Parece seguro, como en otros sitios, que habrá cambio en el Gobierno de Navarra. Es cierto que la
política suele deparar sorpresas y todavía deben ponerse de acuerdo partidos
que están mucho menos próximos de lo que algunos creen (piensen que para llegar
a ese acuerdo hay que conciliar la indefinición de Podemos, el nacionalismo
conservador del PNV combinado con el "progresismo vasquista" de Atarrabia
Taldea y el "nacionalismo incluyente" (¿oxímoron?) de Zabaltzen
-lo que hoy es Geroa Bai-, además del "independentismo de izquierdas"
(¿otro oxímoron?) de EH BILDU, organizaciones
que coinciden, eso sí, en su (legítima) ambición de gobernar Navarra. Sin
embargo, la posibilidad de un gobierno en solitario de Geroa Bai con "acuerdos
puntuales" está también dentro de lo probable. De forma puntual o
permanente, no está nada mal que sea ineludible la búsqueda del acuerdo (aunque
pequemos a menudo de calificar como pacto
necesario el que nos gusta o nos conviene y como pacto antinatura el que no), acostumbrados como estamos a la falta
de diálogo real de político a político y de político a ciudadano.
No tengo
claro, lo reconozco, que "la sociedad", "el pueblo" o
"la ciudadanía" navarra (con qué facilidad hablan algunos en nombre
de todos) quieran un "cambio" o hayan virado a la izquierda, todos en
tropel, pues sigue habiendo un partido conservador con un respaldo mucho mayor
que el resto: UPN, con nada menos que quince escaños (seis más que Geroa Bai).
Sí parece que de los resultados se infiere que les toca a otros intentar hacer
las cosas bien. Habrá quien, habiéndose aferrado ya antes de las elecciones al refranero
popular ("virgencita, virgencita, que me quede como estoy"), se muestre
preocupado (más bien alarmado) ante el "negro" futuro y también quien
apele a eso de "otro vendrá que bueno te hará". Habrá, por otro lado,
quien, como Churchill, sostenga que "mejorar es cambiar". Y habrá,
por fin, quien vea en este cambio connotaciones lampedusianas ("cambiar algo para que nada cambie"). Sea
como fuere, me gustaría pedir (a unos, a
otros y a los de más allá) un cierto margen para el próximo Gobierno. Con todas
las imperfecciones del sistema, votamos (o declinamos hacerlo) en total libertad.
Dentro de cuatro años se podrá decidir, otra vez, en función de los aciertos y
desaciertos cometidos por quienes han asumido la responsabilidad de regir los
asuntos públicos.
Mientras se ponen de
acuerdo los distintos partidos o se dilucida la fórmula que le permita gobernar a alguno
de ellos, me gustaría exponer algunas ideas que me parecen imprescindibles.
1.- No hay nada más perjudicial para el noble arte de la política que los malos políticos.
Solo haciendo buena política se puede recuperar la confianza de los ciudadanos.
2.- Los políticos han de ser honrados, capaces, justos, prudentes, moderados,
demostrar criterio y principios (nada hay más peligroso que la ausencia de estos o su disimulo por supeditación a la estrategia), además de ejemplaridad y coherencia. Deben anteponer el interés común al propio, trabajar
para reducir las desigualdades y mejorar la vida de las personas. Deben gobernar
tanto para quienes les han votado como para quienes no.
3.- Ninguna sociedad que renuncie a ser meritocrática podrá llegar a ser
una sociedad digna. Solo quien no está dispuesto a esforzarse rechaza que se
reconozca el esfuerzo. Solo el inmoral desprecia al virtuoso. Es hora de
desmontar falacias como la de que apreciar el mérito de alguien es elitista y discriminatorio,
la de que valorar al que hace bien las cosas implica desmotivar a quien no, la
de que la igualdad de oportunidades se logra equiparando las consecuencias.
Aquel que se conduce de forma honrada, sacrificada y concienzuda, aquel que se
preocupa por hacer las cosas lo mejor que puede, debe servir de estímulo para
los demás. No se trata de que ganen los mejores. Se trata de que ganen los que
más lo merezcan.
Pido a nuestros
gobernantes que defiendan estos planteamientos sobre los que no deberían
existir discrepancias. Que piloten el barco, pues de ahí procede la
palabra "gobernar" (gubernare en latín) y nos permitan volver a ilusionarnos con la política, que no pierdan de
vista lo que dijo José Martí: "pues no
tiene la capacidad de gobernar con justicia, y no debe gobernar, el que no
tiene la capacidad de convencer".
Queridos amigos, compañeros, lectores y gentes de
buena voluntad que tenéis la generosidad de visitar de cuando en cuando el blog
del Profesor Atticus, leer mis artículos o prestar atención a mis más o menos atinadas opiniones:
Hace unos meses cerré de forma temporal este cuaderno virtual (que reabrí poco más de dos meses después debido a mi manifiesta incapacidad de permanecer silente ante el transcurrir de los acontecimientos) porque tenía entre manos un proyecto que ha terminado de cuajar y requería casi toda mi concentración. Hoy tengo la satisfacción de anunciaros que, firmado ya el contrato editorial, he dado el primer paso para la publicación del que será mi primer libro. Tengo mucha ilusión y también incertidumbre. Iré informando sobre las siguientes etapas del proceso.
