Un anciano jefe indio le explicaba a sus
nietos: “Dentro de todos nosotros viven dos lobos. Uno nos lleva a actuar
bien; el otro, a actuar mal. Esos dos lobos son enemigos naturales y se
odian. Y libran su batalla en nuestro interior. Esa batalla define nuestras
emociones y nuestros actos. Esa lucha es más fuerte cuando somos
jóvenes”. Uno
de sus nietos, que había escuchado con atención, preguntó: “¿Y qué
lobo es el que gana?”. El jefe contestó: “Aquel al que alimentes más”.
Las conclusiones del Programa
Internacional para la Evaluación de la Competencia de los adultos, que sitúan a España a
la cola de los países de la OCDE en comprensión lectora y matemáticas,
han originado, como era previsible, una feroz batalla de claro tinte ideológico
en el que talibanes de uno y otro signo han pretendido echar la culpa al
contrario sin la más mínima intención de reflexionar, ejercer la autocrítica o
interpretar los resultados en relación con la propia realidad social y
educativa de nuestro país y contextualizada en el tiempo, esto es, entendiendo
de dónde venimos, dónde estamos y hacia donde nos dirigimos.
Como
el entrenador de fútbol al acabar un partido, los políticos, contertulios y
demás lumbreras expertos-en-todo han tirado de manual sin ningún rubor: unos,
han responsabilizado en exclusiva a la
LOGSE (por
lo tanto, a los socialistas), olvidando que durante “los años peperos” han
dejado pasar la ocasión de reformar nuestro sistema educativo y que la ansiada
reforma, con la
LOMCE , no pasa de ñapa fundamentada en
viejos errores aunque con nueva vestimenta (marca Lacoste), aroma a prima de
riesgo y repicar de campanas de iglesia; otros, han aprovechado que el Pisuerga
pasa por Valladolid (si es que saben que el Pisuerga pasa por esta ciudad) para
defender la
LOGSE contra
viento y marea, con la triste (y además, falaz) excusa de que los jóvenes saben
tan poco como los mayores. Enhorabuena: somos todos igual de idiotas.
Veamos:
que la
LOGSE socialista
tiene gran parte de culpa en la situación educativa es algo que ni siquiera
sus más contumaces defensores se atrevían ya a sostener sin caer en la risa
floja de Montoro cuando anuncia un recorte, al menos hasta la publicación de
este estudio que les ha permitido coger algo de aire, estimulados por los
gruñidos mediáticos procedentes de la otra acera. Para constatar esta realidad,
ni siquiera harían falta estudios o informes de la OCDE ,
el CIS, el MEC o la
UNESCO. Basta ser
profesor para tener el convencimiento de que no vamos bien.
Defender,
como se está haciendo desde uno de los lados de la trinchera, que la LOGSE fue buena porque los mayores tampoco
saben, es penoso pero, sobre todo, es falso. Y lo es, primero, porque según
el Informe PISA nuestros jóvenes están peor que los mayores en niveles de
excelencia (que digo yo que tendrá su importancia, a no ser que prefiramos
comprobar niveles de estupidez), puesto que no alcanzan el 4%, y segundo,
porque el Programa
Internacional para la Evaluación de la Competencia de los adultos realiza el estudio por
tramos de edad y parece imposible no detectar en el mismo la evolución (o
mejor, involución) de los resultados tras la implantación de la LOGSE , una
ley, por decirlo suavemente, equivocada y basada en una conjunción de
genialidades entre las que brilló con luz propia la de extender la educación
rebajando los niveles de exigencia, consiguiendo en la práctica, junto a la
extensión de la escolarización (que no de la educación), la extensión de la
mediocridad.
Ahora bien, quienes toman los resultados del estudio como pretexto para lavarse las manos y ponerse estupendos, deberían recapacitar también.
“La
tiranía de la ignorancia”, decía Luis Vives, “es la más dura y lóbrega de las
esclavitudes”. Si no queremos ser esclavos, deberemos escoger a qué lobo
alimentamos, al ignorante o al sabio. Y, quizás así, algún día saquemos mejor
nota.
NOTA: Agradezco a mi amigo Manuel Mullor el préstamo del palabro "pedagogó".
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