¡Qué difícil y qué desagradable es
intentar debatir con un sectario! Casi tanto como hacerlo con un experto educativo. Al sectario se le reconoce enseguida, no por
su aspecto sino por tres características intrínsecas: la primera, que tarda muy
poco en recurrir a la descalificación; la segunda, que acostumbra a trasladar
sus propios prejuicios, sus propias fobias, al “contrario”; y la tercera, que
piensa que solo los demás deben estar dispuestos a matizar o modificar su
opinión porque, claro, él está en lo cierto.
De la tipología de los sectarios,
hay un modelo especialmente agresivo: el fanático laicista. Su rasgo más llamativo
es que asocia todo lo que tenga que ver con la religión a Franco (antes incluso
que el insulto suele aparecer el nombre del dictador) y que asume un laicismo
selectivo: mientras la religión católica es nefasta, niega la bondad de las
demás, oculta la realidad científica y aboga por la alienación del individuo y
aniquilar la libertad de pensamiento del ser humano, en el mismo momento en que uno plantea si
otras religiones, como el Islam, por ejemplo, no pueden incurrir también en estas actitudes poco edificantes,
se le acusa de racista y ultramontano y de desear la muerte del infiel.
Si uno intenta argumentar (con un
sectario solo puedes intentarlo, jamás lo consigues) que es
conciliable la fe con la defensa de un sistema educativo laico, que las
creencias personales deben ser respetadas sin condicionar el currículo, que es compatible ser creyente y defender que en la escuela solo se enseñen contenidos demostrables, que hay otras religiones cuestionables en la enseñanza actual como la educación emocional, las nuevas tecnologías, la innovación, la cultura emprendedora o la educación financiera (dogmas de fe sin evidencia empírica sobre sus beneficios) que se admiten sin la más mínima objeción, que se
puede ser religioso sin ser fanático, ignorante o peligroso, que se puede ser progresista siendo
creyente, que nadie tiene la exclusividad de la tolerancia y la razón y que
estas se demuestran más con hechos que con palabras…si intenta, digo, argumentar esto, está incurriendo en un grave error.
Porque todo esto al sectario no le sirve. No es suficiente. Nunca lo es. El
sectario te exige agresividad, militancia, te pide un alineamiento sin fisuras, que compartas el fondo y las
formas y que las compartas al cien por cien y para siempre. Porque el sectario
no acepta matices, no acepta cambios en la postura de uno ni evolución del
pensamiento, pese a estar convencido (un sectario nunca duda) de que la Verdad
está de su parte.
Un sectario acusa al que no lo es
de tibio y equidistante. Porque él es un entusiasta comprometido con "la causa". De cobarde porque él es
valiente. De neutro porque él “se moja”. Te tacha de políticamente correcto
para esconder su actitud de exaltado, su extremismo. Y cuando decides tirar la
toalla y abandonar el debate, entonces pasas a ser un intolerante al que, en el
fondo (el sectario sabe cómo piensas mejor que tú mismo), molesta la discrepancia. Y así es como el sectario se deshace de sus contrincantes y, por
supuesto, vence en el debate.
El sectario "argumenta" sobre religión, política y aspectos relacionados (puede ser filosofía, historia, etc.) como se discute de fútbol: en el fondo tiene a gala "defender sus colores" por encima del valor que puedan tener los argumentos.
ResponderEliminarÉl (o ella) se lo pierde, porque no aprende; al contrario de Sócrates, cree saberlo todo. Con el tiempo, uno pierde el interés en discutir con ellos.
Es que el tertuliano, después del sectario laicista, es el más común.Y el problema no solo es que no aprenda el sectario sino que quien intenta discutir con él, aprende aún menos. Lo del tiempo puede ser. Eso me hace sentir más joven porque termino entrando, como se dice por aquí, como los toricos...
Eliminar"asocia todo lo que tenga que ver con la religión a Franco"
ResponderEliminarPor analogía, podría llamarse Reductio ad Francorum
http://es.wikipedia.org/wiki/Reductio_ad_Hitlerum
Bien traído, Don Bacon.
EliminarA mí el "facha" de hoy ya me está empezando a sonar igual que el "rojo" de los tiempos de don Paco. A ver cuando constituyen una Conferencia Episcopal Progre. Y me temo que a tu blog no le darían el "Nihil Obstat" ¿Por qué abundarán tanto los sectarios progres y tan poco los librepensadores?
ResponderEliminarAbunda el sectaria, aunque no solo el progre, la tipología, creo, es más variada. La razón de tal proliferación la desconozco, aunque quizás la moda de las tertulias ha podido tener algo que ver. El sectario, el maleducado, el exaltado sube la audiencia. Y esto se ha trasladado a cualquier intento de debate racional, en la televisión o fuera de ella. Por otra parte, resulta más cómodo asumir la postura de los tuyos que pensar por ti mismo.
EliminarEsa analogía entre el "facha" de hoy y el "rojo" de ayer existe, y en la enseñanza es una Inquisición sin autos de fe (por suerte, aunque si algunos pudieran...), se lo aseguro yo, que tengo ya mi buena ficha de "facha" por cosas como pedir justificantes médicos o los que proceda a quienes me faltan a un examen.
EliminarTotalmente de acuerdo, Alberto. Pero si me lo permites, añadiría un atributo más, característico del sectario: es él quien decide cual ha de ser el campo de batalla discursivo. Y si tú vas y le replicas que, en todo caso y como mucho, sus derias son secundarias o acesorias, entonces recurre a toda la sarta de descalificaciones que citabas. Enhorabuena por el artículo.
ResponderEliminarEs decir, y añado, si vas y le recuerdas que la religión católica es muy anterior a Franco, serás automáticamente tildado de franquista.
ResponderEliminarBuena apostilla, Xavier. Gracias.
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