Desde
el momento en que leo o escucho la coletilla “para los alumnos del siglo XXI”
(similar a otra: “el perfil del docente del futuro”), estoy seguro
de haber encontrado material de primera para esta serie dedicada a las últimas
tendencias en Pedagogía. Me dispongo a leer, lo reconozco, con no demasiadas
expectativas de hallar algo realmente novedoso y atractivo que aplaque mis
ansias por sumergirme en las procelosas aguas del reverso tenebroso y coquetear
con las tinieblas pedagógicas y compruebo que parece
tratarse de una recopilación más de greatest
hits psicopedagógicos. Por ejemplo:
1º.-
La tópica imagen tétrica en blanco y negro de un aula con un profesor
autoritario, déspota y mala persona, que sugiere sin pudor la metodología,
YA EN DESUSO, del laletraconsangreentra.
2º.-
El topos de que “la revolución tecnológica hace que no se pueda
seguir enseñando a los alumnos de la misma forma que antes” (¿“antes” respecto
a la imagen de marras, “antes” respecto al siglo XX, "antes" respecto al mes
pasado…?).
3º.-
La declaración de intenciones habitual: “comentar con sus amigos cualquier noticia
por WhatsApp, Facebook o Twitter es lo más natural para ellos" (nuestros
alumnos, es decir, "los chicos"). Les resulta "más cómodo que
llamar por teléfono. Están acostumbrados a tener al alcance un sinfín de
aplicaciones y contenidos en todo momento”. Ya ven: “lo más natural”, “lo más
cómodo”, a lo que están “acostumbrados”. Que nadie ose hablar de lo provechoso,
lo eficaz o lo valioso. Incluso se nos dice que, "pese a todo, todavía hay
centros que no permiten" (maldita obsesión por prohibirlo todo) que la
tecnología “entre en sus clases” (como el testigo de Jehová que se niega a una
transfusión que le podría salvar la vida).
A
punto de arrojar la toalla, me encuentro una auténtica perla, un hallazgo
de guión que me hace pensar que ha valido la pena la lectura del
texto. Pero primero les cuento que Ricardo Oficialdegui y Álvaro González,
profesores en el Colegio
Irabia-Izaga de Pamplona, “han aunado esfuerzos y conocimientos
para crear un sistema de enseñanza y aprendizaje basado en tecnologías
digitales y en metodologías innovadoras surgidas de Harvard”. Hombre, eso de
Harvard, así de entrada, suena bien; no es como decir que la metodología
innovadora ha surgido en Bollullos del Condado, así que continúo. El éxito de
esta metodología “ha sido tal” (no sabemos exactamente cómo se ha constatado
“tal” éxito, pero parece que, por lo menos, ha debido ser un "éxito de
crítica y público”, o quizás "un éxito sin precedentes") que “ya ha sido
probado con éxito en las aulas de varios colegios españoles” (¡bien por el
método científico! Este es el camino: comprobar la validez de un método y
reducir la subjetividad. Viva Harvard, viva Ricardo Oficialdegui, viva Álvaro
González y viva Collullos del Condado). La “máxima”, de estos dos maestros
innovadores, es “que la tecnología nunca debe ser el fin” (incontestable,
oigan). Es posible que estén teniendo un déja vù y preguntándose dónde está la
originalidad de esta nueva metodología. Yo se lo digo: en el nombre. Atención: Polygon
System. Vayan, vayan a su página y lean: “Bienvenido a la nueva educación. Un lugar done el alumno es el centro del aprendizaje”. Polygon System, se nos cuenta,
“está creado por y para profesionales del mundo de la educación. A través de la
continua investigación y experiencia en las aulas, hemos conseguido desarrollar
un sistema de enseñanza-aprendizaje que integra los contenidos curriculares con
las metodologías más innovadoras y la tecnología (dispositivos móviles).
Queremos ayudar para que el cambio en la educación sea posible. La realidad ha
cambiado, debemos preparar a los alumnos de una forma distinta para un futuro
real. El proceso de aprendizaje tiene que evolucionar enfocando al alumno en el
centro del mismo. Nuestra misión consiste en aportar soluciones educativas
a los centros escolares de primaria y secundaria que estén inmersos en procesos
de mejora continua, que pretendan evolucionar hacia la educación del
futuro". Porque, según Oficialdegui & González, "la neurociencia
ha demostrado" (no se pierdan esta entrada del siempre recomendable blog de
Gregorio Luri) que "no
todos aprendemos de la misma forma", a lo que me gustaría objetar, aunque
sea por molestar un poco y meter el dedo en el ojo que, si bien no todos
tenemos la misma capacidad ni mostramos la misma disposición ni las mismas
ganas de esforzarnos, básicamente la forma de aprender es la misma, diga lo que
diga "la neurociencia" (la apelación a la neurociencia me recuerda
siempre a la apelación a "la ciudadanía" de los partidos políticos.
Políticos y pedagogos parecen conocer la opinión de todos los neurocientíficos
y de todos los ciudadanos). ¿Y cómo piensa el tándem O & G conseguir ese "cambio en la
educación? Acertaron: "formando a los profesores" porque
"nadie" (excepto el alumno, parece) "nace aprendido".
Y ya son siete los centros que en España han apostado por el método poligonero. Espléndido. Cada vez serán más frecuentes hermosas escenas como la siguiente:
- Yo soy un
tiburón cortés, no una máquina cruel de devorar. Si esta rancia imagen deseo
cambiar, debo cambiar yo de una vez. ¡Los peces son amigos, no comida!
