Jorge comentaba el otro día en su blog cómo, en el claustro de un instituto, alumnos
invitados por algún profesor moderno y revolussionario,
pedían el apoyo de los docentes a la huelga del 9 de mayo. El líder estudiantil
que, según se comenta, no era lo que se dice un alumno brillante,
arengaba a sus compañeros de la comunidad educativa (a los
profesores, digo) y les pedía su participación en un encierro en el centro
desde las 8 de la tarde, al que seguiría un “piscolabis” entre profes y
alumnos. Hasta la Directiva
del instituto “invitaba” a los profesores a colaborar.
La noticia, a estas alturas, ya no sorprende. Pero sí entristece comprobar
cómo son precisamente los alumnos que no han dado un palo al agua los que toman
las riendas de esa supuesta revolución que pretende llevarnos hacia no sabemos dónde. Todos hemos tenido algunos buenos
alumnos (no muchos, desgraciadamente) y bastantes malos alumnos, por falta de
capacidad unos pocos y por falta de esfuerzo la mayoría. No he conocido a
ninguno del primer y selecto (con perdón) grupo que liderase huelgas de
estudiantes, incluso que participase. Por mi experiencia, son precisamente los
que no saben (porque no quieren) hacer la o con un canuto los que, camiseta del Che mediante, capitanean las
movilizaciones estudiantiles.
“La lucha es el único camino para defender la enseñanza pública”, dicen. ¿Se
les habrá ocurrido intentar estudiar? Porque, como alegato, el suyo es bastante pobre. Me recuerda al entrenador de fútbol que apela a la testosterona (o sea, a los cojones) porque es consciente de que en su equipo no saben pasarse el balón sin sacarlo fuera del estadio o entregárselo al contrario. Huelga decir (nunca mejor dicho) que la cojonera no es suficiente y el equipo desciende a segunda división. En fin, es lo que hay.
"Cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios los discursos".
(Oscar Wilde)
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