miércoles, 28 de octubre de 2015

La educación es algo serio. Una contrarréplica


Hace un mes publiqué en este blog y también en Diario de Navarra un artículo que titulé de forma irónica "Descubrimientos que cambian el curso de la historia". Entre otras cosas, hablaba de un estudio que concluía que "los alumnos brillantes estudian más". Hoy, Jesusa García, directora de una "asesoría profesional para jóvenes que ayuda a descubrir y potenciar el talento", me da la réplica en el mismo medio (transcrita más abajo), en un buen tono que agradezco y espero saber mantener en esta contrarréplica que he enviado igualmente al periódico.

Me pregunta Jesusa "si alguien ha cuestionado que estudiar es altamente recomendable para obtener buenos resultados académicos". Debo responder que sí. Es más, hoy es trending topic la idea de que lo de menos son "los codos". Y todavía más trending la de que lo importante no es saber sino ser felices, como si lo primero no contribuyera a lo segundo. Sostiene Jesusa que "nadie dice que sea posible convertirse en genio sin esforzarse". Pero vemos a diario cómo los nuevos gurús y chamanes de la educación desdeñan la perseverancia y el sacrificio individual en beneficio de la motivación (antecediendo siempre al esfuerzo -mal principio-) y del trabajo en equipo (la gran excusa para que unos deleguen en otros y otros asuman lo de unos).

Explica Jesusa que el "innovador" no quiere "desechar lo anterior" sino "enriquecerlo". Sin embargo, muchos profetas de la Innovación consideran trasnochado todo aquello que forma parte de una tradición sin la cual la innovación no pasa de extravagancia. Cuestiono también la obsesión por "hacer más entretenido el estudio", pero no porque no esté de acuerdo, pues comparto que un profesor debe hacer lo posible por transmitir entusiasmo o presentar los contenidos de forma atractiva. Lo cuestiono porque es algo que todo docente tiene en cuenta sin necesidad de que nadie lo eleve a categoría de "innovación" y porque creo que no todo lo que estudiamos ha de ser divertido. Puede no serlo y resultarnos provechoso. ¿O debemos estudiar solo aquello que nos gusta?

Jesusa está en lo cierto cuando deduce que no considero "clave" en el éxito "la motivación, el coaching o la empatía" y sí "estudiar muchas horas". Quien estudia suele aprender más que quien no lo hace . Y sacar mejores notas. Claro que hay otros factores (la capacidad, por ejemplo, el "talento", del que pronto hablaremos) y claro que la motivación importa. Pero esta no debe condicionarnos. La motivación nos la podemos encontrar por el camino del aprendizaje y, a veces, cuando estamos estudiando algo que en principio no nos había generado interés. Eso es lo apasionante de aprender. Ese es el reto.

Me choca que en relación con el susodicho estudio no se destaque el mérito de los alumnos que han obtenido un buen resultado académico (a base de estudiar más horas, no por ciencia infusa ni designios reales). Al contrario, Jesusa reivindica a los alumnos que no consiguieron un buen resultado. Pero no se pregunta si se les dio la oportunidad de igualar o superar a los que sí. Se pregunta si acaso ellos "no tienen talento", si no "destacarían  de forma brillante en otro sistema". Y esto ya me parece disparatado. No todos los alumnos (tampoco los adultos) tenemos talento, ni lo tenemos para todo, ni tenemos "múltiples inteligencias". Siento decirlo crudamente, pero así es. Para mí y para los neurólogos serios. Está bien mirar siempre "el lado bueno de la vida", como Brian y el resto de crucificados de los Monty Python (give a whistle and this'll help things turn out for the best), pero la realidad es tozuda y nos indica que la capacidad intelectual no es uniforme. Nadie es más que nadie por ser más capaz pero decir que calibrar la inteligencia es "supremacista" o que no se trata de "cuán inteligente" eres sino del "modo" en que lo eres (Sir Ken Robinson dixit), es, discúlpenme, una majadería. Lo que la enseñanza pública debe procurar es que todos los alumnos desarrollen al máximo las capacidades que tengan, que a nadie se le hurte esa oportunidad. Pero hacerles creer que el talento abunda y que está equitativamente repartido es lo mismo que estafarles. Ya lo dijo un ilustre psicopedagogo su "partyconferencia", durante unas jornadas de innovación educativa: "todos somos excepcionales". Hombre, una cosa es ser optimista y otra estrambótico.

Por fin, Jesusa intuye (con acierto) que quiero, como ella, que nuestros jóvenes tengan "conocimientos sólidos" y aprendan a "actuar con criterio". Sin embargo, entiende (con menos acierto) que soy partidario de la máxima (¡cómo no!) "la letra con sangre entra". No, no lo soy. De lo que sí soy partidario, firme convencido, es de que la enseñanza es algo lo suficientemente serio como para dejarnos de frivolidades e innovaciones puramente ornamentales y apostar por el conocimiento sin complejos ni ambigüedades. Solo así podremos aspirar a un sistema que mejore de verdad nuestra sociedad.

