Continúa el culebrón sobre las dietas de Caja Navarra.
La juez titular del juzgado de instrucción número 3 de
Pamplona ha ordenado ahora a Caja Navarra
que aporte las actas originales y que se indique además el equipo informático o
servidor utilizado para elaborarlas, así como su actual ubicación, para
determinar si fueron falseadas. El propósito es despejar las dudas razonables que existen sobre si las actas
aportadas de las reuniones de la Permanente fueron elaboradas a posteriori para justificar presuntamente las dietas dobles y triples que la entidad pagó,
entre otros, a la presidenta navarra, Yolanda Barcina, al expresidente foral
Miguel Sanz, al exconsejero de Economía y Hacienda Álvaro Miranda y al alcalde
de Pamplona, Enrique Maya.
Es
probable que estemos ante uno de esos casos en los que uno debe ir acostumbrándose
a pasar de la perplejidad a la indignación, de la indignación a la risa floja,
de la risa floja de nuevo a la indignación… para terminar, por fin, en una
suerte de resignación ante un destino que parece escrito y ante el que nada
podemos hacer los ciudadanos. Fatum
scriptum est...
A propósito
de todo este festival, quiero recomendar el espléndido artículo publicado en el
blog de Xavier titulado “Por más vueltas que le des, el culo siempre está
detrás” y en el que citaba un texto de Indro Montanelli de finales de los
ochenta sobre la corrupción. Decía Montanelli que corrupción “siempre había
habido en Italia, empezando por Julio César”. La diferencia, según Monatanelli,
entre César y nuestros actuales políticos, residía en que aquel era corrupto,
pero no incompetente, pues birló al erario público romano, en términos
relativos, más de lo que cualquier político de nuestra época pueda jamás soñar,
pero aportó riqueza a Roma. Se quedó con una cuarta parte del botín de las
Galias, pero aportó a Roma las tres cuartas partes restantes, que no eran moco
de pavo (…) Al menos César fue productivo para Roma”.
No le faltaba razón a Montanelli. Un
político corrupto es inaceptable, como debería serlo un político incompetente
(aunque con estos parece haber un mayor grado de tolerancia social), pero la
combinación entre corrupto e incompetente es, sin duda, letal para cualquier
sociedad.
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