- ¡Menos los
pijos de los delfines!
- Delfines...
¡Se las dan de superguays! ¡Uy, mira, flipo como Flipper!¡Mira lo que hago con
mis aletas!
En la película "Buscando a Nemo" los
tiburones quieren hacerse vegetarianos. Se reúnen en una sesión similar a las de "Alcohólicos anónimos"
para repetir y autoconvencerse de que los peces son amigos y no comida. Como
licencia cinematográfica hay que reconocer que tiene su gracia. El problema
viene cuando no nos referimos a una película sino a la realidad y, en concreto,
a la educación.
Estamos muy acostumbrados a tratar de
idiotas al niños. Por eso adaptamos los cuentos para evitar que sean sexistas,
que transmitan "malos" sentimientos" o que puedan resultar discriminatorios,
elitistas, segregadores o vaya usted a saber cuántas cosas más, de tal manera
que terminamos cambiando el cuento y contándoles otra cosa. Incluso se publican
"Cuentos
infantiles políticamente correctos". Así, les enseñamos que los
tiburones son buenos y amigables (no lo son, niños, tened cuidado con ellos) o
que las personas son todas bondadosas (tampoco lo son, ojo, criaturas).
Si el niño es considerado idiota, el alumno, por
coherencia, también. Al alumno le hacemos ver que, digan
lo que digan los demás, tiene talento y muchas inteligencias (siete, nada menos) y que
debe divertirse aprendiendo porque lo importante es que sea feliz. Le incitamos
a pensar que él es el prota de esta
película. No él, cada alumno es protagonista. En esta película que se rueda
todos los días en el aula no hay actores de reparto sino estrellas rutilantes
todas ellas. Ellos mandan. Nosotros obedecemos. Porque son, no lo olvidemos, el
centro de la educación. Los alumnos deben pasarlo guay, incluso flipar como
Flipper. Y si no flipan, la culpa es nuestra. Lo último en pedagogía es el Flipped
Model. Cuidadín con sus cuatro pilares, unos pilares más cansinos que los
de la tierra del inefable Ken Follet, a saber:
Primero. Entorno flexible:
"Los educadorescrean espacios adaptablesdonde los alumnos eligen cuándo y
dónde aprenden. Además, los educadores que invierten sus clases son flexibles
en sus expectativas en los tiempos de aprendizaje y en la evaluación de los
estudiantes". Han leído bien: los alumnos eligen. Son ellos, cómo no, los que
deciden cuándo y dónde van a aprender. O lo que sea que vayan a hacer. Imagino
que los defensores del Flipped Model,
entre ellos Kristin Daniels, "Asesora en Integración
Tecnológica" y especialista en "esto", permitirán a sus hijos
comer y vestirse cuando y donde quieran, pues digo yo que el Flipped Model será
aplicable a cualquier contexto. Según estos expertos, "los educadores",
que supongo debemos ser los profesores, tenemos que "invertir"
las clases (no me digan que esto no suena un poco satánico) y ser "flexibles
en nuestras expectativas" de "tiempos" y "evaluación",
lo que significa, deduzco, que no hay que ponerse quisquillosos con eso tan
traumático de poner notas y que si un alumno no termina la tarea hoy, pues ya
la terminará mañana. O el mes que viene. Flexibilizar lo llaman. Pues vale.
Segundo pilar. Cultura de
aprendizaje: "El modelo de
aprendizaje Flippedcambia deliberadamente la instrucción hacia un enfoque centrado en el
alumno, en el que el tiempo de clase se dedica aexplorar los temas con mayor profundidady crear más oportunidades de
aprendizaje (...) Los estudiantes participan activamente en la construcción del
conocimiento, ya que participan y evalúan su aprendizaje de una manera que puede
ser personalmente significativa" . Lo de centrarnos en el alumno lo
entiendo (no es novedoso, es el conocido método de rascar la espalda al alumno
-scratching the backlearning, podríamos llamarlo-). Lo que
me cuesta más comprender es cómo podemos profundizar en un tema si no es el
profesor (el que sabe) el que se lo explica al alumno (el que no sabe), es
decir, cómo va a participar activamente un alumno en el conocimiento antes de
que el profesor le intente transmitir este conocimiento. Tengamos paciencia,
seguro que en el tercer o cuarto "pilar" se disipan mis dudas. Sigo.
Cuarto. Contenido intencional: "Los educadores piensan continuamente cómo pueden utilizar el modelo FL
para ayudar a los estudiantes a desarrollar la
comprensión conceptual y la fluidez de procedimiento. Los
profesores emplean contenido intencional para maximizar el tiempo de clase con
el fin de adoptar métodos y estrategias activas de aprendizaje". Me he
perdido. ¿Existen profesores que no piensen cómo ayudar a sus alumnos a
desarrollar la comprensión? ¿No intentamos los profesores maximizar el tiempo
en clase? ¿Qué es lo que viene a resolver el Flipped Learning exactamente?
