viernes, 6 de abril de 2018

«Mi profe es viral»


El periódico Escuela publica un reportaje sobre profesores y redes sociales que incluye mi postura sobre algunas cuestiones. Transcribo el reportaje a continuación.

«Mi profe es viral»

Ni en vacaciones descansan los profesores activos en redes sociales, que acaparan cada vez más atención.

En los últimos tiempos no es extraño que el pistoletazo de salida de las vacaciones escolares coincida con un tuit o un post de un profesor o profesora que se convierte en viral. Ya allá por 2015, el maestro italiano Cesare Cata saltaba al estrellato de las redes sociales por sus heterodoxos deberes para las vacaciones de verano. En España, 2018, el profesor y coordinador TIC en el colegio San Fernando (Maristas) de Sevilla Ramón Rodríguez Galán (@Profe_RamonRG) ha emulado a Cata, en su caso, con Las otras notas de Elena, en que una alumna saca todos sobresalientes en los apartados Es una niña feliz, Es generosa y buena compañera, Disfruta en su clase, Es respetuosa, Ríe en clase todos los días o Su profe la quiere mucho. Para el profesor, que lleva ya más de 4.300 retuits y de 12.000 me gusta, las otras notas, «sin duda son las importantes». Ramón Rodríguez Galán, que ha tenido que atender a varios medios estas vacaciones, no ha sido el único que no ha desconectado, como muestra el éxito que los días pasados han cosechado hashtags como #soymaestro, #LibrosDocentes (reformulando títulos de libros con escenas de la vida docente), #telecolegio (lo mismo, con programas de televisión) o #stopLomce. También hilos como el de la Señorita Rotesmeyer (@larotesmeyer), reflejando lo que implica el día a día como maestra, lograba una gran repercusión. ¿Qué influye en la creciente visibilización virtual de los docentes? ¿Es algo natural? ¿Se puede caracterizar de fenómeno? ¿Qué implicaciones puede tener?

El momento

 Uno de los afectados, Ramón Rodríguez Galán, considera que el hecho de que cada vez más docentes usen redes sociales, compartan sus ideas y aprendan unos de otros «es un claro síntoma de la vocación tan pasional que los docentes de este país muestran cada día en su profesión». El profesor lo ve como un movimiento «palpable desde hace mucho tiempo» que puede contribuir, a su juicio, «a devolver la figura del maestro al lugar que se merece», gracias a «docentes que demuestran con hechos y proyectos educativos apasionantes que un cambio en la educación actual es posible, y que ya se está haciendo en realidad, que hay muchos docentes que ya apuestan por ofrecer a sus alumnos la educación más personalizada y significativa posible». Las redes serían, en este sentido, un instrumento para demostrar «que el cambio educativo no solo es necesario, sino que funciona». En esta misma línea, el novelista, dramaturgo y profesor en excedencia Nando López (@Nando_J), valora lo que las redes conllevan de visibilización de la realidad de las aulas: «Creo que hay que visibilizar tanto la parte complicada como la parte positiva, que es muy importante contar lo que se está haciendo, lo que se está viviendo en ellas y transmitir un mensaje que no caiga en el derrotismo, sino en todo lo contrario. Ahora mismo hay un momento de gran implicación por parte de familias, docentes y alumnado, y, sin embargo, la visión que se transmite en los medios muchas veces es muy negativa, por lo que estos mensajes ayudan a contrarrestarla, a romper mitos sobre educación». En su caso, bajo el hashtag #nandotour suele relatar sus encuentros por colegios e institutos de toda España: «Lo hago para que se vea el interés de los adolescentes pero también todas las actividades de fomento de la lectura que ponen en marcha muchísimos docentes». Si el profesor de la Universitat Jaume I de Castelló Jordi Adell ve como «un fenómeno normal» este movimiento docente en las redes, pues cada vez son más los docentes activos en ellas, «y con actitudes tan variadas como el propio colectivo: de discursos autocomplacientes o victimistas a actitudes más críticas, comprometidas y proactivas», López también lo considera «un signo de los tiempos», pero subraya cómo muchas de las aplicaciones de estas juegan a favor de los docentes, que no solo pueden compartir lo que hacen, sus experiencias, materiales, iniciativas e ideas, también pueden valerse de ellas para enseñar lo que no se ve: «Hay que hablar más de educación, y hablar más de educación en las redes sociales me parece muy positivo».

