jueves, 26 de marzo de 2015

Pública o concertada. Muß es sein? Cuestión de prioridades.



Como cualquier otro asunto, suele ser aconsejable tratar la controversia educación pública-educación concertada desde el desapasionamiento y afrontándolo desde la mayor racionalidad de que seamos capaces. Conviene también dejar a un lado la ideología para evitar que nuestra postura quede supeditada a aquella. Que uno considere que los servicios públicos son esenciales en toda democracia avanzada no debe ser impedimento para admitir que, en función de las circunstancias, se ha de ser flexible en las convicciones y admitir situaciones excepcionales. Una de estas situaciones excepcionales fue la necesidad de concertar determinados centros privados, pues así lo requería el exceso de matrícula que los centros públicos, en su día, no podían absorber. La red concertada nació pues como subsidiaria de la pública en un contexto en el que parecía razonable que el erario público se dedicara a cubrir parte de su presupuesto para cumplir con el objetivo de “universalizar la educación”.

Ahora bien, aceptar lo anterior no significa que uno tenga que comulgar con ruedas de molino. En un momento de crisis como este, con durísimos recortes en los servicios públicos, graves carencias en infraestructuras y serios problemas derivados (no todos) de la falta de recursos, no parece que con la tan manoseada “libertad de elección de centro” se nos pueda convencer de que esto es así porque “así debe ser”, como aquel Muß es sein  del último cuarteto de Beethoven del que Kundera se hizo eco en “La insoportable levedad del ser”, o sea, porque el Destino así lo ha querido. ¿De verdad tiene que ser así? Yo creo que no, sobre todo porque la libertad de elección de centro no está en cuestión. En todo caso, deberíamos hablar de “libertad de subvención”. Cualquier padre y cualquier madre pueden matricular a sus hijos en un centro público o privado, en el primero de forma totalmente gratuita. Pero nadie, insisto, nadie les impide hacerlo donde consideren. Eso es libertad. Lo otro es pretender que a una familia que, legítimamente, opta por la enseñanza privada, se le financie en su elección. Nada reprocho, quiero dejarlo bien claro, a quien prefiere un centro privado a uno público por el motivo que fuere: laicidad o religiosidad, perfil del profesorado, cercanía, resultados académicos... Lo que no encuentro sensato es que se exija, apelando a la libertad, que se le pague. Más doloroso resulta comprobar cómo el Consejero de Educación del Gobierno de Navarra da la sensación de defender con más ahínco la red concertada que la pública, por supuesto enarbolando también la bandera de la libertad. Y más inaceptable aún que se empeñe en condicionar el voto de los ciudadanos advirtiendo de lo que otros harían en contra de la concertada a la que él tanto ampara, sobre todo porque él mismo se ha permitido endilgar a la fuerza sus píldoras plurilingües para evitar el avance de la matriculación en el modelo D (su Presidenta lo reconoció públicamente). Motivación política se llama eso. Y no difiere del “si no ganamos las elecciones vosotros no trabajáis en la Junta” de la entonces delegada de Empleo de la Junta de Andalucía en Jaén, Irene Sabalete, que esta lanzó a un grupo de trabajadores de la Administración andaluza durante una reunión celebrada un mes antes de los comicios autonómicos con directores de las Unidades Territoriales de Empleo, Desarrollo Local y Tecnológico y que ha circulado estos días por las redes sociales. Ya ven que en todas partes cuecen habas, lo cual no resta importancia a la cuestión, desde luego. Y la cuestión no tiene que ver tanto con la conveniencia o no de disponer de una red de centros concertados como de establecer prioridades en la gestión política de los servicios públicos. Sin entrar a valorar lo que otros partidos, si llegaran al Gobierno, querrían decidir en materia educativa, lo que pido a nuestros dirigentes, a estos o a los que los sustituyan en unos meses, es que tengan claras las prioridades y valoren si es prudente, ya no digo mantener el gasto público en la red concertada, sino al menos conservar en ella un gasto tan elevado (los recientes 459 millones de euros para la renovación de conciertos educativos en Primaria, ESO y FP y los 107,5 millones en  Infantil y Bachillerato, del año pasado), pese a los continuos recortes en la pública. 

Como digo, se trata de establecer prioridades. Y esto debe hacerse en todos los ámbitos: ¿es más importante fomentar que nuestros alumnos aprendan a amar el conocimiento, que se despierte en ellos la curiosidad por saber, que desarrollen la sensibilidad artística, que se cultiven cultural, humanística y científicamente o que canten el himno deNavarra, aprendan a emprender y estudien Religión? ¿es mejor robustecer la red pública y que la concertada sea, tal y como fue concebida, auxiliar, o dejar que la educación pública se apague mientras la privada, con ayuda de nuestros impuestos, se robustece al tiempo que segrega por sexos o acoge un número menor de inmigrantes? Una pregunta más: cuando se defiende la concertación, ¿se hace en busca de un equilibrio entre redes o con el fin de proporcionar a una de ellas cierta exclusividad social? Porque, en mi opinión, toda administración educativa debe corregir los desequilibrios en lugar de incentivarlos, evitar la fractura social y garantizar la igualdad de oportunidades y la posibilidad de que cualquiera, en base a su esfuerzo y su formación, pueda ascender socialmente y progresar.  Este y no otro debe ser el objetivo de la enseñanza pública. Y esta es la gran responsabilidad de nuestros gobernantes. Ojalá lo tengan claro.


lunes, 23 de marzo de 2015

Aula Planeta. ¿Innovación al servicio de la educación?


