martes, 27 de mayo de 2014

“Podemos”: políticos “a la violeta”.


José Cadalso denunciaba en “Eruditos a la violeta” (1722) la erudición superficial tan propia de una época en la que el afán de cultura de las clases más pudientes había degenerado en simple moda. En el divertido opúsculo de "Eruditos" (subtitulado "Curso completo de todas las ciencias dividido en siete lecciones para los siete días de la semana") declaraba haber escrito la obra “en obsequio de los que pretenden saber mucho estudiando poco”.
 
Releer a nuestros ilustrados es toda una lección de perspicacia. Autores como Cadalso supieron ver los males de nuestra sociedad con sorprendente modernidad. Así, el escritor gaditano ponía en boca de Gazel en la sexta de sus “Cartas marruecas” (1789): "El atraso de las ciencias en España en este siglo, ¿quién puede dudar que procede de la falta de protección que hallan sus profesores? Hay cochero en Madrid que gana trescientos pesos duros, y cocinero que funda mayorazgos; pero no hay quien no sepa que se ha de morir de hambre como se entregue a las ciencias, exceptuadas las de pane lucrando que son las únicas que dan de comer. Los pocos que cultivan las otras, son como aventureros voluntarios de los ejércitos, que no llevan paga y se exponen más. Es un gusto oírles hablar de matemáticas, física moderna, historia natural, derecho de gentes, y antigüedades, y letras humanas, a veces con más recato que si hiciesen moneda falsa. Viven en la oscuridad y mueren como vivieron, tenidos por sabios superficiales en el concepto de los que saben poner setenta y siete silogismos seguidos sobre si los cielos son fluidos o sólidos. Hablando pocos días ha con un sabio escolástico de los más condecorados en su carrera, le oí esta expresión, con motivo de haberse nombrado en la conversación a un sujeto excelente en matemáticas: «Sí, en su país se aplican muchos a esas cosillas, como matemáticas, lenguas orientales, física, derecho de gentes y otras semejantes». Pero yo te aseguro, Ben-Beley, que si señalasen premios para los profesores, premios de honor, o de interés, o de ambos, ¿qué progresos no harían? Si hubiese siquiera quien los protegiese, se esmerarían sin más estímulo; pero no hay protectores". De esta forma evidenciaba Cadalso la falta de reconocimiento al profesor y el desprecio a la meritocracia, dos situaciones de innegable actualidad.

Pero hoy no quiero hablar de educación, sino de política. Volviendo a la primera obra mencionada, José Cadalso expone algunos consejos a quienes denomina “eruditos a la violeta”, con el objetivo de evitar que "los ineptos con exterior de sabios" puedan "alucinar a los que no saben lo arduo que es poseer una ciencia". Aconseja a estos "eruditos a la violeta" recomendaciones como las siguientes: "Las ciencias no han de servir más que para lucir los estrados, paseos, luneta de la comedias, tertulias, antesalas de poderosos y cafés” (…) “Y, al pronunciar este último verso, arquead las cejas, mirad alrededor, por encima de las cabezas de todos (…) “Es indispensable que tengáis, llevéis, publiquéis, aparentéis y ostentéis un exterior filosófico”.

