¿Recuerdan el chiste de los dos vascos que salen al
monte a por setas, aquel en el que uno le dice al otro que ha encontrado un
rólex y este le pregunta, molesto, si han ido "a setas o a rolex"? Es
posible que Patxi tuviera parte de razón en que uno debe tener claro el
objetivo cuando se embarca en algo. No era para tomárselo a la tremenda, es
verdad, pero en estos tiempos en los que la seriedad solo tiene connotaciones
negativas, uno casi se identifica con Patxi. ¿A qué vamos, a setas o a rolex?
¿a cómics o a política? O sea, ¿a qué estamos jugando? O mejor dicho, ¿es la política un juego?
Viene esto a colación de la penúltima polémica
(¡cómo nos entretenemos con estas cosicas!) suscitada en el panorama político
foral. Ocurrió durante el desfile del Privilegio de la Unión, el pasado 8 de
septiembre, un acto tradicional que evoca el documento firmado en
1423 por Carlos III el Noble mediante el que quedaban unificados los tres
burgos que por entonces existían en la ciudad de Pamplona: San Nicolás,
Navarrería y San Cernin. Es, por lo tanto, la conmemoración de un hecho histórico
que todos los pamploneses celebran sin atender a la ideología del vecino.
Como todo ayuntamiento "moderno" que se
precie (y el de EH BILDU, claro, también lo es), el primer paso para
"innovar" es modificar las tradiciones porque, como bien saben todos,
las tradiciones son todas malííísimas (como si una comparsa de gigantes fuera
comparable al Toro de la Vega de Tordesillas), así que, de entrada, se eliminó
la misa porque, faltaría más, hay que dar al evento un "carácter
civil". Imagino que la entrada de algunos a la Catedral de Pamplona para
visitar el sarcófago de Carlos III estaría acompañada de todas las medidas de
seguridad posibles por si alguno sufría un desmayo ante la presencia de
elementos religiosos (que de todo se puede encontrar uno en una iglesia) y pudiera ser
atendido con toda inmediatez.
Pues bien, una vez suprimida la subversiva misa
para no ofender a los ciudadanos laicos (de todos es sabido que Pamplona es una
ciudad poco religiosa y que las fiestas de San Fermín no tienen nada que ver
con un misionero cristiano que, según la tradición, debió vivir hacia mediados
del siglo III y ser el primer obispo de Pamplona. Hasta es muy probable que algún
cura malvado quisiera imponer un cariz religioso a la fiesta que seguramente en
sus orígenes no se llamara de esta manera tan ultrajante sino, quién sabe,
"Fiestas del peluquín", del "botiquín", del
"parlanchín" o del "monopatín")... decía, disculpen, que
una vez suprimida la subversiva misa, y después de valorar, me figuro, con mucho detenimiento si se podía salvar de la quema la tradición de la Comparsa (finalmente se
decidió que sí; al fin y al cabo, aunque reyes, los gigantes son de diferentes
razas y este toque multicultural siempre es moderno, y además "kilki"
y "zaldiko" son palabras en euskera), tocaba juzgar la indumentaria. Vayamos
pues con el tema de la vestimenta.
Los corporativos desfilan hasta la Catedral con
traje de gala, no porque el reglamento obligue, sino porque es la tradición,
una tradición que el propio alcalde siguió, pero que no siguieron otros como la concejala de I-E Edurne Eguino, quien
vistió de calle. Puesto que la normativa no impone, parece, el traje
tradicional, nadie podría recriminar a la concejala su indumentaria. Y de
hecho, su atuendo no generó la controversia que sí provocó (y elijo la palabra
"provocó" con intención) el concejal de Aranzadi (Podemos) Armando
Cuenca (concejal-delegado de Ecología Urbana y Movilidad), quien se presentó en
el desfile con una bonita camiseta de su héroe favorito, que no es Aitor
sino..."el asombroso Spiderman". Tal como lo leen. El propio Armando
es hoy portada con su bici en Diario de Noticias (¿posado o robado?) y lo
explica con argumentos sólidos en una extensa entrevista que concede a este
periódico que demuestra que lo último que quería era buscar protagonismo. Dice
Armando Cuenca/Peter Parker que le gusta Spiderman, no por ser americano, que nadie se alarme, sino porque es un tipo que "lo pasa mal y no llega a fin de mes" y, sin embargo, "ayuda a sus conciudadanos". ¿Cómo? ¿Qué no les parece convincente? Pues no sé
qué quieren, la verdad...un muchacho que va en bici y asume la concejalía de
movilidad urbana, que está "por el cambio político y social" y
prefiere una camiseta de Spiderman a un traje del siglo XIX (¡del XIX! Pues no hace años ni nada...) y que, además,
refleja mediante su cuidada estética arácnida la lucha que libra día a día por los derechos de los más
débiles. Pedimos coherencia a nuestros políticos pero luego...
