Aula Planeta es "un sistema
integrado de contenidos curriculares que pone al servicio del profesor una
propuesta didáctica personalizable y gran variedad de recursos digitales para
preparar sus clases, y a disposición de los alumnos todo lo que necesitan para
aprender de forma motivadora y eficaz". Su lema es: "Cada vez innovamos mejor", versión pedagógica del
"me sorprendo a mí mismo; no paro de pensar" que nos regaló Marvin Dofler en la poco valorada y definitivamente merecedora de mejor suerte "Huida a medianoche", aquella road movie
ochentera que dirigiera Martin Brest. Basta leer algunos tuits
de Aula Planeta para hacerse a la idea de cómo se entiende hoy la educación y
de lo que nos espera.
Repasemos:
"Decálogo de la
felicidad."
"Construyendo una
escuela inclusiva."
"Todas tus acciones son
semillas que tarde o temprano darán sus frutos. No decaigas."
"Diez pasos para realizar un
Aprendizaje Basado en Proyectos perfecto."
"Es importante dejar que el niñ@ elija el libro que más le
motive o llame la atención."
"Haz RT y reparte felicidad."
"Profes españoles creen en la pronta entrada de la
robótica"...
Aula Planeta no es un caso aislado sino uno más dentro de la gigantesca
ola anti-intelectual que nos invade. El servicio que Aula Planeta brinda al
profesor no tiene relación alguna con lo académico, sencillamente porque lo
académico importa un carajo. ¿Para qué aprender música, literatura o biología
pudiendo ser feliz? He seleccionado solamente algunos tuits ("al azahar", como se diría ahora) pero me parecen,
todos ellos sin excepción, nocivos. Y lo son tanto si hablamos de enseñar como si hablamos de
educar. Olvidemos por un momento la enseñanza de los diferentes saberes que
tradicionalmente han conformado el currículo en la escuela en la era anterior a
Howard Gardner y Paulo Coelho y centrémonos en la educación desde el punto de
vista de los valores que queremos transmitir. "Todas tus acciones son
semillas que tarde o temprano darán sus frutos. No decaigas." ¿Este
es el servicio que ofrece Aula Planeta al profesor? ¿Es esto lo que debe
inculcar un maestro a sus alumnos, que todo lo que haga terminará dando sus
frutos, que no importa si actúa bien o mal, si se conduce de manera honrada o
deshonesta, si acierta o se equivoca... porque los astros, seguro, se alinearán a su favor y todo saldrá bien? Todo
es posible. Puedes ser lo que quieras. Sé positivo. Piensa en verde.
- ¿Y
la responsabilidad individual?
-¿"Lo qué"?
La responsabilidad, la
obligación, la culpa...para el profesor. Y más vale que el alumno consiga
cumplir sus sueños, alcanzar la felicidad y volar más lejos que Peter Pan
porque si no ya sabemos quién habrá hecho mal su trabajo. Mientras, la supuesta
innovación no es tal, pues no lo es hablar de escuela inclusiva. Mientras,
insistimos en el aprendizaje en proyectos porque todo debe ser del gusto del
niño (perdón, del niñ@), para que esté motivado, haga RTs y sea dichoso (dichosa felicidad). Y, mientras, los "profes",
ya vamos "creyendo" en "la pronta entrada de la robótica",
la Buena Nueva. Al fin vemos la luz.
Sé que soy yo, que hay quien considera que todas estas ideas no solo son
bondadosas y modernas, sino que las que se salgan del molde, las discordantes,
serán sospechosas de buscar la frustración del chico (perdón otra vez, del chic@),
desear su desgracia, negarle el éxito, la salud emocional y la prosperidad y
pretender imponer una superioridad intelectual que hoy no existe gracias a la
democratización del conocimiento que nos ha traído internet. Lo entiendo, claro
que lo entiendo. De hecho, incluso un
niño de cuatro años podría entenderlo.
¡Que me traigan un
niño de cuatro años!
