El periódico Escuela publica un reportaje sobre profesores y redes sociales que incluye mi postura sobre algunas cuestiones. Transcribo el reportaje a continuación.
«Mi
profe es viral»
Ni
en vacaciones descansan los profesores activos en redes sociales, que acaparan
cada vez más atención.
En
los últimos tiempos no es extraño que el pistoletazo de salida de las
vacaciones escolares coincida con un tuit o un post de un profesor o profesora
que se convierte en viral. Ya allá por 2015, el maestro italiano Cesare Cata
saltaba al estrellato de las redes sociales por sus heterodoxos deberes para las
vacaciones de verano. En España, 2018, el profesor y coordinador TIC en el
colegio San Fernando (Maristas) de Sevilla Ramón Rodríguez Galán
(@Profe_RamonRG) ha emulado a Cata, en su caso, con Las otras notas de Elena,
en que una alumna saca todos sobresalientes en los apartados Es una niña feliz,
Es generosa y buena compañera, Disfruta en su clase, Es respetuosa, Ríe en
clase todos los días o Su profe la quiere mucho. Para el profesor, que lleva ya
más de 4.300 retuits y de 12.000 me gusta, las otras notas, «sin duda son las
importantes». Ramón Rodríguez Galán, que ha tenido que atender a varios medios
estas vacaciones, no ha sido el único que no ha desconectado, como muestra el
éxito que los días pasados han cosechado hashtags como #soymaestro, #LibrosDocentes
(reformulando títulos de libros con escenas de la vida docente), #telecolegio
(lo mismo, con programas de televisión) o #stopLomce. También hilos como el de
la Señorita Rotesmeyer (@larotesmeyer), reflejando lo que implica el día a día
como maestra, lograba una gran repercusión. ¿Qué influye en la creciente
visibilización virtual de los docentes? ¿Es algo natural? ¿Se puede
caracterizar de fenómeno? ¿Qué implicaciones puede tener?
El
momento
Uno de los afectados, Ramón Rodríguez Galán,
considera que el hecho de que cada vez más docentes usen redes sociales,
compartan sus ideas y aprendan unos de otros «es un claro síntoma de la
vocación tan pasional que los docentes de este país muestran cada día en su
profesión». El profesor lo ve como un movimiento «palpable desde hace mucho
tiempo» que puede contribuir, a su juicio, «a devolver la figura del maestro al
lugar que se merece», gracias a «docentes que demuestran con hechos y proyectos
educativos apasionantes que un cambio en la educación actual es posible, y que
ya se está haciendo en realidad, que hay muchos docentes que ya apuestan por
ofrecer a sus alumnos la educación más personalizada y significativa posible».
Las redes serían, en este sentido, un instrumento para demostrar «que el cambio
educativo no solo es necesario, sino que funciona». En esta misma línea, el
novelista, dramaturgo y profesor en excedencia Nando López (@Nando_J), valora
lo que las redes conllevan de visibilización de la realidad de las aulas: «Creo
que hay que visibilizar tanto la parte complicada como la parte positiva, que
es muy importante contar lo que se está haciendo, lo que se está viviendo en
ellas y transmitir un mensaje que no caiga en el derrotismo, sino en todo lo
contrario. Ahora mismo hay un momento de gran implicación por parte de
familias, docentes y alumnado, y, sin embargo, la visión que se transmite en
los medios muchas veces es muy negativa, por lo que estos mensajes ayudan a
contrarrestarla, a romper mitos sobre educación». En su caso, bajo el hashtag
#nandotour suele relatar sus encuentros por colegios e institutos de toda
España: «Lo hago para que se vea el interés de los adolescentes pero también
todas las actividades de fomento de la lectura que ponen en marcha muchísimos
docentes». Si el profesor de la Universitat Jaume I de Castelló Jordi Adell ve
como «un fenómeno normal» este movimiento docente en las redes, pues cada vez
son más los docentes activos en ellas, «y con actitudes tan variadas como el
propio colectivo: de discursos autocomplacientes o victimistas a actitudes más
críticas, comprometidas y proactivas», López también lo considera «un signo de
los tiempos», pero subraya cómo muchas de las aplicaciones de estas juegan a
favor de los docentes, que no solo pueden compartir lo que hacen, sus experiencias,
materiales, iniciativas e ideas, también pueden valerse de ellas para enseñar
lo que no se ve: «Hay que hablar más de educación, y hablar más de educación en
las redes sociales me parece muy positivo».
