lunes, 23 de diciembre de 2019

Concierto de la Agrupación Inestable del IES Tierra Estella



El pasado 20 de diciembre, la Agrupación Inestable del IES Tierra Estella celebró un nuevo concierto. En esta ocasión, los alumnos de primer curso interpretaron el conocido villancico "Stille Nacht" y los "Canarios" de Kaspeberger (siglo XVII). Los alumnos de tercero, por su parte, hicieron una versión del "Stand by me" de Ben. E. King. 

Aquí dejo algunos vídeos del concierto y aprovecho para desearos a quienes soléis pasar por este blog (y a los demás también, claro) una Feliz Navidad.

"Canarios" (Johann Hieronymus Kapsberger).

Xilófono alto: Fadi.
Metalófonos y xilófonos bajos: Aldana, Jeremy, Okkie, Maram e Imán.
Guitarra: Moisés.
Cajón flamenco 1: Adam.
Cajón flamenco 2 y maracas: Sergio.
Djembé: Abdel.
Guitarra, arreglos y dirección: Alberto Royo.


"Stille Nacht" (Franz Xaver Gruber).

Metalófonos y xilófonos bajos: Lucía, Isa, Aritz, Imán y Aldana.
Metalófonos y xilófonos altos: Almudena, Héctor, Iker, Andrea, Jaqueline y Marina.
Carillones: Adei, Anne, Amín, David, Sergio y Fátima.
Metalófonos y xilófonos sopranos: Benjamin y Maram.
Teclado: Jeremy.
Flautas: Iker, Fadi, Martina y Ahmed.
Cajón flamenco 1: Houssam.
Cajón flamenco 2: Okkie.
Dejmbé 1: Daniel.
Djembé 2: Tarik.
Brongos 1: Achraf.
Bongos 2: Abdel.
Pequeña percusión: Lidia, Adamm Matías, Aitor, Asier, Eneko y Moisés.
Guitarra, arreglos y dirección: Alberto Royo.


"Stand by me" (Ben E. King).

Metalófonos y xilófonos bajos: Anny, Ángela, Jyrer, Alejandro y Nahikari.
Metalófonos y xilófonos altos: Ínigo G., David E., Eva, Anne, Julia y Leyre.
Metalófonos y xilófonos sopranos: Aimar I., Bruno y Sonia.
Carillones: Ángelo, Erick, Ínigo C., Javier, Iñaki y Naroa A.
Guitarras: Zuriñe, Paula y Marcos.
Trompeta: Aimar M.
Flautas: Btisam, Minba, Julia G., David G., Chiara y Marta.
Cajón flamenco: Wassim.
Djembé: Mateo.
Pequeña percusión: Josu, Gorka, Maialen, Nerea, Hugo, Daniel y Aymane.
Voces: Ianka, Carla y Gina.
Guitarra, arreglos y dirección: Alberto Royo.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Tribuna en El Mundo: Academia de pedagogos



El Mundo publicó el otro día una tribuna mía, que transcribo a continuación:

