ABC publica hoy una entrevista cuyo titular refleja a la
perfección lo que pienso de la educación emocional: que se encuentra implícita en la
propia labor docente. No necesitamos una asignatura de educación emocional sino valorar como merece el conocimiento, reconocer sus valores y su carga emocional. La cultura y el saber son apasionantes en sí mismos, aunque no
siempre pueda uno divertirse o acceder a ellos con facilidad. Ahí está
precisamente el reto: en que la recompensa nos espera al final del trayecto.
Como afirmo en la entrevista, hay más emoción en el aria de
las Variaciones Goldberg que en treinta congresos de educación emocional.
Y para muestra,
un botón:
Se puede acceder a la entrevista completa de Carlota Fominaya desde este enlace.
Por aquí, otro "couchinguíailluminati" que antepone emociones y demás a conocimiento. Para aprender a pilotar, ya cogeremos un libro. Lo que hay que leer, por dios...
ResponderEliminarhttp://www.elmundo.es/papel/lideres/2016/05/01/5720dfa8ca47418b128b45b2.html
Pues así estamos, Francisco...
EliminarPalabras sabias sobre el trabajo por proyectos de Philippe Meirieu:
ResponderEliminar"Trabajar con "proyectos" no significa metas grandiosas de fabricación que gratifiquen el narcisismo del educador y del niño. Si los proyectos son tan importantes en pedagogía, es porque sirven para dirigir el aprendizaje a un fin y para estabilizar el grupo".
De narcisismo conoce mucho cierta "pedagogía innovadora", que convierte el trabajo en el aula en un perfil abierto de Facebook, en el que se muestra todo.
El "exhibicionismo pedagógico", que ha descubierto como el culmen de la innovación que los alumnos elaboren un video, olvida el valor de las pequeñas acciones cotidianas en el aula que no tienen trascendencia "mediática".
Gracias por la visita y por la interesante aportación, Carlos. Un saludo.
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