La señora Isabel Cantón Mayo, catedrática de Didáctica y Organización Escolar,
publicaba hace ya unos días un artículo en Diario de León titulado "Las antinomias en la nueva educación" en el que,
además de promocionar (lo cual agradezco, ¡faltaría más!) mi libro y el de Ricardo
Moreno Castillo, hablaba de una supuesta confrontación ("la vieja antinomia pedagógico-didáctica") entre dos
concepciones de la enseñanza. Yo me veo más bien en una posición, no de crítica
hacia planteamientos diferentes a los propios, pues estos, lógicamente, podrían
tener elementos aprovechables, sino hacia aquellas propuestas que me parecen
estrafalarias, absurdas y/o grotescas y que intuyo dañinas para lo que un día
se llamó instrucción pública.
Pensaba tomar el artículo de Isabel Cantón con la seriedad con que
trato de contestar a todas las alusiones de las que soy conocedor, sean estas
positivas o negativas. Por ejemplo, tenía previsto darle la razón en algo tan
obvio como que "el esfuerzo, el conocimiento racional de las
materias" es igual de importante que "la adecuada presentación,
introducción y apropiación del saber de las mismas", cosa que ningún
defensor del conocimiento sugeriría. ¿O conocen a alguien que defienda el esfuerzo
desde el conocimiento irracional y la inadecuada presentación, introducción y
apropiación del saber? (Admitiremos "apropiación", aunque parecería
más oportuno el término "asimilación"). También era mi intención dar
la razón a la catedrática de Didáctica en su reflexión sobre la imposibilidad
de aprender "determinados logaritmos si no fueran adecuadamente
desglosados, metodológicamente presentados y científicamente evaluados".
Incontestable. Solo haría falta preguntar, otra vez, qué profesor es partidario
de enseñar logaritmos mal desglosados, con una incorrecta exposición y
evaluados de la forma más estúpida posible. Varias cuestiones más estaba
dispuesto a comentar, pero tras leer detenidamente el artículo de la Sra
Cantón, creo que lo sensato es reconocerme incapaz de comprender sus
argumentaciones, desde el momento en que, con claridad y orden notables, que para
eso es catedrática de Didáctica y Organización Escolar, Isabel nos descarta a
Ricardo y a mí como expertos, incluso como profesionales cuya opinión se
pudiera tenerse en cuenta, ya que ninguno de los dos somos "una autoridad
académica en educación". Vaya por Dios. "Ambos", dice Cantón,
somos "productos de la experiencia en las aulas, que con ser muy
importante, no deja mucho espacio a la dimensión investigadora, documentada,
rigurosa y científica sobre el tema". Un triste producto de la experiencia
en las aulas. Eso somos. O semos. Qué le vamos a hacer... Por no tener, no
tenemos ni tiempo para investigar científicamente sobre didáctica de la
didáctica de la didáctica. Ya dice Cantón que, mientras "de medicina o de
arquitectura escriben e investigan los médicos y los arquitectos", sobre
educación "todo el mundo lleva dentro un teórico para arreglarla".
Espere un momento, Isabel...
¡pero si es usted precisamente uno de esos teóricos (/as) que pretenden
decirnos a los demás cómo hemos de enseñar! Le ha ocurrido como a
Groucho en la memorable escena de Un día en las carreras en la
que se encuentra examinando a Harpo en la consulta médica y le diagnostica
"casi un 15% de metabolismo, con una tiroides superactiva y más de un 3%
de afectación glandular. Y un 1% de inteligencia", o sea, "lo que
solemos designar como tipo idioticus cronicus; resumiendo, el caso más claro
que se me ha presentado de cabeza de adoquín" Claro que, en realidad, como
le advertía Chico, Groucho se estaba examinando a sí mismo *.