Aula Planeta es "un sistema integrado de contenidos curriculares que pone al servicio del profesor una propuesta didáctica personalizable y gran variedad de recursos digitales para preparar sus clases, y a disposición de los alumnos todo lo que necesitan para aprender de forma motivadora y eficaz". Su lema es: "Cada vez innovamos mejor", versión pedagógica del "me sorprendo a mí mismo; no paro de pensar" que nos regaló Marvin Dofler en la poco valorada y definitivamente merecedora de mejor suerte "Huida a medianoche", aquella road movie ochentera que dirigiera Martin Brest. Basta leer algunos tuits de Aula Planeta para hacerse a la idea de cómo se entiende hoy la educación y de lo que nos espera.

Repasemos:

"Decálogo de la felicidad."

"Construyendo una escuela inclusiva."

 "Todas tus acciones son semillas que tarde o temprano darán sus frutos. No decaigas."

"Diez pasos para realizar un Aprendizaje Basado en Proyectos perfecto."

"Es importante dejar que el niñ@ elija el libro que más le motive o llame la atención."

"Haz RT y reparte felicidad."

"Profes españoles creen en la pronta entrada de la robótica"...

Aula Planeta no es un caso aislado sino uno más dentro de la gigantesca ola anti-intelectual que nos invade. El servicio que Aula Planeta brinda al profesor no tiene relación alguna con lo académico, sencillamente porque lo académico importa un carajo. ¿Para qué aprender música, literatura o biología pudiendo ser feliz? He seleccionado solamente algunos tuits ("al azahar", como se diría ahora) pero me parecen, todos ellos sin excepción, nocivos. Y lo son tanto si hablamos de enseñar como si hablamos de educar. Olvidemos por un momento la enseñanza de los diferentes saberes que tradicionalmente han conformado el currículo en la escuela en la era anterior a Howard Gardner y Paulo Coelho y centrémonos en la educación desde el punto de vista de los valores que queremos transmitir. "Todas tus acciones son semillas que tarde o temprano darán sus frutos. No decaigas." ¿Este es el servicio que ofrece Aula Planeta al profesor? ¿Es esto lo que debe inculcar un maestro a sus alumnos, que todo lo que haga terminará dando sus frutos, que no importa si actúa bien o mal, si se conduce de manera honrada o deshonesta, si acierta o se equivoca... porque los astros, seguro, se alinearán a su favor y todo saldrá bien? Todo es posible. Puedes ser lo que quieras. Sé positivo. Piensa en verde

- ¿Y la responsabilidad individual? 

-¿"Lo qué"? 

La responsabilidad, la obligación, la culpa...para el profesor. Y más vale que el alumno consiga cumplir sus sueños, alcanzar la felicidad y volar más lejos que Peter Pan porque si no ya sabemos quién habrá hecho mal su trabajo. Mientras, la supuesta innovación no es tal, pues no lo es hablar de escuela inclusiva. Mientras, insistimos en el aprendizaje en proyectos porque todo debe ser del gusto del niño (perdón, del niñ@), para que esté motivado, haga RTs y sea dichoso (dichosa felicidad). Y, mientras, los "profes", ya vamos "creyendo" en "la pronta entrada de la robótica", la Buena Nueva. Al fin vemos la luz.

Sé que soy yo, que hay quien considera que todas estas ideas no solo son bondadosas y modernas, sino que las que se salgan del molde, las discordantes, serán sospechosas de buscar la frustración del chico (perdón otra vez, del chic@), desear su desgracia, negarle el éxito, la salud emocional y la prosperidad y pretender imponer una superioridad intelectual que hoy no existe gracias a la democratización del conocimiento que nos ha traído internet. Lo entiendo, claro que lo entiendo. De hecho, incluso un niño de cuatro años podría entenderlo.

¡Que me traigan un niño de cuatro años!


viernes, 13 de marzo de 2015

La invasión de la economía o el mérito devaluado


No hay nada que hacer. Nos guste o no estamos sometidos a la economía. Mejor no oponer resistencia y resignarse. Asumamos la cultura emprendedora y la educación financiera como imprescindibles para nuestros jóvenes. No solo es bueno que hayan entrado ya en el currículo. Deben ser troncales. Pasen los economistas y empresarios. Salgan los profesores. Como el libro de Petete, la economía te enseña, la economía entretiene y yo te digo contento hasta la clase que viene. La economía manda. ¡Vaya que si manda! La economía nos dice, siempre con amabilidad, qué debemos hacer, qué debemos pensar. Y menos mal, porque la única salida a la crisis económica es la que nos indiquen los abnegados economistas y la única solución a la crisis financiera la que recomienden los sacrificados empresarios financieros.

