¡Carpe
Diem!, dicen ustedes, repitiendo automáticamente
el
lema que les ha transmitido su liberador.
Su
misma repetición sagrada,
esa
especie de conjuro que les permite reconocerse
como
pertenecientes a la misma congregación de fieles,
reproduce
aquello que dicen detestar.
¡Carpe
Diem!: el pasado y el futuro no existen.
El
presente sería lo único provisto de sustancia,
como
si lo que ahora se da
agotara
el acontecer y se expandiera
hasta
el confín mismo del tiempo
(...)
No
obstante, señores, ustedes no son puro presente:
son
una mezcla extraña entre lo que fueron y lo que serán;
mistura
de lo tangible y lo intangible;
nudo
en el que se cruzan lo hallado y lo enterrado.
Duración...
(...)
¿Saben?
Lo peor de su pasión por el señor Keating
no es
su pasión: es el señor Keating.
Les
promete el cumplimiento del peor delirio:
la
consecución de la inmediatez plena,
sin
mancha ni retardo,
sin
precisar de nada ni nadie.
"¡Escúchense
a ustedes mismos!", dice.
No
les advierte de que el rumor que oirán
ha
sido siempre construido por los demás, por quienes no son ustedes.
Las
voces de los demás nos han hecho,
están
ahí, en nuestra intimidad más recóndita.
Y lo
que oímos en forma de susurro propio
son
sus frases, que pensamos nuestras.
No le
crean a pies juntillas (...)
J. Jorge Sánchez. La vida de las imágenes. Luces de Gálibo. 2013.
El Sr Keating, en El club de los poetas muertos,
incitaba a sus alumnos a arrancar páginas de los libros de texto, a vivir el
presente, a escuchar su propia voz, a renunciar a la tradición y la disciplina
para pensar por sí mismos y ser libres. Trasunto del tal Keating parece Cesare
Cata, el profesor italiano que tanto está dando que hablar estos días y que ha sido noticia en todos los
medios, ese cuya Buena Nueva (aunque de nueva tiene poco) está causando sensación
y embeleso en las redes sociales.
De todos los titulares, yo me quedo con el de La Voz de Galicia: "los deberes para el verano del profesor más enrollado"
porque refleja a la perfección qué se piensa ahí fuera que somos (o debemos ser) los
profesores.
"Pueden guardar lápiz y goma", subtitula La
Voz de Galicia, pues "el método de Cesare Cata es revolucionario".
Pues miren, no. Revolucionario sería defender más bien lo contrario. Y novedoso, lo que se dice novedoso...sin irnos más atrás, que podríamos, en 1989 se estrenaba la
falaz "El club de los poetas muertos", en la que ya se nos adoctrinaba
sobre lo innecesario de acudir a los textos sino a la voz interior de cada
cual. Así que, como mínimo, el método revolucionario catánico (no confundir con catatónico) tiene veintiséis años.
Lo triste de todo es que este listado de consejos de autoayuda, que alcanza cotas inimaginables de ñoñería borrica, se haya convertido en viral. Veamos cuáles
son los mandamientos del Il professore (léanlo corriendo para que pase pronto) y podremos constatar el desprestigio al que han
llegado conceptos como esfuerzo, responsabilidad, conocimiento, saber o cultura, y la obsesión por evitarlos, maquillarlos o rodearlos de imágenes new-age para
evitar traumas o daños irreparables.
1) Por la mañana, sal a caminar por la
orilla del mar en total soledad: mira cómo se refleja el sol en el agua y,
pensando en las cosas que te gustan más en la vida, siéntete feliz.
2) Trata de usar todos los nuevos términos
aprendidos este curso: cuantas más cosas digas, más cosas puedes imaginar; y
más libre te sentirás, la mayoría son gratis.
3) Lee todo lo posible, pero no porque sea
obligatorio. Lee porque el verano inspira aventuras y sueños, y porque leyendo
te sentirás como las golondrinas cuando vuelan. Lee porque es la mejor forma
que tienes para rebelarte. (Para consejos de lectura, preguntadme,
preguntadme).
4) Evita todas las cosas, situaciones y
personas que te influyan de manera negativa. Acércate a las cosas estimulantes
y busca la compañía de los amigos que ayuden a enriquecerte. A la gente que te
aprecia tal y como eres.
5) Si te sientes triste o asustado, no te
preocupes: el verano, como todas las maravillas, nos puede dar algún que otro
problemilla. Intenta escribir un diario en donde plasmes tus sentimientos (en
septiembre, si te apetece, podemos leerlo juntos).
