jueves, 19 de mayo de 2016

Reportaje radiofónico en la Universitat Pompeu Fabra sobre las inteligencias múltiples


Una estudiante de Periodismo de la Universitat Pompeu Fabra me escribió para contarme que estaba preparando un reportaje radiofónico sobre las escuelas de Barcelona que siguen métodos de enseñanza basados en las inteligencias múltiples. Me pedía opinión sobre este asunto después de haber leído Contra la nueva educación. Dejo aquí por escrito lo que recuerdo de mis respuestas, finalizada ya nuestra conversación.

¿Cuál es su opinión respeto a los nuevos modelos de educación que pretenden incorporar el desarrollo de las inteligencias múltiples?

Creo que no es lo mismo hablar de aptitudes o habilidades que de inteligencias. Claro que es mucho más comercial y atractivo decir que la inteligencia no es una sino muchas porque así podemos afirmar, aunque mintamos, que todos somos en el fondo inteligentes. Pero la realidad es que unos son más inteligentes que otros, que hay quien es muy inteligente y quien anda de inteligencia más bien escaso. Si queremos buscarle el lado positivo es fácil: el conocimiento es de alguna forma justo porque perseverando y con un buen maestro un alumno tendrá muchas posibilidades de desarrollar al máximo las capacidades que tenga y de llegar a desempeñar una actividad razonablemente bien. El riesgo de hablar de inteligencias múltiples es que sirve de coartada para despreciar factores como el esfuerzo o la memoria, tan importantes en el proceso de aprendizaje. Neurólogos serios como Mariano Sigman se manifiestan a este respecto de manera muy contundente cuando afirman que “no hay ninguna transformación importante en el cerebro humano que no sea con esfuerzo”. Decía Sigman en una interesantísima entrevista para el Diario El Mundo: “Muchos adolescentes o padres se preguntan para qué estudiar los ríos de España si luego se van a olvidar. Y es importante no por el mero hecho de recordarlos para siempre sino para ejercitar la memoria”. Para el neurocientífico “el esfuerzo mental en el colegio es fundamental”. Y para redondear una reflexión a mi juicio tan atinada, critica los métodos educativos que proponen una educación lúdica porque “la motivación es importante para el aprendizaje" pero no se puede "delegar todo en lo lúdico y pensar que no hay que esforzarse para acceder a un mundo mejor, como aprender a desenvolverse por uno mismo, aprender a no sufrir, a hacer algo por otra persona..." y advierte de las consecuencias de que los chicos crezcan “sin haberse entrenado esa facultad para el esfuerzo”.

Hay muchas escuelas que después de las lecciones de mates, ciencias y lengua, dedican las horas escolares a talleres para desarrollar conceptos relacionados con las inteligencias que no se practican en el aula, como la música, el baile, teatro, volumen, imagen y video o naturaleza. ¿Cree que son necesarias estas actividades fuera del aula?

Son interesantes. Necesarias o no, esto ya es más discutible. Lo que tiene poco sentido es que haya padres en campaña permanente contra los deberes (que consideran poco menos que explotación infantil) mientras añaden tareas extraescolares de todo pelaje en el horario de sus hijos. El interés de estas, por otra parte, como en el caso de los deberes, depende de cómo se planteen las actividades, de su adecuación a la edad de los alumnos, de su proporcionalidad... 

Los métodos que se basan en desarrollar las inteligencias múltiples pretenden buscar una zona de confort para el alumno. ¿Qué opina sobre esto? ¿Cree que los alumnos tienen que sentirse bien en el aula?

No me convence nada eso de la "zona de confort". Es otra de las "grandes aportaciones de la piscología positiva". El alumno no ha de sentirse ni bien ni mal en el aula, ni más cómodo de lo necesario ni más incómodo. El alumno tiene que encontrar en el aula el ambiente adecuado para lo que debe de hacer: atender, estudiar, preguntar sus dudas al profesor, trabajar en equipo cuando corresponda... Si entendemos que estas actividades se pueden hacer en un ambiente lúdico-festivo nos estaremos equivocando. No se trata, obviamente, de crear un ambiente desagradable en clase, pero tampoco es oportuno un ambiente excesivamente relajado. Veamos un ejemplo: cuando vamos a una sala de cine para ver una película, encontramos un ambiente adecuado: la sala a oscuras, la pantalla grande, las butacas confortables (cuando lo son, claro está) pero no reclinadas ni provistas de una almohada. El fin es que nos podamos concentrar en la película pero no que nos durmamos.

¿Cuáles cree que son los efectos negativos de trabajar con inteligencias múltiples y no con un programa igual para todo el mundo y siguiendo los métodos que se han trabajado desde siempre?

No es necesario escoger una de estas dos opciones. Ya he explicado por qué no me convencen las inteligencias múltiples. Pero tampoco creo que se deban seguir los métodos de siempre. Se han de seguir los métodos que al profesor le funcionan. Se puede enseñar bien desde una metodología tradicional y también desde una óptica novedosa. No depende de esto que uno sea un buen profesor, sino de sus conocimientos, de su capacidad comunicativa y de su compromiso, fundamentalmente. Por otro lado, un buen docente jamás deja de innovar. Pero innovar no consiste en plantear propuestas excéntricas sino en estar siempre abierto a introducir modificaciones didácticas, cosa que la mayoría siempre hacemos. Nunca se imparte la misma clase. Una misma estrategia didáctica no sirve para cualquier contenido ni para cualquier grupo, ni siquiera para cualquier alumno. Durante el proceso de enseñanza hay una continua evolución didáctica. El profesor imparte clase y mientras lo hace está analizando la eficacia de su método, está introduciendo novedades, probando diferentes formas de llegar a sus alumnos y ayudarles a comprender y asimilar su asignatura. Solo quien desconoce por completo la labor docente puede negar que los profesores hacemos exactamente lo que nos corresponde hacer: enseñar lo que mejor que sabemos y podemos.

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