¿Conocen la palabra "devaluación"? Seguro que sí porque hoy todo se analiza desde el punto de vista económico. Siempre el mismo criterio: que cuadren los números. Viva la numeración, decía El Puma. Pues eso, que habrán oído miles de veces eso de la devaluación. Algo se devalúa cuando su valor disminuye. Y esto, debe ser cosa de la crisis, es lo que sucede con mis méritos, esas tonterías que presento cada dos años al Departamento de Educación para mejorar mi destino docente. Sí, sí, eso ha ocurrido: se me han devaluado los méritos. Y es raro porque acabo de terminar una segunda licenciatura, he ofrecido algunos conciertos más y aportado méritos que no había aportado relativos a clases magistrales (con perdón) en el extranjero de cuya certificación no dispuse hasta hace poco. Pues ni por esas. Tengo menos puntos que hace dos años. Desconcertante, ¿verdad?

Uno, que intenta ser racional, trata de buscar una explicación lógica para todo esto. Que los méritos hayan encogido no parece probable. Que haya habido un error, tampoco, pues ya reclamé la revisión de las puntuaciones y la Administración ha confirmado las que me llevaron a reclamar. No queda, por lo tanto, otra justificación que una devaluación por culpa de esta crisis inmisericorde que padecemos, esta catástrofe natural que amenaza con terminar con el estado de bienestar que nuestros esforzados políticos hacen lo imposible por mantener.

Me invade ahora la incertidumbre sobre los próximos pasos a dar en esta "carrera profesional docente" (no se rían, hagan el favor, que el tema es serio). Entusiasmado como estaba por haber decidido el tema de mi tesis doctoral y dispuesto a matricularla el próximo curso, me asaltan varias dudas: la primera, ¿se devaluarán los cinco puntos que otorga la Administración una vez defienda la tesis o tendrá Rajoy razón y ya está escampando? (comprenderán mi desazón si tengo que fiarme del pronóstico del Presidente del Gobierno); la segunda: ¿soy imbécil por plantearme dedicar unos años de mi vida a investigar sobre un tema que me apasiona para conseguir cinco míseros puntos cuando, si optara a la dirección de un centro, en tres años (supongamos que dedicara ese tiempo a la investigación) obtendría doce puntos, cuando bastarían dos años como secretario del centro para lograr los cinco puntos de la tesis y solo por un año más (cuatro) desempeñando un cargo en la Administración, de esos de libre designación, ya tendría seis puntos, más que con la tesis?

Bueno...si al fin y al cabo, el tema no era tan tan tan apasionante... total, es algo muy minoritario... si en el fondo no me gustaba tanto... seamos sinceros, ¿quién tendría interés en leer una tesis sobre esto?

Veamos... ¿a quién conozco yo en el Departamento? ¿Qué hay que hacer para ser director, jefe de estudios o secretario? ¿Cuánto cuesta el máster ese sobre innovación pedagógica, emprendimiento, coaching y afectividad?


lunes, 9 de marzo de 2015

Elogio de la equidistancia (XI). El sectario pedagógico.


Hace unos días hablaba de un tipo de sectario, el laicista, especialmente agresivo. Hoy quiero abordar la figura del sectario pedagógico, un sectario de guante blanco, revestido de un halo de supuesta bondad que lo convierte en un tipo tan peligroso o más que anterior, sobre todo porque el sectario pedagógico asume todas las virtudes del buen docente dejando a los demás disponibles solamente los defectos. Esto es indefectiblemente así porque el sectario pedagógico, desde el momento en que tiene la razón y conoce la verdad, desde la absoluta incapacidad que manifiesta para ser convencido y matizar, que no modificar, no nos pasemos, sus posiciones, no deja que ni una sola de sus opiniones pueda ser compartida, aunque sea un poco, por los demás. Y refuerza sus ya de por sí férreas convicciones mediante un uso del lenguaje que no admite más tonalidades que la suya y la contraria, la buena y la mala, la bonita y la fea, la sincera y la hipócrita.

Qué mejor manera de demostrar algo que con ejemplos. Por eso traigo a colación el programa de las Segundas Jornadas de Escuela Moderna y Comunidades de Aprendizaje que el próximo fin de semana tendrán lugar en Almería. Vale la pena examinar con detenimiento  el folleto porque, efectivamente, es un ejemplo perfecto de manual de sectarismo pedagógico. He seleccionado solo algunas de las actividades, que paso a comentar a continuación. Antes, una doble consideración inicial: el título de las Jornadas comienza: "Escuela Moderna (...)", lo que significa que quien no comparta la línea pedagógica de las mismas es, por descarte, anticuado. Por otra parte, están "destinadas a: comunidad educativa (familias, alumnado, estudiantes universitarios, docentes...)". Obsérvese el orden y quién ocupa el último lugar. Vayamos con el resto de observaciones.

