El Sr Uztarroz, “formador y consultor experto en
Gestión del Conocimiento e Innovación”, amén de “Licenciado en Ciencias del
Trabajo (especialidad en Recursos Humanos), con "capacitación en
técnicas como el coaching, la PNL y en tecnologías sociales y de gestión
innovadoras", cuya experiencia en
el campo de la enseñanza, según su página web, proviene de haber “publicado en
revistas de investigación sobre innovación educativa”, “participado en
congresos internacionales sobre la aplicación de las TIC en la educación” e
“impartido conferencias y cursos sobre este tema”, escribía el 12 de abril en Diario de Navarra un
artículo que ya comenté en este blog y también en el periódico
citado el 22 del mismo mes. El 13 de mayo, en su blog, Josu Uztarroz publicaba una
réplica a mi réplica, que titulaba "Derecho a pensar y a opinar". Soy
tan sincero cuando digo que tenía pensado no responder como cuando reconozco
que no puedo evitar volver a enredarme en una nueva disputa, a pesar de que la
argumentación del Sr Uztarroz decepciona y desmotiva a partes iguales. Es por
ello que trataré de ser breve, con pocas esperanzas de conseguirlo.
Lo primero que debo aclarar es que no me "molesta"
que se opine sobre educación. Lo que sí me molesta es que se pontifique desde el desconocimiento y
que, además, se pretenda ejercer el papel de "experto" atendiendo a
circunstancias tan eventuales como la triple condición de "ciudadano,
padre y ex-alumno", algo así como la Santísima Trinidad de la expertología, que en absoluto capacita
para aconsejar sobre cuestiones tan sustanciales como la enseñanza. Porque,
según esta misma argumentación, un melómano podría ser experto en ópera o un aficionado
al ciclismo explicar lo que hay que hacer para ganar el Tour de Francia. ¿Se
imagina alguien a un experto en medicina cuya única vinculación con la profesión
fuera ser "ciudadano, padre de un paciente y ex-paciente"? Por otra
parte, nadie le niega nadie el derecho a opinar (menos aún el derecho a pensar,
como se lamenta Uztarroz en el título del último escrito), pero estos derechos son
extensivos a todos, principalmente a los profesores en tanto que auténticos
expertos en la materia y, en opinión de quien esto escribe, sus opiniones no
solo no aportan nada sino que son perniciosas por la repercusión que puedan
tener en quienes prefieren los consejos de cualquier desinformado antes que los
de aquel que puede aportar una visión real de la situación.
Una segunda cuestión es la que hace referencia a lo
que, explica el Sr Uztarroz, no son contribuciones originales (esto ya lo
sabíamos, en realidad) sino una recopilación de opiniones de "decenas y
decenas de expertos y docentes de todo el mundo". Según estas decenas y
decenas de expertos y profesores ("ja", a lo de profesores), "la
educación no es tal si no damos lugar a la creatividad y al desarrollo emocional",
"el aprendizaje debe producirse de forma natural, partiendo de los
intereses del aprendiz, desde la práctica y teniendo en cuenta sus errores,
para ser reorientado por el docente”, "la sociedad digital requiere
competencias que los sistemas educativos han de desarrollar (autonomía,
adaptación, tratamiento de la información, etc., reformando el currículo",
"el aprendizaje no está en los contenidos, sino en las interacciones que
se producen alrededor de ellos"...vaya, que no hay duda de que estamos ante
planteamientos muy poco originales y que no merecen mayor atención. Y eso que
forman parte de un "informe final elaborado por la Fundación Telefónica, en
base a las aportaciones de más de 50.000 docentes de 9 países, y más de 300
expertos internacionales". Uztarroz, que ya me va conociendo, se apresura
a decir: "Si no le gusta la Fundación Telefónica, puedo ponerle otros
muchos ejemplos". Por favor, se lo agradecería. Pero evite ejemplos de
personas ajenas a la profesión. Lo que a mí me interesa es conocer la opinión
de los docentes, sea o no coincidente con la mía, no la de los formadores,
consultores, asesores o coaches.
Incurre el Sr Uztarroz en una contradicción
flagrante cuando comienza admitiendo la diferenciación entre información y
conocimiento, que no estaba nada clara en su primer artículo, para, a
continuación, afirmar que la teconología digital "aporta abundancia de
conocimiento". A ver si nos aclaramos que vamos a terminar sin saber de
qué estamos discutiendo.
