viernes, 17 de enero de 2014

La educación y el reverso tenebroso (IX) o cómo mezclar a Botín con la educación y el Teléfono de la Esperanza y darnos gato por liebre.


Hace poco más de un mes despedía la sección “La educación y el reverso tenebroso”, por riesgo de contagio más que nada, dado el elevado nivel expositivo al lado oscuro. Y aunque no tenía, lo prometo, intención de escribir un nuevo capítulo tan pronto, las manifestaciones del mal se suceden a velocidad tan vertiginosa que, como al cura de Belle Époque que frecuentaba el burdel del pueblo (aquel magnífico y ya desaparecido Agustín González), mi conciencia me dicta que es “precisamente aquí donde debo estar: donde hay pecado”. Pues eso, que aquí estoy otra vez para comentar la más reciente ocurrencia de nuestro departamento educativo foral para reforzar la ya de por sí excelente, asombrosa y ejemplar educación navarra. Porque, no sé si lo saben, en el resto de España los resultados de PISA han sido malos, pero aquí, en Navarra, la cosa “va bien”, que diría Mr Ansar. Qué digo “bien”, ¡si estamos en la excelencia! Y como no hay nada que mejorar porque hemos tocado techo, podemos dedicarnos a  ayudar a nuestros jóvenes y jóvenas a conocerse y confiar en sí mismos y mismas, comprender a los y las demás, reconocer y expresar emociones e ideas, desarrollar el autocontrol, aprender a tomar decisiones responsables, valorar y cuidar su salud, mejorar sus habilidades sociales, resolver problemas y evitar conflictos.

Unos objetivos tan bondadosos solo podían surgir de Don Emilio Botín, ese hombre altruista y solidario cuya preocupación por la educación pública es tan considerable como su cuenta corriente. La Fundación Botín proclama su intención de “proporcionar a los docentes conocimientos y herramientas para el desarrollo de la inteligencia emocional y social, y la creatividad en las aulas”. Generosísima y desinteresada, la Fundación Botín titula el programa “Educación responsable” (supongo que para diferenciarla de la educación irresponsable que debe ser la otra, la que algunos profes plebeyos intentamos proporcionar a nuestros alumnos) y la oferta a través de un convenio con el Departamento navarro (con foto y todo -lástima que el Consejero no pudiera posar con Botín sino con algún subalterno enviado por el magnate para la firma porque aquello habría sido mucho más entrañable). Seis son los centros agraciados, aunque Gobierno y Fundación amenazan con extender (diría más bien propagar) la experiencia a otros centros. Para ayudar a los profesores, el equipo de psicólogos del Teléfono de la Esperanza de Pamplona colaborará en la aplicación del programa.

A ver si me explico sin hacerme acreedor de más de diez o doce improperios. No es que yo esté en contra de que los chicos se conozcan a sí mismos o mejoren sus habilidades sociales, no. Lo que me empalaga, me molesta y me preocupa es la desorientación de nuestros dirigentes, de muchos directores, de los responsables de la gestión educativa y de un número no lo suficientemente pequeño de docentes que han tirado la toalla de la exigencia académica trasmutándola en exigencia emocional. Decía recientemente Gregorio Luri: “(…) como nos gusta evaluarnos por la altura de nuestras buenas intenciones, ignoramos la mediocridad de nuestros resultados. Eso sí, a los niños que condenamos al paro y a no entender a nuestros clásicos les ofrecemos la compensación de la inteligencia emocional.” Seguro que conocen el recurso chapliniano del “cambiazo”, ese que tanto usó Ibáñez. Recuerdo un cambiazo  de Mortadelo especialmente memorable: en una viñeta, alguien conducía un coche. En la siguiente viñeta, el conductor aparecía sentado con las piernas dentro de una alcantarilla, la tapa asida como si fuera un volante y el rabo de un gato como palanca de cambios. Pues esto está ocurriendo con la educación. Como suele decirse, nos están dando gato por liebre (y, más que a nosotros, a nuestros alumnos -a nuestros hijos-). Ya no importa que no sepan. Lo que importa es que se encuentren cómodos, a gusto, emocionalmente estables, confortables en la apacible ignorancia. Hemos sustituido el conocimiento por la felicidad. Veremos hacia dónde nos conduce.

NOTA 1: Compruebo apesadumbrado que la innovación de la “Educación responsable” no es made-in-Navarra sino que antes ha sido experimentada (me figuro que con gran éxito de crítica y público) en Madrid, Cantabria y La Rioja. Bueno, seguro que, como en PISA, en seguida les superamos y nuestro Consejero podrá felicitarnos mientras nos aumenta la ratio para que disfrutemos con mayor fruición de la victoria..
NOTA 2: Sugiero al Ilustrísimo Sr Botín y a sus súbditos Consejeros de las cuatro comunidades que le han comprado la idea (con nuestro dinero, sobra decirlo) una modificación en el título del programa. Poca cosa, una simple coma entre “Educación y responsable”. “Educación, responsable”. De tanto disparate.

7 comentarios:

  1. Y tanto que ya habían lanzado la garra sobre Madrid, amigo Alberto, ya desde 2011. Aquí se presentan bajo el nombre de una fundación llamada "Empieza por educar". Esta gente tiene más peligro que una piraña en un bidé, lo quieren todo. Si tienes tiempo y ganas, léete este artículo mío, que tiene datos muy ilustrativos. Es de cuando aún creíamos que la marea verde no era otro engaño:
    http://papabloblog.blogspot.com.es/2011/07/sobre-el-apartado-112-y-la-fundacion.html

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  2. Felicidades por el artículo, Alberto. Lo que en él cuentas es aterrador, casi tanto (si no lo digo, reviento) como las charlas que la Guardia Civil va a impartir en mi instituto gracias a la gentileza del señor director, el cual, al parecer, entiende como una gran idea eso de que la benemérita colabora a difundir sabiduría... Esto ya es una conjura a gran escala. Un saludo.

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  3. En ocasiones veo expertos...vaya panorama. Siempre he desconfiado de los salvapatrias pero los salvadores de la educación pública procedentes de oenegésbancarias dan más miedo si cabe. Que Dios nos coja confesados.

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  4. Pues eso: la catarsis, el porro. Ya las intenciones no pueden estar más claras. Yo hice un curso-cep de inteligencia emocional impartido por un señor venido desde Cataluña cual vendedor de crecepelo de los western. El último día nos interpeló acerca de qué nos había parecido:
    - Mirusté, esto no es tan novedoso. Lo de contar hasta cien antes de estallar se pierde en su antigüedad. Es comparable a que haya goteras y te aconsejen que no pierdas la calma ni el ánimo sino que busques unos recipientes y los distribuyas donde las haya. Y si arrecian, pues que vengas a clase con paraguas. Y todo con tal de que no revientes. Pero si hay goteras, lo que yo quiero saber es cuándo van a arreglar eso y no esforzarme en aguantar la situación. En todos estos días, no le he escuchado que la medida de la inteligencia emocional vaya a ser provisional. Ni que haya que hacer algo más que soportarlas con buena cara.

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  5. Así es. De todas formas, yo solía pensar que todo esto era una cuestión de simple estupidez. Ahora creo que no deja de ser otra manera de hacer negocio. A costa de la estupidez, eso sí.

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  6. La verdad es que desconocía esto que expone en su mensaje. No obstante, no puede tener peor pinta. Indagaré. Un saludo.

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