CONFERENCIA INAUGURAL: “UNA ESCUELA PARA LA VIDA Y LA FELICIDAD”
- Paco Olvera, miembro del MCEP-Granada e inspector de educación
 - Miguel Vera Sibajas, presidente de FAPACE

Todo el que no considere que el objetivo de la escuela es que los niños sean felices es, sospecho, porque desea que se conviertan en seres desdichados; es, por lo tanto, alguien perverso y cruel. Pero si no es posible que un tratamiento médico resulte eficaz habiendo errado en el diagnóstico o equivocado el propósito de que el paciente se cure, en la enseñanza, si sustituimos como objetivo "que el alumno aprenda" por "que el alumno sea feliz", estaremos dando por bueno que no nos importa que nuestros hijos sean ignorantes, siempre que sean felices.

GRUPOS DE DEBATE: 
“¿SOMOS CAPACES DE CONSTRUIR DESDE ABAJO NUESTRO SISTEMA EDUCATIVO?”

Por lo visto aquel que no entienda de la misma forma que aquí se esboza el sistema educativo y que no piense que este debe construirse "desde abajo" (habría que ver si la frase de marras se refiere a la bodega, al sótano o al infierno) es porque quiere imponerlo desde arriba, porque es una persona autoritaria. La verdad, no parece razonable hablar de debate cuando la conclusión está definida de antemano.

ALGUNOS TALLERES
 “Democracia real en el aula: asambleas, contratos, autoevaluación” Luis Ibáñez Luque

Imagino que, según el planteamiento de este taller, quien crea que la relación que se establece durante el aprendizaje no tiene por qué ser, stricto sensu, democrática, ni incluir asambleas o contratos con los alumnos, es porque no es un demócrata y quiere impedir que sus alumnos "escojan los contenidos a trabajar", como sugiere el ponente. La democracia real en el aula ("acordar las calificaciones dialogando") es posible pero desde luego no es deseable. La desigualdad entre docente y discente es inevitable desde la asunción de que el primero es el que sabe y el segundo el que no. Si suprimimos este punto de partida, entonces no solo podemos admitir la igualdad entre uno y otro sino que podemos directamente prescindir del profesor.

“EFT (Emotional Freedom Techniques-Técnicas de Liberación Emocional) en la escuela”
Pilar López Martín y Ángel Caminero López de Lerma

Me figuro que si un docente no es partidario de la terapia y la autoayuda en la escuela es porque no quiere que sus alumnos expresen sus emociones sino que sean unos seres fríos, desagradables  y reprimidos. Con todo respeto a las diferentes terapias alternativas, al yoga, la acupuntura, el reiki y la risoterapia, no parece que el "alivio a problemas físicos y emocionales", el "equilibrio" y "bienestar, el personal y el del aula/centro", la "gestión de las emociones" para "liberar las negativas" encajen, desde un punto de vista académico, en unas jornadas sobre educación, como difícilmente encajarían en unas jornadas sobre medicina.

“Técnicas Freinet e interdisciplinariedad en la educación física” Ángel Pérez García

Es sorprendente que se despotrique de la memorización y se proponga trabajar "las conquistas de Napoleón" en Educación Física. En cuanto a la petición de "una  Educación Física más lúdica, motivadora, participativa, cooperativa y llena de cultura y conocimiento intra e interdisciplinar", lo único que se me ocurre es si no sería más sensato enseñar en cada asignatura, lo mejor que se pueda, lo que corresponda.

“La palabra: una vez que empiezas no podrás dejarla” Teresa Flores Martínez

¿Quién discutiría que, como apunta esta maestra, las palabras son "fuente de comunicación y de creación? Ahora bien, "saltar a la comba con lo escrito, con lo que dicen los muros, las farolas, los botes de champú, las puertas...", ¿aporta algo que mejore el "entusiasmo" que busca en los alumnos? Si las palabras son, por sí mismas (y yo lo comparto) tan "mágicas" como a la Sra Flores le parecen, ¿qué necesidad hay de hacerles saltar a la comba?

“Grupos interactivos” Jacinto Barragán Vicaria y Manuel López Rodríguez

Nadie duda de la importancia de establecer relaciones entre los alumnos y de que el diálogo entre ellos y con el profesor es una buena herramienta en determinados momentos del aprendizaje. De ahí a colegir que solo así podemos "eliminar el etiquetaje" y "la baja autoestima propias de otras estrategias segregadoras (agrupamientos por niveles, por ejemplo)" hay un buen trecho, sobre todo porque segregación también es crear grupos bilingües y etiquetar también es elaborar exámenes diferentes para alumnos con TDAH. Por ejemplo. Los señores Barragán y López también apuestan por "no sacar alumnos del aula" y pedir ayuda "para que entren más personas en la misma" (por si hubiera pocos en clase normalmente, una especie de camarote de los Hermanos Marx en versión interactiva).