La Academia educativa de los sobrevalorados

Bergman es el único genio del cine actual”, aseguraba  el escritor de chistes televisivos Isaac Davis (Woody Allen) en Manhattan, a lo que contestaba Marvy -Diane Keaton-, la snob neoyorquina: “¡Pero si sois de lo más opuesto! El programa que escribes para televisión es brillantemente divertido, mientras que su perspectiva es típicamente escandinava, lúgubre, todo está impregnado de Kierkegaard, es algo ingenuo, pesimismo a la moda... Todo ese silencio, el silencio de Dios… Muy bien, me encantaba cuando estaba en la universidad de Radcliffe, pero eso ya está superado…¡Totalmente superado! ¿Acaso no ves que se trata de un intento de dignificar los propios traumas psicológicos y sexuales poniendo como parangón ciertos principios filosóficos? ¡No es más que eso!”
Seguro que muchos de ustedes recordarán la escena, como recordarán la Academia de los sobrevalorados que la engreída Marvy y Yale, el íntimo amigo de Isaac, se inventaron para despotricar de Bergman, Mahler o Van Gogh. Si bien el ingenio de Allen nos permitió disfrutar con natural complicidad de aquella lista de personajes supuestamente más estimados de lo que merecían, en la educación la cosa tiene menos gracia. El inventario de nombres, ideas y prácticas que  los gurús, expertos y pedagócratas insisten en desechar, por poco modernas, poco vistosas o poco impactantes, resulta mucho más penoso, irracional y, si me apuran, pernicioso. La lista sería más larga que la de Schindler, así que voy a referirme solamente a algunos de estos conceptos que hoy podrían integrar una Academia educativa de sobrevalorados.
Voy a comenzar por la clase magistral, confundida habitualmente con la técnica expositiva, que es esa que utilizan en sus conferencias los expertos para criticar que nosotros, los profesores, la empleemos en clase y que, curiosamente, se ha demostrado como una de las estrategias didácticas más eficaces (claro que, ¿para qué intentar ser eficaz si se puede ser mediático?). En efecto, que un profesor explique su materia a sus estudiantes se ha convertido, qué tiempos estos, en algo reprochable (como si explicar bien fuera tan sencillo). Parece que los alumnos son capaces de debatir, construir conocimiento y descubrir el saber y la cultura sin nuestra participación (además, ya saben que “el conocimiento está hoy a golpe de clic”). Descartemos, pues, el método explicativo y la clase magistral. Aspiremos a una clase defectuosa y confusa. Verán qué risas.
Vayamos ahora con la disciplina. Hablar de disciplina te convierte en un tipo beligerante y sospechoso de querer recuperar el servicio militar o invadir Gibraltar (o de aficionado al látex, vaya usted a saber), pese a que rechazar la disciplina es sencillamente estúpido, puesto que la disciplina, el orden, la organización y el rigor son necesarios para el (buen) desempeño de cualquier actividad, sea esta más o menos libre, más o menos dirigida. Incluso para trabajar la improvisación musical, ejercicio en el que la espontaneidad y la creatividad están presentes, es indispensable tener disciplina (y entrenarla), si lo que queremos, obviamente, es hacer algo bien y no regular, en cuyo caso nos tendremos que contentar con “lo que salga”.
Otra idea anatemizada por el Pedagogismo es la idea de exigencia. En mi opinión, no hay mayor muestra de respeto hacia a un alumno que ser exigente con él, ya que no hay aprendizaje sin exigencia, como no hay (buena) enseñanza sin autoexigencia. Y créanme cuando les digo que un alumno es una persona en formación, desde luego, pero no un idiota al que hay que contentar y mantener en una cómoda ignorancia. Tenemos con nuestros alumnos la responsabilidad de incomodarlos y estimularlos para que desarrollen todo lo posible su potencial. No nos lo agradecerán ahora, ni haríamos bien en anhelarlo, pero probablemente lo harán en el futuro, aunque en muchos casos nunca llegaremos a saberlo.
Relacionada con la exigencia, la excelencia es otra palabra que no conviene mencionar en según qué foros. Sin embargo, pocos objetivos lograremos si nos ponemos bajo el listón y renunciamos a aspirar a ella. Soy consciente de que no todos mis alumnos podrán alcanzarla, pero mi trabajo consiste en desearla para todo ellos. Y estoy convencido de que apuntando alto llegarán mucho más lejos que siendo conformistas. Hay quien piensa que este posicionamiento es clasista. Clasista sería pretender que solo los más “pudientes” avanzaran. Exigir menos al pobre no es compasivo; es, esto sí, profundamente clasista. No lo es perseguir que cualquier alumno, independientemente de su origen socioeconómico, tenga la oportunidad de progresar.
Vayamos con otro término reprobado por nuestras estrellas de la educación: memorización. Quienes sostienen (de forma errónea, pero contumaz) que la enseñanza es “excesivamente memorística” pierden de vista algo tan elemental como que aquello que no se ha fijado en la memoria es que no se ha aprendido y que ningún (buen) profesor pide a sus alumnos que se limiten a memorizar o que memoricen sin comprender nada. El músico de jazz guarda en su memoria escalas, acordes y melodías que le permiten improvisar después. El actor ha de saberse su papel para poder interpretarlo.
Casi tan mal vista como la memoria está la repetición, que también es esencial (¡qué bien lo sabemos los músicos!). Al Pacino defendía en una entrevista la repetición de una escena como parte fundamental del aprendizaje del actor. Y también como algo apasionante por el propio perfeccionamiento que supone y porque ninguna repetición es igual a la anterior. “Amo la repetición”, decía Pacino, “porque me mantiene fresco (…) Todos me preguntan si actuar una y otra vez no es aburrido. ¡No! Es en la repetición donde la creación y la expresión aparecen”. Se dice que Stanley Kubrick necesitó cuatrocientos días para rodar “Eyes wide shut”. O podemos referirnos a Mondrian, que corregía los lienzos una y otra vez hasta que quedaba satisfecho. La repetición sigue siendo un excelente método de aprendizaje.
Y llegamos a la palabra más denostada por la Pedagogía oficial: esfuerzo. Todavía hay iluminados que parecen creer que cuando algunos hablamos de que el alumno ha de sacrificarse es porque estamos pensando en practicar sacrificios humanos para apaciguar a los dioses o en algo parecido. Digamos claramente que no hay nada que valga la pena que pueda conseguirse sin esfuerzo y que es este esfuerzo el que da valor a aquello que aprendemos. El mejor consejo que podemos dar a un estudiante es: interésate, presta atención, persevera, sé disciplinado, exígete, sé ambicioso para superarte a ti mismo y confía en que tu esfuerzo te va a servir. Sé valiente y atrévete a saber, que diría el clásico. O, como afirmaba el propio Isaac en Mahnattan, “el talento es pura suerte. Lo más importante en la vida es el coraje”.
Alberto Royo es musicólogo y profesor de Secundaria. Es autor de los ensayos “Contra la nueva educación” (2016), “La sociedad gaseosa” (2017) y “Cuaderno de un profesor” (2019), todos ellos publicados en Plataforma Editorial.  