Recién celebradas las elecciones europeas, en las que mi decisión final, tras mucha deliberación, fue la de ejercer mi derecho a no votar (o sea, que me abstuve, una determinación tan legítima como cualquier otra, algo que tristemente es necesario recordar en un momento en el que intransigentes travestidos de demócratas retiran el carnet de ciudadano e intentar impedir opinar de política hasta dentro de cuatro años al que no comulgue con la corriente en boga, que hoy es la de “vota a un partido emergente; la abstención beneficia a la partitocracia; vota o serás un conformista, un sinvergüenza y un defensor de la troika”)... recién celebradas, decía, las elecciones europeas, no dejo de darle vueltas a si hice bien o hice mal. Porque yo tengo el problema de dudar a menudo, antes, durante y después de tomar una decisión. Admiro a todos los neopolitólogos que se muestran tan convencidos de que hicieron bien como de que yo hice mal y reconozco que yo no tengo certeza alguna de si mi abstención se fundamenta en argumentos más sólidos que el voto de los demás. Lo digo con total sinceridad porque hice lo posible por informarme sobre partidos y candidatos, por escuchar y leer sus intervenciones, con el único propósito de acertar y, de ser posible, acudir a la cita con las urnas, que era, inicialmente, mi idea. Pero me ocurre lo que a muchos: que, profundamente decepcionado con los partidos tradicionales (el nivel de la campaña ha sido bochornoso, aunque pensáramos que no era posible que PP y PSOE se pusieran más en ridículo), echo la vista a los nuevos y me encuentro con un panorama muy poco estimulante, en el que parece destacar (o eso dicen) un tipo llamado Pablo Iglesias, cuyo aspecto mesiánico es acorde con la supuesta misión para la que (eso dicen también) ha sido llamado: terminar con la partitocracia, un objetivo con el que no se puede estar en desacuerdo (o, en todo caso, con el que yo coincido). No hay duda de que el sistema está corrompido, la ley electoral es injusta, carecemos de libertad real de elección, pues se vota a quien el partido decide colocar como candidato y no a quien el ciudadano desea votar...y todo esto es responsabilidad, sobre todo, de los dos grandes partidos, los únicos que podrían modificar el sistema si quisieran hacerlo, que no es el caso. Por lo tanto, que alguien plantee un discurso de partida diferente al del resto de partidos, especialmente al de los llamados “grandes”, no deja de ser positivo. No son las dudas razonables en cuanto a la posibilidad de cambiar el sistema desde dentro el motivo de mi abstención. Tampoco las reivindicaciones de “Podemos”, alguna de las cuales podría incluso suscribir (aunque el programa electoral tiene puntos ciertamente cuestionables). Mi abstención se debe a la sensación profunda de producto prefabricado que me produce el líder de este partido, cuyo rostro es el propio logo de la organización (¿habrán pensado en acuñar moneda propia? ¿Y en confeccionar sellos conmemorativos?).

Cuando digo “producto prefabricado” quiero decir que no encuentro en el representante de "Podemos" nada que me lleve a pensar que lo que defiende proceda del conocimiento, de la reflexión o del estudio, sino del dogma, de la tertulia y del eslogan, por lo que me atrevo a decir que existen "políticos a la violeta", como existen "pedagogos a la violeta" (Ken Robinson) o "científicos a la violeta" (Eduard Punset). Encantado de haberse conocido y de la popularidad que le han proporcionado sus infinitas intervenciones televisivas, Pablo Iglesias parece querer decirnos que, como en la obra de Cadalso, es él el “resplandor de aquella luz con que nacemos” y los demás debemos seguir su estela con embeleso y sentirnos afortunados por poder ser testigos de su mensaje. "Conseguiréis el nombre de sabios (…) adquiriéndoos tanto más renombre cuanto lo ostentéis con más presunción". Y presunción no le falta a Pablo (malo cuando alguien insiste en hablar de sí mismo en tercera persona o se autoconcede la etiqueta de "demócrata" -"no se trata de izquierda o derecha", sino de dictadura o democracia", sostenía para promocionar su candidatura-). El principal problema del nuevo eurodiputado es precisamente que parece demasiado preocupado por "lucir en las tertulias", "arquear las cejas y mirar por encima" y "aparentar y ostentar un exterior filosófico". Esta excesiva preocupación por lo visible y la poco sustancia que se descubre a poco que se escarba son constatables si evaluamos contradicciones tan llamativas como la teórica defensa de las clases bajas y el desprecio real que el propio Pablo Iglesias ha demostrado hacia personas a las que en una entrevista calificaba como "lúmpenes" o "gentuza" por ser "de clase mucho más baja que la nuestra". Por lo visto, se refería a unos tipos, según la anécdota que relataba nuestro protagonista, que habían robado una mesa de mezclas a unos raperos. En la entrevista, que circula por internet, también valoraba el "recurso" a "romper la boca" al tal ladrón como un "criterio normal". Hay que decir que Pablo admitió haberse equivocado y pidió disculpas (lo cual le honra), pero también que lo hizo acudiendo a excusas tan pobres como la supuesta descontextualización de sus palabras y recurriendo al victimismo ("cuando uno sale a la palestra debe asumir que el campo de batalla está plagado de minas", se lamentaba) y que sus explicaciones no solo no fueron convincentes sino que empeoraban la deplorable imagen que había dejado al caer en los eufemismos y en lo políticamentecorrectísimo ("sin duda víctima de una sociedad injusta", añadía en su alegato respecto al ladrón al que había pegado un puñetazo) para justificar un clasismo inaceptable.

