Cada
vez que me llega una propuesta de adhesión a comunicados, changespuntooerregés o manifestaciones contra la LOMCE me
ocurre lo mismo: comparto únicamente el desacuerdo con la ley. El 95% de los
motivos alegados por mareas verdes, sindicatos y plataformas anti-wert me resultan inasumibles. Y claro,
termino por no suscribir comunicados ni participar en manifestaciones.
La
penúltima oportunidad de hacer frente común contra la pérfida lomce la he tenido al recibir un texto,
propuesto por CEAPA (Confederación Española de
Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos), consensuado,
parece ser, con distintos grupos parlamentarios y sindicatos entre el 30 de
mayo y el 13 de junio: Grupo Parlamentario Socialista, Grupo Parlamentario
Catalán, Grupo Izquierda Plural, Grupo Parlamentario Aasco, Grupo ERC, Grupo
CC-Nueva Canaria, Grupo Compromis, Grupo GEROABAI, FETE-UGT, CCOO, STES y la
propia CEAPA. En el Parlamento de Navarra secundan el texto I-E, BILDU, PSN y GEROA BAI.
Comento
a continuación las 10 razones para rechazar la Ley Wert que plantean los firmantes del manifiesto (el contenido del comunicado, siempre en cursiva):
1.
Incapacidad del Gobierno para buscar consenso en materia de educación que pueda
dar estabilidad a nuestro sistema educativo, despreciando a la comunidad
educativa y a los interlocutores sociales y políticos con los que nunca se
contó salvo para pedir su adhesión al proyecto de ley.
Compartiendo
la acusación de falta de consenso, creo necesario aclarar que esto no supone
ninguna novedad. Los dos grandes partidos siempre han utilizado políticamente
la educación y nunca han demostrado la más mínima intención de consenso. Ni
unos ni otros. Por lo tanto, en esta situación no tiene mayor responsabilidad
el Partido Popular que el Partido Socialista, firmante de este comunicado.
2.
Instrumentaliza las legítimas aspiraciones de mejora del sistema educativo para
imponer una contrarreforma segregadora e intervencionista, que resulta inútil
para resolver los problemas reales de la educación.
3.
Carece de memoria económica creíble y suficiente y deja a una dudosa
financiación europea la cobertura de los créditos que genera la reforma.
De
acuerdo, pero no entiendo que, considerando que la reforma es tan perversa,
quienes así la consideran se lamenten de la ausencia de memoria económica.
4.
Conculca el principio de igualdad de oportunidades al producir segregación
temprana, permitir la publicación de rankings y favorecer la exclusión del
alumnado con dificultades.
Precisamente
uno de los pocos aciertos de la LOMCE es
el adelantamiento de los itinerarios. Uno de los errores más graves de todos
estos años ha sido confundir la igualdad de oportunidades con la igualdad de
resultados y capacidades. La primera condición para que un sistema educativo
funcione es partir de la realidad. Y esta indica que todos los alumnos son
diferentes en cuanto a capacidades, intereses y motivaciones y que no se puede
obligar a alcanzar ciertos niveles académicos a quien no puede o no quiere
alcanzarlos si no es rebajando el nivel general de exigencia con las
consecuencias que todos conocemos. Por otra parte, no comparto ese rechazo ante
la hipotética publicación de los resultados académicos. Si se hace con rigor y
de forma no sesgada, no encuentro inconveniente.
5.
Promueve un sistema de reválidas con efectos punitivos en vez de formativos,
que alienta la desconfianza hacia el profesorado y limita la formación integral
del alumnado.
Otro
de los pocos aciertos de la LOMCE es
el establecimiento de pruebas externas. Aunque está por ver quién y cómo las
realiza, cuestionar la validez de una prueba como sistema de comprobación de la
adquisición de conocimientos responde a un punto de vista tontaina de la enseñanza con el que no
puedo comulgar. Lo que realmente “alienta la desconfianza del profesorado” es
que los resultados académicos sean lamentables, no que se hagan públicos. Es
inconcebible que quienes piden la retirada de estas pruebas (a las que llaman
“reválidas” para poder tildarlas de “franquistas” en un alarde de imaginación)
no lo hagan por una posible falta de exigencia u objetividad sino por
“punitivas” y porque, según un criterio francamente surrealista, “limitan la
formación integral del alumnado”.
6.
Devalúa el sistema de FP, necesitado de impulso y respaldo, y organiza una
clasificación de asignaturas arbitraria, con una ordenación académica
incongruente y antipedagógica que deja fuera del currículo importantes áreas
formativas como la EpC y
otras imprescindibles para la formación integral del alumnado.