6) Baila. Quítate la vergüenza. En la
pista o en tu habitación. El verano es una fiesta y sería absurdo no formar
parte de ella.
7) Al menos una vez disfruta del amanecer.
Mantente en silencio y respira. Cierra los ojos. Siéntete agradecido.
8) Practica mucho deporte.
9) Si das con alguien que te gusta mucho,
díselo con sinceridad. No importa si eres correspondido. Si no lo hace, es
porque él (o ella) no iba a ser parte de tu destino. En el caso contrario, si
eres correspondido, el verano del 2015 será la gran oportunidad para caminar
juntos. (Si sale mal, vuelve al punto 8).
10) Recuerda lo aprendido en clases.
11) Sé alegre como el sol y salvaje como
el mar.
12) No digas palabrotas . Sé siempre
educado y amable.
13) Disfruta de películas conmovedoras,
(si puede ser, en versión original) para mejorar tus habilidades lingüísticas y
la capacidad de soñar. No dejes que las películas acaben con los créditos.
Revívelas durante el verano.
14) Al menos en una ocasión, durante la
luz centelleante o en las noches cálidas, sueña con cómo puede ser tu vida. Ten
fuerza para no renunciar a nada. Inténtalo todo para conseguir ese sueño.
15) Pórtate bien.
No me quedan fuerzas para comentar cada una de estas recomendaciones (quizás en otro momento), tal es mi agotamiento
espiritual, pero aún me queda un último aliento para implorar a quien
corresponda la concesión inmediata del Global Teacher Prize al Maestro Cesare Bona,
perdón, Cata, por su inestimable contribución a la enseñanza. Y a la humanidad. Qué pequeño se siente uno ante semejantes visionarios...
¿Continuará?
No quise pinchar el enlace todas las veces que lo vi en la corrala de FB y ahora he tenido que leerlo.
ResponderEliminar¿No sería más fácil decir a los alumnos que pasen el verano lo mejor posible? Y como ellos quieran. Algunas de las recomendaciones son sensatas: "no digas plabrotas, sé educado" y de eso se tienen que preocupar los padres, otras como dices, ñoñería borrica.
Yo nunca mando deberes para el verano. El que ha estudiado, que lo disfrute, como lo disfrutaba yo, el que no, ya sabe lo que tiene que hacer (y sobre todo sus padres)..., bueno en este reino de taifas ya no, porque como septiembre en es julio...
Alberto, mejor que no continues.
Si todos los consejos fueran don´t worry be happy, no colaría. La clave está en introducir alguna recomendación sensata para dar apariencia de cordura. Siempre lo hacen así...
EliminarYo conocí a un profesor Keating. Lo recuerdo preparando sus clases en la cafetería del campus. No parecía mala gente, pero era algo pegotero: una vez, en una de sus clases dejó caer, como quien no quiere la cosa, que había tenido trato con Fukuyama en Harvard. En otra ocasión nos congregó formando un círculo fuera del aula; la clase consistió en que nos contó su juventud, marcada por un padre zafio y déspota que lo trataba muy mal pues lo encontraba algo homosexual, parece ser que sin fundamento. La verdad es que sus clases eran una sucesión de vaguedades, unas veces muy mal hilvanadas, otras decididamente peregrinas. Huelga decir que eso de ceñirse al temario no era lo suyo. Hoy es catedrático, y juraría que sigue siendo igual de payaso. Algún que otro profesor locuelo y excéntrico puede que no quede muy mal: quizás hasta pueda dar una nota de color, de pintoresquismo a cualquier centro educativo. El problema viene cuando, desde el espantoso establishment educativo que padecemos, se pretende que todos los profesores sean "profesores Keating". Saludos.
ResponderEliminarNi más ni menos, Rafa. El problema es que todos debemos ser Keating, subirnos en la mesa y arrancar las páginas de los libros de texto. Oh, capitán, mi capitán. En fin...
EliminarBueno, Alberto, parece ser que esta vez estamos bastante en desacuerdo, no en cuanto al gasterópodo de Keating, claro, sino en cuanto al signore... ¿Cata o Catá? Te lo diré con franqueza: empezaba a preocuparme tanta coincidencia, es bueno que alguna vez discrepemos, j _ _ _ _ . Ahora bien: el hecho de que cada uno por su lado hayamos escrito un artículo el mismo día y sobre el mismo tema ya da que pensar, ¿eh?
ResponderEliminarAhora paso a leerte, Pablo, a ver si me convences. Y claro que es bueno que de cuando en cuando discrepemos, coincidir demasiado puede ser hasta aburrido. Un abrazo
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