jueves, 5 de marzo de 2015

El Ministro Wert o la moral distraída


No soy yo de los que tardan décimas de segundo en resucitar a Franco para criticar al Gobierno del PP. Es más, lo considero un recurso entre facilón y cutre. Tampoco de los que deslegitiman a este partido por sus antecedentes, un partido que no puede tacharse de franquista desde el momento en que transitó, como otros, por el camino de la democracia y por el hecho, irrefutable, de que Franco ya no vive y luchar contra alguien que lleva más de treinta años muerto no parece lo más racional. Ahora bien, hay ocasiones en que uno no puede evitar recordar tiempos pasados cuando algunos de los gerifaltes populares destapan el tarro de las esencias, confirmando la teoría de que no siempre explicar una mala decisión convierte esta decisión en buena, sino puede que todo lo contrario. Por ejemplo, cuando alguien sorprende a su pareja in flagranti delicto (no hace falta especificar cuál es el delicto al que me refiero), no es aconsejable que esta (o este) acuda a respuestas como “no es lo que parece” o “puedo explicártelo”. De manera similar, cuando un Ministro de Educación, con la excusa de salvaguardar las materias que considera pueden mejorar la estadística de fracaso escolar sin tocar otras que por ideología deben permanecer en el currículo llueve, nieve o granice, y encajando como sea las nuevas modas pedagógico-liberales (léase Educación Financiera, Cultura Emprendedora o Educación Emocional), margine de forma inmisericorde asignaturas como la Música, la Plástica o la Filosofía, sería razonable que lo hiciera al menos sin explicación posterior porque uno siempre prefiero el robo a secas que el robo con intimidación y por supuesto que el robo con agresión. Dicho de otra manera: róbeme usted la cartera pero, si no es mucho pedir, no me zurre. O: cárguese mi asignatura pero no me lo restriegue por la cara. Porque sí, eso es lo que ha hecho nuestro sheriff demoscópico, el Sr Wert: primero fulmina las asignaturas antedichas y luego, con evidente afán de meter el dedo en el ojo, dice que es que tales materias “distraen”, que no es por molestar a nadie sino por nuestro bien y el de los chicos. “No eres tú”, nos dice Wert, “soy yo”. No eres tú el que decide; soy yo. No eres tú el que se ríe; soy yo. Y a carcajadas. Y aquí es donde surgen las peores asociaciones mentales y no hay forma de esquivar la tan manida alusión a lo que el progre de manual denomina “el ADN franquista del PP”.  Es difícil no relacionar la justificación que el Ministro hace de la amputación de los aspectos artísticos y filosóficos del currículo con aquel eufemismo que se utilizaba en tiempos de Franco (una época en la que los señores hablaban de moralismo mientras frecuentaban las casas de citas) para denominar a las prostitutas: “mujeres de moral distraída”, las llamaban. Entonces, incluso pintarse se consideraba propio de una “mujer de moral distraída”. No sé si van por aquí los tiros, si el Ministro entiende que puede ser moralmente peligroso pensar, dudar, discutir, escuchar o interpretar música, dibujar, pintar…si esto puede ser moralmente perjudicial para “sus” ciudadanos (fe de erratas: donde dice ciudadanos, debe decir “súbditos”).

“Un poema, una sinfonía, una pintura, una verdad matemática, un nuevo hecho científico, todos ellos constituyen en sí mismos la única justificación que universidades, escuelas e institutos de investigación necesitan o requieren”, decía Nuccio Ordine en “La utilidad de lo inútil”. Así, sin despreciar las materias que para este Gobierno son importantes por su “utilidad” o por no tener el defecto de la distracción, defendía Ordine, con el mismo convencimiento, las despreciadas cuando afirma: “he hablado de ciencia experimental; he hablado de matemáticas; pero lo que afirmo es igualmente cierto con respecto a la música, el arte y cualquier expresión del ilimitado espíritu humano. Ninguna de estas actividades necesita otra justificación que el simple hecho de que sean satisfactorias para el alma individual que persigue una vida más pura y elevada”.

Desde un punto de vista estrictamente didáctico, no debiera hacer falta insistir en los motivos por los que la música es provechosa para la formación de nuestros jóvenes, algo que ya se ha dicho aunque no se haya querido escuchar, no debiera hacer falta reiterar que el aprendizaje musical mejora los resultados académicos por el desarrollo de aspectos cognitivos, que es positivo para la psicomotricidad, que mejora las aptitudes y actitudes en relación con los procesos de aprendizaje al reforzar hábitos tan relevantes como la atención, la memoria o la disciplina…Hace unos pocos días se hicieron públicos los buenos resultados académicos, recogidos en el Informe 2014 sobre el Estado del Sistema Educativo, de los 244  alumnos que de institutos de Murcia y Cartagena, que compatibilizan los estudios de Bachillerato con las enseñanzas oficiales del Conservatorio de Música. Los resultados de los alumnos de este programa diseñado a medida hace dos años son muy superiores a la media: el 87,1% de los estudiantes de 2º de Bachillerato han superado todas las asignaturas y logran las mejores calificaciones en las pruebas de acceso a la Universidad. En Secundaria, las calificaciones de los alumnos de horarios integrados son también brillantes, con un amplio 95% que pasan de curso.