En fin, no he podido, he de reconocerlo, estudiar el contenido de todos los talleres pero, de entre las actividades con las que se cerrarán las jornadas, quiero destacar la "cena-fórum cooperativa" porque me sirve de colofón para refrendar mi tesis: basta llamar a las cosas de una forma distinta para que algunos te concedan la exclusiva de las buenas intenciones y la modernidad. Tras este concepto tan seductor de  "cena-fórum cooperativa", estoy seguro de que se esconde el tradicional "pago a escote" o sencillamente la poco revolucionaria costumbre del yo llevo la tortilla, tú las croquetas y vosotros os encargáis de la bebida. Lo de fórum probablemente se refiera a que, como se ha hecho toda la vida, los comensales, entre bocado y bocado, entre trago y trago, harán eso tan innovador que a veces hacen los modernos...¿cómo se llamaba? Ah, sí: charlar. 

Queda pendiente la disquisición metafísica sobre un término que me desconcierta sobremanera y que, por falta de aliento intelectual, ahora mismo no soy capaz de acometer: la "paella dialógica". Prometo que otro día me pongo a ello.

jueves, 5 de marzo de 2015

El Ministro Wert o la moral distraída


No soy yo de los que tardan décimas de segundo en resucitar a Franco para criticar al Gobierno del PP. Es más, lo considero un recurso entre facilón y cutre. Tampoco de los que deslegitiman a este partido por sus antecedentes, un partido que no puede tacharse de franquista desde el momento en que transitó, como otros, por el camino de la democracia y por el hecho, irrefutable, de que Franco ya no vive y luchar contra alguien que lleva más de treinta años muerto no parece lo más racional. Ahora bien, hay ocasiones en que uno no puede evitar recordar tiempos pasados cuando algunos de los gerifaltes populares destapan el tarro de las esencias, confirmando la teoría de que no siempre explicar una mala decisión convierte esta decisión en buena, sino puede que todo lo contrario. Por ejemplo, cuando alguien sorprende a su pareja in flagranti delicto (no hace falta especificar cuál es el delicto al que me refiero), no es aconsejable que esta (o este) acuda a respuestas como “no es lo que parece” o “puedo explicártelo”. De manera similar, cuando un Ministro de Educación, con la excusa de salvaguardar las materias que considera pueden mejorar la estadística de fracaso escolar sin tocar otras que por ideología deben permanecer en el currículo llueve, nieve o granice, y encajando como sea las nuevas modas pedagógico-liberales (léase Educación Financiera, Cultura Emprendedora o Educación Emocional), margine de forma inmisericorde asignaturas como la Música, la Plástica o la Filosofía, sería razonable que lo hiciera al menos sin explicación posterior porque uno siempre prefiero el robo a secas que el robo con intimidación y por supuesto que el robo con agresión. Dicho de otra manera: róbeme usted la cartera pero, si no es mucho pedir, no me zurre. O: cárguese mi asignatura pero no me lo restriegue por la cara. Porque sí, eso es lo que ha hecho nuestro sheriff demoscópico, el Sr Wert: primero fulmina las asignaturas antedichas y luego, con evidente afán de meter el dedo en el ojo, dice que es que tales materias “distraen”, que no es por molestar a nadie sino por nuestro bien y el de los chicos. “No eres tú”, nos dice Wert, “soy yo”. No eres tú el que decide; soy yo. No eres tú el que se ríe; soy yo. Y a carcajadas. Y aquí es donde surgen las peores asociaciones mentales y no hay forma de esquivar la tan manida alusión a lo que el progre de manual denomina “el ADN franquista del PP”.  Es difícil no relacionar la justificación que el Ministro hace de la amputación de los aspectos artísticos y filosóficos del currículo con aquel eufemismo que se utilizaba en tiempos de Franco (una época en la que los señores hablaban de moralismo mientras frecuentaban las casas de citas) para denominar a las prostitutas: “mujeres de moral distraída”, las llamaban. Entonces, incluso pintarse se consideraba propio de una “mujer de moral distraída”. No sé si van por aquí los tiros, si el Ministro entiende que puede ser moralmente peligroso pensar, dudar, discutir, escuchar o interpretar música, dibujar, pintar…si esto puede ser moralmente perjudicial para “sus” ciudadanos (fe de erratas: donde dice ciudadanos, debe decir “súbditos”).

“Un poema, una sinfonía, una pintura, una verdad matemática, un nuevo hecho científico, todos ellos constituyen en sí mismos la única justificación que universidades, escuelas e institutos de investigación necesitan o requieren”, decía Nuccio Ordine en “La utilidad de lo inútil”. Así, sin despreciar las materias que para este Gobierno son importantes por su “utilidad” o por no tener el defecto de la distracción, defendía Ordine, con el mismo convencimiento, las despreciadas cuando afirma: “he hablado de ciencia experimental; he hablado de matemáticas; pero lo que afirmo es igualmente cierto con respecto a la música, el arte y cualquier expresión del ilimitado espíritu humano. Ninguna de estas actividades necesita otra justificación que el simple hecho de que sean satisfactorias para el alma individual que persigue una vida más pura y elevada”.

