El 4 de agosto, de madrugada, participé en el programa Noches de Radio de Onda Cero. Pese a que el espacio dedicado a la educación comenzó conmigo, me quedé sin posibilidad de replicar (y esto es siempre lo más interesante) tras la segunda intervención, pues era muy poco el tiempo y tres personas las invitadas (María Luisa Ferrerós -psicóloga y educadora infantil-, que sin duda posee el don de la locuacidad, dicho esto con todo respeto-, y Ricardo Moreno Castillo, catedrático de matemáticas-). Volvió a ocurrirme lo que ya me ha ocurrido alguna que otra vez: que no pude o no supe pedir "la vez" y me quedé con las ganas de mencionar algunas cuestiones, especialmente una que me parece esencial: la importancia de ser precisos con el lenguaje ("el andamiaje del pensamiento", para Lázaro Carreter).
Si hay algo que me gusta de las redes sociales, sobre todo de Facebook, es que resulta muy fácil que se te malinterprete. Lo que en una conversación real se entendería a la perfección, en las redes puede provocar un malentendido tras otro. Y son estos malentendidos tan habituales (que a algunos seres extremadamente sensibles -o extremadamente intolerantes- les lleva a enojarse con excesiva frecuencia) lo más interesante de este medio porque le exigen a uno ser cuidadoso a la hora de escoger las palabras para reflejar su pensamiento de la forma más exacta posible, para evitar equívocos y, sobre todo, para conseguir, como se supone que queremos, que los demás entiendan nuestra postura y puedan discutirla (o corroborarla, si es el caso).
En un momento de la referida charla, María Luisa Ferrerós incurrió (a mi modesto entender) en esta falta de precisión del lenguaje en la que todos incurrimos más de una vez, pero que debería hacernos estar en guardia. Dijo que el aprendizaje "es estimulante y divertido". Y no puedo compartirlo en su totalidad. El aprendizaje es, desde luego, estimulante. Pero no siempre es divertido. Creo que esta puntualización, que, lo reconozco, puede ser más impertinente que pertinente, es sin embargo primordial. A nuestros alumnos (a nuestros hijos) debemos de inculcarles que aprender es un reto pero también tenemos la obligación moral de no engañarles. No es posible aprender siempre divirtiéndose y no es posible aprender sin esfuerzo. El desafío es hermoso porque, aunque no todos tenemos la misma capacidad intelectual, a nadie niega la naturaleza la capacidad de perseverar para tratar de alcanzar sus metas.
Si hay algo que me gusta de las redes sociales, sobre todo de Facebook, es que resulta muy fácil que se te malinterprete. Lo que en una conversación real se entendería a la perfección, en las redes puede provocar un malentendido tras otro. Y son estos malentendidos tan habituales (que a algunos seres extremadamente sensibles -o extremadamente intolerantes- les lleva a enojarse con excesiva frecuencia) lo más interesante de este medio porque le exigen a uno ser cuidadoso a la hora de escoger las palabras para reflejar su pensamiento de la forma más exacta posible, para evitar equívocos y, sobre todo, para conseguir, como se supone que queremos, que los demás entiendan nuestra postura y puedan discutirla (o corroborarla, si es el caso).
En un momento de la referida charla, María Luisa Ferrerós incurrió (a mi modesto entender) en esta falta de precisión del lenguaje en la que todos incurrimos más de una vez, pero que debería hacernos estar en guardia. Dijo que el aprendizaje "es estimulante y divertido". Y no puedo compartirlo en su totalidad. El aprendizaje es, desde luego, estimulante. Pero no siempre es divertido. Creo que esta puntualización, que, lo reconozco, puede ser más impertinente que pertinente, es sin embargo primordial. A nuestros alumnos (a nuestros hijos) debemos de inculcarles que aprender es un reto pero también tenemos la obligación moral de no engañarles. No es posible aprender siempre divirtiéndose y no es posible aprender sin esfuerzo. El desafío es hermoso porque, aunque no todos tenemos la misma capacidad intelectual, a nadie niega la naturaleza la capacidad de perseverar para tratar de alcanzar sus metas.
Aquí, enlace al programa.
Sobre este asunto siempre me ha llamado la atención cuan diferente es la visión que se suele transmitir del deporte: un deportista debe entrenarse largas horas, a veces madrugando mucho, debe resistir el dolor y el cansancio, debe adecuar su alimentación y sus hábitos, etc., de forma que a nadie se le ocurriría decir que en deporte el "aprendizaje" sea divertido: aquí no sólo es apropiado, sino también popularmente aceptado y políticamente correcto decir que el aprendizaje es duro, requiere esfuerzo, sacrificio y requiere repetición constante, buscando una mejora que inevitablemente será lenta y a largo plazo, que uno compite no sólo contra los demás sino contra uno mismo, que uno nunca debe darse por vencido, etc.
ResponderEliminarTampoco a nadie se le ocurre proponer que en atletismo a cada uno se le debe poner la meta a una distancia determinada o en halterofilia a cada uno se le deba exigir levantar un determinado peso para alcanzar una determinada puntuación: aquí nadie se opone al mismo examen para todos.
Modestamente, dado que el deporte es tan popular, me atrevo a sugerir la comparación para una posible próxima "cita mediática".
Muchas gracias por el comentario. La comparación con el deporte me parece más que pertinente, al igual que con la música. Por ejemplo: ¿Quién despreciaría una clase magistral de un gran pianista o director de orquesta?
EliminarDon Gregorio Luri habla hoy de su libro.
ResponderEliminarelcafedeocata.blogspot.com.es/2016/08/todos-estamos-favor-de-lo-bueno.html?m=1
Gracias, luego paso a leerlo. Un saludo.
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