martes, 29 de octubre de 2019

Imágenes de la puesta de largo de "Cuaderno de un profesor" en Pamplona

Fue un auténtico lujo contar con Tomás Yerro para la presentación en Pamplona de Cuaderno de un profesor, el pasado 18 de octubre. Dejo aquí algunas instantáneas del acto y dos imágenes de la fantástica biblioteca del Nuevo Casino.









domingo, 20 de octubre de 2019

En Diario de Navarra


Alberto Royo conduce todos los días una hora al instituto. Media de ida y media de vuelta. Treinta minutos que aprovecha para escuchar Radio Clásica de RNE o conciertos de autores que él elige para su reproductor. Lo mismo da que sean unos valses de Strauss, un disco de Roberto King, los concierto de Brandenburgo de Bach o Pat Metheny en la voz de la cantante Anna Maria Jopek. Mientras le invaden las melodías a cien por hora por la autovía, piensa en cómo va a impartir sus clases de 1º y 3º de ESO de esa mañana en el IES Tierra Estella. Alberto Royo Abenia es un músico que enseña música. Y un profesor muy crítico con los ‘gurús’ de la educación y las nuevas metodologías “que solo buscan la innovación”...

Así comienza la entrevista que Sonsoles Echavarren me hizo hace unos días para Diario de Navarra y que se publica hoy. El enlace, aquí.


martes, 15 de octubre de 2019

martes, 8 de octubre de 2019

Cuaderno de un profesor se presenta en Pamplona


La semana que viene, el viernes 18 a las siete de la tarde, presentaremos en Pamplona Cuaderno de un profesor. Será en el Nuevo Casino de Pamplona, en la preciosa Plaza del Castillo.

Espero poder saludar a algunos amigos y charlar con Tomás Yerro, que me acompañará (y con quien siempre es un placer conversar), y con todo aquel que se anime a pasarse por el Nuevo Casino.




lunes, 30 de septiembre de 2019

"¿A favor o en contra de tomar apuntes? La reflexión de un profesor ha generado un auténtico debate"

Parece ser que unos tuits míos causaron revuelo en las redes. No sé si eso es bueno o malo (me inclino por lo segundo, dadas mis apreciaciones), pero aquí traigo la noticia.


jueves, 29 de agosto de 2019

jueves, 27 de junio de 2019

Feliz verano


A punto de finalizar definitivamente el curso, me gustaría aclarar algunos puntos:

Defiendo los libros de texto y preparo mis propios materiales.

Defiendo los deberes y casi nunca mando nada para casa.

Defiendo la autoridad y trato de que mis alumnos confíen en mí; no que recelen.

Defiendo la experiencia como fundamental para enseñar e intento no dar jamás la misma clase ni explicar los contenidos de la misma forma.

Defiendo la disciplina e imparto una asignatura, la música, en la que creatividad es parte esencial.

Defiendo el esfuerzo y estoy convencido de que se puede aprender a disfrutar del aprendizaje.