En definitiva, es tal la sensación de estricto seguimiento del manual que me produce Pablo Iglesias (hablaría de "Podemos" pero, como algunos ya han dicho, sería más adecuado decir "Pablemos" o "Posemos") que me siento incapaz de confiar en su partido. Y, dicho esto, felicito a Pablo Iglesias, a "Podemos" y a "Pablemos" porque, creíbles o no, han obtenido unos resultados magníficos y justo es reconocer que han sido los grandes triunfadores y que lo que yo opino puede, por supuesto, ser atinado o completamente equivocado. Pero, puesto que es mi opinión, aquí queda reflejada.

 "(...) Y esto bastará para que os tengan por don Alfonso el Sabio (...) Ánimo, hijos, que, con esto sólo he visto lucir algunos que no saben más, o sin duda fiados en lo que dice Quevedo:

El mentir de las Estrellas
es muy seguro mentir,
porque ninguno ha de ir
a preguntárselo a ellas.

martes, 20 de mayo de 2014

De derechos y libre pensamiento. Y de matracas neocapitalistas y victimismos fulleros.

 


El Sr Uztarroz, “formador y consultor experto en Gestión del Conocimiento e Innovación”, amén de “Licenciado en Ciencias del Trabajo (especialidad en Recursos Humanos), con "capacitación en técnicas como el coaching, la PNL y en tecnologías sociales y de gestión innovadoras",  cuya experiencia en el campo de la enseñanza, según su página web, proviene de haber “publicado en revistas de investigación sobre innovación educativa”, “participado en congresos internacionales sobre la aplicación de las TIC en la educación” e “impartido conferencias y cursos sobre este tema”, escribía el 12 de abril en Diario de Navarra un artículo que ya comenté en este blog y también en el periódico citado el 22 del mismo mes. El 13 de mayo, en su blog, Josu Uztarroz publicaba una réplica a mi réplica, que titulaba "Derecho a pensar y a opinar". Soy tan sincero cuando digo que tenía pensado no responder como cuando reconozco que no puedo evitar volver a enredarme en una nueva disputa, a pesar de que la argumentación del Sr Uztarroz decepciona y desmotiva a partes iguales. Es por ello que trataré de ser breve, con pocas esperanzas de conseguirlo.

Lo primero que debo aclarar es que no me "molesta" que se opine sobre educación. Lo que sí me molesta es que se pontifique desde el desconocimiento y que, además, se pretenda ejercer el papel de "experto" atendiendo a circunstancias tan eventuales como la triple condición de "ciudadano, padre y ex-alumno", algo así como la Santísima Trinidad de la expertología, que en absoluto capacita para aconsejar sobre cuestiones tan sustanciales como la enseñanza. Porque, según esta misma argumentación, un melómano podría ser experto en ópera o un aficionado al ciclismo explicar lo que hay que hacer para ganar el Tour de Francia. ¿Se imagina alguien a un experto en medicina cuya única vinculación con la profesión fuera ser "ciudadano, padre de un paciente y ex-paciente"? Por otra parte, nadie le niega nadie el derecho a opinar (menos aún el derecho a pensar, como se lamenta Uztarroz en el título del último escrito), pero estos derechos son extensivos a todos, principalmente a los profesores en tanto que auténticos expertos en la materia y, en opinión de quien esto escribe, sus opiniones no solo no aportan nada sino que son perniciosas por la repercusión que puedan tener en quienes prefieren los consejos de cualquier desinformado antes que los de aquel que puede aportar una visión real de la situación.
 