Desde un punto de vista estrictamente didáctico, no debiera hacer falta insistir en los motivos por los que la música es provechosa para la formación de nuestros jóvenes, algo que ya se ha dicho aunque no se haya querido escuchar, no debiera hacer falta reiterar que el aprendizaje musical mejora los resultados académicos por el desarrollo de aspectos cognitivos, que es positivo para la psicomotricidad, que mejora las aptitudes y actitudes en relación con los procesos de aprendizaje al reforzar hábitos tan relevantes como la atención, la memoria o la disciplina…Hace unos pocos días se hicieron públicos los buenos resultados académicos, recogidos en el Informe 2014 sobre el Estado del Sistema Educativo, de los 244  alumnos que de institutos de Murcia y Cartagena, que compatibilizan los estudios de Bachillerato con las enseñanzas oficiales del Conservatorio de Música. Los resultados de los alumnos de este programa diseñado a medida hace dos años son muy superiores a la media: el 87,1% de los estudiantes de 2º de Bachillerato han superado todas las asignaturas y logran las mejores calificaciones en las pruebas de acceso a la Universidad. En Secundaria, las calificaciones de los alumnos de horarios integrados son también brillantes, con un amplio 95% que pasan de curso.

Dicho todo lo anterior, pregunto al Sr Wert: ¿Exactamente de qué piensa que nos distraen la filosofía o las enseñanzas artísticas? No es necesario que responda: nos distraen de lo que ustedes consideran importante, nos alejan de la moral que quieren imponer (y no me refiero a la religión, cuyos dogmas de fe son mucho menos nocivos que otros), de sus obsesiones: la economicista (solo hay que aprender aquello que sirva para encontrar un trabajo o promoverlo, para emprender, para impulsar la economía, para generar beneficios inmediatos; hay que aprender a hacer); la tecnológica (hay que desarrollar la competencia digital, acudir a la robótica, al software, al móvil, hay que innovar -hay que consumir-); la emocional (dont, worry be happy); la bilingüe (hay que aprender inglés either way)… pues así lo exigen los nuevos gurús: los economistas, coaches, consultores, empresarios, terapeutas y demás “expertos”; y la estadística (hay que enseñar lo que PISA -lo que la OCDE- decide que hay que enseñar, aquello sobre lo que se nos va a evaluar y nos permitirá ascender en el Hit Parade educativo).

Los antiguos políticos hablaban incesantemente de costumbres y de virtud; Los nuestros sólo hablan de comercio y de dinero.

Jean-Jacques Rousseau (1987). Discurso sobre las ciencias y las artes. 

Es preciso hacer cantar al mundo entero. La música es tan útil como el pan y el agua. 

Heitor Villalobos.



miércoles, 4 de marzo de 2015

Elogio de la equidistancia (X). Intolerancia, fe y razón. Breve semblanza de la figura del sectario.


¡Qué difícil y qué desagradable es intentar debatir con un sectario! Casi tanto como hacerlo con un experto educativo. Al sectario se le reconoce enseguida, no por su aspecto sino por tres características intrínsecas: la primera, que tarda muy poco en recurrir a la descalificación; la segunda, que acostumbra a trasladar sus propios prejuicios, sus propias fobias, al “contrario”; y la tercera, que piensa que solo los demás deben estar dispuestos a matizar o modificar su opinión porque, claro, él está en lo cierto.

De la tipología de los sectarios, hay un modelo especialmente agresivo: el fanático laicista. Su rasgo más llamativo es que asocia todo lo que tenga que ver con la religión a Franco (antes incluso que el insulto suele aparecer el nombre del dictador) y que asume un laicismo selectivo: mientras la religión católica es nefasta, niega la bondad de las demás, oculta la realidad científica y aboga por la alienación del individuo y aniquilar la libertad de pensamiento del ser humano, en el mismo momento en que uno plantea si otras religiones, como el Islam, por ejemplo, no pueden incurrir también en estas actitudes poco edificantes, se le acusa de racista y ultramontano y de desear la muerte del infiel.

Si uno intenta argumentar (con un sectario solo puedes intentarlo, jamás lo consigues) que es conciliable la fe con la defensa de un sistema educativo laico, que las creencias personales deben ser respetadas sin condicionar el currículo, que es compatible ser creyente y defender que en la escuela solo se enseñen contenidos demostrables, que hay otras religiones cuestionables en la enseñanza actual como la educación emocional, las nuevas tecnologías, la innovación, la cultura emprendedora o la educación financiera (dogmas de fe sin evidencia empírica sobre sus beneficios) que se admiten sin la más mínima objeción, que se puede ser religioso sin ser fanático, ignorante o peligroso, que se puede ser progresista siendo creyente, que nadie tiene la exclusividad de la tolerancia y la razón y que estas se demuestran más con hechos que con palabras…si intenta, digo, argumentar esto, está incurriendo en un grave error. Porque todo esto al sectario no le sirve. No es suficiente. Nunca lo es. El sectario te exige agresividad, militancia, te pide un alineamiento sin fisuras, que compartas el fondo y las formas y que las compartas al cien por cien y para siempre. Porque el sectario no acepta matices, no acepta cambios en la postura de uno ni evolución del pensamiento, pese a estar convencido (un sectario nunca duda) de que la Verdad está de su parte.