Termino ya diciendo que, ante el aparente propósito
de aclarar que el uso de términos como "capital social" o
"capital humano" responden a "una manera de describir la capacidad
y las competencias que las personas necesitan poseer para desempeñarse en la
vida" y ante el fallido intento de mitigar mis suspicacias ("no vea fantasmas
donde no los hay") tengo que contestar que fantasmas, lo que se dice
fantasmas, yo veo a montones, especialmente según la quinta acepción de la R.A.E.,
y que lo peor de todo es el esfuerzo que supone tener que salir, cada dos por
tres, a explicar que la educación pública no es esto de lo que algunos hablan
sin saber, que no trata con "capital social" sino con personas, que
son ciudadanos lo que formamos (que no fabricamos) y que este es un matiz
esencial y previo a cualquier discusión.
Sr Uztarroz, los que nos dedicamos a
la enseñanza estamos ya empachados de consejos desaconsejables, como lo estamos
de que nuestros dirigentes educativos los tomen en consideración. Por eso son ustedes peligrosos. Porque, tristemente, se
les tienen en cuenta, por inconcebible que a muchos nos parezca. Y así vamos
transitando de majadería en majadería, de la LOGSE/LOE a la LOMCE, de la búsqueda de la
felicidad ignara y progre al bilingüismo y la alfabetización (exclusivamente)
digital neoliberales. Es verdad, Sr Uztarroz, que usted y yo coincidimos (o eso parece) en que
defendemos que el sistema educativo debe "proveer de igualdad de
oportunidades", pero, o yo me he vuelto muy desconfiado, o me parece verle
la patita cuando, convencido y solemne, proclama que "el saber ha dejado de ser relevante".
Afirmar que "el saber ha dejado de ser relevante" es toda una auto confesión de ignorancia zafia. Lo que me pregunto es cómo lo "sabe"; cómo ha llegado a tal conclusión sin basarse en nada "relevante".
ResponderEliminarEnhorabuena por la réplica.
Misterios de la expertología, amigo Xavier...solo para iniciados.
ResponderEliminarMe pregunto si la fobia de esta banda de ignorantes hacia el conocimiento y estudio serio se debe a que les fue muy mal en sus estudios. En este grupo están incluidos los políticos que reinan de forma absolutista en las consejerías de deseducación.
ResponderEliminarRecomendaría al Sr. Uztarroz tomara nota de Gregorio Luri en su artículo "¿Por qué no aprender de los mejores?" y se deje de marear la perdiz.
Un artículo magistral el que citas. Lo enlazo: http://www.apsnavarra.com/es/actualidad.php?idSeccion=4&idContenido=20&idContenido2=641&pag=1
EliminarQué lata y qué estafa! Toda mi vida de docente oyendo hablar de "expertos2. Por favor, los que sabeis simplemente y realmente no os convirtais nunca en expertos, aunque sea en expertología. Soy algo intruso aquí pero os quiero agradecer que hableis claro. Alberto
ResponderEliminarAquí es bienvenido todo el mundo, "Anónimo". Expertos incluidos. Un saludo.
EliminarGracias, tocayo. No te conozco personalmente pero soy amigo de algunos amigos tuyos como Jorge, Xavier... Ayer hablé impulsivamente, como "ex abundantia cordis" y ni me molesté en averiguar como debía hacer para aparecer con mi nombre. Soy ya jubilado. Feliz, claro, pero con ciertas añoranzas. El leerte me provoca satisfacción y mitiga mi añoranza de las buenas aunque sencillas clases de filosofia que en mis tiempos fueron posibles. Si enseñar hoy es lo que pretenden Uztarroz y la legión de formadores y expertos..., yo ya no podría hacerlo, no podría creer en ello y sentirme feliz haciéndolo, como entonces. Si tu y otros seguís en las brecha es que todavía hay esperanza. Gracias
EliminarPues encantado, Albert. No sé si hay esperanza pero te agradezco mucho los ánimos y tu amabilidad. Lo que me preocupa, ya que dices que eres un profesor felizmente jubilado, es cómo convencer a los profesores jóvenes que, por decirlo así, son docentes "nacidos en cautiverio" (que dirían en Matrix), los que no conocen más que este sistema de comprensividad, "calidad", competencias, alfabetización digital y educación emocional (y ahora, emprendimiento)...esa es tarea difícil. Un saludo.
