¡Qué
verdad es esa de que nunca debe perder uno la fe en la humanidad! Tanto
pesimismo, tanta desconfianza... que si los políticos, que si los pedagogós,
que si los charlatanes, que si las pseudociencias, que si Bustamante y Melendi, Coelho y Punset... y, sin embargo, siempre podremos contar con mentes lúcidas capaces
de cambiar el curso de la historia. Hoy he sido conocedor de dos de estos
acontecimientos extraordinarios.
El primero
es el hallazgo de vasos linfáticos en el cerebro, algo que podría cambiar la forma en que entendemos
la relación entre el sistema nervioso y el sistema inmunitario y también
modificar lo que creíamos saber sobre el envejecimiento y sobre enfermedades
como el alzheimer. Debemos agradecérselo a un neurólogo llamado Antoine Louveau, neurólogo de la Universidad de Virginia.
La segunda gran revelación debería conmocionar el mundo de la
pedagogía en mayor medida, si cabe, que las croquetas pedagógicas de la sin par
Mary Happens: la Universidad Francisco
Vitoria ha encontrado, ¡por fin!, el secreto del éxito académico, que estaba más escondido que los vasos linfáticos
en las meninges hasta que llegó el Doctor Louveau. Han sido muchos años de intensa
búsqueda de los motivos por los que no llegábamos nunca a alcanzar esa noble
aspiración de la educación inclusiva de todos y todas los alumnos y alumnas,
ese sueño de que todo el alumnado llegue al mismo punto en su formación sin que
nadie quede atrás en una utopía de equidad y magnanimidad happyflower y
trending toppic, de buenas intenciones y mejores deseos... Atiendan y no busquen más:
Según un estudio realizado entre 2.100 alumnos
de toda España con un expediente de 9,2 de media, un 43,3%
de los andaluces consultados afirmó (ojo,
sin complejos y casi con orgullo) que dedica más de diez horas de estudio cada semana después de clase,
sin contar lo que aprenden durante el horario lectivo. Además, el 26,7% aseguró estudiar
entre 5 y 10 horas semanales, y el 25,9%, entre 2 y 5. Sí, damas y caballeros, la clave de los
bachilleres más brillantes resulta que no es la Motivación. Tampoco la Empatía, la Orientación Psicopedagógica o el Coaching. La clave es que son más aplicados que el resto y estudian más de diez horas a la semana.
Dicho queda para la posteridad: los alumnos
brillantes... se esfuerzan más.
Ahora solo nos queda ponerle un nombre inglés y venderlo en la hoguera de las vanidades pedagógicas (la Zealous classroom, oyga).
ResponderEliminarAhí va el nombre en inglés: Two - Ten Hours a Week. Con todos mis respetos y mi aplauso para los alumnos que sacan sobresalientes, y más, si se dan esas panzadas a estudiar: si con eso da para medias de 9'2, son inevitables ciertas preguntas: ¿qué nivel de exigencia tenemos aquí (porque las demás comunidades ya no difieren mucho de Andalucía)? ¿Qué c_ _ _ _ _ _ hacen los que se quedan en el cinco "pelao"? Ya de los que suspenden ni hablo, y menos, si pienso en esos padres que te vienen con la canción de "mi hijo se pasa las tardes en casa estudiando".
ResponderEliminarGracias a los dos por vuestro comentario. Por cierto, hoy estoy optimista (y esta vez no hay ironía ninguna en lo que digo). Pasen, pasen por el Café de Ocata a leer la formidable entrevista don Gregorio Luri en El Mundo. Está en la entrada del domingo pasado (día 13) titulada "No hay alternativa pedagógica a los codos". El nivel del Sr Luri ya lo conocemos. Lo que sorprende es la cantidad de comentarios favorables a la entrevista en la edición digital del periódico. Aún hay esperanza.
ResponderEliminarLa había leído, pero no sabía lo de los comentarios, p'allá que me voy, a Ocata y al Mundo mundial.
ResponderEliminarAlabado sea el Francisco de Vitoria ese.
ResponderEliminarAlabado.
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