viernes, 15 de mayo de 2015

Pedagogía y moda (V). Flipped learning. ¡Uy, mira, flipo como Flipper!


Reunión de tiburones en "Buscando a Nemo".

¡Atención! Declaro nuestra reunión iniciada oficialmente. Recitemos nuestra promesa:

- Yo soy un tiburón cortés, no una máquina cruel de devorar. Si esta rancia imagen deseo cambiar, debo cambiar yo de una vez. ¡Los peces son amigos, no comida!

- ¡Menos los pijos de los delfines!

- Delfines... ¡Se las dan de superguays! ¡Uy, mira, flipo como Flipper!¡Mira lo que hago con mis aletas!

En la película "Buscando a Nemo" los tiburones quieren hacerse vegetarianos. Se reúnen en una sesión similar  a las de "Alcohólicos anónimos" para repetir y autoconvencerse de que los peces son amigos y no comida. Como licencia cinematográfica hay que reconocer que tiene su gracia. El problema viene cuando no nos referimos a una película sino a la realidad y, en concreto, a la educación.

Estamos muy acostumbrados a tratar de idiotas al niños. Por eso adaptamos los cuentos para evitar que sean sexistas, que transmitan "malos" sentimientos" o que puedan resultar discriminatorios, elitistas, segregadores o vaya usted a saber cuántas cosas más, de tal manera que terminamos cambiando el cuento y contándoles otra cosa. Incluso se publican "Cuentos infantiles políticamente correctos". Así, les enseñamos que los tiburones son buenos y amigables (no lo son, niños, tened cuidado con ellos) o que las personas son todas bondadosas (tampoco lo son, ojo, criaturas).

Si el niño es considerado idiota, el alumno, por coherencia, también. Al alumno le hacemos ver que, digan lo que digan los demás, tiene talento y muchas inteligencias (siete, nada menos) y que debe divertirse aprendiendo porque lo importante es que sea feliz. Le incitamos a pensar que él es el prota de esta película. No él, cada alumno es protagonista. En esta película que se rueda todos los días en el aula no hay actores de reparto sino estrellas rutilantes todas ellas. Ellos mandan. Nosotros obedecemos. Porque son, no lo olvidemos, el centro de la educación. Los alumnos deben pasarlo guay, incluso flipar como Flipper. Y si no flipan, la culpa es nuestra. 

Lo último en pedagogía es el Flipped Model. Cuidadín con sus cuatro pilares, unos pilares más cansinos que los de la tierra del inefable Ken Follet, a saber:

Primero. Entorno flexible: "Los educadores crean espacios adaptables donde los alumnos eligen cuándo y dónde aprenden. Además, los educadores que invierten sus clases son flexibles en sus expectativas en los tiempos de aprendizaje y en la evaluación de los estudiantes". Han leído bien: los alumnos eligen. Son ellos, cómo no, los que deciden cuándo y dónde van a aprender. O lo que sea que vayan a hacer. Imagino que los defensores del Flipped Model, entre ellos Kristin Daniels, "Asesora en Integración Tecnológica" y especialista en "esto", permitirán a sus hijos comer y vestirse cuando y donde quieran, pues digo yo que el Flipped Model será aplicable a cualquier contexto. Según estos expertos, "los educadores", que supongo debemos ser los profesores, tenemos que "invertir" las clases (no me digan que esto no suena un poco satánico) y ser "flexibles en nuestras expectativas" de "tiempos" y "evaluación", lo que significa, deduzco, que no hay que ponerse quisquillosos con eso tan traumático de poner notas y que si un alumno no termina la tarea hoy, pues ya la terminará mañana. O el mes que viene. Flexibilizar lo llaman. Pues vale.

