Gema
Lendoiro me entrevistó para La razón hace poco a raíz de algunas noticias recientes. A continuación,
la transcripción de la entrevista, que puede leerse aquí.
Siete
veinteañeros deciden pasar el día en la montaña. En concreto en L´Angliru, un
puerto de montaña del principado de Asturias. Acuden en un 4 x 4 con muchas
ganas de pasar un buen día pero con poca previsión de quedarse atrapados en la
nieve. Y es que, en la época dorada de toda la información que necesites a
golpe de click (incluida la previsión del tiempo), a estos chicos les
sorprendió la dureza de la montaña. Pero no solo les sorprendería eso, les
pillaría totalmente desprevenido algo que ni imaginaban: una bronca por parte
de un operador del 112.
Dicho operador, tras una tensa y breve conversación con uno de ellos y,
ante la imposibilidad de subir a rescatarlos le soltó la frase que se ha hecho
viral estos días: Ya somos mayorinos. Sin embargo el operario se equivocaba
porque no, no somos mayorinos. Al menos no todos o no siempre.
Dicha frase, más propia de un padre que de un operario en ejercicio de su
profesión, ha generado muchísima controversia y una división. Los que opinan
que tiene toda la razón del mundo en haber dicho eso y los que piensan que, en
primer lugar no debería haber dicho eso en su faceta de operario del 112 y en
segundo, que los chicos no son responsables de que la nevada les pillara
desprevenidos (no tenían tampoco ropa adecuada para salir de ahí caminando).
Alberto
Royo es autor de los
libros Contra la Nueva Educación y La sociedad gaseosa.
En este último libro plantea, con mucho sentido común, cómo la sociedad actual
ha dejado de ser sólida para pasar a ser gaseosa. Un ensayo que analiza cómo
triunfan las personalidades que tienden a buscar desesperadamente lo inmediato,
lo fácil y lo rápido sin trabajo, sin esfuerzo, sin plantearse las
consecuencias que tiene ir por la vida sin una reflexión profunda. Una sociedad
llena de personas acostumbradas al hedonismo y lograr el éxito efímero.
-Cae
una gran nevada y miles de conductores se quedan atrapados en el coche a pesar
de que se había avisado de que esto podía suceder. Muchos iban bien equipados
pero la mayoría no llevaban cadenas por lo que interrumpieron la circulación de
los que sí. Sin embargo la sociedad, al menos parte de ella y, por supuesto
quienes están en la oposición, cargan contra el Estado. ¿Esto es un claro
ejemplo de la infantilización de la sociedad?
-En primer lugar, es un ejemplo de cómo nuestros políticos, que no dejan de
ser reflejo de los ciudadanos, son capaces, demasiado a menudo, de reprochar o
respaldar una actuación según convenga (no hay más que acudir a las
declaraciones que se han producido en situaciones similares, pero con diferente
partido en el gobierno). Pero es también una muestra de que cada vez nos cuesta
más asumir nuestras responsabilidades, tan acostumbrados como estamos a culpar
de todo a los demás. Y esto, pienso, nos resta credibilidad a la hora de poder
criticar, reprochar o reivindicar.
-Se ha
hecho viral el vídeo de Ya somos mayorinos. ¿Qué le pareció?
-Me parece que al igual que hemos pasado de la sociedad líquida a la
gaseosa, estamos pasando de la generación blandita a la generación tirana, que
es la evolución natural de aquella y a nadie debería sorprender. Así que, como
dice el refrán, habrá que arar con estos bueyes. Mientras tanto, propondría un
reconocimiento público para la persona del 112 que atendió a esos chicos.
¿Quizás un premio “a su labor educativa”?
-Esto
trasciende nuestras fronteras. H&M publica en su web una foto de un niño de
raza negra con una sudadera que reza: “soy el mono más molón de la selva” y se
lía tan fuerte que la empresa tiene que rectificar. La piel fina, lo
políticamente correcto a la orden del día. ¿La sociedad no piensa en general?
-Este caso puede que sea distinto. No soy favorable a la censura. Me parece
que el respeto a la libertad de expresión es algo fundamental. Pero también,
ejerciendo la mía, tengo que decir que no me ha parecido afortunado que en la
misma publicidad un niño negro sea considerado “el mono más molón de la jungla”
y uno blanco “un superviviente”. De todas formas, me parece que la reacción ha
sido excesiva, muy propia de estos tiempos de trending topic, y que
probablemente se haya hecho un favor a la empresa, que ha conseguido mucha más
publicidad. Por otra parte, queda claro que lo políticamente correcto está
acelerando la derrota definitiva de la ética a favor de la estética.
-En
general, ¿somos una sociedad mucho más débil que la que nos precedió en el
tiempo? ¿Por qué?
-Sinceramente, creo que la sociedad ha mejorado en no pocos aspectos. Pero
también percibo que la sobreprotección que muchos jóvenes reciben les perjudica
porque les deja sin herramientas para afrontar la vida. Es un error mayúsculo
evitarles los problemas porque lo que debemos hacer es enseñarles a abordarlos.
Paradójicamente, en el momento en el que más preocupación parece haber por los
hijos, más dificultades tienen para valerse por sí mismos.
-En su
libro, la Sociedad Gaseosa habla muchísimo de esto, de una sociedad que se rige
por el lema Me lo deben.
-Encuentro peligroso renunciar a las convicciones. Y encuentro peligroso
dejar de pensar de manera libre y dejarnos influir por aquellos cuya opinión
nos parece que va a ser mejor aceptada, tan peligroso como ser incapaz de
modificar nuestros planteamientos si se nos convence con argumentos racionales.
No sé si estamos en la sociedad del “Me lo deben”, pero desde luego no estamos
en la sociedad del "Lo voy a conseguir por mérito propio”.
-Hablemos
de responsabilidad. ¿Padres, profesores, sistema educativo?
Es una responsabilidad compartida, claro. Pero cada cual tiene que saber y
querer asumir la parte que le corresponda. Y apostar por lo adecuado antes que
por lo cómodo.