Para el profesor de Lengua y director del IES Bovalar de Castelló Toni Solano (@tonisolano), estar en las redes es «en cierta manera, un modo de reclamar un espacio propio». En esta línea, apunta un cambio en esa presencia digital: «Desde hace años estamos en las redes, en lo que fue la blogosfera educativa, pero ahora aprecio una mayor implicación ideológica y social, por un lado, mientras que por otro, pero a la vez, se banaliza el mensaje por su carácter efímero o por el anonimato de los usuarios».

Lo viral

A Nando López, autor, entre otros, de La edad de la ira (Espasa) le parece fenomenal que los mensajes de los docentes se conviertan en virales «siempre que sean experiencias que visibilicen la realidad de las aulas». Más precavido se muestra Alberto Royo (@profesoratticus), músico, profesor de instituto y autor, entre otros, de La sociedad gaseosa (Plataforma Actual): «El hecho de que algo se haga viral no le concede más valor. Hay, en realidad, auténticas estupideces que se hacen virales y ocultan planteamientos interesantes. Así que lo sensato es ser cautos y no dar por hecho que una idea muy difundida es una idea inteligente. Curiosamente, de todo lo que podemos leer en las redes sociales sobre este oficio, lo que más impacto tiene y más alborozo ocasiona suele provenir de personas ajenas a la profesión, lo que produce un cierto efecto Matrix que hace que mucha gente piense que la realidad educativa es como parece ser y no como es. En este sentido, sí puede ser útil que profesores que lo son de verdad e imparten clase todos los días ofrezcan una visión fiel a la verdad, alejada de la poseducación. Cuando yo hago un comentario en las redes sociales sobre mi experiencia en el aula, trato de no mentir nunca y de contar las cosas como son». No considera, en ningún caso, que a golpe de tuits los profesores vayan a recuperar el prestigio perdido: «Al profesor se le prestigia recuperando el respeto intelectual hacia la figura del maestro y no pretendiendo convertirlo en un simple amenizador, reconociendo socialmente (en la realidad, no en la virtualidad) nuestra labor, dejando de considerar experto a quien no lo es, recurriendo sin complejos a palabras como disciplina o esfuerzo (que no solo no están reñidas con el afecto o la implicación del profesor sino que son muestra de que nos preocupamos por nuestros alumnos), no promocionando pseudociencia ni pseudopedagogía, olvidando teorías cursis, fraudulentas o infantiloides y entendiendo que la emoción se encuentra en el propio conocimiento y no fuera, y que es esta emoción la que nos permite apreciar la belleza de las cosas, que es el conocimiento el que nos hace más libres, el que nos posibilitará disfrutar más de la vida y nos ayudará a entendernos mejor a nosotros mismos y a los demás», reflexiona el profesor, que llama a «no frivolizar con un asunto tan serio como es la enseñanza dentro de la tendencia actual, reforzada por intereses económicos, que tiende a dar por bueno todo lo nuevo, a confundir innovación con extravagancia y a pensar que se puede desarrollar el pensamiento crítico, la creatividad o las habilidades sociales con pocos conocimientos». «Tampoco interesa, seamos claros, que la figura del profesor sea respetada. ¿Qué harían todos los que se están aprovechando de la situación, que no son pocos?», añade, para concluir «En educación no hace falta ser espectacular sino eficaz. La educación no necesita ser mediática sino provechosa. Incluso diría que falta ética y sobra estética», También para Toni Solano, el hecho de que cada vez más mensajes de docentes se viralicen es «una buena noticia que hay que tomar con precaución»: «Tener visibilidad como colectivo siempre es interesante, porque contribuye a abrir a la sociedad lo que ocurre en las aulas, pero no hay que confundir lo que se dice en las redes con lo que pasa en el aula, ya que vivimos unos tiempos en los que nos cuesta entender la diferencia entre la parodia, la crítica, el humor y la realidad». Cita, como muestra, los ataques que han recibido cuentas paródicas relacionadas con la educación, «curiosamente por parte de profes»: «Me preocupa que nos convirtamos en una sociedad de lo políticamente correcto, más interesada en desterrar el uso de palabras o etiquetas que en modificar las actitudes que permiten que existan esas etiquetas. Ante ciertos chistes, probablemente de mal gusto, he visto insultos y muestras de indignación por parte de profes que luego exhiben sin pudor aulas poco inclusivas o que abiertamente rechazan a determinadas minorías. Es la otra cara de las redes».