Defiendo la enseñanza y no reniego de su componente educativo.

Defiendo la didáctica, imprescindible, y combato el pedagogismo.

Defiendo el dominio de la materia como principal cualidad del buen profesor y no dejo de estudiar y de formarme.

Defiendo la evidencia y entiendo que tenemos que probar estrategias distintas y experimentar, pero ha de ser una experimentación seria, controlada y reflexionada.

Defiendo el pensamiento crítico y me esmero en fomentarlo a través del conocimiento.

Defiendo la enseñanza como palanca de ascenso social y solo la veo posible desde la exigencia y la aspiración a la excelencia; nunca desde la condescendencia, las buenas intenciones o las ansias de productividad.

Defiendo la emoción y estoy convencido de que es el conocimiento el que la provoca y el que nos permite apreciar las cosas bellas.

Defiendo que saber vivir tiene mucho que ver con saber aprender. Y creo que también con saber enseñar.

Feliz verano.



martes, 18 de junio de 2019

lunes, 10 de junio de 2019

Zaragoza. Una breve crónica


Ya terminó la Feria del Libro de Zaragoza y ya se presentó Cuaderno de un profesor. Como es habitual, fue estupendo poder saludar a familiares y amigos y conocidos, con los que siempre es un gusto pasar un rato.

Llegué a Zaragoza a eso de las diez y media, puesto que debía firmar en la caseta de Cálamo a partir de las once. La Plaza del Pilar me pareció un extraordinario emplazamiento para la Feria. Allí me recibió la figura de Goya y no pude evitar acercarme a la Catedral de La Seo para rememorar el imborrable día mi boda. Tempus fugit...

El cartel anunciaba la programación del día y pronto estaba en la caseta con Paco Goyanes (qué importante labor la del librero, que al fin y al cabo es el mediador entre quien escribe y quien lee lo que otro escribe). No se hizo pesada la estancia, pues las visitas la hicieron muy agradable.

Primero vino Pablo, un tipo simpatiquísimo e inquieto al que no había podido tratar hasta ahora, fuera del mundo virtual. Tras varios intentos frustrados, esta vez sí pudo ser. Acudió con su madre, genio y figura, a la que ya había podido saludar el día de la presentación en Zaragoza de mi anterior libro, presentación en la que estuvo como “enviada especial”. Pasamos un buen rato charlando y le dediqué el Cuaderno con la intención de agradecerle (agradecerles a los dos) el detalle de pasarse por la Feria y, claro, de leer el libro. Por el vídeo podrán comprobar todos que me explayé, acaso en exceso.


Al poco tiempo, Jesús, mi amigo dinosauriófilo, con el que ya había compartido unas cañas en un “evento” anterior, apareció entusiasmado con su (excelente) labor divulgadora en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Hice un descanso y nos tomamos una cerveza en un lugar fantástico: el Café Ciclón, en el restaurado antiguo Pasaje de la Industria. Nos pusimos al día y nos despedimos hasta otra ocasión, espero que pronto.


También pude hablar momentáneamente con Teodora, colega de batallas educativas, a la que acompañaba una amiga que compró mi libro para su hija, maestra de Infantil, lo cual me alegró enormemente porque la buena enseñanza ha de comenzar por ellas primeras etapas.

Pronto se hicieron las dos y aproveché para comer con mis padres en un sitio que vale la pena frecuentar: La Tabernilla de Sagasta (si van, prueben el tataki de atún), tras lo cual ellos descansaron un poco y yo regresé a la zona de la Feria para encontrarme, un rato antes de la presentación del libro, con Vanesa, a la que tenía unas ganas tremendas de conocer personalmente. Pasé con ella un rato magnífico, con otra cerveza (ella les dirá que tomó una fanta, pero no le hagan caso), pues hacía “bueno”. Hablamos un poco de todo. O bastante de todo. Y, una vez en Musicopolix, para presentar Cuaderno de un profesor, ella se marchó a hacer un examen, no sin antes hacerme una foto mientras probaba una de las guitarras de la tienda, aprovechando “maliciosamente” para incluir en la imagen unos UKELELES que se encontraban colgados al fondo. Al poco, Marta Vela, que tuvo la amabilidad de acompañarme y presentar el libro, estaba ya, puntual, con sus apuntes y su libro subrayado. Ultimamos algunos detalles, aguardamos a que los rezagados entraran y comenzamos. Además de algunos familiares, estaban: Charo, otra beligerante docente; Maite, también profesora, que dejó a medias una celebración para escucharnos; Leticia, comprometida docente en la FP; Mariantonia, la mujer de Dario, ambos enseñantes, a la que hacía años que no veía; Patricia y Antonio (Patricia enseña en FP); Carlos, que no es profesor, pero es un buen amigo, de los que siempre están; y estaba Ana, mi primera y más importante maestra de guitarra, la que me enseñó a amar el instrumento. Me dejaré seguro a alguien, pero me sabrán disculpar. El público estuvo participativo y discrepamos en algunos puntos, que es algo muy sano. Pero coincidimos en lo esencial: la educación es trascendental y ha de ser exigente y rigurosa para amparar la igualdad real de oportunidades y compensar desigualdades sociales; además, enseñar es un oficio noble y hermoso, a pesar de sus dificultades y sinsabores, que los hay, como hay satisfacciones que finalmente compensan las decepciones. 


