Pensando en el alcalde de Pamplona Enrique Maya y en su devolución
de las dietas, dietas que también han ido devolviendo unos cuantos más (no
todos) de nuestros insignes políticos forales (Sanz, Barcina, Iribas…),
reflexionaba yo sobre si esta devolución podría considerarse una suerte de
atenuante o llegaba demasiado tarde, pues parece evidente que de no haberse
conocido el pastel nadie habría devuelto nada y que lo honesto no es tanto
devolverlo como no haberlo cogido. Y en estas estaba, dándole vueltas a lo
tarde que llegaba el gesto que, sin comerlo ni beberlo, me acordé de la canción
de Krahe en la que el protagonista parecía predestinado a no estar ni en el
momento justo ni en el lugar adecuado sino todo lo contrario e imaginé a nuestro
alcalde diciendo aquello de “y yo con mis dietas como un gilipollas, madre, y
yo con mis dietas como un gilipo-o-o-llas…”.
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