Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie.
Giuseppe Tomasi di
Lampedusa. El Gatopardo.
Uxue Barkos.
Con esto de los cambios ocurre como con las innovaciones educativas: que
pueden ser a mejor, a peor o que ni se noten. Incluso puede ocurrir que no tengan
de cambio más que el nombre. Es verdad que cuando un partido lleva muchos años en el Gobierno conviene
que deje paso a otros que vengan, en principio, con una mayor frescura, menos
vicios adquiridos y mejores expectativas. Esto es lo que sucedió en Navarra
hace todavía menos de un año. El problema viene cuando las expectativas
comienzan a defraudarse demasiado pronto, lo que parecía esperanzador se
convierte en desilusionante y empieza a extenderse una cierta sensación de deja vù entre la ciudadanía. En estos tiempos de regeneración
obsesiva (qué manía con querer cambiarlo todo -habrá que cambiar lo que no
funciona, mantener lo que sí y perfeccionar lo que marcha razonablemente
bien-), los partidos que forman el actual Gobierno de Navarra se presentaron a
las elecciones con el fin de relegar a la acomodadísima Unión del Pueblo
Navarro y asumir el mando. "Las fuerzas del cambio", las llaman
algunos como queriendo homeajear a Star Wars (antes decíamos "La guerra de
las galaxias"). Nada que objetar a la aspiración política de dirigir los
designios de esta comunidad, faltaría más. Sin embargo, en lo que respecta a la
enseñanza, cuesta ver mejoras evidentes en la gestión, encontrar la capacidad
de la que carecía la desgastada UPN y confiar en que con estos nuevos
dirigentes el cambio va a ser beneficioso, más allá de la higiene democrática
que conlleva la propia alternancia.
Repasemos
solo algunas cuestiones relacionadas con la educación.
El Gobierno
del cambio, que tanto (y con razón) criticó
al anterior por su "debilidad, falta de
implicación" y por no buscar "la capacidad de autogobierno", y
que tachó el sistema de adelantos de "trampa poco ambiciosa", se lo
ha pensado mejor y ha optado por continuar la estrategia anterior de dejar para
más adelante la devolución a los funcionarios de lo que se nos debe. Así, los
profesores continuamos sin cobrar la mensualidad que se nos sustrajo y no la
recuperaremos hasta el 2018 (eso dicen).
El Gobierno
del cambio se
comprometió a "efectuar una revisión general de las jefaturas y
direcciones existentes", para que todas ellas respondieran a "razones
justificadas de funcionalidad y organización administrativa". Además de
establecer los criterios de mérito y capacidad para la designación de los
cargos proponía la realización de "un informe previo no vinculante de una
comisión independiente del Instituto Navarro de Administraciones Públicas
referido a la competencia e idoneidad de los candidatos". Esto fue,
claro, antes de las elecciones. A día de hoy son más de ciento veinte las
jefaturas nombradas a dedo en la administración foral desde el mes de julio
(sin sumar direcciones generales y jefaturas de gabinete). Pero "es algo
transitorio", explican desde el Gobierno.
El Gobierno
del cambio aseguró que no
impondría el euskera, pero más del 70% de las plazas de la primera Oferta
Pública de Empleo en educación (por motivos "estrictamente técnicos")
son de euskera y se plantea la unificación de las listas de euskera y
castellano para que los profesores de euskera puedan optar a contratos en ambos
idiomas.
El Gobierno
del cambio acordó
potenciar el sistema educativo público pero ha introducido las ayudas al
transporte para alumnos de euskera y afirma que dará "un
trato especial a las ikastolas de la zona no vascófona".
Y,
mientras tanto, con este Gobierno del cambio, los docentes de la
enseñanza pública seguimos con las mismas horas lectivas (incrementadas por UPN
pero mantenidas por el cuatripartito -se conoce que no todas las herencias
vienen mal-), sin convocatoria de cátedras, con situaciones discriminatorias
hacia el profesorado de la Secundaria como los llamados "servicios
especiales para la formación", con la misma opacidad, los mismos baremos
antimeritocráticos, la misma falta de movilidad del profesorado... es decir,
los mismos problemas de siempre. De cambio nada. Digamos más bien cambiazo.
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