Lo de la robótica a ver si se aplica a l@s polític@s, que para decir cuatro chorradas tienen que llevarlas escritas, y además cobran mucho más que los profesores, y en promedio tienen bastante menos cualificación de acuerdo a cualquier baremo. Eso sí que lo podría hacer cualquier máquina, y sus discursos podría hacerlos mucho mejor cualquier profesional de la publicidad. Bueno, de hecho, esos son los que se los escriben. Lo único que hacen ahora los políticos, superada aquella etapa antigua en que para ministro de sanidad se pensaba que se tenía que poner un médico y para ministro del ejército un militar, es poner la cara, una cara que transmita credibilidad y buen rollito. Pues para eso, que ese papel lo hagan actores, que los hay más guap@s y con mejor dicción.
ResponderEliminarAhora tienen que ser simpáticos y resultones. Como nosotros.
EliminarSi es lo que yo digo: estamos más desfasados que los últimos de Filipinas. Claro que, frente a tanta tontería, los ingleses mientras tanto traen maestros chinos de matemáticas a sus escuelas de primaria... A lo mejor porque resulta que los maestros de primaria chinos sí saben matemáticas.
ResponderEliminarBueno, la tontería nos viene de fuera, que los que aquí la quieren imponer ni en eso tienen inventiva. En UK llegó la tontería hace tiempo, de ahí lo de los chinos, pero ha sido algo puntual, la tontería parece imparable. Lo mismo en USA.
EliminarUn detalle de Corea del Sur:
“Los profesores estrella de hoy en día saben que es importante ser capaz de empatizar con tus estudiantes. Por detrás va tu nivel de inglés y tus habilidades para enseñar"
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2015-03-19/la-letra-con-tetas-entra-asi-se-promociona-una-academia-surcoreana-de-idiomas_730728/
Francamente y aunque me llaméis machista: para hacer y decir las mismas gilipolleces y mentiras que l@s innovador@s de aquí, prefiero esta academia coreana. Ahora hablando en serio: está tan pervertido y revuelto el mundo de la enseñanza que, en cuanto entra por ahí la palabra "motivación", ya vale cualquier cosa. El espabilado que está detrás de este negocio coreano dice que, para motivar, "no hay duda de que la gente va a querer ver más lecciones si la profesora es bonita y atractiva". Oro molido argumental, porque: a) parece suponer que a toda la gente le gustan las chicas; b) ¿Qué hay de los profesores? Este sistema nos deja fuera: ¡exijo mi cuota! ¿Creéis que las propuestas de este mercader son muy distintas de las de toda la caterva de los pedagogistas? Pues son exactamente lo mismo: una perversión de la motivación, al ligarla a un elemento externo al conocimiento. El verdadero educador entiende que motivar es conseguir que el alumno se sienta atraído por el reto educativo que le plantea, ya sean las fórmulas químicas, el Imperio Romano o las técnicas del baloncesto; el educador-embaucador liga la motivación a elementos externos: motiva un profesor chachiguay que va de colega, un generoso que aprueba hasta al gato o... una bella profesora en minifalda. Lo que se vaya a aprender con ellos queda en segundo plano. Es un planteamiento tramposo y facilón. Pero, insisto, no nos engañemos: ese señor que motiva con minifaldas y bellas profesoras (aparte de un cerdo discriminador anclado en otra época) es, eduactivamente hablando, de la misma cuerda del que motiva regalando el aprobado. Por esta vez, me abstendré de comentar el artículo de Alberto, porque estos "enrollaos" de Aula Planeta deberían empezar por manejar bien el idioma.
EliminarLos "profesores estrella"...¿conocen en Corea del Sur a César Bona? Vaya carrerón...
EliminarMaría Santísima! Urge reflotar Deseducativos. Deseducativos Reloaded o algo asín@
ResponderEliminarUrge, urge, Martín. Por aquí suelen pasar de vez en cuando algunos ex - deseducativos (el Sr Guachimán, por ejemplo) . A ver si se animan.