Y encima
nos dice la buena mujer que, como somos "legos en la selva
pedagógica" (ya está bien puesto el nombre...), estamos
"incapacitados" (apunten, colegas) "para ejercer la influencia
deseada" (entiendo que sobre nuestros alumnos) y es por eso que criticamos, porque "la crítica es más
sencilla que la adquisición y progreso en la misma" (por "misma"
creo que se refiere a la selva pedagógica esa).
No me digan que no me siguen porque esto lo entendería (no en vano, insisto, Isabel es Catedrática de Didáctica) hasta un niño de cuatro años. ¡Que me traigan un niño de cinco años!
* Tómese la referencia a la escena de Un día en las carreras como una licencia literaria antes que como una valoración de la capacidad diagnóstica de la Señora Cantón.
Genial lo de didáctica de la didáctica. A por ellos y a destapar sus falacias.
ResponderEliminarSe hará lo que se pueda. Gracias.
EliminarY lo de no avezados en la selva pedagógica... Es como si te dijeran, Alberto, que no estás capacitado para discutir sobre el sexo de los ángeles. En fin ¡ánimo! si les escuece, será por algo.
ResponderEliminarCuando escuece, dicen que lo aconsejable es rascarse. A no ser que seas Eduardo Manostijeras o Freddy Krueger. Un abrazo.
EliminarTiene narices decir que los profesores son "legos" en pedagogía... madre mía, esta señora catedrática no ha dado una clase "de verdad" en su vida, así nos va...
ResponderEliminarMarga
Así nos va, Marga... Un saludo.
EliminarEl pasado viernes, en la presentación del último libro de Moreno Castillo, ese que junto al tuyo está haciendo que les salgan granos a los "expertos", decía Jon Juaristi algo que no es nuevo: que la pedagogía es un auténtico engaño, una disciplina vacía. ¿Qué mayor experto en una materia puede haber que el que tiene experiencia en ella por la práctica diaria? ¿A lo mejor un miembro de esa secta endogámica a la que pertenece la señora Cantón, secta que vive de consumir las fantasías que crea para sí misma? Que alguien así niegue a dos profesores la condición de expertos en educación precisamente por ser profesores es un alarde de soberbia.
ResponderEliminarAsí es, Pablo. Hace unos días, en una tertulia educativa, alguien me decía (nos lo decía a Ricardo y a mí, aunque se refería a un número indeterminado de "dinosuarios") que había que ser más humilde y reconocer que estudiar a Cervantes servía para poco. Algo así dijo, no recuerdo las palabras exactas. ¿Qué podemos replicar ante algo así?
EliminarNo, no se puede replicar. Uno se hace cruces y ya está.
EliminarPues sí.
EliminarTotalmente de acuerdo con la señora Cantón. A veces, la verdad duele.
ResponderEliminarEstimado Anónimo: Decía Machado que "la verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés".
Eliminar¿Y quién es el que está del derecho y quién del revés en este caso?
EliminarMás valdría que se pusieran de acuerdo pedagogos y docentes en elaborar un buen plan educativo para las futuras generaciones, en vez de enzarzarse en peleas inútiles.
Así ganaríamos todos, en lugar de imitar a los políticos con el "y tu más".
Eso lo dejo a su criterio, amigo Anónimo.
EliminarEstimado Anónimo: habla usted de "peleas inútiles". Ni son peleas ni son inútiles. Es la dialéctica del conocimiento, cosa que tristemente desaparece en cuanto una visión hegemónica no deja espacio a las disidencias.
EliminarUn par de apuntes:
ResponderEliminarUno. Yo no sé lo que es un logaritmo desglosado. No será un logaritmo deshuesado?
Dos. Dénse cuenta de que la señora catedrática les ha llamado a Vds. empíricos. Nada más y nada menos.
Apuntes que aquí quedan desglosados. O deshuesados, como prefiera.
EliminarLa categoría académica de un catedrático de pedagogía es la misma que la de don Pantuflo zapatilla, catedrático de numismática, colombofilia y filatelia (padre de Zipi y Zape, para los más jóvenes), solo que este último era mucho más entrañable y seguramente mucho mejor pedagogo.
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