Después de algo más de dos horas de tertulia, Gaby y Carlos, amabilísimos, habían preparado un piscolabis que sirvió para saludar a quienes no había podido saludar todavía. Firmé algunos libros y me quedé luego con Carlos, Patricia y Antonio (Juan se sumó un poco después). Anduvimos “tapeando” por el Tubo, una de las zonas más tradicionales de Zaragoza, sorprendentemente cambiada desde la última vez que la recorrí, que debió ser hace mucho, por lo visto. Comimos migas y mollejas y bebimos algunas cervezas más. Así acabó el día de la puesta de largo de Cuaderno de un profesor. Y aquí dejo algunas instantáneas y unas pocas líneas sobre la experiencia.


viernes, 31 de mayo de 2019

Puesta de largo de "Cuaderno de un profesor". En Zaragoza




La semana que viene, en concreto el sábado día 8 de junio por la tarde, después de participar en la Feria del Libro, presentaremos Cuaderno de un profesor. Me acompañará Marta Vela, con quien ya charlé y pasé un rato muy agradable en su programa "Música con estilo" de Radio Clásica. Será en Musicopolix. A las 18. Espero poder saludar a muchos amigos.


jueves, 30 de mayo de 2019

Recital de la Agrupación Inestable del IES Tierra Estellla

 Preparando los instrumentos para llevarlos al lugar del concierto.
 En marcha.
 Todo listo.
 El público, expectante.
 Cartel del concierto.
 Comienza la actuación.
En plena interpretación.

Las imágenes anteriores pertenecen a la última actividad que he llevado a cabo con mis alumnos de la Agrupación Inestable del IES Tierra Estella. Con estudiantes de 1º y 3º de ESO, preparamos y ofrecimos el día 23 un recital en la Residencia de Ancianos San Jerónimo de Estella, con la que el instituto tiene un acuerdo para que alumnos con conductas poco edificantes, en lugar de ser expulsados a sus casas, tengan que hacer labores sociales, ayudando en la Residencia. 

El programa, arreglado para instrumentos de láminas, teclado, guitarras, ukelele y pequeña percusión, fue el siguiente:

Aria Laschia ch'io pianga, del Rinaldo de Haendel.

Das Kinglet so herrlich, de La flauta Mágica de Mozart.

Marcha triunfal de Aida, de Verdi.

Segundo movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Dvorak.

El señor de los anillos, de Howard Shore y

Every breath you take, de The Police.

Era obligado corresponder a la Residencia con un concierto para los residentes y personal de San Jerónimo, que disfrutaron del buen hacer de los estudiantes, concentrados e ilusionados, como se puede ver en los vídeos que a continuación comparto.

Moraleja: Enseñar en un oficio duro, pero cuando los alumnos responden, es muy, muy gratificante.

Laschia Ch'io Pianga, del Rinaldo de Haendel. 

Das Klinget so herrlich, de La Flauta Mágica de Mozart.

El señor de los anillos. Howard Shore.

Every breath you take. Police. 

Agradecimientos

A la Residencia San Jerónimo, por su amabilidad.
A Jorge, por grabar y tomar instantáneas del concierto y ayudar con la organización.
A Emilio, siempre eficaz y dispuesto. A Toño y Joseba, por su colaboración. 
A mis alumnos, por haberse implicado, haber ensayado (¡incluso durante el recreo!) y haberse tomado en serio la actuación.