martes, 15 de marzo de 2016

La selva pedagógica o la antinomia grouchista


La señora Isabel Cantón Mayo, catedrática de Didáctica y Organización Escolar, publicaba hace ya unos días un artículo en Diario de León titulado "Las antinomias en la nueva educación" en el que, además de promocionar (lo cual agradezco, ¡faltaría más!) mi libro y el de Ricardo Moreno Castillo, hablaba de una supuesta confrontación ("la vieja antinomia pedagógico-didáctica") entre dos concepciones de la enseñanza. Yo me veo más bien en una posición, no de crítica hacia planteamientos diferentes a los propios, pues estos, lógicamente, podrían tener elementos aprovechables, sino hacia aquellas propuestas que me parecen estrafalarias, absurdas y/o grotescas y que intuyo dañinas para lo que un día se llamó instrucción pública.

Pensaba tomar el artículo de Isabel Cantón con la seriedad con que trato de contestar a todas las alusiones de las que soy conocedor, sean estas positivas o negativas. Por ejemplo, tenía previsto darle la razón en algo tan obvio como que "el esfuerzo, el conocimiento racional de las materias" es igual de importante que "la adecuada presentación, introducción y apropiación del saber de las mismas", cosa que ningún defensor del conocimiento sugeriría. ¿O conocen a alguien que defienda el esfuerzo desde el conocimiento irracional y la inadecuada presentación, introducción y apropiación del saber? (Admitiremos "apropiación", aunque parecería más oportuno el término "asimilación"). También era mi intención dar la razón a la catedrática de Didáctica en su reflexión sobre la imposibilidad de aprender "determinados logaritmos si no fueran adecuadamente desglosados, metodológicamente presentados y científicamente evaluados". Incontestable. Solo haría falta preguntar, otra vez, qué profesor es partidario de enseñar logaritmos mal desglosados, con una incorrecta exposición y evaluados de la forma más estúpida posible. Varias cuestiones más estaba dispuesto a comentar, pero tras leer detenidamente el artículo de la Sra Cantón, creo que lo sensato es reconocerme incapaz de comprender sus argumentaciones, desde el momento en que, con claridad y orden notables, que para eso es catedrática de Didáctica y Organización Escolar, Isabel nos descarta a Ricardo y a mí como expertos, incluso como profesionales cuya opinión se pudiera tenerse en cuenta, ya que ninguno de los dos somos "una autoridad académica en educación". Vaya por Dios. "Ambos", dice Cantón,  somos "productos de la experiencia en las aulas, que con ser muy importante, no deja mucho espacio a la dimensión investigadora, documentada, rigurosa y científica sobre el tema". Un triste producto de la experiencia en las aulas. Eso somos. O semos. Qué le vamos a hacer... Por no tener, no tenemos ni tiempo para investigar científicamente sobre didáctica de la didáctica de la didáctica. Ya dice Cantón que, mientras "de medicina o de arquitectura escriben e investigan los médicos y los arquitectos", sobre educación "todo el mundo lleva dentro un teórico para arreglarla". Espere un momento, Isabel... ¡pero si es usted precisamente uno de esos teóricos (/as) que pretenden decirnos a los demás cómo hemos de enseñar! Le ha ocurrido como a Groucho en la memorable escena de Un día en las carreras en la que se encuentra examinando a Harpo en la consulta médica y le diagnostica "casi un 15% de metabolismo, con una tiroides superactiva y más de un 3% de afectación glandular. Y un 1% de inteligencia", o sea, "lo que solemos designar como tipo idioticus cronicus; resumiendo, el caso más claro que se me ha presentado de cabeza de adoquín" Claro que, en realidad, como le advertía Chico, Groucho se estaba examinando a sí mismo *.  