Quinto y último pilar. Educador
Profesional: "Los educadores
profesionalesobservan
continuamente sus alumnos. Los educadores profesionales son
reflexivos en su práctica (...) aceptan la crítica constructiva y toleran el caos controlado en sus aulas". Tengo varias preguntas: ¿Cómo de "continuamente"
debemos observar a nuestros alumnos? Por ejemplo, ¿se puede pestañear? ¿Les parecemos
poco reflexivos los docentes a los Flipped
Specialists? ¿Piensan que aceptamos mal la crítica? Pero si estamos más que habituados
ya, si tenemos callo... pero lo que más me gusta es lo del "caos controlado" en el aula. Señora Daniels, yo sé que para usted el
profesor debe disfrazarse de Profesor Keating, subirse a la mesa y soltar
todo eso de "Oh Capitán, mi capitán" pero, verá, los profesores, como
todo trabajador, necesitamos unas condiciones mínimas de orden, disciplina y
atención. Y aunque le parezca mentira, estas mismas necesidades las tienen
también los alumnos si lo que queremos es que aprenden (que aquí va a estar la
clave). Estas condiciones son todavía más necesarias en esta profesión que en
otras, pero lo son en casi cualquier actividad. Estoy seguro que en sus numerosas conferencias para asesorarnos y
explicarnos cómo debemos hacer nuestro trabajo, usted misma preferirá un público en silencio e interesado en lo que les cuenta que un "caos
controlado", así que, por favor, no quiera menos para nosotros, que somos
torpes pero honrados. Y, sobre todo, piense en "los chiquillos" y en el flaco favor que les hace con este tipo de ocurrencias.
Para terminar,
puesto que "el niño" es el objeto de la educación, el centro del
universo educativo y el eje de la comunidad educativa, déjenme que recuerde a
Les Luthiers cuando decían aquello de:
A los chicos hay que decirles siempre la verdad.A los chicos no hay que asustarlos con
cocos,brujas, ogros, temibles personajes imaginarios... Llegado
el caso, hábleles de cosas más reales: el lobo,una araña, una buena víbora... Parece mentira,pero todavía hay madres... todavía hay madres hoy en ida,en pleno siglo diecin... veinte... que les dicena sus hijos cosas como por
ejemplo:
- Mirá nene, si no tomás toda la sopa,voy a llamar al hombre de la bolsa.
Señora... ¿y si el hombre de la bolsa tampocoquiere tomar la sopa? A los chicos hay
que decirlessiempre la verdad, hay que explicarles las cosas,darles a entender los motivos, todas las razones,porque después de todo los
chicos,aun los más
pequeñitos, son seres pensantes...casi podríamos decir que son seres humanos.
La semana pasada comentaba la primera ronda de intervenciones de los políticos que participaron en la mesa redonda sobre educación. Prosigo y
completo el relato con el resto de intervenciones.
Carolina Díaz (Ciudadanos) consideró que hay que "exigir y formar
desde el punto de vista pedagógico a los profesores" y modificar el
sistema de acceso añadiendo exámenes cada cinco años para que "las
oposiciones no sean sempiternas". Díaz Apostó por "nuevas metodologías"
distintas de la calificó como "la letra con sangre entra", unas metodologías que,
indicó, deberían "tener en cuenta las inteligencias múltiples". Es
curioso cómo, al contrario de lo que ocurre en la medicina, en la que el
profesional médico es en general respetado, en nuestra profesión sucede que si
un alumno no aprende, ni el sistema ni (¡faltaría más!) el alumno tienen el más
mínimo porcentaje de culpa. Esta queda reservada en exclusiva para el profesor.
Dicho de otra forma: si los chicos no aprenden, a nadie se le ocurre indagar qué
han hecho o dejado de hacer aquellos, ni en si las condiciones para su
aprendizaje han sido óptimas o pésimas. El diagnóstico es siempre el mismo: la
mala formación (pedagógica, por supuesto) del profesor. Para colmo, las
oposiciones, según la portavoz de Ciudadanos, no deben ser
"sempiternas". Pero, digo yo, que entre durar eternamente y caducar a
los cinco años, puede haber un margen. No rechazo la discusión de buscar una
forma de evaluar a un docente que lleva años ejerciendo desde que ingresó en la
función pública, no crean, pero para ello debería estudiarse con mucho cuidado
qué se tiene intención de evaluar: si sus conocimientos o su adaptación a la moda pedagógica
otoño-invierno, primavera-verano. Cuidado pues con esto.
Nekane Pérez (EH-Bildu) reivindicó la utilidad de "hacer
política" con la educación, en busca de una "excelente equidad",
pidió que no perdiera de vista la "inclusividad" y abogó por el aumento
de inversión en formación. Ya he dicho que con más gasto no se mejora un
sistema deficiente, así que no insisto. También he dicho que la mala política
se soluciona con buena política. Y también he expresado mis serias dudas acerca
de la equidad. Pero a lo que me opongo sin dudar es a la persistencia en hablar
de inclusividad, no por negativa a priori sino por utópica. Rectifico: por
negativa y perjudicial, pues la escuela inclusiva es partidaria de eliminar
cualquier mecanismo de selección. En la escuela. A ver cómo se las
arreglan para eliminarlos fuera.