Dicho todo lo anterior, pregunto al Sr Wert: ¿Exactamente de qué piensa que nos distraen la filosofía o las enseñanzas artísticas? No es necesario que responda: nos distraen de lo que ustedes consideran importante, nos alejan de la moral que quieren imponer (y no me refiero a la religión, cuyos dogmas de fe son mucho menos nocivos que otros), de sus obsesiones: la economicista (solo hay que aprender aquello que sirva para encontrar un trabajo o promoverlo, para emprender, para impulsar la economía, para generar beneficios inmediatos; hay que aprender a hacer); la tecnológica (hay que desarrollar la competencia digital, acudir a la robótica, al software, al móvil, hay que innovar -hay que consumir-); la emocional (dont, worry be happy); la bilingüe (hay que aprender inglés either way)… pues así lo exigen los nuevos gurús: los economistas, coaches, consultores, empresarios, terapeutas y demás “expertos”; y la estadística (hay que enseñar lo que PISA -lo que la OCDE- decide que hay que enseñar, aquello sobre lo que se nos va a evaluar y nos permitirá ascender en el Hit Parade educativo).

Los antiguos políticos hablaban incesantemente de costumbres y de virtud; Los nuestros sólo hablan de comercio y de dinero.

Jean-Jacques Rousseau (1987). Discurso sobre las ciencias y las artes. 

Es preciso hacer cantar al mundo entero. La música es tan útil como el pan y el agua. 

Heitor Villalobos.



8 comentarios:

  1. El domingo 14 de Noviembre de 2010 el periódico ABC publicó (en su página 14), en la columna de opinión de Jon Juaristi (Proverbios morales) el texto titulado Universidades, en el que se puede leer:
    "Los mejores científicos de los otros continentes y de Latinoamérica seguirán escapándose a Boston, Nueva York, Baltimore o San Diego (...) Las propuestas concretas de los conservadores británicos están definiendo un modelo posible para las universidades públicas del Reino Unido que podría aplicarse también a las de España, y que se basa en la prioridad de la instrucción respecto a la investigación, lo que podrá parecer una opción resignada, pero que es indudablemente realista"

    La solución al problema de la financiación en la universidad pública: financiarla aun menos. Y de la docencia ya sabemos lo que piensan.

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  2. Mira las puñaladas que, con cierta sutileza, desliza hoy el presidente de la AEB.
    http://economia.elpais.com/economia/2015/03/05/actualidad/1425556960_856190.html
    El desembarco de la banca en la enseñanza ya es, literalmente, un hecho.

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  3. Toda mi solidaridad para ti, amigo Alberto, porque me siento capacitado para entender lo dificilísimo que te habrá resultado remangarte y tener que explicar la obviedad, la evidencia, que la enseñanza de la música, entre otras muchas cosas, es absolutamente necesaria e imprescindible en la formación del ser humano. Es profundamente injusto que un miserable ignorante en materia de enseñanza se burle de nosotros y nos obligue a tener que explicar cosas que cualquier ceporro callejero simplemente intuye. Te felicito por el artículo, pues demuestra muchas de las cosas que, si recuerdas, tenemos muy habladas en Congresos y Jornadas. Ánimo y a seguir en la brecha. (Por cierto, enhorabuena también por lo de la expresión "in flagranti delicto": seguro que al ínclito de nombre impronunciable le haría, cuando menos, dudar).

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    1. Gracias, Manuel. En mi tierra es habitual el uso de la palabra "reblar", que significa "volver hacia atrás" o "detenerse ante un peligro u obstáculo". Hemos de intentar no reblar nunca, persistir aunque a veces cueste explicar lo que no debería ser necesario explicar.

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  4. Enhorabuena, Alberto. Me apunto el libro de Ordine, no tiene mala pinta. Cuida de la música y permíteme una advertencia: vigilad eso de la "musicoterapia", no vaya a ser que os reciclen...

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    1. Gracias. El libro no termina. El fondo es muy acertado pero se queda a mitad de camino, en mi opinión. De todas formas, vale la pena leerlo. Sobre la musicoterapia tengo que hablar un día...

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