Cada vez que me dispongo a leer el borrador del
concurso de traslados, lo hago como quien se dispone a ver una película de
terror y lo hace con la mano en la cara, entreabiertos los dedos, pensando que,
así, la impresión, que intuye sobrecogedora, será menor.
Casi dos "legislaturas" después del
nacimiento de la Asociación de Profesores de Secundaria de Navarra, uno ya no
tiene dudas de lo difícil que es, no ya cambiar las cosas, sino, por lo menos,
moverlas un poco de su sitio, matizarlas, introducirles un mínimo de sensatez.
Más difícil aún es hacerlo en relación con una normativa de carácter estatal,
para lo que es necesario tener la posibilidad de librar batallas sindicales en
unas mesas de negociación en la que la voz de los profesores de instituto ha sido
siempre silenciada, situación que ha cambiado en aquellas comunidades donde sí nos hacemos oír (no toda la Galia ha sido ocupada). Porque, pese a todo, no queda otra que perseverar. Ya lo dijo
mi admirado Atticus Finch: el hecho de que hayamos perdido
cien veces antes de empezar no es motivo para que no intentemos vencer. Así,
los obstáculos no deben ser una excusa para dejar de denunciar los abusos, los
disparates y las irregularidades que surjan en este oficio tan
vilipendiado. La defensa de un baremo justo, que premie al buen profesional de
la enseñanza, es un objetivo irrenunciable para cualquiera que crea que la
educación es un servicio público indispensable. La farragosa normativa es la primera
piedra que debemos sortear, el primer intento disuasorio. Pero no hay que
desanimarse sino redoblar esfuerzos y estudiar al detalle la normativa. Y en la
normativa que desarrolla el asunto que hoy trato parece claro que determinados
aspectos vienen fijados por un Real Decreto que no permite que las distintas comunidades
autónomas alteren. Solo una posible y no tan lejana representación sindical nacional
de profesores de Secundaria abriría la puerta a una posible reforma en profundidad de estos
baremos*. Pero también es cierto que el Real Decreto marca unas directrices
generales y unos topes máximos de valoración para los diferentes apartados,
dejando un margen amplio a cada comunidad autónoma para su concreción. Y es ahí
donde la Administración, en este caso el Departamento de Educación del Gobierno
de Navarra, debería, de una vez por todas, dejarse de excusas y afrontar una
negociación para la instauración de un baremo del que no tuviéramos que
avergonzarnos. Y causa bochorno explicar que, según el baremo vigente en nuestra
comunidad, observando lo dispuesto en el apartado "Otros méritos", un
profesor puede permanecer diez años ocupando un cargo de libre designación en
el Departamento sin acreditar un sólo
mérito en lo relativo a publicaciones, méritos artísticos o literarios,
premios, exposiciones o conciertos, grabaciones... y alcanzar la puntuación
máxima. En relación con el apartado "Formación y perfeccionamiento",
pasa lo mismo. Bueno, no, en este caso le hacen falta menos años, solo entres
seis y siete años de "desempeño de jefaturas de Unidad Técnica, Negociado,
Sección...", e igual sucede si lo comparamos con el apartado "Méritos
académicos", en el que cursar doctorados o posgrados, conseguir premios
extraordinarios o estudiar segundas licenciaturas...te permiten llegar, "ojo,
sin pasarse", a los 10 puntos, lejos
todavía de los 15 que puede conseguir quien haya ocupado durante los diez años
mencionados un cargo de libre designación. O sea, nada que ver con eso de la
igualdad, el mérito y la capacidad.
No es la primera vez que me refiero a este asunto de
los traslados pero es que es uno de los temas más escandalosos de los muchos
que, en esta profesión, nos toca abordar. Estamos hablando, nada más y nada menos,
que de la herramienta que utiliza la Administración para valorar los méritos de
sus docentes. Si el reconocimiento se lo lleva quien ha sido "libremente designado"
para ocupar una jefatura y no quien ha continuado formándose, actualizándose y
forjándose una trayectoria profesional, la enseñanza que podemos extraer es
muy sencilla y, al mismo tiempo, muy penosa: los méritos que pueden mejorar la
situación laboral de un profesor son aquellos que no dependen directamente de
uno sino de designios inescrutables (dejémoslo mejor en designios enigmáticos).
Olvídense pues de estudiar y formarse. Cojan papeletas y esperen a ver si les
toca un cargo mientras repiten aquello que decía Joaquín Prat: "a jugaaaaar".
* Este es el objetivo de la Federación SPES, constituida
por asociaciones sindicales de Secundaria de Andalucía, Aragón, Castilla y León, Cataluña y Navarra,
con las recientes creaciones de SPES/Comunidad Valenciana, SPES/Región de Murcia
y SPES/ Comunidad de Madrid y probables nuevas e inminentes incorporaciones.
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