Pongámonos otra vez
serios y retomemos las diferentes connotaciones que la RAE otorga a esta
palabra tan maltratada en estos tiempos: "seriedad". No creo que un político (o alguien que
como Armando, da el salto a la política) tenga que comportarse de forma
"grave", mostrarse con "semblante severo" o sentirse
demasiado "importante", pero sí pienso que un servidor público, un
representante de los ciudadanos, debe ser "real, verdadero y sincero, sin
engaño o burla, dobles o disimulo". Esta es la connotación que a mí me gusta. Y es en este sentido en el que me
parece criticable la gracieta del "hombre araña". No es lo mismo ser serio que ponerse serio o que tomarse las cosas con seriedad. La seriedad en un
político ha de ser entendida como prudencia, respeto, formalidad, compromiso. El político debe tener también la capacidad de
asumir una equivocación y de entender que de estas se aprende más que de los
aciertos. No es esto lo que está haciendo el concejal Cuenca, pues en la
entrevista mencionada, aunque se disculpaba si había ofendido a alguien, aseguraba
que lo ocurrido había servido para mostrar dos extremos que, según él, son: la
camiseta de Spiderman y el traje tradicional. Volvemos, como siempre, a la
confrontación artificial entre frivolidad y tradición. Se debe respetar la
tradición cuando esta merezca ser respetada y, cuando no (recordemos nuevamente
la tradicional barbarie de Tordesillas), entonces sí, eliminémosla. Pero el concejal de
Aranzadi, que perfectamente pudo dejar de asistir al desfile, optó por el cachondeo y por tomarse a guasa un desfile que para otros (no para mí, por cierto)
es algo emotivo y representativo de su ciudad. En definitiva, prefirió ir a
cómics cuando tocaba ir a política. No voy a rasgarme las vestiduras como hizo
UPN abandonando el desfile. No creo que la ocurrencia deba tener mayor
trascendencia. Lo que me preocupa es que lo considero un síntoma de algo que
está ocurriendo en la política con la llegada de nuevos partidos y nuevos
políticos, jóvenes políticos que confunden renovación y reforma con mudanza. Como en la
educación, innovar puede ser positivo o estúpido, depende de si mejora lo que
había. Y la política, como la enseñanza, es una cosa seria.
Acercarla al ciudadano no significa ser un notas o hacer el ganso. Para hacer
esto en lugar de proponer, convencer, gestionar y mejorar la situación de
todos, mejor sería dedicarse a otros menesteres. Como dijo un trabajador a
Artur Mas el otro día, cuando este acudía a dar un mítin: "menos tonterías
y más ocuparse de los problemas de la gente". Eso dice que quiere hacer Podemos.
Pues nada, ahora a ver si Queremos. Y si Sabemos.
Tenemos tú y yo bastante hablado acerca de Podemos y me temo que no han entendido que son políticos en periodo de prácticas: se les concedió una oportunidad para ver cómo funcionaban y la están malgastando, así que me temo que las generales van a representar para ellos el suspenso en las prácticas. Los más listos de ellos (como Pablo Iglesias) saben que tienen un voto prestado y que muchos valorábamos de ellos su crítica a la corrupción y alguna que otra propuesta seria (en el sentido que tú le das) que los convertía en una posible esperanza. Si se imaginan que ahora podrán dar rienda suelta a desbarres que van de lo estalinista (véanse las últimas paridas de Monedero) a lo perrofláutico (como lo de este Spiderman tuyo), en diciembre se van a encontrar con el gran batacazo de que les vamos a quitar lo prestado y se van a quedar en cuadro. Decepcionante. Un último apunte: alguien como este señor Cuenca, sin sentido de la oportunidad, el ridículo y el respeto, despierta dudas acerca de su idoneidad para estar en un cargo.
ResponderEliminarAsí es, Pablo. Aunque, como sabes, mis expectativas nunca fueron altas con respecto a Podemos, creo que han confundido la frescura con el folclore. O que han pretendido que lo segundo pase por lo primero. Y no cuela, claro.
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