Coincido
en la valoración negativa respecto a la clasificación de las materias que
establece la LOMCE (no
en que esta devaluará la
FP -más bien creo que
la favorecerá-). Me parece especialmente penoso el maltrato a las Humanidades y
en concreto a asignaturas como la
Filosofía o la
Música. En cuanto a
EpC, soy contrario a la impartición de esta asignatura, como también lo soy (y
lo he manifestado en ocasiones anteriores) a que la Religión ,
como materia doctrinal, esté incluida en la red pública.
7.
Niega la diversidad lingüística de las CC.AA. con lengua propia y atenta contra
el modelo de inmersión lingüística que garantiza el conocimiento del catalán y
el castellano al finalizar la formación y que ha sido fundamental para la
cohesión social y la convivencia lingüística en Cataluña.
Resulta
más fácil, esto lo entiendo, quedarnos con las folclóricas declaraciones del
inefable ministro sociólogo en las que amenazaba, como si estuviera en plena
cruzada, de querer “españolizar a los alumnos catalanes”. Pero lo grave no es
tanto el asunto lingüístico como el hecho de que, con esta excusa, se pagará
con dinero público la escolarización en centros privados.
8.
Impone la recentralización educativa al promover un cambio en la distribución
de las competencias y otorga al gobierno del Estado el total control de ciertas
áreas estructurales y una mayor capacidad para determinar el currículo y las
nuevas reválidas.
En mi
opinión, las comunidades autónomas tenían una excesiva autonomía en el diseño
del currículo, así que no me parece mal que esto se modifique.
9.
Limita la participación de la comunidad educativa al vaciar de competencias los
consejos escolares y postula una autonomía de los centros intervencionistas
respecto a las condiciones laborales de los trabajadores.
Sin
ninguna duda, este es uno de los aspectos de mayor gravedad y que puede tener
consecuencias más negativas en el funcionamiento de los centros y en el
desarrollo de la labor docente. Ahora bien, que partidos como CIU o PSOE
denuncien algo que aplican desde hace tiempo en sus respectivas comunidades
autónomas y con mucha más dureza de lo que la LOMCE sugiere,
es un tanto cínico.
10.
Lesiona la acreditada equidad de nuestro sistema educativo público sin mejorar
la calidad e instala un modelo educativo elitista, economicista e impropio de
un Estado aconfesional.
En primer lugar, debo suponer que los firmantes del texto querían decir “igualdad” (según
Por todo lo anterior, las organizaciones sociales y políticas firmantes exigen:
1. La retirada del Proyecto de Ley Orgánica para la mejora de la calidad educativa.
2. La
apertura de un proceso de negociación y diálogo real con el ministerio de
Educación.
A
modo de conclusión, estaría de acuerdo en la retirada de la LOMCE si
esto implicara, no el mantenimiento del sistema vigente, sino la elaboración de
una nueva ley que partiera de la experiencia de los profesores, que premiara el
mérito y el esfuerzo y que permitiera a todo aquel que se lo mereciera una
formación académica y humana de la máxima calidad. Como no es esto lo que se
pide y no hay alternativa, me abstengo de cualquier campaña contra la LOMCE. Y cuantas
más razones me dan, más me reafirmo en mi abstención. Dejo para otro día el
impagable vídeo titulado LOMCE y Reválidas: Ley Wert a examen, en el que
se escenifica la supuesta segregación de alumnos (en el vídeo, escogidos al azar
y obligados a subir a un camión camino de algún
Auschwitz epistemológico).
Totalmente de acuerdo con "casi" todo, Alberto. Ese "casi" son las reválidas externas, que en tanto que tales posiblemente sean realizadas por elementos no solo ajenos al sistema, sino incluso ajenos a la enseñanza misma, con los riesgos que ello conlleva. Si no se pone rigor en esas pruebas, acabarán siendo lo mismo que la actual PAU: una mera fuente de ingresos. Si en los títulos del final de cada etapa se hiciera constar una nota numérica, ya no habría necesidad de que elementos ajenos al sistema tuvieran que decidir. Y, además, los profesores nos dedicaríamos a enseñar contendios y no, como me temo que ocurrirá, a preparar para una prueba determinada.
ResponderEliminarExcelente artículo. Somos muchos los que compartimos tu escepticismo y un rechazo "sui generis" que camina por otras vías diferentes a las de los izquierdosos.
En ese caso, estaré de acuerdo contigo, Manuel. Pero como eso aún está por ver, como planteamiento yo lo comparto. Gracias por tu comentario
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