Una segunda cuestión es la que hace referencia a lo que, explica el Sr Uztarroz, no son contribuciones originales (esto ya lo sabíamos, en realidad) sino una recopilación de opiniones de "decenas y decenas de expertos y docentes de todo el mundo". Según estas decenas y decenas de expertos y profesores ("ja", a lo de profesores), "la educación no es tal si no damos lugar a la creatividad y al desarrollo emocional", "el aprendizaje debe producirse de forma natural, partiendo de los intereses del aprendiz, desde la práctica y teniendo en cuenta sus errores, para ser reorientado por el docente”, "la sociedad digital requiere competencias que los sistemas educativos han de desarrollar (autonomía, adaptación, tratamiento de la información, etc., reformando el currículo", "el aprendizaje no está en los contenidos, sino en las interacciones que se producen alrededor de ellos"...vaya, que no hay duda de que estamos ante planteamientos muy poco originales y que no merecen mayor atención. Y eso que forman parte de un "informe final elaborado por la Fundación Telefónica, en base a las aportaciones de más de 50.000 docentes de 9 países, y más de 300 expertos internacionales". Uztarroz, que ya me va conociendo, se apresura a decir: "Si no le gusta la Fundación Telefónica, puedo ponerle otros muchos ejemplos". Por favor, se lo agradecería. Pero evite ejemplos de personas ajenas a la profesión. Lo que a mí me interesa es conocer la opinión de los docentes, sea o no coincidente con la mía, no la de los formadores, consultores, asesores o coaches.
 
Incurre el Sr Uztarroz en una contradicción flagrante cuando comienza admitiendo la diferenciación entre información y conocimiento, que no estaba nada clara en su primer artículo, para, a continuación, afirmar que la teconología digital "aporta abundancia de conocimiento". A ver si nos aclaramos que vamos a terminar sin saber de qué estamos discutiendo.

Termino ya diciendo que, ante el aparente propósito de aclarar que el uso de términos como "capital social" o "capital humano" responden a "una manera de describir la capacidad y las competencias que las personas necesitan poseer para desempeñarse en la vida" y ante el fallido intento de mitigar mis suspicacias ("no vea fantasmas donde no los hay") tengo que contestar que fantasmas, lo que se dice fantasmas, yo veo a montones, especialmente según la quinta acepción de la R.A.E., y que lo peor de todo es el esfuerzo que supone tener que salir, cada dos por tres, a explicar que la educación pública no es esto de lo que algunos hablan sin saber, que no trata con "capital social" sino con personas, que son ciudadanos lo que formamos (que no fabricamos) y que este es un matiz esencial y previo a cualquier discusión.
 
Sr Uztarroz, los que nos dedicamos a la enseñanza estamos ya empachados de consejos desaconsejables, como lo estamos de que nuestros dirigentes educativos los tomen en consideración. Por eso son ustedes peligrosos. Porque, tristemente, se les tienen en cuenta, por inconcebible que a muchos nos parezca. Y así vamos transitando de majadería en majadería, de la LOGSE/LOE a la LOMCE, de la búsqueda de la felicidad ignara y progre al bilingüismo y la alfabetización (exclusivamente) digital neoliberales. Es verdad, Sr Uztarroz, que usted y yo coincidimos (o eso parece) en que defendemos que el sistema educativo debe "proveer de igualdad de oportunidades", pero, o yo me he vuelto muy desconfiado, o me parece verle la patita cuando, convencido y solemne, proclama que "el saber  ha dejado de ser relevante".

 

miércoles, 7 de mayo de 2014

¿88 expertos educativos?

 

 
Hace exactamente mes y medio, publiqué en este blog un artículo titulado "Setenta expertos educativos". El motivo del mismo fue la jornada, organizada por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, con la colaboración del Gobierno de Navarra, que reunió a "expertos educativos de todas las comunidades españolas y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para analizar las mejoras que deben acometerse en el sistema educativo español para avanzar en la excelencia sin perjudicar, con ello, el principio de equidad", según información oficial del Gobierno de Navarra.

Mis suspicacias (desconfiado que es uno) acerca de la experiencia docente (educativa, por tanto) de los "expertos", llegados de todos los confines y reunidos en el mencionado cónclave, me llevaron a solicitar información al respecto al Gobierno de Navarra en varias ocasiones. Cuando, por fin, recibí respuesta, de la lista de solo doce nombres que se me facilitó (doce de setenta), se indicaba únicamente, y como quien leyó aquella entrada recordará, la ocupación de cuatro de ellos. De los perfiles que sí se proporcionaron, encontramos expertos en evaluación y cooperación territorial, analistas y miembros del Instituto Nacional de Evaluación Educativa… pero no profesores, como se nos había asegurado. Tras una no demasiado exhaustiva investigación, ampliamos la información y supimos que: Ismael Sanz constaba como Director del Instituto Nacional de Evaluación Educativa; Vicente Alcañiz, como miembro del Instituto Nacional de Evaluación Educativa; Francisco Javier García, como Diplomado en Electrónica, con estudios de Derecho, empresario en el sector del medio ambiente, diplomado en energías renovables y depuración de aguas y autor del libro De la justicia a la equidad social; Ruth Martín, como Profesora de Matemáticas en la Universidad Alfonso X el Sabio y la Universidad Complutense de Madrid y actualmente miembro del  Instituto Nacional de Evaluación Educativa; Ángel Sanz, como responsable de evaluación educativa del Gobierno de Navarra; Pablo Hispán, como Asesor de Educación y Director General de Mejora de la Calidad de la Enseñanza en la Comunidad de Madrid; Pilar González, como Directora de Innovación Educativa y Formación del Profesorado en la Comunidad de Castilla y León; de José Antonio García averiguamos nada.