Para
el profesor de Lengua y director del IES Bovalar de Castelló Toni Solano
(@tonisolano), estar en las redes es «en cierta manera, un modo de reclamar un
espacio propio». En esta línea, apunta un cambio en esa presencia digital:
«Desde hace años estamos en las redes, en lo que fue la blogosfera educativa,
pero ahora aprecio una mayor implicación ideológica y social, por un lado,
mientras que por otro, pero a la vez, se banaliza el mensaje por su carácter
efímero o por el anonimato de los usuarios».
Lo
viral
A
Nando López, autor, entre otros, de La edad de la ira (Espasa) le parece
fenomenal que los mensajes de los docentes se conviertan en virales «siempre
que sean experiencias que visibilicen la realidad de las aulas». Más precavido
se muestra Alberto Royo (@profesoratticus), músico, profesor de instituto y
autor, entre otros, de La sociedad gaseosa (Plataforma Actual): «El hecho de
que algo se haga viral no le concede más valor. Hay, en realidad, auténticas
estupideces que se hacen virales y ocultan planteamientos interesantes. Así que
lo sensato es ser cautos y no dar por hecho que una idea muy difundida es una
idea inteligente. Curiosamente, de todo lo que podemos leer en las redes
sociales sobre este oficio, lo que más impacto tiene y más alborozo ocasiona
suele provenir de personas ajenas a la profesión, lo que produce un cierto
efecto Matrix que hace que mucha gente piense que la realidad educativa es como
parece ser y no como es. En este sentido, sí puede ser útil que profesores que
lo son de verdad e imparten clase todos los días ofrezcan una visión fiel a la
verdad, alejada de la poseducación. Cuando yo hago un comentario en las redes
sociales sobre mi experiencia en el aula, trato de no mentir nunca y de contar
las cosas como son». No considera, en ningún caso, que a golpe de tuits los
profesores vayan a recuperar el prestigio perdido: «Al profesor se le prestigia
recuperando el respeto intelectual hacia la figura del maestro y no
pretendiendo convertirlo en un simple amenizador, reconociendo socialmente (en
la realidad, no en la virtualidad) nuestra labor, dejando de considerar experto
a quien no lo es, recurriendo sin complejos a palabras como disciplina o
esfuerzo (que no solo no están reñidas con el afecto o la implicación del
profesor sino que son muestra de que nos preocupamos por nuestros alumnos), no
promocionando pseudociencia ni pseudopedagogía, olvidando teorías cursis,
fraudulentas o infantiloides y entendiendo que la emoción se encuentra en el
propio conocimiento y no fuera, y que es esta emoción la que nos permite
apreciar la belleza de las cosas, que es el conocimiento el que nos hace más
libres, el que nos posibilitará disfrutar más de la vida y nos ayudará a
entendernos mejor a nosotros mismos y a los demás», reflexiona el profesor, que
llama a «no frivolizar con un asunto tan serio como es la enseñanza dentro de
la tendencia actual, reforzada por intereses económicos, que tiende a dar por
bueno todo lo nuevo, a confundir innovación con extravagancia y a pensar que se
puede desarrollar el pensamiento crítico, la creatividad o las habilidades
sociales con pocos conocimientos». «Tampoco interesa, seamos claros, que la
figura del profesor sea respetada. ¿Qué harían todos los que se están
aprovechando de la situación, que no son pocos?», añade, para concluir «En
educación no hace falta ser espectacular sino eficaz. La educación no necesita
ser mediática sino provechosa. Incluso diría que falta ética y sobra estética»,
También para Toni Solano, el hecho de que cada vez más mensajes de docentes se
viralicen es «una buena noticia que hay que tomar con precaución»: «Tener
visibilidad como colectivo siempre es interesante, porque contribuye a abrir a
la sociedad lo que ocurre en las aulas, pero no hay que confundir lo que se
dice en las redes con lo que pasa en el aula, ya que vivimos unos tiempos en
los que nos cuesta entender la diferencia entre la parodia, la crítica, el
humor y la realidad». Cita, como muestra, los ataques que han recibido cuentas
paródicas relacionadas con la educación, «curiosamente por parte de profes»:
«Me preocupa que nos convirtamos en una sociedad de lo políticamente correcto,
más interesada en desterrar el uso de palabras o etiquetas que en modificar las
actitudes que permiten que existan esas etiquetas. Ante ciertos chistes,
probablemente de mal gusto, he visto insultos y muestras de indignación por
parte de profes que luego exhiben sin pudor aulas poco inclusivas o que
abiertamente rechazan a determinadas minorías. Es la otra cara de las redes».
