miércoles, 6 de febrero de 2013

Ser profesor: conocimientos, pasión y compromiso. Y menos chorradas.



Como profesor, uno ya empieza a cansarse de que todo el mundo opine sobre cómo debe enseñar, especialmente aquellos que no han impartido nunca clase, como los expertos contertulios (expertos en eso: en ser contertulios). Se escuchan auténticas necedades por parte de personas ajenas al mundo académico (a veces, pertenecientes a este mundo pero dentro del subgénero psicopedagógico (-¿o debería decir pseudopedagógico?-) que pueden resumirse en un caca-pedo-culo-pis: necesitamos más formación, no nos hemos adaptado a los tiempos, enseñamos conocimientos caducos, adolecemos de falta de vocación, etc. 

Pues bien, como músico vocacional que ha encontrado en la enseñanza una faceta con la que se identifica e incluso disfruta, pese a la exigua consideración social (y sobre todo política) de esta labor, debo decir que, si algo me ha enseñado la experiencia, es que las tres únicas condiciones indispensables que debe reunir un buen profesor son, por este orden: conocimientos, pasión por su materia y empeño por transmitir a sus alumnos esos conocimientos y esa pasión, o lo que es lo mismo: compromiso. Mi admirado Julian Bream, el mítico guitarrista británico, decía respecto a la interpretación musical: “pasión y deseo de comunicar; esa es la clave”. Creo que este principio es perfectamente aplicable a la enseñanza. Un docente comprometido al que falten conocimientos no tendrá nada que transmitir, aunque rezume pasión; podrá ser entretenido, pero nunca eficaz. Un docente que no quiera transmitir lo que sabe será un mal profesor, por muchos conocimientos que tenga y por mucha pasión que sienta por su asignatura. Por lo tanto, sugiero a todos aquellos opinadores que asesoran sin que ninguno se lo hayamos pedido y desde la más absoluta de las ignorancias que se documenten sobre aquello que desconocen y tengan un mínimo de rigor para, al menos, no confundir conceptos tan básicos como información y conocimiento con el único objetivo de desprestigiar a los profesores y menospreciar su trascendencia como transmisores de ese conocimiento. La información puede encontrarse en internet pero nunca el conocimiento, error en el que estos insignes pensadores caen una y otra vez, de la misma manera que, antes de internet, la información (que no, insisto, el conocimiento) se encontraba en las bibliotecas y no por eso sobraban los profesores o se facilitaba al alumno una remesa de libros para que éste construyera su propio conocimiento. 

Decía al comienzo de esta reflexión que las tres condiciones indispensables que debe reunir un buen profesor son: conocimientos, pasión por su materia y empeño por transmitir esos conocimientos. Además de estas condiciones, deben darse otras dos, que ya no dependen del docente, pero que son igualmente imprescindibles: unas condiciones adecuadas y un alumno que quiera aprender. Lo demás son chorradas.

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