EliminarEnhorabuena por tu artículo, Alberto, pero especialmente por tu infinita y jobiana (¿se dirá así?) paciencia con el sector más duro del látigo de la ignorancia.
ResponderEliminarNo pensaba rebajarme a este tipo de comentarios, pero al ver la opinión de quien firma como "agregadobup" ("me pregunto si se debe a que les fue mal en sus estudios") casi me empuja a intervenir y contar una experiencia personal. Llevo seis años compaginando mi docencia en el instituto con la docencia en la universidad como profesor esclavo/asociado. He impartido mi asignatura en las especialidades de Magisterio, Ing. de Minas, Comercio Internacional, Empresariales, LADE, Relaciones Laborales (Ciencias del Trabajo), Ing. Aeroespacial e Ing. Eléctrica. Pues bien, con una diferencia que podríamos decir abismal, los peores alumnos que he podido encontrar desde el punto de vista no sólo académico, sino de comportamiento (como lo oyes) y formación previa, estaban en las facultades de... Efectivamente, Magisterio y Relaciones Laborales. La causa de este fenómeno, que no es exclusivo ni de mi labor docente ni de mi asignatura, reside en el hecho de que son dos carreras en las que el índice de presencia vocacional es prácticamente nulo: la inmensa mayoría de los alumnos están allí porque no pueden estar (por notas previas) en ningún otro lugar. Al terminar sus estudios, los pocos que han conseguido un expediente apañadito se hacen con los puestos de trabajo (que como en cualquier profesión hoy día son escasos) disponibles. El resto acostumbra a buscarse la vida como "entrepreneurs", o sea, como emprendedores, figura esta que nos están vendiendo como algo novedoso, pero que ya tenemos bien conocida de mis años de estudiante de BUP (cuando se estudiaba como es debido): en las clases de literatura teníamos que leer los grandes clásicos de nuestra literatura (por supuesto, completos y sin adaptación alguna) y ahí es cuando tropecé con el primer emprendedor de la historia, conocido con el sobrenombre del Lazarillo de Tormes. Quevedo no fue tan elegante y al suyo le plantó una etiqueta más cruel, pero también más imperecedera (El Buscón). Y asaltados nos hallamos por esta recua de buscadores de zonas grises, molestos como la mosca del caballo. Su ignorancia es tan contagiosa que hasta los políticos más zafios (casi todos) se quedan boquiabiertos cuando les escuchan su bullshit argumentativo (el artículo que mencionas del tal Uztarroz (que, por tu gentileza me he visto impelido a sufrir -no sé si te lo perdonaré-) es la mejor muestra de ello.
Ánimo en tu lucha, Alberto, y sigue blandiendo la espada y rasurando pescuezos.
Por cierto, cuando hayas acabado con ellos, empieza con los comentaristas pesados que te meten/metemos larguísimas entradas en tu blog. Estos también se lo tienen más que merecido.
Manuel, lo mejor de este blog son los comentarios, así que gracias otra vez por el tuyo. De ninguna manera pienso perseguir a los comentaristas por más extensos que sean sus apuntes (no siempre hay que dar la razón a Gracián), a ver si alguno va a pensar que "Profesor Atticus" es el seudónimo del ministro Fernández Díaz. Además, bastantes "amigos" estoy haciendo como para hacer extensiva la trifulca a los de verdad. Y no me recrimines haber leído a Uztarroz. Al enemigo hay que conocerlo para combatirlo, aunque ya sabes que se corre riesgo de indigestión, como decía Don Pío.
Eliminar¿Pero alguien duda la inmensa mayoría de los alumnos que estudian Magisterio/Pedagogía son los peores expedientes, es decir, los más ceporros?
EliminarPuedo contar la experiencia de un colega de instituto cuyo hijo suspendió en la eso y hasta en selectividad y aprueba todas las asignaturas de Magisterio, sin abrir un libro como reconoce su padre, mi colega.
Si puedo asegurar que el deseo de nuestros gobernantes educativos, “los mejores expedientes a magisterio”, nunca será posible.
Si hablas con un alumno de todo sobresaliente en bachillerato y más de un 13 en selectividad, y yo lo he hecho, te cuenta que jamás estudiaría magisterio porque allí pierden el tiempo soberanamente con juegos y demás trivialidades. No es cuestión de vocación normalmente, los mejores expedientes suelen querer materias complicadas y alto nivel de exigencia.
Los propios estudiantes de Magisterio saben que aprenden mucha frivolidad y poca sustancia.
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