Una imagen ha dado la vuelta al mundo: un niño sirio
(tres años tenía) aparecía muerto en la orilla de una playa turca al huir de la
guerra.
Mucho se ha hablado y escrito al respecto. Personas que se avergüenzan de ser europeas,
incluso de ser personas. Gentes "moralmente intachables" indignadas y
gentes "moralmente intachables" indignadas ante la "sospechosa", insinúan, indignación de los otros.
A mí no se me ocurre mucho que decir. Solo puedo
compartir la pena. Y hacerlo de manera egoísta: cuando vi la imagen, en lo primero que pensé fue en ir a abrazar a mi hijo mayor, que tiene un año más que el niño sirio y hace bien
poco miraba así hacia la playa, confiado, seguro y feliz.
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