Mikel Aramburu (Geroa Bai) insistió en que la educación pública debe ser
prioritaria y la concertada, subsidiaria. Habló del deterioro de las
condiciones laborales (ratio, horas lectivas, jubilación) y de la necesidad de
no perder "democracia en la gestión de los centros" con la LOMCE. Por
último, criticó la segregación por sexos porque supone, como en la cuestión
lingüística, "apellidar la educación" y defendió las dos lenguas
propias: castellano y euskera y la conveniencia de disponer de una "ley
educativa propia". No tengo datos, pruebas o informes para defender con
argumentos contundentes la no segregación con criterios de calidad o
rendimiento académico, aunque sí puedo reivindicar que todos los centros
sostenidos con fondos públicos deben seguir las mismas directrices y esto no
sucede. Pero dejando al margen este controvertido asunto (y la discutible
necesidad de una "ley educativa propia" como la que demandaba
Aramburu), creo que acertaba Aramburu cuando adviertía de la pérdida de
democracia interna que, disfrazada de autonomía de centro, nos va a traer la LOMCE,
Marisa De Simón (I-E) reiteró la prioridad que debe tener la enseñanza
pública como la única que puede garantizar la "equidad" y la
oportunidad de reducir de forma progresiva los conciertos. Reclamó
"inversión, participación de toda la comunidad educativa y autonomía"
y apuntó algunas medidas como la "gratuidad real de la enseñanza" o
"reducción de ratio", y cuestionó la "libertad de elección
de centro". Para no ser reiterativo, me centraré ahora en algo que aún no
he tratado: aún en estas dos entradas dedicadas al debate: la gratuidad. Cuando oigo hablar de gratuidad me acuerdo de la
inefable ex-ministra socialista Carmen Calvo cuando decía que "el
dinero público no es de nadie". Mal haremos si pensamos así y creemos
que hay cosas gratuitas. Nada es gratis. No ahondaré en este asunto porque ya
me estoy extendiendo demasiado, así que, brevemente diré que estoy en contra de
la gratuidad de los libros de texto si cualquiera de estos dos requisitos no se
puede justificar: un nivel de renta que no permita adquirir los libros y el aprovechamiento
probado de los recursos. Sobre las becas, hablé aquí.
Fátima Andreo (Podemos) rechazó las pruebas externas para el alumnado
porque "llevan a la competencia" y de igual manera las rechazó para
el profesorado "cada cinco años", como sugería la representante de
UPyD. Se mostró contraria a la impartición de materias ajenas a la especialidad
y pidió la "paralización" de la LOMCE. No comprendo la enérgica
oposición a las pruebas externas. Solo quien está poco dispuesto a esforzarse
puede estar en contra de que se le evalúe porque una evaluación puede suponer
un revés, pero también un reconocimiento, un impulso y una motivación. Y, en
cualquier caso, sirve para comprobar si las cosas se están haciendo bien. ¿No
es esto lo que queremos todos? Reconozcamos al menos cierta coherencia en la
postura. Estaría bueno que, estando en contra de las pruebas a los alumnos, se
estuviera a favor de hacerlas pasar al profesor. Y en cuanto a la
competitividad, es curioso lo bien vista que está en el deporte (incluso en la
vida real) y lo denostada que está en la escuela. Luego decimos que la escuela
es reflejo de la sociedad. Ya...tal.
Amaia Zarranz (PPN) consideró "demagógicos" algunos de los
argumentos críticos con la LOMCE y citó algunas medidas para mejorar la
educación, como el apoyo a los directores mediante la "incentivación de la
función directiva" o un reconocimiento del profesor como "autoridad
pública" que le otorgue "presunción de veracidad". Nada que
objetar a esto último. En relación con lo primero, si los incentivos tienen que
ver con permitir a un director intervenir en la selección del profesorado, no
lo llamemos incentivo; llamémoslo de otra forma (que cada cual escoja la que le
parezca más adecuada).
Pedro Rascón (PSN) negó que hubiera habido muchas leyes educativas, puesto que "el 99% de las leyes educativas" son "socialistas". Planteó
varias medidas, como la mejora de la "formación inicial del
profesorado" en cuanto a las "competencias" y a su "adaptación
al siglo XXI" en cuanto a las "formas de enseñar". Puso en duda
la enseñanza de "materias" antes de la educación postobligatoria,
pues "lo importante" es "educar". Por fin, en referencia a
la consideración del docente como autoridad pública, se opuso a "poner
porra al profesor" (sic). Estoy de acuerdo en que este sistema es
básicamente socialista, ya que la LOMCE se basa en la LOGSE-LOE (definámoslo en
todo caso como "pepelista"). El resto de afirmaciones no tienen
desperdicio. Primero, Rascón, imbuido del espíritu innovador que impera hoy en la enseñanza, persistía en culpar al
profesor por su poca pericia con las competencias (somos, pues
"incompetentes") y porque (no lo dijo así pero probablemente lo
piense) estamos más pasados que las galas de José Luis Moreno. Segundo, criticó la enseñanza de materias porque en la escuela "hay que educar", una apreciación muy cuestionable si consultamos el diccionario de la Real Academia, que define "educación" como
"crianza", pero también como "enseñanza", "doctrina"
e "instrucción por medio de la acción docente"). Tercero, relacionó
la autoridad del profesor con "ponerle porra", lo cual no merece ni comentario.
Codés Echalecu (UPyD), por último, respaldó como "iniciativa de
UPyD" la autoridad del profesor, expuso la necesidad de apoyar a los
orientadores y de "evaluar las leyes educativas", de convocar
oposiciones y evitar la libre designación, así como la creación de auxiliares
para evitar que el docente deba dedicarse "a cuidar pasillos", la
reforma de los currículos y la implantación de un "MIR para
profesores". Todo, excepto la ocurrencia del MIR para profesores, me
parece razonable. Sobre este particular, di mi opinión en un artículo de hace
unos años en el que me refería a quien entonces lo proponía: Alfredo Pérez
Rubalcaba. Me pareció tan desatinado como ahora.
