Reunión con la ex-directora del
Servicio de Ordenación, Calidad e Innovación. Despacho de la interfecta.
Motivo: el Decreto Foral de Derechos y Deberes (es un decir) del
alumnado, en el que se establece el derecho del alumno a recibir una "educación
emocional que facilite afrontar adecuadamente las relaciones interpersonales".
Se objeta a la señora directora
que uno ganó una oposición para ser profesor de música y no de emociones y que, de
haber sabido que aquellas tres plazas en juego eran para impartir "educación
emocional", muy probablemente habría desistido, y que, además, considera que las emociones
no entran dentro de las competencias profesionales de un docente. Respuesta: "Hoy
día, un educador no se puede limitar a impartir su asignatura".
Amén.
¡Qué triste todo¡ y qué pereza me dan estos políticos. Lo que más me ha gustado del Taller de Amor y Humor es la academia organizadora: nada más y nada menos que Academia "SOCRÁTICA"... sin comentarios.
ResponderEliminarPD: como psicóloga puedo afirmar y afirmo que lo de la Inteligencia Emocional aún no está del todo claro en los círculos académicos serios. Pero es que queda taaaaan bonita y es taaaaan igualitaria. Muerte al asqueroso CI (que, por cierto, cuenta con mucha más validez).
La verdad es que resulta chocante que estas cosas las organice una entidad llamada "academia socrática". Por lo demás, pues qué voy a añadir, nada. "Puaj", como mucho.
ResponderEliminarEs que la IE es cualitativa, el CI cuantitativo (más o menos), por eso, precisamente por eso, todos podemos reivindicar superdotación emocional, creatividad, espontaneidad... Y eso gusta.
ResponderEliminarEn realidad, lo de la inteligencia emocional ya lo dejó resuelto el viejo Aristóteles, con la "proairesis" que, a su vez, requería "frónesis"; la deliberación que requiere prudencia; saberse enfadar cuando toca y saberse contener cuando corresponde. ¿Lo de Goleman y compañía? Comentarios a pie de página de lo que tal vez hayan leído, pero no entendido, empero venda.
Un saludo.
Muy buen apunte, Xavier. La constante es elevar a categoría de no-se-sabe-qué lo que no dejar de ser la capacidad de comportarse con una cierta madurez. Pero, claro, si queremos restar importancia a unas cosas porque conviene, debe ser a cambio de sobrevalorar otras que en realidad no lo merecen. Un abrazo.
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