Un sectario acusa al que no lo es de tibio y equidistante. Porque él es un entusiasta comprometido con "la causa". De cobarde porque él es valiente. De neutro porque él “se moja”. Te tacha de políticamente correcto para esconder su actitud de exaltado, su extremismo. Y cuando decides tirar la toalla y abandonar el debate, entonces pasas a ser un intolerante al que, en el fondo (el sectario sabe cómo piensas mejor que tú mismo), molesta la discrepancia. Y así es como el sectario se deshace de sus contrincantes y, por supuesto, vence en el debate. 

lunes, 2 de marzo de 2015

Microteatro (II). Un día en la consulta. La comunidad sanitaria. Primera parte.


[Interior de una consulta médica]

El PACIENTE (un tipo normal, de mediana edad y aire afable) entra en la consulta. Se encuentra con otro médico en lugar del que le había estado tratando.  En el cartel que se encuentra encima de su mesa se lee claramente: “Dr. Tocóloguez. Ginecólogo”.

PACIENTE (extrañado)

- ¿No está el Doctor Fanales?

DOCTOR TOCÓLOGUEZ (muchacho bien parecido, engominado y de voz engolada, sin dar importancia a la reacción del paciente, aún revisando papeles)

- No, el Doctor Fanales está de baja. Le sustituyo yo, el Doctor Tocóloguez. Un placer.

PACIENTE (inquieto)

-Debe haber un error porque a mí me tienen que operar de cataratas y por lo que veo usted es ginecólogo.

DOCTOR TOCÓLOGUEZ (incómodo ante las dudas que parece plantear el paciente)

-Oftalmólogo, ginecólogo...¡qué más da! Qué tiquismiquis son algunos… Soy médico, ¿no? pues ya está. Hale, quítese la ropa y póngase esa bata que nos vamos para el quirófano.

El doctor se levanta para cambiarse la bata blanca por la verde del quirófano. El paciente se levanta también, visiblemente asustado, y se coloca justo detrás de la silla.

PACIENTE

-Oiga, yo...es que...no sé...no quiero faltarle a usted al respeto, pero casi preferiría que no me operase un ginecólogo.  Seguro que sabe usted mucho de ginecología, pero es que estamos hablando de la vista y no es exactamente lo mismo.

El doctor se acerca al paciente. Este reacciona a la defensiva, moviendo la silla como protegiéndose.

DOCTOR TOCÓLOGUEZ

-Pues mire, entre nosotros, yo de oftalmología no tengo ni idea, pero le puedo asegurar que soy un tipo encantador. ¿No ha notado enseguida cómo hemos empatizado? ¡Venga aquí y deme un abrazo!

El paciente le da un abrazo al ginecólogo, entre desconcertado y alarmado. Unos instantes después, reacciona e insiste.

PACIENTE

-No, no, no, de ninguna manera, a mí usted no me opera. O viene un especialista o prefiero quedarme con mis cataratas.

El médico, irritado por la ya evidente desconfianza del paciente,  lo sujeta para impedir que salga del despacho.

DOCTOR TOCÓLOGUEZ (en tono conciliador)

-¿Sabe usted que hablo inglés? Le puedo operar de cataratas en bilingüe, si quiere, o sea, de waterfalls (poniendo un acento muy british). ¿Pero qué más quiere usted? Un médico emocionalmente estable, que empatiza con sus pacientes y opera en inglés. De verdad que algunos no están nunca contentos…

El paciente vuelve abre la puerta dispuesto a escapar, pero el ginecólogo la cierra de un portazo.

DOCTOR TOCÓLOGUEZ   (sonriendo de manera un tanto artificial)

¡Y me encanta mi trabajo, siempre he querido ser médico, es algo vocacional, fíjese si lo será que tardé veintitrés años en terminar la carrera y ni una sola vez pensé en dejarlo!

El paciente  consigue abrir la puerta pese a la oposición del ginecólogo.

PACIENTE (grita)

-¡Socorro! ¡Socorro! ¡Un ginecólogo me quiere operar de cataratas! ¡Por favor, que alguien me ayude, este hombre está loco!

El paciente y el ginecólogo forcejean, la puerta se abre y se cierra varias veces, el ginecólogo intenta quitar la ropa al paciente y ponerle de cualquier manera la bata. El paciente muerde al ginecólogo en la mano mientras continúa aullando. Por fin, alguien toca en la puerta. El paciente y el ginecólogo se quedan inmóviles unos instantes. El primero mira de reojo al segundo con una mueca de alivio y, todavía, algo de miedo. Aparece ANDRÉS FELICES (trajeado y con un maletín, de talante alegre).

