"(...) En tercer lugar, se interesa por algo que va implícito en lo que acabo de decir: las repercusiones -sin duda, muy nocivas para la sociedad- que la invasión de la estupidez gaseosa tienen en la enseñanza y sobre lo que representa hoy ser profesor. Cada uno de estos tres pilares es imprescindible en el discurso de La sociedad gaseosa, pero creo que el último es el más importante, y no voy a engolfarme en las múltiples razones que avalarían esta apreciación, sino que voy a ir a una sola muy explícita: el hecho de que la frase "Los profesores tenemos que enseñar y no entretener" se repita casi de forma literal al principio y al final del libro (páginas 23 y 187). Por algo será. Y, sin perjuicio de la altísima dignidad de los otros dos (de los que, por otra parte, difícilmente podría ser desligado), lo celebro, porque son muchas las afinidades que me unen a Alberto, pero esta cruzada quijotesca en favor de la afligida causa de una enseñanza merecedora de tal nombre es sin duda la más grandiosa (...)"
Este es un fragmento de la reseña que Pablo López, colega, gran escritor y buen amigo, ha tenido la generosidad de publicar en su blog, La garita del guachimán. Se puede leer completa aquí.
Gracias, Pablo.
Un honor que aparezca mi foto. ������
ResponderEliminar® M.F.
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Mi garita es tu casa, Alberto, lo sabes de siempre. Aparto las botellas vacías de Soberano, te acerco una silla y nos ponemos los dos a vigilar en los monitores a "los experrrrtossss". Un abrazo.
ResponderEliminarRecíproco, Pablo. Un abrazo.
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