Pues bien, aquí termina mi crónica de un debate político. ¿Qué conclusiones
saco? Algunas.
La primera, que sigue habiendo una gran distancia entre lo que un profesor y
un político piensan de nuestro oficio, hasta en aquellos casos en los que el
político procede del mundo de la docencia.
La segunda, que el propio funcionamiento de los partidos hace difícil, si
no imposible, que sus representantes tengan plena libertad de opinión, pues se
deben al programa de cada organización y las directrices que de sus respectivas direcciones. Por eso el discurso, con sus
excepciones, se parece demasiado al oficial y esto genera cierta previsibilidad
que va en detrimento de la calidad del debate.
La tercera, que, pese a todo, todavía es posible el debate civilizado y la
serena confrontación de ideas. En este sentido es de agradecer el tono empleado
por los participantes, muy alejado del ambiente hooliganístico de las tertulias
televisivas.
La cuarta, que si existe la posibilidad de recuperar la dignidad de la
actividad política como la de aquellos que gestionan o aspiran a gestionar los
servicios públicos, esta pasa por la honradez, la ejemplaridad y la capacidad
de oratoria y diálogo. Y quiero pensar que no somos pocos los que estamos deseando poder a
volver a confiar en la política. Depende de los políticos, pero también de
nosotros.
El jueves 30 de abril se
celebró una mesa redonda sobre políticas educativas organizada desde la
Asociación de Profesores de Secundaria de Navarra que tuve la poca suerte de
moderar. Digo poca suerte porque es duro encontrarse en medio de una
discusión y no poder intervenir, sobre todo cuando uno siente predilección por el barro
dialéctico. El propósito del debate era conocer y dar a conocer las propuestas
en materia de educación de los partidos políticos navarros.
Durante la presentación
de la mesa de debate decidí recurrir a Platón, de quien había leído una frase
que ya forma parte de mis citas favoritas: "el precio de
desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres". Y
es que a todos, como ciudadanos, deberían preocuparnos los asuntos públicos.
Porque no otra cosa es la política.
Constatado el
evidente desencanto de la sociedad con la política (como con el sindicalismo), no
creo, sinceramente, que la solución pase por menos política (menos
sindicalismo) sino por mejor política (y mejor sindicalismo). En esta legítima
aspiración de recuperar la dignidad de la actividad política y sindical, muchos
echamos de menos la exposición clara y rigurosa, la serena confrontación de ideas
y la discusión sosegada. Es cierto que no parecen cercanas las posturas de los
diferentes partidos políticos, ni a nivel nacional ni autonómico, especialmente
en relación con un asunto tan dado a la instrumentalización como es la
enseñanza. Tampoco están precisamente próximas las posturas de las distintas
organizaciones sindicales. Pero existen puntos de encuentro, seguro, que deben
ser explorados y reconocidos, máxime en un momento en el que la búsqueda de
acuerdos no solo va a ser conveniente sino incluso necesaria. Son muchas las
organizaciones, tanto políticas como sindicales, con representación presente o
futura. De cara a las elecciones sindicales del 20 de mayo, además de APS,
concurrirán en Navarra sindicatos con posicionamientos muy dispares: LAB,
STEILAS, CCOO, AFAPNA, ELA, ANPE, CSIF y UGT. A las elecciones autonómicas del
25 del mismo mes se presentan catorce partidos, entre ellos: UPN, PSN, EH-BILDU,
PPN, I-E, GEROA BAI, Podemos, Ciudadanos y UPyD.
El pasado día 30 tuvimos
ocasión de escuchar a ocho de estos nueve partidos (UPN, actualmente en el
Gobierno, declinó la invitación el día anterior a la celebración del debate),
los ocho que más probabilidades tienen, según las encuestas, de entrar en el
Parlamento. Dos preguntas se les plantearon: "¿qué diagnostico hace la
situación de la educación pública?" y "¿qué propone su partido para
respaldar la labor del profesor y mejorar la formación de los alumnos?".
Hay que admitir que la
asociación sindical a la que represento, APS, se identifica más bien poco con
la mayoría de los sindicatos, y que a duras penas se reconoce en los programas
educativos de los partidos políticos. Esto no debiera suponer ningún problema
debido a la independencia y diversidad ideológica que caracteriza a nuestra
asociación, lo que permite coincidir o discrepar sin tener en cuenta las siglas
o el color político de nadie. APS es un sindicato crítico con el sistema
educativo, pero con afán constructivo. Por eso es necesario: analizar con
detenimiento las propuestas de cada partido y de cada sindicato para poder
apoyar las sensatas y reprochar las que no lo sean; presentar alternativas y
divulgar nuestra forma de entender la educación pública, desde el rigor, la
seriedad y el optimismo realista, sabedores de que nuestra causa es noble y el
esfuerzo vale la pena; debatir sobre la enseñanza en cuantos foros sea posible
porque, como también dijo Platón, "la civilización es la
victoria de la persuasión sobre la fuerza". Es tarea nuestra intentar
convencer de nuestras ideas a los dirigentes políticos, a nuestros compañeros
y a la sociedad en general. Nadie mejor que un profesor para aportar su
visión de experto y conseguir la mejora real de la calidad de la educación
pública.
A continuación
transcribiré algunas de las opiniones expresadas durante el debate y las iré comentando según mi criterio personal.
Sobre las exposiciones iniciales.