PD: Por cierto, si no han firmado, firmen (por una educación ilustrada).
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Aquí, la réplica de Jesus García:

Hallazgos que cambian a las personas


Hace unas semanas leí en Diario de Navarra la reflexión del profesor Alberto Royo sobre un estudio con el que se podía concluir que estudiar muchas horas equivale a obtener buenos resultados académicos. Lo titulaba Hallazgos que cambian la historia. El análisis, realizado por la Universidad Francisco de Vitoria, recogía que un 43 por ciento de los estudiantes andaluces objeto de estudio, con un 9,2 de media, tienen algo en común: Estudian más de 10 horas a la semana, al margen de sus clases. 

Yo me pregunto: ¿Alguien ha cuestionado que estudiar es altamente recomendable para obtener buenos resultados académicos? Quienes apostamos por nuevas metodologías en la educación, no decimos: niños y jóvenes ¡No estudien! ¡No dediquen tiempo a esforzarse. Que si están motivados, felices y se divierten, se convertirán en genios! No. Quienes creemos en los beneficios de innovar, no estamos desechando todo lo anterior, sino más bien enriqueciéndolo. Hablamos de lo interesante y práctico del aprendizaje experiencial, en el que se combinan el aprendizaje cognitivo con otros, como el emocional y el reflexivo. Con ello, los jóvenes desarrollan habilidades necesarias para la vida, como la capacidad de tomar decisiones, de comunicarse, de analizar, de autoconocerse, etc. Además de hacer más entretenido el estudio y lograr con ello, que el conocimiento se consolide mejor. 

Royo asegura que la clave de los bachilleres más brillantes no es la motivación, ni el coaching, ni la empatía. La clave, en su opinión, es estudiar muchas horas. Yo, sin embargo, la conclusión a la que llego, tras observar este estudio, es que la mitad de alumnos que destacaban en sus resultados, habían estudiado mucho. Y esto es necesario, sin duda, pero no es el único requisito para brillar, porque… ¿y los alumnos que no destacaron? ¿dónde están? sabemos si habían estudiado también mucho? ¿quizá más que sus compa- ñeros brillantes? ¿por qué no sobresalieron? La respuesta es que esos alumnos no figuraban entre los estudiantes objeto de estudio, porque se trataba de analizar solamente a aquellos jóvenes de bachiller con 9,2 de media, preseleccionados para la obtención de Becas Europa, que premian el talento. Yo diría: que premian un talento, el intelectual, que equipara el éxito a los brillantes resultados académicos, tal y como son concebidos y evaluados hoy. El alumno o alumna que saca menos de un 8 en secundaria, condición necesaria para acceder a esta beca, ¿no tiene talento? Quizá tiene otro que destacaría de forma brillante en otro sistema. 

Recuerdo un fragmento de “El Quijote”, donde Sancho decía a su amo, “¡No ve vuestra merced que esos muchachos, si desde chiquitos no se castigan, y se amoldan antes de tener ser, se vuelven haraganes y repostones!. Es menester pues, para evitar semejantes inconvenientes, que sepan desde el vientre de su madre que la letra con sangre entra…”. 

Estoy segura de que Alberto Royo coincidirá conmigo en que queremos jóvenes con conocimientos sólidos, que, además, sean seguros, capaces de actuar, de pensar, con criterio para elegir, para decidir, para ser libres. Estos jóvenes necesitan estudiar mucho, pero también necesitan valorarse, pasar de la teoría a la acción, acercase a sus tutores, respetarse a sí mismos y a los demás, identificar valores personales, trabajar en equipo o asumir su parte de responsabilidad. Y todo esto se puede trabajar. 

Un ejemplo: El proyecto Leonardo de transferencia de conocimiento a otros países europeos, liderado por la Asociación de la Industria Navarra y del que he formado parte. Consiste en la aplicación del coaching con alumnos de formación profesional. Recientemente se presentó en Pamplona y los representantes de los diferentes países participantes, apuntaron que esta metodología ha generado gran satisfacción entre los estudiantes y ha mejorado sus resultados académicos. 

Trabajar en este sentido no forma personas superficiales, sin cultura y sin valor por aprender. Forma personas completas, entendidas de forma integral y establece un cambio en ellas que las enriquece. 

La letra con esfuerzo, seguro que entra, pero con acción y emoción entra mucho mejor y permanece más tiempo. 

Jesusa García García es orientadora y Directora de JES&YOUNG 

2 comentarios:

  1. Para esta banda de vendedores de humo los conceptos: innovación, emprendedores, buenas prácticas docentes, metodologías de éxito, excelencia, etc. se reducen a fórmulas milagrosas que hacen los nenes se conviertan en cultos e inteligentes de forma milagrosa, con la varita mágica de Harry Potter.
    Eso de estudiar y dedicarle tardes y tardes a aprender cosas es obsoleto.

    Los políticos que viven como reyes en sus consejerías de educación los utilizan para contentar a los padres y sociedad en general prometiendo van a transformar la sociedad y esto va a ser el paraíso, por eso no hay solución.
    Los que hacen las leyes educativas y dirigen los sistemas educativos quieren votos y estadísticas (manipuladas) para seguir disfrutando sus privilegios y gente como Alberto somos un grano en .... por decir la triste realidad educativa.

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    1. Y la guerra que dan, agregadobup. No queda otra que presentar oposición. Un saludo

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