Segundo pilar. Cultura de aprendizaje: "El modelo de aprendizaje Flipped cambia deliberadamente la instrucción hacia un enfoque centrado en el alumno, en el que el tiempo de clase se dedica a explorar los temas con mayor profundidad y crear más oportunidades de aprendizaje (...) Los estudiantes participan activamente en la construcción del conocimiento, ya que participan y evalúan su aprendizaje de una manera que puede ser personalmente significativa" . Lo de centrarnos en el alumno lo entiendo (no es novedoso, es el conocido método de rascar la espalda al alumno -scratching the back learning, podríamos llamarlo-). Lo que me cuesta más comprender es cómo podemos profundizar en un tema si no es el profesor (el que sabe) el que se lo explica al alumno (el que no sabe), es decir, cómo va a participar activamente un alumno en el conocimiento antes de que el profesor le intente transmitir este conocimiento. Tengamos paciencia, seguro que en el tercer o cuarto "pilar" se disipan mis dudas. Sigo.

Cuarto. Contenido intencional: "Los educadores piensan continuamente cómo pueden utilizar el modelo FL para ayudar a los estudiantes a desarrollar la comprensión conceptual y la fluidez de procedimiento. Los profesores emplean contenido intencional para maximizar el tiempo de clase con el fin de adoptar métodos y estrategias activas de aprendizaje". Me he perdido. ¿Existen profesores que no piensen cómo ayudar a sus alumnos a desarrollar la comprensión? ¿No intentamos los profesores maximizar el tiempo en clase? ¿Qué es lo que viene a resolver el Flipped Learning exactamente?

Quinto y último pilar. Educador Profesional: "Los educadores profesionales observan continuamente sus alumnos. Los educadores profesionales son reflexivos en su práctica (...) aceptan la crítica constructiva y toleran el caos controlado en sus aulas". Tengo varias preguntas: ¿Cómo de "continuamente" debemos observar a nuestros alumnos? Por ejemplo, ¿se puede pestañear? ¿Les parecemos poco reflexivos los docentes a los Flipped Specialists? ¿Piensan que aceptamos mal la crítica? Pero si estamos más que habituados ya, si tenemos callo... pero lo que más me gusta es lo del "caos controlado" en el aula. Señora Daniels, yo sé que para usted el profesor debe disfrazarse de Profesor Keating, subirse a la mesa y soltar todo eso de "Oh Capitán, mi capitán" pero, verá, los profesores, como todo trabajador, necesitamos unas condiciones mínimas de orden, disciplina y atención. Y aunque le parezca mentira, estas mismas necesidades las tienen también los alumnos si lo que queremos es que aprenden (que aquí va a estar la clave). Estas condiciones son todavía más necesarias en esta profesión que en otras, pero lo son en casi cualquier actividad. Estoy seguro que en sus numerosas conferencias para asesorarnos y explicarnos cómo debemos hacer nuestro trabajo, usted misma preferirá un público en silencio e interesado en lo que les cuenta que un "caos controlado", así que, por favor, no quiera menos para nosotros, que somos torpes pero honrados. Y, sobre todo, piense en "los chiquillos" y en el flaco favor que les hace con este tipo de ocurrencias.

Para terminar, puesto que "el niño" es el objeto de la educación, el centro del universo educativo y el eje de la comunidad educativa, déjenme que recuerde a Les Luthiers cuando decían aquello de:

A los chicos hay que decirles siempre la verdad.  A los chicos no hay que asustarlos con cocos,  brujas, ogros, temibles personajes imaginarios... Llegado el caso, hábleles de cosas más reales: el lobo,  una araña, una buena víbora... Parece mentira,  pero todavía hay madres... todavía hay madres hoy en ida,  en pleno siglo diecin... veinte... que les dicen a sus hijos cosas como por ejemplo: 

- Mirá nene, si no tomás toda la sopa,  voy a llamar al hombre de la bolsa. 

Señora... ¿y si el hombre de la bolsa tampoco  quiere tomar la sopa? A los chicos hay que decirles  siempre la verdad, hay que explicarles las cosas,  darles a entender los motivos, todas las razones, porque después de todo los chicos, aun los más pequeñitos, son seres pensantes...casi podríamos decir que son seres humanos.


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