Carolina Díaz, representante de
Ciudadanos, valoró de forma positiva el nivel educativo de nuestra comunidad,
aunque negó que fuera "excelente". Se lamentó de que, "en esta
época", continuemos con "un sistema educativo postindustrial que no
atiende a la demanda global". Habló del "esfuerzo"
y la "autoridad del profesor". Desde luego, comparto con la
representante de Ciudadanos en Navarra que la situación de la educación navarra
no es excelente. Es más, cuestiono incluso que sea como para presumir porque, sin caer
en el catastrofismo, cualquiera con un mínimo de experiencia docente sabe que
el nivel de formación de nuestros alumnos no es bueno, sencillamente porque el
sistema no lo permite. Tenemos algunos buenos alumnos, claro, pero también
muchos que no lo son. Conformarnos con tan poco me parece irresponsable, aunque
salgamos mejor parados en los informes que otras comunidades. En cuanto a la
"demanda global" y la "postindutrialización", parece claro
que Ciudadanos es plenamente coincidente con la expertología educativa posmoderna. Un compañero (y sin embargo amigo) resaltaba hace poco la paradoja de hablar de globalización y al mismo
tiempo defender que el asesinato de un profesor en Barcelona es algo
excepcional en España. "Si somos globales, lo somos para todo",
decía (cito de memoria).
Nekane Pérez, portavoz de
Eh-BILDU elogió la profesionalidad de los docentes pese al "escaso
apoyo" del Gobierno. Para Nekane Pérez, los profesores están
"quemados" y con sensación de "abandono" e
"incertidumbre". Por otra parte, criticó con mucho sentido el deterioro de las condiciones laborales y
de los propios centros públicos. Es imposible no compartir estas
manifestaciones. Sin embargo, en mi opinión olvida asuntos que son tan
importantes o más que los que sí destaca. Por ejemplo, la desmotivación del
profesor (porque si un alumno, como dicen, debe ser motivado, ¿por qué no
debería preocuparnos que no lo estuviera el profesor?) no se debe únicamente al
deterioro de sus condiciones laborales sino a otros factores menos trending topic como
el desprestigio generalizado de la profesión, el menoscabo de la autoridad
intelectual que un día tuvo o la devaluación de su papel como transmisor de
conocimiento.
Mikel Aramburu, de Geroa
Bai, defendió la educación pública como una "conquista" que no puede
ser "desmantelada". Para Aramburu, el Gobierno de UPN ha "minado
la cohesión social". Aramburu pidió un reconocimiento de la
"pluralidad navarra" y recordó la polémica suscitada en su día a raíz
de un supuesto informe de la Guardia Civil sobre el profesorado del Modelo D.
Se posicionó a favor de la enseñanza en inglés pero no de esta manera, que
calificó como "chapuza" y solicitó que se pudiera estudiar en euskera
en toda Navarra. Sobre la situación de la enseñanza en Navarra, habló de
"milagro" pese a la "poca inversión". No voy a retomar un
asunto tan controvertido como el del susodicho informe de la Guardia Civil,
pues es este un tema que dio pie a manifestaciones a cual más desacertada. Me
remito alo que dije en su día en este mismo blog.
Tampoco voy a discutir la necesidad de que se reconozca la pluralidad navarra
porque estoy de acuerdo en que debe reconocerse la diversidad de esta y de
todas las demás comunidades. Lo que sí me gustaría es rechazar la relación
directa entre inversión y eficacia porque estoy convencido de que un mal
sistema seguirá siendo malo independientemente de que cuente con mayor o menor
inversión. El sistema debe ser eficaz pero para ello debe existir un criterio.
Si este criterio es que todos los alumnos puedan desarrollar al máximo sus
capacidades y aprender aquello que fuera de la institución académica no podrían
aprender, adquirir las herramientas que les permitan desenvolverse en la
sociedad y progresar tanto más cuanto mayor esfuerzo, capacidad y honradez
demuestren, el sistema actual no sirve.
Marisa De Simón, de
Izquierda-Ezquerra, señaló que "el objeto de la educación" debe ser
siempre "el alumno" y que la enseñanza pública debe ser el "eje
vertebrador de la educación" como "garante de equidad". La
"buena salud" de nuestro sistema, dijo la representante de I-E, se ha
conseguido "a pesar de los recortes y el descenso en inversión". Así, denunció la
pérdida de puestos de trabajo, las deficiencias materiales de los centros, la
temporalidad o el aumento de carga burocrática, entre otros aspectos. Como en
el caso anterior, coincidiendo en algunas de las denuncias de Marisa De Simón,
discrepo en su consideración del alumno como "objeto". Yo diría que
el alumno es el sujeto de la educación y todo lo que suponga eximirle de
responsabilidad es un error de bulto porque un alumno no puede aprender sin un
profesor pero, teniéndolo y sin poner de su parte, tampoco. Comparemos la
situación con la salud y veamos por qué, en cierto modo, un médico lo tiene más
fácil que un docente: el paciente siempre (o casi) se quiere curar; el alumno
no siempre quiere aprender. Añado otro dato: lo habitual es que el paciente
esté dispuesto a esforzarse para lograr su curación, mientras el alumno, en el
caso de que quiera aprender, lo quiere hacer en demasiadas ocasiones con el
mínimo esfuerzo y/o de manera divertida. Respecto a la equidad, es este un
peligroso concepto, pues la única manera de igualar los resultados de dos
alumnos, si no es posible que el menos capaz alcance al que más puede, es hacer
retroceder a este último. Mala estrategia.