EliminarMagnífico artículo, Alberto, como de costumbre. Mucho me temo que si Deseducativos volviera a la carga dejaría las cosas intactas. Yo agradecería su vuelta, pero, más que nada, por el placer anejo al reencuentro de los cuatro reaccionarios que allí prestamos servicio. Habrá que morir con las botas puestas, o con la bota de tintorro mirando al cielo, por aquello de sumarse a la fiesta final. Mi amigo Pablo me conoce y sabe que soy algo, o muy, catastrofista, así que no me hagáis mucho caso. Admito que el oráculo que me informa del porvenir no es, precisamente, la alegría de la huerta. Y aunque los Dioses saben que me esfuerzo por ver la luz al final del túnel, lo cierto que ni siquiera atino a ver el túnel de oscuro que está. Estamos ante un nuevo caso en que la barbarie, por ser ubicua, vence a la inteligencia, fenómeno este que siempre acontece en las agonías y estertores de una civilización. Aconteció en el mundo clásico y acontece ahora. Entregados a los placeres inmediatos, desprovistos de toda eutrapelia, exigimos felicidad y contento inmediatos; inmediatos y continuos. La morigeración y la templanza son cardos que nadie quiere para sí. En esto coinciden de pleno las derechas y las izquierdas: es decir, los mercaderes de las multinacionales y los santos apóstoles de la progresía política. Ambas facciones coinciden en preconizar las mieles del hedonismo: el placer inmediato y permanente, el gusto por consumir el lujo y vivir en el lujo. Nuestros padres y abuelos, por vivir en la escasez, aprendieron a forjar el carácter en el yunque de la templanza. En realidad, no les quedaba otra. Pero ahora no vivimos en la escasez, sino en la mayor de las abundancias, dentro de un sistema subsidiario que repele y expulsa, como si de venenos se tratara, los discursos de la virtud. Nada más trasnochado y repulsivo para los tiempos corrientes que la virtud. La continencia y la austeridad no parecen otra cosa, al espíritu (pos)moderno, que una insana mortificación de los sentidos. La misma fuerza de voluntad, la oscura amenaza de los represores y los fanáticos. La virtud (o lo que por tal entendemos unos cuantos) es percibida hoy como algo malo. Triunfa hoy el bocazas: ese que presume de ser espontáneo y franco hasta la brutalidad. Tenemos ejemplos a mansalva de ello. El más conocido lo representa (y perdón por traerla a colación) Belén Esteban, quien “justifica” su grosería, despotismo y vocerío alegando que así es ella. Inapelable abogacía de sí. Y las gentes la aclaman porque es la fiel imagen del vicio: la mala educación, la espontaneidad, el arrebato, el impulso… Sin filtros civilizadores, pulsión en estado puro. Hace lo que le pide el cuerpo. Y esto, hacer lo que nos pide el cuerpo, es lo que nos proponen tanto los próceres de las multinacionales como los próceres de la pedagogía. Santos fueron, en otros tiempos, quienes supieron y pudieron dominar los impulsos de su cuerpo y la mortificación de este. Santos son, hoy, quienes predican la espontaneidad del cuerpo. Dos paradigmas contrapuestos sobre la virtud, lo bueno y lo malo. Concepciones éticas que se hallan en los antípodas. Hoy lo ético es vivir en lo que ayer se entendía vicio y perversión.
ResponderEliminarRaus
sigue
Por eso nuestro discurso no solo suena trasnochado sino como la viva voz de la maldad. Por eso somos, para tantos apóstoles de la felicidad corporal, la encarnación del mal: fascistas, dictadores, represores de niños. Y por eso estamos condenados a predicar en el desierto. Nuestro error es creer que podemos nadar contracorriente, creer que la razón y la palabra deben ser suficientes para enderezar la dirección de este barco que se nos va irremediablemente a la deriva. Nuestras palabras viajan huecas por el aire. Llegan a su destino sin causar ni el más mínimo cambio. Porque nuestra misión, imposible a estas alturas, es tratar de torcer a base de palabras aquello que se forja en la acción. Nuestros padres vivieron en la escasez: por eso cultivaron la templanza y la continencia. Nosotros, y más nuestros hijos, viven en la abundancia: por eso “cultivan” la destemplanza y la incontinencia. Las palabras, por sí solas, chocan contra la corriente de un caudaloso río. Es la vida la que educa el carácter, no la palabra por sí sola. Y mientras el estilo de vida que tengamos esté unido a la plétora ambiental, los recados de la templanza caerán en saco roto, como tristes gotas de agua contra los recios muros de un imponente castillo. La civilización se nos va al garete sin remedio porque la “pedagogía” de lo fácil se vive, mientras que la pedagogía de lo difícil (el esfuerzo, la voluntad…) solo son sonidos en el aire. ¿Para qué aprender a multiplicar con la cabeza si la calculadora lo hace por mí? ¿Para qué aprender a buscar palabras en el diccionario si el ordenador las busca por mí? ¿Para qué aprender esta teoría si mañana estará obsoleta? ¿Para qué estudiar si en Internet encuentro fácilmente la información que desee? ¿Para qué memorizar esto o aquello si está a tiro de tecla? ¿Por qué perder el tiempo por el camino difícil? ¿No es, acaso, una mortificación inútil?
