Entrevista de Carlota Fominaya para ABC, que transcribo a continuación.
Guitarrista clásico. Musicólogo. Profesor de Instituto. Así se define en su perfil de Twitter Alberto Royo, autor del libro «Contra la nueva educación», donde hace una ácida crítica a las nuevas corrientes que inundan el sector de la enseñanza. Página tras página, el autor repasa los principales dogmas pedagógicos posmodernos, y elabora una defensa apasionada, pero no pasional, de una instrucción pública «que sirva de palanca para la mejora personal de los alumnos y esté alejada de propuestas excéntricas mejor o peor intencionadas».
—¿Es prudente que un país que se encuentra a la cola de la OCDE en educación, y tiene tal tasa de abandono, centre casi todos sus esfuerzos en imponer la lengua de Shakespeare?
—Cuento en el libro cómo el actor argentino Ricardo Darín explicaba en una entrevista por qué no ha querido trabajar en Hollywood: porque pensar en otro idioma es muy difícil y estaría renunciando a una herramienta muy valiosa. Este mismo razonamiento sirve para la enseñanza. La enseñanza del inglés (o del francés, alemán o chino…) debe suponer un plus, no una sustitución.
—Hay una corriente de pedagogos que insiste en acabar con la enseñanza tradicional. Pero usted defiende que el único sistema de resultados demostrados es el del aprendizaje a través de la lección tradicional o la clase magistral… ¿Cierto?
—No es que sea el único sistema válido, sino que un buen docente puede serlo utilizando una metodología tradicional o innovadora. Lo que defiendo es que se deje de presionar al profesor insistiendo en la necesidad de la innovación sin tener en cuenta si esta va a mejorar o no el aprendizaje. Hoy tenemos congresos de innovación, cursos de innovación, premios de innovación... el profesor que no innova es tachado de inmovilista, mientras se premian metodologías extravagantes. Déjennos a los profesores que hagamos uso de nuestra libertad de cátedra y enseñemos como mejor consideremos, según nuestra forma de concebir la educación. De lo que se trata no es de enseñar a lo antiguo o a lo moderno, sino de enseñar bien.
—Su libro «Contra la Nueva Educación» insiste en que las nuevas corrientes pedagógicas sobrevaloran la empatía y lo original frente al esfuerzo, la constancia o el rigor.
—Debemos recuperar certezas, convicciones. ¿Cómo? Recurriendo a la razón y a la experiencia. Entendiendo que nada hay más reaccionario que un sistema educativo que iguale a todos en la vulgaridad. La cultura y el conocimiento se devalúan si se regalan, si no se pide a cambio interés y voluntad. Demostramos confiar poco en su valor si lo edulcoramos y aligeramos. Además es profundamente injusto socialmente hablando. Los alumnos que viven en un ambiente familiar donde hay cultura, conocimientos, absorben estos de manera habitual: leen en casa, escuchan música, visitan un museo, aprenden vocabulario, leen la prensa, comentan y escuchan comentarios de distintos temas… Mientras que los alumnos que se mueven en ámbitos social y económicamente difíciles solo pueden llegar a «aprender», a conocer estos saberes en la escuela. Si no se los dan allí, carecerán de ellos siempre y partirán con una desventaja notable.
—De estas corrientes, la más generalizada y más de moda hoy en día es la que aboga por la introducción de la educación emocional en todas las escuelas. ¿Qué le sugiere esto?
—Es posible porque nuestros dirigentes, con intención o no de idiotizar a la sociedad, no confían en el valor del conocimiento, así que, si el conocimiento no es importante y la escuela no es el lugar en el que transmitirlo ni el profesor quien lo atesora, toca buscar otras metas: una de ellas es la educación emocional, como si fuera posible separar la emoción de cualquier actividad que uno haga. Soy músico, ¿le parece que es posible enseñar mi asignatura sin emoción? Hay más emoción en el aria de las Variaciones Goldberg que en treinta congresos de educación emocional. No necesitamos una asignatura de educación emocional. Necesitamos educación, conocimiento y cultura.
—¿Qué opina de las recientes polémicas sobre la supresión de las reválidas y los deberes?
—No comparto en absoluto el argumentario que se está esgrimiendo contra las reválidas. Toda prueba es segregadora puesto que su propósito es comprobar quién ha alcanzado el nivel requerido y quién no. Decir que son franquistas es ridículo porque fue precisamente Franco quien las eliminó. Por fin, encuentro en todo esto una terrible confusión en cuanto a lo que debe ambicionar la escuela y una inquietante supeditación al «bienestar» inmediato del alumno (cuando el objeto de la educación no ha de ser este sino su formación) y, sobre todo, una profunda desorientación en las familias, que no son conscientes de que solo el esfuerzo puede compensar las desigualdades sociales de partida y entre los alumnos más desfavorecidos y menos capacitados. Por eso, me sorprenden las campañas que piden la supresión de los deberes (que bien diseñados, adecuados a la edad y en su justa medida, necesitan más que nadie los alumnos con dificultades) o la eliminación de exámenes, pruebas o reválidas.
Excelente artículo, Alberto. Afortunadamente, cada vez más medios se hacen eco de las ideas que muchos defendemos y que algunos como tú, habéis tenido el valor de defender abiertamente y con compromiso. Ánimo y a seguir luchando por una escuela basada en la transmisión de conocimiento.
ResponderEliminarMuchas gracias, Anais. Por tu comentario y por los ánimos.
EliminarTotalmente de acuerdo con el comentario de Anais.
Eliminar¡Gracias Alberto!
José
Gracias a ti, José.
EliminarYa es hora que alguien se atreva a hablar claro de un tema a riesgo de ser tachado de inmovilista o " dinosaurio " , somos muchos profesores los que pensamos que hasta un mal método con un buen profesor es mejor que el más innovador con un mal profesor, efectivamente, lo importante es que se adquieran conocimientos de la mejor forma posible y debemos nos dé tonterías.
ResponderEliminarMuchas gracias, María. Y bienvenida.
Eliminar¡Como siempre, impecable!
ResponderEliminarMuchas gracias, Socorro.
EliminarNo puedo estar más de acuerdo, Profesor Atticus. Glorioso su último párrafo. Le dejo un enlace a un libro de reciente publicación en Canarias. Ayer sábado me enteré de su existencia por un comentario en el foro de una noticia de educación del diario El Mundo - una entrevista a Inger Enkvista, no sé si conoce a esta estupenda investigadora de la Educación - y corrí a informarme. Una breve reseña del libro y el índice de contenidos le darán una idea de lo que estamos hablando. No se lo pierda, por favor. http://hagamoslonosotros.blogspot.com.es/search?updated-min=2016-01-01T00:00:00-08:00&updated-max=2017-01-01T00:00:00-08:00&max-results=1
ResponderEliminarConozco a Inger, pero no conocía el libro que cita. Tomo nota. Gracias de nuevo y un saludo.
EliminarSu libro "Contra la nueva educación" está disponible en una de las bibliotecas públicas de mi ciudad, Santa Cruz de Tenerife. Ya lo tengo reservado y lo recogeré mañana. Gracias por mojarse en esta importante lucha por la verdadera educación pública de calidad. Por enfrentarse a los defensores de las neopedagogías sin pruebas y todo eso, en entrevistas en los medios. De corazón.
ResponderEliminarPues le agradezco mucho el comentario. Y aguardo a que me dé su opinión sobre el libro, sea cual sea, por supuesto. Un saludo muy cordial.
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