ANDRÉS FELICES

-A ver, ¿qué ocurre aquí? ¿a qué viene tanto grito?

El ginecólogo comienza a hablar pero el paciente, aprovechando un momento de despiste, le amordaza con la manga de la bata verde que aquel había intentado ponerle a toda costa. Y se explica.

 PACIENTE

-Mire usted, yo tenía cita para hoy para operarme de cataratas. He acudido puntual a mi oftalmólogo y en su lugar me he encontrado con este hombre, que es ginecólogo y pretende realizarme la operación, a lo cual, como usted comprenderá, me niego en redondo. 

ANDRÉS FELICES

-Pues no entiendo cuál es el problema. Usted tiene cataratas y este señor tan amable le va a operar. Un médico es médico, sea ginecólogo, oftalmólogo o estomatólogo. Además, sepa que el Doctor Tocóloguez no habrá operado de cataratas, pero visitó las del Niágara en su luna miel. Por si esto fuera poco, ha hecho numerosísimos cursos de coaching médico, sanidad emocional y nuevas tecnologías aplicadas a la salud. ¿Es o no es?

DOCTOR TOCÓLOGUEZ  

-Es (el Doctor se da cuenta en ese momento de que no se ha quitado la manga de la bata de la boca, a pesar de lo cual se entiende su respuesta afirmativa).

PACIENTE (al Sr Felices)

-¿Y usted quién es, si puede saberse?

ANDRÉS FELICES

-Ah, disculpe. No me he presentado. Soy Andrés Felices, “experto sanitario”.

Le da un efusivo abrazo al paciente, aunque este no corresponde. Tras el abrazo, el paciente está más perplejo si cabe.

PACIENTE

-¿Y en qué es exactamente experto usted?

ANDRÉS FELICES

-¿En qué va ser? En sanidad, así, en general. Y conozco perfectamente al Doctor Tocóloguez porque precisamente soy el que imparte los cursos de coaching médico, sanidad emocional y nuevas tecnologías aplicadas a la salud.

El doctor asiente agradecido. Ambos se sonríen y se miran. El paciente los mira con incredulidad.

PACIENTE (se vuelve a dirigir a Andrés, desconfiado y con gesto serio)

-Y, perdóneme, ¿usted es médico?

ANDRÉS FELICES

- Ah, médico no. Yo soy vendedor de seguros.

El paciente no da crédito e insiste.

PACIENTE

-¿¿Y un vendedor de seguros puede ser experto en salud??

ANDRÉS FELICES (con sonrisa un tanto estúpida)

-Por supuesto, tengo muchísima experiencia como paciente. Y me leo siempre todos los prospectos.

Tras unos segundos de vacilación, el paciente vuelve a dirigirse a la puerta. El médico lo engancha de una pierna y Andrés lo agarra de un brazo. Con el otro brazo abre finalmente la puerta y, asomando la cabeza, comienza nuevamente a gritar.

PACIENTE

-¡Fuego! ¡Fuego! (ha llegado a la conclusión de que es más factible que le rescaten de un incendio que de una situación propia de película de los Hermanos Marx).

El Doctor y Andrés consiguen echarlo para atrás y cerrar. Dentro continúa el forcejeo hasta que alguien vuelve a tocar la puerta.

Entra una señora de unos 60 años, jovial y muy moderna en el vestir. Se presenta como PRESIDENTA DE la APYMAP.

PRESIDENTA DE LA APYMAP

-¿Están ustedes bien? ¿Qué ha pasado aquí? ¡Menudo alboroto!

PACIENTE (esperanzado)

-Pues mire usted, yo tenía cita para hoy para que me operaran de cataratas. En lugar de mi oftalmólogo me encuentro a este señor que resulta ser ginecólogo (se gira para señalar al médico, que corresponde con una sonrisa tan orgullosa como absurda) y está empeñado en llevarme al quirófano incluso usando la violencia, a lo cual, como usted comprenderá, me he resistido con todas mis fuerzas. Pero, cuando ya había conseguido zafarme de este insensato, entra este otro (señalando con la mirada a Andrés Felices que también corresponde con otra sonrisa complacida) que, lejos de darme la razón, me anima a que me deje operar. Por cierto, ¿con  quién tengo el gusto de hablar?

PRESIDENTA DE LA APYMAP 

-Hola. Soy Inma, la presidenta de la APYMAP y hoy estoy de muy buen humor. ¡Venga un abrazo los cuatro!

Inma abre los brazos y acuden encantados y sonrientes el Dr. Tocóloguez y Andrés Felices. El paciente se aparta y observa la escena con las manos en la cabeza.

PACIENTE (abatido)

- ¿Y de qué dice usted que es presidenta?

PRESIDENTA DE LA APYMAP (radiante y cogida de la cintura por los otros dos)

-De la APYMAP: la Asociación de Padres y Madres de Pacientes. Y voy a quedarme a supervisar toda la operación.

CONTINUARÁ.