ResponderEliminarNada nos puede extrañar que nuestro tiempo (y más nuestro país) sea el paraíso de los sinvergüenzas: es el paraíso de los que hacen lo que pide el cuerpo, que es justo, como digo, lo que nos enseña la publicidad de las multinacionales y la publicidad de la izquierda “progresista” y los heraldos del buen rollo y la santísima felicidad de los cuerpos.
Podemos y debemos predicar el bien, el verdadero bien, que no es otro que el nace del esfuerzo y la capacidad de sacrificio. No es posible la hermandad y la solidaridad si no nos forjamos en el esfuerzo. Empero, estamos perdidos. Nada ha mejorado desde las fechas en que Deseducativos intentó, cual David, vencer a Goliat. Al contrario: la gilipollez sigue su curso inexorable, sorda a la razón. Los malos somos nosotros. Tal vez sería mejor hacerse a un lado y dejar que venga la hecatombe, que venga la vida vestida con harapos a solucionar esto.
Saludos.
Raus
Trasnochados o no, en el desierto o donde toque, debemos continuar argumentando, defendiéndonos de la estupidez y resistiendo, amigo Raus, a pesar de que estemos condenados a perder la guerra (esto, en el fondo, todos lo sabemos). No te voy a negar que dan ganas, muchas veces, de hacerse a un lado, pero se me suele pasar cuando leo reflexiones como las tuyas o las de otros admirados colegas y me doy cuenta de que no toda la Galia ha sido tomada. Un placer recibir tu visita, Antonio. Y sigamos, sigamos, pues, como dijo Churchill, no hay que rendirse nunca excepto a las convicciones del honor y del sentido común. Un saludo
EliminarAdmito estar cansado y algo desgastado, Alberto. En Deseducativos creo que fui de los más activos en el cuerpo a cuerpo con los apóstoles de la felicidad somática, y la constatación de que todo aquello sirvió para muy poco (al menos que yo sepa), me dejó un poso de escepticismo que no pocas veces sabe muy amargo. Creo que somos Quijotes de causas perdidas. Tú, que eres más joven, atacas con fuerza e inteligencia, cosa muy de agradecer. En fin, eso, que seguiremos en la trinchera.
EliminarSaludos
Raus
Gracias, Antonio. Es lógico el desánimo, como el desgaste y el escepticismo, pero no queda otra que seguir, como dices, en la trichera. Otro saludo
EliminarTe leí en Deseducativos, por cierto, y desde luego que fuiste de los más activos. Aquello terminó pero creo que fue más importante de lo que quienes participasteis en ello pensáis.
EliminarVaya: "trichera"...se perdió una "n". Los recortes...
EliminarSigue dándome alegría leer textos tan lúcidos. Enhorabuena por el blog. Es una pena que desapareciera Deseducativos, pero veo que no somos tan pocos los que seguimos queriendo una buena enseñanza en las aulas y no las pamplineces que se propagan -como la de los curas jesuitas, que parece que es lo nuevo que "mola"-. Felices y descerebraos, así quieren a los jóvenes. Lo dicho, ánimo y, si se puede, que renazca Deseducativos, que llegaba a bastante gente. Ah, y lo de @ es genial.
ResponderEliminarPues muchas gracias, bienvenido y ojalá. Un saludo
Eliminar