Y encima nos dice la buena mujer que, como somos "legos en la selva pedagógica" (ya está bien puesto el nombre...),  estamos "incapacitados" (apunten, colegas) "para ejercer la influencia deseada" (entiendo que sobre nuestros alumnos) y es por eso que criticamos, porque "la crítica es más sencilla que la adquisición y progreso en la misma" (por "misma" creo que se refiere a la selva pedagógica esa).



No me digan que no me siguen porque esto lo entendería (no en vano, insisto, Isabel es Catedrática de Didáctica) hasta un niño de cuatro años. ¡Que me traigan un niño de cinco años!

* Tómese la referencia a la escena de Un día en las carreras como una licencia literaria antes que como una valoración de la capacidad diagnóstica de la Señora Cantón.

18 comentarios:

  1. Genial lo de didáctica de la didáctica. A por ellos y a destapar sus falacias.

    ResponderEliminar
  2. Y lo de no avezados en la selva pedagógica... Es como si te dijeran, Alberto, que no estás capacitado para discutir sobre el sexo de los ángeles. En fin ¡ánimo! si les escuece, será por algo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuando escuece, dicen que lo aconsejable es rascarse. A no ser que seas Eduardo Manostijeras o Freddy Krueger. Un abrazo.

      Eliminar
  3. Tiene narices decir que los profesores son "legos" en pedagogía... madre mía, esta señora catedrática no ha dado una clase "de verdad" en su vida, así nos va...
    Marga

    ResponderEliminar
  4. El pasado viernes, en la presentación del último libro de Moreno Castillo, ese que junto al tuyo está haciendo que les salgan granos a los "expertos", decía Jon Juaristi algo que no es nuevo: que la pedagogía es un auténtico engaño, una disciplina vacía. ¿Qué mayor experto en una materia puede haber que el que tiene experiencia en ella por la práctica diaria? ¿A lo mejor un miembro de esa secta endogámica a la que pertenece la señora Cantón, secta que vive de consumir las fantasías que crea para sí misma? Que alguien así niegue a dos profesores la condición de expertos en educación precisamente por ser profesores es un alarde de soberbia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es, Pablo. Hace unos días, en una tertulia educativa, alguien me decía (nos lo decía a Ricardo y a mí, aunque se refería a un número indeterminado de "dinosuarios") que había que ser más humilde y reconocer que estudiar a Cervantes servía para poco. Algo así dijo, no recuerdo las palabras exactas. ¿Qué podemos replicar ante algo así?

      Eliminar
    2. No, no se puede replicar. Uno se hace cruces y ya está.

      Eliminar
  5. Totalmente de acuerdo con la señora Cantón. A veces, la verdad duele.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Anónimo: Decía Machado que "la verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés".

      Eliminar
    2. ¿Y quién es el que está del derecho y quién del revés en este caso?

      Más valdría que se pusieran de acuerdo pedagogos y docentes en elaborar un buen plan educativo para las futuras generaciones, en vez de enzarzarse en peleas inútiles.
      Así ganaríamos todos, en lugar de imitar a los políticos con el "y tu más".

      Eliminar
    3. Eso lo dejo a su criterio, amigo Anónimo.

      Eliminar
    4. Estimado Anónimo: habla usted de "peleas inútiles". Ni son peleas ni son inútiles. Es la dialéctica del conocimiento, cosa que tristemente desaparece en cuanto una visión hegemónica no deja espacio a las disidencias.

      Eliminar
  6. Un par de apuntes:
    Uno. Yo no sé lo que es un logaritmo desglosado. No será un logaritmo deshuesado?
    Dos. Dénse cuenta de que la señora catedrática les ha llamado a Vds. empíricos. Nada más y nada menos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Apuntes que aquí quedan desglosados. O deshuesados, como prefiera.

      Eliminar
  7. La categoría académica de un catedrático de pedagogía es la misma que la de don Pantuflo zapatilla, catedrático de numismática, colombofilia y filatelia (padre de Zipi y Zape, para los más jóvenes), solo que este último era mucho más entrañable y seguramente mucho mejor pedagogo.

    ResponderEliminar