Del  grupo de 70 “expertos educativos”, conocimos pues los nombres de doce, y solamente uno (una) figuraba como docente (aunque no lo sea en la actualidad). Ya que estábamos a la espera de que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte nos facilitase la lista completa, y puesto que hace pocas fechas volví a recibir una comunicación, esta vez remitida por Vicente Alcañiz Miñano, en representación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa del Ministerio de Educación, me dispongo a compartir con quien tenga interés en ello, la nueva información de que dispongo. Citaré solamente a aquellos "expertos" hasta ahora desconocidos.

Ismael Sanz, Francisco Javier García Crespo y Vicente Alcañiz Miñano son miembros del Instituto Nacional de Evaluación Educativa.

Íñigo Huarte es Director General de Recursos Educativos del Departamento de Educación de la Comunidad Foral de Navarra, diplomado en Ciencias Empresariales (especialidad de Financiación e Inversión) y licenciado en Ciencias Económicas, rama Empresa (especialidad contabilidad).

José Antonio García Fernández es Jefe de Servicio de Ordenación y Evaluación Educativa de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Principado de Asturias.

Además, participaron en el concilio, por la parte "foral", según indica el Instituto de Evaluación Educativa, "inspectores de Navarra, miembros del Departamento de Educación de Navarra, directores de centros educativos de Navarra participantes en PISA 2012, etc." (no se concreta el "etcétera"), así como, fuera ya de esta pequeña comunidad, "17 Directores Generales miembros en representación de las respectivas comunidades autónomas, así como el Director General de Evaluación y Cooperación Territorial MECD,  Alfonso González Hermoso de Mendoza; la Subdirectora General de Cooperación Territorial MECD, Esther Castilla; la Directora del Centro Nacional de Innovación e Investigación Educativa MECD, María Rodríguez Moneo; miembros de la Subdirección General de Evaluación y Cooperación Territorial MECD, Mª del Henar Aparicio y D. Alfonso Barril, así como  Cristina Rodríguez Coarasa, Subdirectora General de Títulos y Reconocimiento de Cualificaciones MECD".

Francamente, me he perdido con tanto nombre y tanto cargo y no tengo humor para hacer recuento, así que renuncio a comprobar si el número total de "expertos" es de setenta (o de ochenta y ocho, como en la peli de Tarantino). De lo que no tengo duda es de que, entre todos los citados, no hay un solo representante directo de los profesores, lo cual no solo confirma mis sospechas sino que agrava mi valoración inicial. Ni siquiera nuestra a priori única profesora, Ruth Martín, acudió como docente sino como miembro del Instituto Nacional de Evaluación Educativa del MECD, organismo este que puede presumir de haber aportado más representantes que ningún otro a la histórica jornada (si fueran los Óscar, diríamos que el INEE acaparó casi todas las nominaciones).

Por todo lo explicado anteriormente,  la conclusión que de aquella jornada extraía el Gobierno de Navarra ("La equidad tiene la misma importancia que la excelencia para alcanzar la calidad educativa, según los expertos"), aparte de constituir una simpleza, es de todo menos rigurosa, por lo que creo que mi siguiente paso va a ser solicitar, sino al MECD, sí al menos a nuestro Gobierno autonómico, que en adelante utilice las palabras con mayor precisión. Analizados los nombres y los cargos de los congresistas, el titular debería haber sido el siguiente:

"Políticos, asesores y burócratas de todo tipo y condición se reúnen para hablar de educación y concluyen que la equidad tiene la misma importancia que la excelencia para alcanzar la calidad educativa."

Por cierto, la próxima vez quizás podrían plantearse invitar a algún profesor. Así conocerían la realidad en boca de un experto.