Fátima Andreo, en
representación de Podemos, coincidió en algunos de los asuntos reseñados
anteriormente e hizo referencia al "bipartidismo". Además, calificó
la LOMCE como la "peor ley" que ha habido hasta ahora y que
"tiene la visión de futuro de la sociedad que quiere el Partido
Popular", que pretende "reservar el empleo de calidad" a
determinadas personas, relegando a otras mediante la FP Básica, convirtiendo
"derechos en negocios privados". Completó su primera intervención haciendo
alusión a la universidad, la eliminación de becas y la falta de recursos y
asegurando que "en algún momento se tuvo una enseñanza de calidad"
contra la que se está "atentando". Mi principal discrepancia con
Fátima Andreo tiene que ver (dejando a un lado la generalización, excesiva a mi
parecer aunque de ninguna manera desencaminada, sobre la ideologización que se
pretende con la LOMCE -como se ha pretendido con las leyes socialistas-) es
precisamente que la LOMCE no puede considerarse, sin matices, la peor de todas las leyes educativas, por la sencilla razón de que no modifica en lo sustancial a sus predecesoras.
Amaia Zarranz, del Partido Popular,
alabó la educación navarra como "una de las mejores de España" pero
dijo aspirar a más para no evitar caer en el "conformismo", defendió
la red pública y la concertada y la "libertad de elección de centro",
sin entender, decía, la "confrontación" entre ambas. Habló también de
la necesidad de "priorizar el gasto". Mi apuesta por la red pública
es inequívoca. Sería largo de exponer por qué me parece falaz defender ambas
redes por igual con la excusa de una "libre elección de centro" que
nadie cuestiona pero, como digo, mejor lo dejaré para otro momento.
Pedro Rascón, del PSN,
colocó también en el centro de la educación pública al alumno y explicó que la
educación es "la herramienta fundamental que tiene la sociedad para hacer
hombres y mujeres libres" y el "eje vertebrador" debe ser
"la educación pública porque " es de todos", aunque no va a
"oponerse a iniciativas privadas". El sistema, para Rascón, es
"bueno", pero tiene "carencias" por la "reducción de
inversión" y se está "viviendo de las rentas". Si la educación
es "la herramienta fundamental que tiene la sociedad para hacer hombres y
mujeres libres", cosa que comparto, y si el conocimiento (ya lo dijo Epicteto)
es el que nos hace libres, un sistema que prima las competencias sobre los
contenidos, el saber hacer sobre el saber, que prefiere educar las emociones que
transmitir conocimiento, es un sistema fraudulento.
Codés Echalecu, en nombre
de UPyD, solicitó la devolución de competencias educativas, pues ahora mismo,
aseguró, hay "diecisiete sistemas educativos". Asimismo, pidió un
"pacto nacional por la educación" y fue muy crítica con
adoctrinamiento a través de la educación y la falta de educación desde un punto
de vista ético y cívico. No me parece una mala idea apostar por un pacto
nacional por la educación aunque si he de elegir, prefiero un sistema eficaz
que un sistema consensuado.
Mi amigo M.,
conocedor de mis coqueteos con el lado oscuro, me avisaba hace poco de la
existencia de un proyecto superinnovador titulado
PROGRAMA TREVA (Relajación y
Meditación en el Aula). ¿Que de qué va la cosa? Pues va de Mindfulness,
un concepto psicológico consistente en la "concentración de la atención y
la conciencia plena" con influencias, dicen, budistas. Vendría a ser algo
así como Richard Gere en el papel de experto educativo. Sus defensores (no de
Richard Gere sino del Mindfulness) hablan de "evidencias científicas
moderadas" (hay que tener poco coraje y poco espíritu emprendedor para
intentar vender con tan poca actitud un producto).
Pues bien, el PROGRAMATREVA responde, según la pionera
Universidad de Barcelona, a las "necesidades de calma de los centros
docentes" (imagino que se refiere, más que a los propios centros, a
quienes nos ubicamos en su interior, aunque vaya usted a saber) y las propone
como "recursos de innovación pedagógica para el aprendizaje y desarrollo personal de alumnos y
profesores". Su impulsor es Luis López González, Doctor en Psicopedagogía
por la UB, Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte,
Diplomado en Ciencias Religiosas, coordinador del Grupo de Investigación TREVA
del ICE de la UB y autor de "varios libros". TREVA está
"orientado a docentes de cualquier etapa educativa: de infantil a
universidad; a docentes para aplicarlo a alumnos; a alumnos para uso
particular; a familias y otros estamentos de la comunidad educativa".
Parece que en todos los casos está indicado solo para humanos (de momento al
menos, veremos en qué sentido evoluciona el I+D+I homeopedagógico). Los
"beneficios que se obtienen" son: "mejorar el rendimiento
académico a través del desarrollo de la atención, la memoria y el clima de
aula; disminuir el estrés, la agitación y el malestar docente; mejorar la
inteligencia emocional a través de todas sus competencias; y fomentar la
interioridad".
Si les interesa, sepan que pueden imbuirse de Mindfulnees matriculándose en
el... ¡nuevo máster de la Universidad de Barcelona que comenzará el próximo
curso 2015/2016: MÁSTER DE RELAJACIÓN, MEDITACIÓN Y MINDFULNESS!