El
anonimato
Si
los encuestados muestran sin problemas su verdadera identidad en redes
sociales, no siempre es así. Otros docentes prefieren recurrir al anonimato.
«Hay quien tiene miedo de dar la cara tal y como están las cosas», reconoce
Solano. «Yo, personalmente, me quedo con aquellos docentes que, como el profe
Ramón, lo cuentan sin anonimato. El anonimato en las redes, honestamente, a mí
es algo que no me inspira mucha confianza y yo, personalmente, solo me tomo en
consideración aquellos mensajes que van firmados, que tienen un rostro, un
nombre, porque creo que eso es ejemplarizante y realmente útil y válido. La
anonimia me genera más recelos en mi caso», plantea López.
Contra
la soledad
En
ocasiones, los docentes recurren a las redes incluso como terapia. «Se está
generando una especie de claustro virtual que yo creo que hace que muchos
profesores se sientan menos solos. Yo llevo tres años en excedencia, pero
cuando estaba dando clase muchas veces me sentía muy arropado por ese claustro
no físico con el tenía muchas cosas en común», reconoce López.
Elemento
de conexión
¿Puede
llegar a más esta comunión? ¿Pueden las redes contribuir a forjar un movimiento
docente a imagen del feminista, revitalizado en los últimos tiempos? «No creo
que veamos decenas de miles de docentes en las calles. Es un colectivo tan
variado ideológicamente como cualquier gran grupo social. En todo caso, me
encantaría ver a decenas de miles de docentes manifestándose en las calles
contra la Lomce y los brutales recortes del gobierno del PP y recordándole a la
sociedad en su conjunto que la escuela pública es la única garantía de una
educación democrática y justa y que la concertada no solo no ha sufrido
recortes, sino que es una anomalía en la Unión Europea», anhela Adell, para
quien los docentes no han perdido prestigio social sino que han sido «objeto de
ataques políticos interesados». Para Solano, en esta coyuntura, las redes
pueden ejercer como altavoz: «Hemos sido un colectivo maltratado por los
diferentes gobiernos nacionales y autonómicos. La mala fama del docente ha sido
una estrategia planeada para silenciarnos y para cuestionar nuestra
profesionalidad. Los gestores del sistema educativo saben muy bien que desde
las aulas se puede cambiar el mundo y tienen miedo de que algún día la
ciudadanía no sea tan manipulable. Estar en las redes permite a los docentes
tener la voz que la Administración les ha negado, algo más que evidente cuando
no se ha contado con ellos para los posibles pactos educativos». ¿Será una
reivindicación exclusivamente virtual? «Si no hay gestos de conciliación por
parte del Gobierno, por ejemplo, paralizando la Lomce, supongo que volverán las
movilizaciones, ya que son normas que no han tenido la aprobación mayoritaria
de los que han de llevarlas a cabo», vaticina Solano. «Ojalá veamos un
movimiento de profesores. Ya hubo un movimiento de docentes muy importante, la
marea verde, que por desgracia se diluyó aunque muchos la recordamos, muchos
tenemos todavía nuestras camisetas verdes, incluso a veces las usamos… Sí,
ojalá volvamos a despertar y, por cierto, creo que el movimiento del
profesorado tiene mucho que ver con ese movimiento de mujeres. Hay que hablar
de las profesoras, de la importancia de la mujer en la educación, hay una
mayoría enorme y es algo que no valoramos lo suficiente. Hablamos siempre del
colectivo de una manera muy neutra, cuando hay que hablar de todas esas
profesoras que nos han marcado, nos han enseñado y nos han ayudado en momentos
muy complicados. Ojalá estos movimientos sociales nos ayuden a despertar
también, pero no solo a los profesores, creo que el movimiento educativo tiene
que ser triple: Profesores, alumnos y familias. Si la revolución educativa no
nace de la unión de los tres segmentos que conforman la comunidad está abocada
al fracaso. Solo podemos hacerlo bien si estamos juntos».