El anonimato

Si los encuestados muestran sin problemas su verdadera identidad en redes sociales, no siempre es así. Otros docentes prefieren recurrir al anonimato. «Hay quien tiene miedo de dar la cara tal y como están las cosas», reconoce Solano. «Yo, personalmente, me quedo con aquellos docentes que, como el profe Ramón, lo cuentan sin anonimato. El anonimato en las redes, honestamente, a mí es algo que no me inspira mucha confianza y yo, personalmente, solo me tomo en consideración aquellos mensajes que van firmados, que tienen un rostro, un nombre, porque creo que eso es ejemplarizante y realmente útil y válido. La anonimia me genera más recelos en mi caso», plantea López.

Contra la soledad

En ocasiones, los docentes recurren a las redes incluso como terapia. «Se está generando una especie de claustro virtual que yo creo que hace que muchos profesores se sientan menos solos. Yo llevo tres años en excedencia, pero cuando estaba dando clase muchas veces me sentía muy arropado por ese claustro no físico con el tenía muchas cosas en común», reconoce López.

Elemento de conexión

¿Puede llegar a más esta comunión? ¿Pueden las redes contribuir a forjar un movimiento docente a imagen del feminista, revitalizado en los últimos tiempos? «No creo que veamos decenas de miles de docentes en las calles. Es un colectivo tan variado ideológicamente como cualquier gran grupo social. En todo caso, me encantaría ver a decenas de miles de docentes manifestándose en las calles contra la Lomce y los brutales recortes del gobierno del PP y recordándole a la sociedad en su conjunto que la escuela pública es la única garantía de una educación democrática y justa y que la concertada no solo no ha sufrido recortes, sino que es una anomalía en la Unión Europea», anhela Adell, para quien los docentes no han perdido prestigio social sino que han sido «objeto de ataques políticos interesados». Para Solano, en esta coyuntura, las redes pueden ejercer como altavoz: «Hemos sido un colectivo maltratado por los diferentes gobiernos nacionales y autonómicos. La mala fama del docente ha sido una estrategia planeada para silenciarnos y para cuestionar nuestra profesionalidad. Los gestores del sistema educativo saben muy bien que desde las aulas se puede cambiar el mundo y tienen miedo de que algún día la ciudadanía no sea tan manipulable. Estar en las redes permite a los docentes tener la voz que la Administración les ha negado, algo más que evidente cuando no se ha contado con ellos para los posibles pactos educativos». ¿Será una reivindicación exclusivamente virtual? «Si no hay gestos de conciliación por parte del Gobierno, por ejemplo, paralizando la Lomce, supongo que volverán las movilizaciones, ya que son normas que no han tenido la aprobación mayoritaria de los que han de llevarlas a cabo», vaticina Solano. «Ojalá veamos un movimiento de profesores. Ya hubo un movimiento de docentes muy importante, la marea verde, que por desgracia se diluyó aunque muchos la recordamos, muchos tenemos todavía nuestras camisetas verdes, incluso a veces las usamos… Sí, ojalá volvamos a despertar y, por cierto, creo que el movimiento del profesorado tiene mucho que ver con ese movimiento de mujeres. Hay que hablar de las profesoras, de la importancia de la mujer en la educación, hay una mayoría enorme y es algo que no valoramos lo suficiente. Hablamos siempre del colectivo de una manera muy neutra, cuando hay que hablar de todas esas profesoras que nos han marcado, nos han enseñado y nos han ayudado en momentos muy complicados. Ojalá estos movimientos sociales nos ayuden a despertar también, pero no solo a los profesores, creo que el movimiento educativo tiene que ser triple: Profesores, alumnos y familias. Si la revolución educativa no nace de la unión de los tres segmentos que conforman la comunidad está abocada al fracaso. Solo podemos hacerlo bien si estamos juntos».

4 comentarios:

  1. Interesantísimo artículo, Alberto, con planteamientos e ideas de procedencia diversa muy dignos de ser tenidos en cuenta. Ya me conoces y sabes muy bien que no puedo despedirme sin dejar una maldad: yo también sigo usando mi camiseta de la marea verde: la hice cachos ya hace tiempo y la utilizo para sacar brillo a los baldosines: al menos para eso, es buenísima. Alguno de los que participan en el artículo menciona la necesidad de crear un movimiento de profesores, cosa con la que estoy muy de acuerdo, pero que no se tome como modelo la marea verde, por favor, porque fue la última gran traición de los sindicatos mayoritarios, y probablemente, la mayor. Un abrazo.

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  2. Interesantes comentarios Alberto, que con tu permiso "reblogueamos" entre varios blogs educativos que participo, vale?

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