cante Navarra sin miedo. Cante Navarra y más cante. Si se hunde el mundo, que se hunda. Navarra siempre palante”. Y así, siempre palante, Iribas se mostraba satisfecho, con la conciencia tranquila, sabedor de que todo lo que hacía era por el bien de Navarra. Por eso ahorraba en profesores. Por eso aumentaba el horario lectivo. Por eso incrementaba la ratio. Por eso reducía el sueldo modificando la asignación del complemento por jefatura de departamento. Por eso aceptaba la prácticamente nula movilidad del profesorado o la arbitrariedad en la asignación de comisiones de servicio. Por eso reconvertía plazas ganadas por oposición en plazas con perfil bilingüe. Por eso limpiaba la escuela pública de etarras. Todo por Navarra (pero sin Navarra, como diría nuestro Luis XIV foral).

Un buen día, el Informe PISA le demostró a Iribas que tenía razón. Era la prueba concluyente de aquello de lo que muchos sindicatos navarros venían presumiendo: Navarra es la leche. Claro que Iribas y los sindicatos de siempre, coincidiendo en este diagnóstico victorioso, desarrollaban después teorías explicativas del gran acontecimiento muy diferentes: para Iribas, esto corroboraba que Navarra estaba haciendo las cosas mejor que bien y que no había motivo alguno para criticar su gestión. Los sindicatos, por su parte, se cargaban de argumentos para continuar su movilización en contra de la LOMCE, una ley que hacía peligrar la situación educativa privilegiada de nuestra comunidad. Corrían riesgo las altas cotas de sublimidad de nuestra educación pública por culpa de la derecha, cuyo objetivo era recortar y recortar hasta impedir que nuestros brillantes alumnos pudieran ser el modelo para el resto de España.

Así, todos aparecían radiantes y embriagados de éxito, pues el Informe PISA, que tan amargos tragos había hecho pasar a la clase política y sindical, los había unido ahora en una suerte de éxtasis colectivo que, además, daba juego para la persistencia en la estrategia de cada cual. Iribas consideraba constatada “la excelencia del sistema educativo navarro” (versión navarra del "España ha entrado en la Champions League de la economía" zapateril) y los sindicatos forales el peligro inminente de la LOMCE. Aunque, en realidad, no todos estaban unidos en el regocijo. Digamos, recordando a Astérix, que una pequeña asociación, constituida por irreductibles profesores, resistía todavía ante los cantos de sirena de la autocomplacencia y el ruido mediático de las movilizaciones anti-lomce (¿o debería decir “pro-logse”?). Los profesores de APS no compartían el alborzo del Consejero, quien se había apresurado a hacer público su “sentimiento de gratitud, agradecimiento y reconocimiento” a los profesores navarros (incluyendo entre los dedicatarios de tan cariñosas palabras, supongo, a los “profesores proetarras”). Y no lo compartían porque sabían que, en clase, las cosas iban a seguir más o menos igual. Porque sabían que los nefastos resultados de otras comunidades no podían esconder la realidad, por mucho que Navarra destacara de entre la mediocridad. Porque sabían que, con Informe PISA o sin él, el nivel de formación de sus alumnos no era compatible con el triunfalismo sino que requería con urgencia un diagnóstico realista y la adopción de medidas eficaces. Porque conocían la escasa dificultad de las preguntas (las relativas a la comprensión lectora sobre las galletas de chocolate son especialmente sonrojantes) y también el tipo de preguntas que, por ejemplo, se plantean en la prueba externa de la admirada Finlandia a los alumnos de 18 años (“¿Por qué el Próximo Oriente ha sido una zona de conflictos a lo largo de toda la historia de la humanidad?”). Porque sabían que, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Y esto, para algunos, no es ningún consuelo.

Ah, el Consejero y los sindicatos fueron felices y comieron perdices.

Y colorín colorado, esta cuento se ha acabado.

Elogio de la equidistancia (VI). PISA.

Hoy es otro de esos días en los que uno se refugia convencido en la equidistancia. Han sido publicados los resultados del último Informe PISA. Comparemos estos dos titulares:

“El Informe PISA saca los colores a la reforma educativa”. 

“PISA tumba la LOGSE”.

Pertenecen al periódico La Razón y a la cadena de televisión La Sexta. ¿A que nadie sabe cuál al primero y cuál al segundo?